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Madrid no asegura el futuro de los más de 1.000 médicos que acaban el MIR y se expone a que 'huyan' a otras comunidades

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Pablo lleva cuatro años completando su formación de pediatra en un hospital de la Comunidad de Madrid. Este jueves 28 de mayo acabará su contrato como MIR [Médico Interno Residente]. Luego, no sabe qué será de él. Le gusta la pediatría hospitalaria y su deseo es dedicarse a ella, pero sabe que es complicado. "Esa opción la tengo casi cerrada", lamenta desde el otro lado del teléfono. En caso de poder hacerlo, añade, tendrá que soportar uno de los contratos "tremendamente precarios" que soportan quienes han decidido dedicarse a lo mismo que él. Tiene una alternativa: dedicarse a su especialidad desde la atención primaria, es decir, desde alguno de los centros de salud de la región. "Ahí ya había trabajo antes de la epidemia, y lo habrá después", dice. Pero tampoco lo están reforzando. "Y deberían", sostiene.

La opción que sí que no tiene encima de la mesa es ser contratado en el hospital donde ha completado su formación o en algún otro de la Comunidad. Ni él, ni el resto de residentes, sean de la especialidad que sean. Y deberían tenerla, cree. "Se ha parado el país dos meses y nosotros también hemos parado la actividad normal de los hospitales. Ahora es el momento de tratar de recuperar todo lo que no pudimos hacer y hacen falta manos. Mis compañeros y yo estamos viendo que otras comunidades autónomas están haciendo una tarea de recolección de médicos para que no se pierdan, por lo que pueda venir. En Madrid no está pasando eso", critica.

Como Pablo y sus compañeros hay muchas personas. Según Julián Ezquerra, secretario general de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts), alrededor de 1.190 residentes terminan este jueves 28 de mayo su contrato formativo en los distintos centros sanitarios de la Comunidad de Madrid. Qué pasará el 29 es todavía una incógnita. Por eso, organizaciones como la de Ezquerra o incluso el Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) reclaman al Gobierno autonómico que, sin más demoras, contrate a todas estas personas como lo que son tras cumplir su formación como residentes: médicos especialistas. En el área que sea: anestesistas, médicos de urgencias, pediatras, etc. "Lo hemos pedido de forma reiterada", señala Ezquerra. Sin embargo, no han tenido respuesta por parte de la Consejería de Sanidad. "No sabemos nada. La Consejería da la callada por respuesta. Tenemos rumores de que contratarán residentes, pero no nos han confirmado nada de manera oficial", lamenta. infoLibre también preguntó a este organismo si recibieron esa demanda y si habían decidido algo en relación a ella. Según aseguraron fuentes del departamento dirigido por Enrique Ruiz Escudero, ahora mismo "se están analizando las peticiones de los hospitales para los planes funcionales". 

Tal y como explica Ezquerra, la petición no es por simple demanda. Al contrario. Tiene que ver —y mucho— con la crisis sanitaria que ha originado la irrupción del covid-19. "No pedimos la contratación sin fundamento", señala. Lo hacen, en primer lugar, porque en los próximos meses "se va a tener que hacer frente al más que merecido y necesario descanso de todos los profesionales". Y eso no puede suponer, dice, que falten manos. Más que nada porque "hay que empezar a retomar la actividad normal de los hospitales". "La listas de espera ya eran enormes y ahora se van a ver desbordadas de manera clara porque, además, van a empezar a llegar todos los pacientes que durante estos meses no se han podido sacar de esas listas", advierte. Según los datos del Sermas recogidos por CCOO, en el mes de febrero la lista de espera para una operación quirúrgica acumulaba a más de 78.000 pacientes, la de consultas especializadas a más 453.000 y la de personas que esperaban para realizarse una prueba diagnóstica a más de 152.000. "Además, también llegará gente nueva con nuevas patologías", añade el secretario general de Amyts.

"Si queremos hacer frente a esto, necesitamos mucho más personal", continúa reclamando. Y el que ahora termina su etapa MIR es ideal. Han combatido cara a cara al covid-19 durante los meses más duros de la pandemia. Saben, por tanto, luchar contra el virus. "El personal tiene que estar suficientemente entrenado por si hay un rebrote allá por los meses de octubre y noviembre, por eso insistimos tanto en la necesidad de que los residentes sean contratados", reclama.

Borja Castejón, vocal de Médicos en Formación del ICOMEM, coincide con Ezquerra y también exige que se hagan esos contratos. También, en parte, porque son personas que "han realizado un claro esfuerzo, haciendo más de lo que les correspondía, para luchar contra la pandemia". "Ahora terminan sus contratos y se da una situación en la que un personal muy bien formado no se va a quedar trabajando en los centros donde han estado", dice. Pero no solo eso. Serán manos que no serán sustituidas porque todavía se desconoce cuándo se incorporarán los nuevos residentes que hicieron el examen MIR antes del confinamiento. "Alguien tendrá que hacer el trabajo que hacían esas personas que ahora se van. Hay que seguir pasando consultas y haciendo pruebas", advierte. "Ocupaban un puesto fundamental y ahora no se les va a sustituir", lamenta.

Y eso tiene un peligro. Tal y como teme Castejón, es probable que los residentes de segundo, tercer o cuarto año —en el caso de residencias que sean de cinco— que sí se queden en el centro vean una sobrecarga de trabajo evidente

273 médicos de familia y 73 pediatras: la atención primaria, la más mermada

Entre esas 1.190 personas, según Ezquerra, hay 273 médicos de familia y 73 pediatras que terminarán su formación en atención primaria también, como tarde, el 28 de mayo. Ellas, porque en su mayoría son mujeres, terminarán su contrato como residentes en los centros de salud donde han hecho frente a la pandemia también en apenas una semana. Tampoco saben con exactitud qué deparará su futuro. Sin embargo, son más que imprescindibles en un servicio sanitario que, ya de por sí, es deficitario y necesita, según los profesionales, más manos para trabajar. Sobre todo de cara a la desescalada, donde jugará un papel fundamental. 

"En atención primaria tenemos un déficit de cientos de profesionales porque hay cientos de plazas sin cubrir y hay un montón de médicos de baja laboral porque se han contagiado. Todo el proceso de desescalada va a recaer de forma clara sobre una atención primaria que ya estaba desbordada y diezmada de personal. Ahora son más necesarios que nunca esos 273 médicos y esos 73 pediatras", dice Ezquerra. Porque hay mucho trabajo por delante. "Tienen que hacer el seguimiento de las altas, diagnosticar los nuevos casos y hacer el estudio de sus contactos. Son fundamentales", insiste.

Pero las conciones laborales que soportan no reflejan que lo sean. Alberto Cabañas, vocal del comité de empresa de residentes, termina, igual que Pablo, su periodo de formación como residente a finales de mayo. A partir de entonces, será especialista en Medicina de Familia. Pero como mínimo hasta finales de diciembre tendrá que soportar "una inestabilidad importante", lamenta. Él ya ha firmado lo que sus compañeros de otros años también firmaron. "Lo llaman contrato de área. Significa que semana a semana te van diciendo dónde haces falta. Es para cubrir ausencias, realmente no es un refuerzo", explica. ¿Y cuando ese contrato finalice? Pues tienen dos opciones: o prorrogarlo por un año más y continuar en las mismas condiciones o "esperar a que te vayan llamando de la bolsa de empleo y acudir a lo que salga", dice. "Al final pasamos dos, tres, cuatro o cinco años cubriendo ausencias de dos semanas, de un mes o de hasta unos días. Y eso habiendo necesidad. Si los centros dicen que no pueden asumir todas las tareas que se les está poniendo encima, no tiene sentido que nosotros estemos dando vueltas", reflexiona.

Huida a otras comunidades

No son pocas las personas que se verán en la misma situación de Alberto. Ni siquiera las que ya llevan años dedicándose a la atención primaria tienen unas condiciones demasiado dignas, según las organizaciones profesionales. La falta de personal contribuye a ello. Por eso no es raro, lamentan tanto Ezquerra como Castejón, que haya muchos residentes que, nada más acabar su formación en esta especialidad, opten por trabajar fuera de la Comunidad de Madrid. Y eso es un "lujo", señala el secretario general del Amyts, que "no nos podemos permitir". Menos ahora. Pablo, según cuenta por teléfono, conoce a algunos compañeros que compartieron pupitre con él en la universidad que acaban ahora su formación como médicos de familia y que ya están recibiendo ofertas de otras autonomías. "Tendría que salir de la Comunidad de Madrid, que es la que nos contrata. Hay muchos problemas que deberían solucionarse con contratos", denuncia. 

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Pero ya no es solo que no se contrate, sino cómo se contrata. La mayoría de contratos que se hacen a los residentes recién salidos del MIR, dice Ezquerra, son "eventuales, con fecha de finalización y, sobre todo, por turnos". Y eso impide la conciliación. "Hay comunidades donde la jornada de tarde es la excepción, en Madrid es mucho más habitual", dice. "Esas son condiciones que impiden conciliar en una profesión altamente feminizada", añade. Por eso hay muchas personas que si pueden coger el coche y recorrer 50 kilómetros al día pero pasar la tarde en su casa, lo hacen. 

Además, añade, en Madrid hay muy pocas oposiciones. "Así la gente se marcha, porque en Madrid está condenada a estar años y años esperando a consolidar su puesto mediante contratos eventuales o interinos", explica. "Hay especialidades que llevan 20 años sin convocatoria. En urgencia hospitalaria, por ejemplo, 9 de cada 10 personas son personal eventual o interino. En Madrid la situación es especialmente penosa", sentencia.

No es de ahora, en cualquier caso. En el año 2011, dos médicos del Centro de Estudios del Sindicato Médico de CESM-Granada realizaron un estudio comparativo de retribuciones de los médicos residentes en España. Los madrileños eran los peor pagados. El sueldo medio —sin guardias— que cobraba entonces en España un residente de primer año era de 13.048 euros netos al año. Un madrileño, en cambio, percibía 12.369

Pablo lleva cuatro años completando su formación de pediatra en un hospital de la Comunidad de Madrid. Este jueves 28 de mayo acabará su contrato como MIR [Médico Interno Residente]. Luego, no sabe qué será de él. Le gusta la pediatría hospitalaria y su deseo es dedicarse a ella, pero sabe que es complicado. "Esa opción la tengo casi cerrada", lamenta desde el otro lado del teléfono. En caso de poder hacerlo, añade, tendrá que soportar uno de los contratos "tremendamente precarios" que soportan quienes han decidido dedicarse a lo mismo que él. Tiene una alternativa: dedicarse a su especialidad desde la atención primaria, es decir, desde alguno de los centros de salud de la región. "Ahí ya había trabajo antes de la epidemia, y lo habrá después", dice. Pero tampoco lo están reforzando. "Y deberían", sostiene.

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