Lejos de la crítica que desde izquierda y derecha está recibiendo el Ejecutivo de Pedro Sánchez por su cambio de postura sobre el Sáhara, hay dos gobiernos que se muestran especialmente satisfechos. Son los de Ceuta y Melilla, dos ciudades para las que la cuestión marroquí supone al mismo tiempo un problema existencial –por las ambiciones declaradas de soberanía del reino alauí– y un problema para el día a día –por el uso como arma de presión de la inmigración y el tránsito fronterizo que hace el país vecino–.
Los ejecutivos de las dos ciudades autónomas han celebrado el acuerdo, que consideran no sólo que mejora la vecindad, sino también que debilita la amenaza sobre la soberanía española. No obstante, tres expertos en seguridad y geoestrategia advierten de que Marruecos no ha abandonado su reivindicación formal de soberanía sobre Ceuta y Melilla, que considera "marroquíes como el Sáhara". Creer que con lo acordado, o al menos con lo anunciado, Ceuta y Melilla quedan blindadas ante las pretensiones de Marruecos es "un ejercicio de candidez", afirma Guillem Colom.
En este clima el Gobierno anunció que el presidente Sánchez visitará el miércoles ambas ciudades, en las que ya estuvo en mayo de 2021 durante la última gran crisis fronteriza. Fuentes socialistas señalan que el movimiento está destinado a lanzar "un mensaje claro" de compromiso con su soberanía y de apoyo a "dos ciudades españolas que lo han pasado muy mal". "Una visita institucional del presidente siempre debe interpretarse como un gesto de afirmación de su españolidad. Y es muy bien recibido", explica Enrique Ávila, profesor de Ciencias Políticas y secretario de la UNED en Ceuta. Está por ver si habrá algún gesto de malestar de Marruecos por la visita.
Satisfacción oficial en Ceuta y Melilla
El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas (PP), quedó convencido del acierto de la posición del Gobierno tras una llamada el viernes del el ministro de Exteriores, José Manuel Albares (PSOE), que le aseguró que la "nueva etapa" tiene como "condición" que "se respete la integridad territorial y la soberanía" de Ceuta y Melilla. "No tengo motivos para no confiar", afirma Vivas en una entrevista con el Faro de Ceuta en la que no comparte las críticas al Gobierno de su jefe de filas, Alberto Núñez Feijoó. Vivas también confía en que la "nueva etapa" conlleve un regreso al "buen funcionamiento de la frontera", el "control de la inmigración irregular" y el "desarrollo del turismo". Ahí están los tres temas que más preocupan al margen de la españolidad.
El presidente de Melilla, Eduardo de Castro, candidato de Cs que fue expulsado del partido y gobierna junto al PSOE y Coalición por Melilla, considera que el acuerdo es "una gran noticia" porque cierra "una crisis que lleva asfixiándonos desde el cierre de la aduana comercial desde 2018" y que ha provocado que haya familias "que han sido separadas" desde que se cerró la frontera en marzo de 2020.
¿Y los compromisos de Marruecos?
De Castro recalca que Melilla ofrece al Gobierno toda su colaboración para garantizar la "soberanía e integridad territorial". Pero lo cierto es que los comunicados de Marruecos y España no hacen mención a Ceuta y Melilla. El país vecino, de hecho, se limita a extractar una carta de Sánchez a Mohammed VI en la que señala que el "objetivo" es "garantizar la estabilidad y la integridad territorial de los dos países". Pero no se reflejan compromisos concretos de Marruecos. El país magrebí no ha renunciado a sus pretensiones sobre ambas ciudades. Es más, la garantía de la "integridad territorial" que recogen los comunicados podría interpretarse, desde la óptica marroquí, como el reconocimiento del respeto a su soberanía sobre el Sáhara occidental.
Por su parte, el Gobierno de España afirma que la "nueva etapa" debe "garantizar" la "soberanía" y la "integridad territorial" de los dos países, así como "restablecer la plena normalidad en la circulación de personas y bienes". España también alude a la "determinación" de "afrontar juntos" la "gestión de los flujos migratorios". Todo ello, aun sin mencionarlas, afectaría de lleno a Ceuta y Melilla, ciudades de las que el ministro Albares sí ha hablado con todas las letras: “El Gobierno debe salvaguardar los intereses de canarios, ceutíes, melillenses y andaluces". Desde Exteriores transmiten prudencia y remiten a la comparecencia del ministro esta semana en el Congreso. El acuerdo, señala un portavoz, está "pendiente de desarrollo".
Una amenaza sobre la soberanía
Guillem Colom, experto en seguridad, defensa y geostrategia, no oculta su escepticismo sobre el acuerdo. En un informe de noviembre de 2021 titulado Las pretensiones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris, Colom, Josep Baqués, Manuel R. Torres y Javier Jordán ya concluían: "La posibilidad de que Marruecos esté desplegando una estrategia híbrida bajo el formato de la zona gris, con la mirada puesta en hacerse con la soberanía de Ceuta y Melilla sin forzar una guerra abierta constituye, como mínimo, una de las hipótesis de trabajo más verosímiles". ¿Desaparece con el acuerdo con Rabat esta hipótesis? "En absoluto", responde Colom, que recalca que incluso si hubiera un acuerdo formal, "lo importante es tener capacidad de implementarlo". Y duda que España la tenga.
"Confiar en la buena voluntad de Marruecos es insuficiente, como demuestra la historia de la política internacional. Creer que con esto se terminará la demanda [sobre Ceuta y Melilla] es ser demasiado idealista", afirma Colom. Además, añade, el reino marroquí no ha retirado las palabras de diciembre de 2020 del primer ministro, Saadeddine El Othmani, para quien Ceuta y Melilla "son marroquíes como el Sáhara". Se trata de unas manifestaciones que llevaron a una protesta formal de España, pero de las que Marruecos no se ha movido. Javier Jordán, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Granada y director de Global Strategy, también ha afirmado tras el anuncio del acuerdo que "si Marruecos da la cuestión del Sáhara por resuelta, lo siguiente será ejercer mayor presión sobre Ceuta y Melilla". El analista Guillermo Pulido cree que España debe "prepararse militarmente para hacer una política de disuasión eficaz".
Inmigración y fronteras
Guillem Colom señala que no sólo no constan compromisos de Marruecos con respecto a la soberanía de Ceuta y Melilla, sino tampoco sobre otros temas más del día a día. No obstante, ve probable que en adelante se observe una "normalización de las relaciones" que ya ha tenido un hito en el regreso de la embajadora a Madrid y se puede materializar en temas como la inmigración y la apertura de fronteras. Como es lógico, el reino alauí no ha anunciado que vaya a dejar de instrumentalizar la inmigración, algo inconcebible porque nunca ha reconocido que lo haya hecho. Entre el 1 de enero y el 15 de marzo de 2022 han entrado a Ceuta y Melilla por vía terrestre 1.022 inmigrantes, un 239,5% más que en el mismo periodo de 2021 (301), según Interior. La presión en la valla de Melilla es constante. El 2 de marzo entre 2.000 y 2.500 personas intentaron entrar. Medio centenar lograron saltar la valla.
El antecedente más sangrante de uso de la inmigración como herramienta contra España está en mayo del año pasado, cuando Marruecos facilitó la llegada a Ceuta de más de 10.000 inmigrantes. El Gobierno llegó a desplegar el Ejército. La mayoría volvieron a Marruecos, pero el verano pasado quedaban en torno a un millar de menores en Ceuta. El Ministerio deI Interior (PSOE) y el Gobierno de Ceuta (PP) arbitraron en agosto un sistema para devolver menores a Marruecos que fue paralizado por la justicia. El caso sigue bajo investigación.
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Otra cuestión pendiente es la normalización del tránsito de personas y bienes, donde se enmarca la apertura de las fronteras, con la prioridad de los trabajadores transfronterizos.
¿Aliviará la "nueva etapa" de las relaciones España-Marruecos los problemas migratorio y fronterizo? Enrique Ávila (UNED en Ceuta), observa que se ha desatado en la ciudad autónoma un "excesivo optimismo". "Es una buena noticia. Pero los acuerdos sólo dicen generalidades", explica. No hay motivo para pensar en una desaparición de la presión sobre la integridad territorial, añade. Algo más optimista se muestra sobre las cuestiones migratoria y fronteriza. El profesor recuerda que no sólo hay unos 2.000 trabajadores transfronterizos, de los que en torno a un centenar se manifiestan cada lunes reclamando una solución, sino que existen incontables "lazos familiares" a uno y otro lado de la frontera. En cuando a la apertura de fronteras, eso sí, señala que no es deseable "volver a lo anterior", en referencia a la "falta absoluta de control". "Ahora mismo hay obras para que exista una frontera del siglo XXI y no vuelva a ser nunca un paso alegal", afirma. En cualquier caso, pronostica, lo que cambie no será inmediato, sino que tardará "meses" en verse. Además, recuerda que Mohammed VI querrá transmitir el mensaje de que "el rey negocia con el rey", lo que puede demorar las cosas.
Jaime Bustillo, economista experto en planificación estratégica y exviceconsejero de Melilla, coincide con Ávila en que la "nueva etapa" no debe significar una vuelta a la situación anterior, la de la "máxima brillantez del contrabando, con fronteras descontroladas, hospitales y colegios saturados, con una ciudad incapaz de soportar esa intensidad". "Socialmente no era sostenible", afirma. Lo deseable, señala, sería un tránsito normalizado que favoreciera al turismo, el comercio y las relaciones humanas. "Eso sería recuperar la parte sana de la relación", señala Bustillo, que ve posible una mejora de la situación de tránsito, ya que imputa su interrupción a una decisión política de Marruecos que ya no se justifica por la pandemia. "Ahora mismo no hay tránsito. Cero absoluto. Si una persona de Melilla tiene que ir a Nador, debe coger un avión a Málaga y de allí otro a Marruecos, para después ir en un vehículo a Nador. Hay muchas familias que hace mucho que no ven a sus familias", explica Bustillo, que cree que el acuerdo es "una buena noticia" para Melilla, pero admite que hay "pocas certezas" en la mesa. "Esta noticia nos da una perspectiva de ir hacia mejor, pero sigue habiendo mucha ansiedad", concluye.
Lejos de la crítica que desde izquierda y derecha está recibiendo el Ejecutivo de Pedro Sánchez por su cambio de postura sobre el Sáhara, hay dos gobiernos que se muestran especialmente satisfechos. Son los de Ceuta y Melilla, dos ciudades para las que la cuestión marroquí supone al mismo tiempo un problema existencial –por las ambiciones declaradas de soberanía del reino alauí– y un problema para el día a día –por el uso como arma de presión de la inmigración y el tránsito fronterizo que hace el país vecino–.