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Los líderes que no fueron

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"La primera televisión para la que hablé fue Telemadrid. Era la mañana del 16 de mayo de 2011. Estaba en la Puerta del Sol, ví que estaban haciendo uso de su brillante parcialidad y decidí intervenir. Después vino otra entrevista, y otra...". Ese impulso hizo que Juan Cobo –28 años, fotógrafo– acabara por convertirse en uno de los portavoces de la acampada que comenzaba a levantarse en ese lugar hace ahora dos años. No pasaba por allí. Estaba indignado y por eso había ido a la manifestación del día anterior y había decidido volver a ver qué se cocía, pero, asegura, ni buscó ser una de los rostros más visibles de un campamento todavía incipiente ni fue elegido para ello. Ya era tarde. Al poco, su teléfono empezó a circular entre los periodistas que, en la plaza o desde la redacciones, buscaban desconcertados alguien que les explicara en qué consistía todo aquello. Llegaron entonces las decenas de llamadas, la participación en debates radiofónicos y televisivos y las declaraciones a medios nacionales e internacionales. 

Algo parecido les ocurrió a Jon Aguirre Such y Fabio Gándara. Participantes de Democracia Real Ya (DRY), promotora de la primera gran movilización, acabaron convirtiéndose también en portavoces de un movimiento con muchos reparos a los personalismos y que causó un gran revuelo mediático dentro y fuera del país. El foco estaba puesto en la Puerta del Sol –también después en las acampadas que fueron floreciendo en el resto de ciudades– y a los indignados se les pedían explicaciones y respuestas. Los medios querían que alguien explicara qué estaba pasando, pero pocos quería dar la cara. Y allí estuvieron ellos para poner la suya. Ahora, Juan, Jon y Fabio han reducido la intensidad de su activismo y recuerdan aquellos primeros meses de protesta con la tensión propia del que se ve un día para otro en el ojo del huracán. No lo niegan, su sobreexposición les restó ganas y les hizo apartarse de la primera línea. 

"Fui a una reunión preparatoria de DRY porque les habíamos invitado a participar en la semana cultural de la Escuela –hace dos años Jon estaba acabando Arquitectura– y supongo que como tenía cierta capacidad para hablar en público me propusieron como portavoz. Yo dije que sí encantado", recuerda. En aquel momento no se imaginaba en qué desembocaría una convocatoria que llevaba meses moviéndose por Internet pero que había tenido hasta la fecha un irrelevante eco en los medios. "Alguien tenía que decir las cosas, pero nadie quería hacerlo. El hecho de tener portavoces iba en contra de lo que era el movimiento, gente que no te conocía te criticaba, pero alguien tenía que hacerlo. Fue duro". 

Su aparición como personaje del año de la revista Time –"no nos dijeron para qué tipo de reportaje iba a ser, nos engañaron", asegura– en un especial que repasaba los perfiles del descontento a escala global le hizo crack. Y decidió apartarse un poco. Acabó su proyecto de fin de carrera y decidió dedicarse casi por completo a Paisaje Transversal, su empresa, una oficina que impulsa procesos de transformación y análisis urbano desde la participación, la ecología y la creatividad. "Es nuestra forma de cambiar el mundo", señala. 

Las demandas del 15-M han vuelto a escucharse en más de treinta ciudades

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Fabio, creador del grupo de Facebook que dio lugar a DRY, se alejó cuando su apuesta junto a otros compañeros por revestir a la plataforma de una forma jurídica y convertirla en asociación provocó una gran fractura en el grupo. "La tensión y las críticas me quemaron un poco y por eso decidí apartarme. Hubo momentos en los que me pregunté por qué me había metido ahí, por qué pasarlo tan mal... pero mereció la pena", asegura. Licenciado en Derecho y Políticas, fue acusado desde dentro del movimiento de querer copar demasiado protagonismo. Ahora trabaja como promotor de campañas en Change.org, una plataforma de activismo online, y ha publicado junto a Pablo Gallego –otros de los rostros más visibles de los primeros meses de protesta– el libro El cambio empieza en ti (Destino). 

Los tres se manifestarán este domingo, aunque solo Fabio lo hará en Madrid. Jon está en el País Vasco por temas personales y profesionales. Y Juan se trasladó a Barcelona a finales de 2011. Allí, en el tiempo libre que le dejan los tres trabajos que compagina para poder llegar a fin de mes (editor fotográfico, camarero y fotógrafo de eventos) ha seguido participando en algunas asambleas y actividades de la Plataforma de Afectados por la Hipotecas (PAH) en algunas ciudades del cinturón metropolitano de la capital catalana. Eso sí, tras estar un tiempo aislado de todo lo que tenía que ver con el activismo. "Los ataques de los de siempre y las peleas internas me produjeron rechazo durante algún tiempo. Después lo pensé y lo acepté de otra manera", concluye. 

Aunque esta fecha tiene algo de especial para ellos, aseguran no vivirla con nostalgia, sino con un cierto grado de esperanza. Fabio considera que los motivos para la indignación se han multiplicado en estos dos años y por eso es el momento de "construir alternativas". "No creo que vuelva a ocurrir algo tan gordo, pero el 15-M es un músculo que crece poco a poco. Cuando nos fuimos de las plazas algunos se mofaron de nosotros. Dijeron que habíamos muerto. Y ahí están las asambleas de barrio para demostrar que no", dice Juan. En conversación telefónica desde el autobús que le lleva Euskadi, Jon prefiere rescatar una metáfora para definir su sensación respecto al estado en el que se encuentra el 15-M: "Es como el diamante que, para su creación, necesita de miles de átomos de carbono en estado gaseoso". 

"La primera televisión para la que hablé fue Telemadrid. Era la mañana del 16 de mayo de 2011. Estaba en la Puerta del Sol, ví que estaban haciendo uso de su brillante parcialidad y decidí intervenir. Después vino otra entrevista, y otra...". Ese impulso hizo que Juan Cobo –28 años, fotógrafo– acabara por convertirse en uno de los portavoces de la acampada que comenzaba a levantarse en ese lugar hace ahora dos años. No pasaba por allí. Estaba indignado y por eso había ido a la manifestación del día anterior y había decidido volver a ver qué se cocía, pero, asegura, ni buscó ser una de los rostros más visibles de un campamento todavía incipiente ni fue elegido para ello. Ya era tarde. Al poco, su teléfono empezó a circular entre los periodistas que, en la plaza o desde la redacciones, buscaban desconcertados alguien que les explicara en qué consistía todo aquello. Llegaron entonces las decenas de llamadas, la participación en debates radiofónicos y televisivos y las declaraciones a medios nacionales e internacionales. 

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