Muertes, cirugías sin anestesia, centros sanitarios fuera de servicio, falta de alimentos, de agua y de combustible, enfermedades infecciosas… La situación en Gaza es de auténtica calamidad, como retrata la ONU. Y se mira desesperadamente al paso de Rafah, el único lugar por el que se deja entrar algo de ayuda humanitaria a través de camiones que llegan por Egipto.
Esa ayuda es esencial y muy insuficiente en estos momentos. Por eso hay presión internacional para que se permita una mayor asiduidad para el traslado de cosas básicas en una zona bombardeada por Israel. España ha decidido aumentar su contribución para la sociedad civil palestina y alcanzará los 21 millones de euros este año (lo que supone un 30% más que en 2022).
El propio jefe del Ejecutivo en funciones, Pedro Sánchez, le trasladaba esta cifra el pasado fin de semana en la cumbre de El Cairo (Egipto) al líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas. En esa conversación le detalló que el Gobierno, tras iniciarse la guerra, decidió aumentar en 4 millones de euros esa ayuda para la población palestina hasta final de año, lo que hace que el monto total sea de 21 millones.
El papel esencial de Naciones Unidas
¿Y cómo se articula esa ayuda? ¿A qué se destina ese dinero? ¿Cómo se vehicula? Esa cantidad se materializa en ayuda a través de dos entes de Naciones Unidas: UNRWA (la Agencia de la ONU para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo) y el Programa Mundial de Alimentos (la organización humanitaria más grande del mundo que salva vidas), según aseguran fuentes gubernamentales. Lo que hace España es atender al llamamiento de ayuda lanzado por estas dos entidades, en un momento donde es extraordinariamente necesario que se trabaje de manera coordinada dadas las circunstancias y las dificultades que pone Israel para que se pueda entrar en el terreno de Gaza.
La directora ejecutiva de UNRWA España, Raquel Martí, explica que ellos tienen la operación más grande en Gaza de todas las agencias internacionales: con 13.000 personas trabajando y más de 300 instalaciones (donde hay unas 600.000 personas albergadas). El resto de los 1,4 millones de desplazados están en casas de familiares, amigos, mezquitas y hospitales. Esta rama de la ONU los acoge en escuelas y, además, tienen los almacenes más grandes de toda la Franja.
El control de los camiones
Estos días trabajan codo con codo, como relata Martí, con la Media Luna Roja egipcia, para la distribución de la ayuda. ¿Cómo se selecciona lo poco que puede entrar ahora? El personal de UNRWA, con 13.000 trabajadores sobre el terreno, ve lo que se necesita. Ahora han detectado que principalmente se trata de agua potable y para ducharse, comida, kits higiénicos y de emergencias, váteres portátiles y medicamentos. “Somos los que coordinamos, pero estamos trabajando con las agencias y las ONG internacionales”, apostilla, a la vez que señala que se priorizan también lo que demandan los hospitales como anestésicos, analgésicos y esterilizantes.
Esa poca ayuda que se deja entrar lo hace a través del paso de Rafah. La directora ejecutiva de UNRWA en España describe que esos vehículos llegan de Egipto y en ese punto se descargan y se revisan, moviéndose el material a camiones palestinos que sí pueden entrar en Gaza. ¿Cómo se controla que no van para Hamás? La propia agencia supervisa el proceso para que el material enviado llegue directamente a los almacenes de UNRWA, desde donde se coordina la distribución.
Licitaciones internacionales y almacenes en Ammán y Jerusalén
Desde UNRWA comentan que ellos centralizan la compra del material y también aceptan materiales (para eso suelen mandar listados con necesidades), pero que es “fundamental” que los países actúen de manera coordinada con ellos (no dejan entrar a vehículos por países). Lo que sí piden es que las naciones presionen a las partes implicadas para que se abran los pasos de acceso de manera ininterrumpida para que la ayuda entre.
Martí recuerda que la ayuda que dan los países no es instantánea: “Es decir, no es que te aporten el dinero y ya está la comida lista en Rafah. Hacemos licitaciones internacionales, compramos al mejor postor toneladas de comida y luego las transportamos”. “Esto no quiere decir que no tengamos cargamentos, ya que hay ahora mismo en los almacenes de Ammán (Jordania) y Jerusalén”.
Asimismo, explica que va a ser necesaria mucha ayuda porque el impacto de la situación “va a durar mucho tiempo” para lograr recuperar los domicilios bombardeados por Israel y que los desplazados vuelvan a tener una vida con trabajo.
Israel frente a la ONU
Las palabras de Martí denotan la importancia estratégica que tiene en estos momentos Naciones Unidas, como el principal vehiculador y organizador de la ayuda humanitaria para los millones de gazatíes afectados por los bombardeos. Y precisamente en un momento así Israel ha abierto un frente diplomático contra la ONU a través de su decisión de denegar la entrega de visados a representantes del organismo en represalia por las palabras del secretario general, António Guterres.
El Gobierno israelí ha pedido incluso la dimisión de Guterres después de que declarara que los ataques de Hamás no vienen “de la nada”, sino que son consecuencia de que los palestinos hayan estado sometidos a 56 años de “ocupación asfixiante”. El secretario general lamentó luego la interpretación “errónea” hecha por parte de Israel sobre sus palabras y se ratificó en sus declaraciones y en su condena al atentado de Hamás. Ha sido apoyado en su actuación por Pedro Sánchez y por Josep Borrell, Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad.
La ONU, esencial para esa ayuda humanitaria, vive internamente la tensión asimismo en el Consejo de Seguridad, donde se sigue sin adoptar una postura común por los diferentes vetos cruzados. En la última sesión, una resolución estadounidense cayó por el ‘no’ de Rusia y de China (al no solicitarse un inmediato y duradero alto el fuego humanitario), mientras que el texto presentado por Moscú fue tumbado por Washington al no reconocer el derecho a la legítima defensa de los Estados.
Además, una de las principales preocupaciones para la ONU es que entre próximamente combustible, algo que no ha pasado hasta ahora con los convoys autorizados. UNRWA y la OMS alertan de su necesidad porque de ello depende que los camiones puedan circular y los generadores producir electricidad para hospitales, panaderías y plantas desalinizadoras de agua.
Desde el pasado sábado hasta este jueves, se ha autorizado el paso a Rafah de cinco convoys con 74 camiones, pero ninguno con combustible. Antes del conflicto, solía entrar, según cálculos de la ONU, 500 camiones al día por ese punto (45 con combustible y 100 con ayuda, mientras que el resto eran de tipo comercial).
La UE, a la cabeza de ayudas
La ayuda humanitaria a Palestina en la UE también ha despertado una batalla política soterrada, especialmente después de que el comisario europeo de Vecindad y Ampliación, el húngaro Olivér Várhelyi, anunciara por su propia cuenta una revisión de las ayudas, algo que sentó muy mal entre países como España. Finalmente la Comisión Europea ha decidido aumentar su ayuda humanitaria para Gaza en 50 millones de euros para situarse en 75. Ursula Von der Leyen avanzó que esto se hará, como en el caso de España, “colaborando estrechamente con la ONU y sus agencias”.
La ayuda a nivel global y oficial al desarrollo de Palestina se ha mantenido alrededor de los 2.000 millones de euros en la última década, según los datos de la OCDE. Más de la mitad proviene de los fondos de la UE y de los propios socios europeos. El último dato disponible de 2021 cifra el total en 2.047 millones de euros, con la agencia UNRWA de Naciones Unidas como principal aportador, por delante de Catar, Alemania, la UE, Japón, Noruega, Francia y Suecia.
Muertes, cirugías sin anestesia, centros sanitarios fuera de servicio, falta de alimentos, de agua y de combustible, enfermedades infecciosas… La situación en Gaza es de auténtica calamidad, como retrata la ONU. Y se mira desesperadamente al paso de Rafah, el único lugar por el que se deja entrar algo de ayuda humanitaria a través de camiones que llegan por Egipto.