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“La historia es como el agua, siempre tiene que encontrar un sitio por donde salir”, dice Manuel Ruiz, que sabe de lo que habla porque ha luchado por aflorar la historia y así mantener viva la memoria de su hermano, Arturo Ruiz, asesinado en 1977 por guerrilleros de Cristo Rey en una manifestación pro-amnistía. Pero, al mismo tiempo, Ruiz admite que, en el caso particular de un joven malagueño llamado Manuel José, los muros que retienen el agua son especialmente gruesos e impenetrables.
Se trata de un caso paradójico. Su nombre ha sido elevado con boato por el aparato oficial de la Junta de Andalucía, al mismo tiempo que sigue sin recibir un reconocimiento digno como víctima, como denuncia su familia. Arrastran ese lastre sus tres hermanas, Puri, Dolores y Francisca, que denuncian su abandono institucional cada vez con mayor decepción. Hablamos de Manuel José García Caparrós, un icono en el limbo, un trozo de memoria en un ángulo ciego de la historia, símbolo de la lucha por el autonomismo, al mismo tiempo que una figura incómoda. “La gente joven tiene que tener mucho cuidado. Porque se les está robando una parte de la historia”, reflexiona Manuel Ruiz, que lucha por la memoria de Manuel José y otras “víctimas de la Transición”.
Rodean el caso contradicciones propias de la democracia española, cristalizada mediante un proceso, la Transición, que fue una historia de éxito en las letras mayúsculas pero que se escribió con algunas faltas en las minúsculas. Hijo Predilecto de Andalucía, la letra pequeña de la historia de García Caparrós no es la de un símbolo reconocido al máximo nivel, sino la de una víctima envuelta en un manto de secretismo. “Mi hermano ha sido un muerto de tercera”, lamenta en conversación con infoLibre la mayor de sus tres hermanas, Purificación García Caparrós, Puri, de 63 años, ama de casa que vive en Sevilla, dedicada a sus cosas pero sin descuidar nunca la causa de la memoria.
Puri denuncia que, pese a las grandes palabras tantas veces pronunciadas sobre Manuel José, el joven asesinado en la manifestación autonomista de 1977 no ha obtenido reconocimiento como víctima de una violencia con significado político. Ni tampoco ha logrado –añade– la relativa dignificación póstuma que implicaría la publicación de las actas íntegras de la comisión parlamentaria sobre su muerte, ocurrida durante la represión policial del mítico 4 de diciembre en Málaga, hace ahora casi 43 años.
Una figura en el limbo
García Caparrós, Hijo Predilecto de Andalucía, es a la vez víctima de un crimen impune, en un Estado que no publica toda la información sobre su muerte, ni le otorga el estatus que demandan sus familiares. Puri defiende la consideración de su hermano como “víctima del terrorismo”. Pero no lo tiene fácil.
“Manuel José fue víctima de lo que llamaríamos violencia de Estado, una violencia de origen institucional. Estaba reivindicando el Estatuto de autonomía, algo que ha tenido el máximo reconocimiento a nivel oficial. Además, García Caparrós ha sido una figura popular. Y, sin embargo, se ha cometido con él la gran injusticia de no darle ni verdad, ni justicia, ni reparación”, señala Manuel Ruiz, vicepresidente de la Asociación Andaluza de Víctimas de la Transición, que demanda “el máximo apoyo” para la familia García Caparrós. “Ellas se lo merecen. A veces no cuidamos demasiado de los nuestros”, lamenta, en referencia a los andaluces. Ve mayor compromiso con la memoria en el norte de España.
Manuel, como se apuntaba en el primer párrafo, es hermano de Arturo Ruiz, asesinado en 1977 por terroristas de extrema derecha, en uno de esos episodios que cuestionan el relato idílico de la Transición. “Los dos, Manuel José y mi hermano, tienen mucho en común. Los dos fueron víctimas de la represión de la lucha por unos derechos que al final se consiguieron, siendo un gran logro para todos. Los dos eran menores de edad, porque entonces la mayoría de edad estaba en 21 años”, añade Ruiz.
La diferencia es que Arturo sí fue reconocido como víctima del terrorismo, explica su hermano. ¿Y Manuel José? No.
Una manifestación trágica
Puri afirma que, aunque le sigue llegando un fuerte cariño popular, el recuerdo de su hermano en la esfera política se extiende sólo a las inmediaciones del 4 de diciembre, efeméride de la gran manifestación autonomista de 1977. Será esta semana. Cada año el 4D lleva a recordar los últimos momentos de García Caparrós, su final trágico y emblemático. Trabajador de Cervezas Victoria y militante de Comisiones Obreras, Manuel José participó aquel día de hace 43 años en las movilizaciones por la autonomía andaluza que tuvieron lugar en las principales ciudades de la comunidad. Concretamente, asistió a la manifestación de Málaga, una de las más multitudinarias. Tenía sólo 19 años. El joven murió de un disparo supuestamente procedente de una pistola de la Policía Armada, que había empezado a cargar contra los manifestantes.
La manifestación en Málaga ya había empezado con los ánimos caldeados. El presidente de la Diputación, el falangista Francisco Cabeza López, se había opuesto a que en el edificio institucional ondeara la bandera andaluza junto a la española. Un manifestante subió a colocarla y se produjo una contundente reacción policial. García Caparrós fue la víctima inocente. El joven fue abatido en la confluencia entre la calle Vendeja y la Alameda de Colón, a la altura de un quiosco. Murió durante su traslado en coche al hospital Carlos Haya.
Su muerte causó una gran conmoción social. Hubo dos días de choques entre policía y manifestantes en Málaga tras aquel disparo. El presidente de la Diputación dejó su cargo. El 4 de diciembre, tras las masivas manifestaciones de aquel año en toda la comunidad, se convirtió desde entonces en una especie de día nacional informal de Andalucía, si bien la jornada festiva oficial es el 28 de febrero, por el referéndum de 1980.
Sin responsables
La investigación policial se archivó en 1985 sin responsables. El crimen quedó irresuelto. Políticamente tampoco se llegó al fondo del asunto. La muerte de García Caparrós y de otro joven en Tenerife llevó en diciembre de 1977 a la apertura de la conocida como Comisión de Encuesta de los Sucesos de Málaga y la Laguna por parte del Congreso. Participaron UCD, el PSOE, el PCE, el Grupo Mixto, Alianza Popular y el PNV. Se cerró sin responsables. La comisión aún no es íntegramente accesible, no es pública del todo. Una parte es confidencial. A pesar de diversos intentos, la Mesa del Congreso ha rechazado hacer públicas todas las actas, amparándose en la Ley de Secretos Oficiales.
Eva García Sempere, diputada de Unidas Podemos en la legislatura 2016-2019, llegó a tener acceso a las actas, aunque “anonimizadas”, tras insistentes peticiones, lo que le permitió comprobar que la comisión obvió un informe policial. La secretaria judicial Rosa Burgos también pudo consultarlas, fruto de lo cual escribió un libro esmerado y detallista, pero que no constituye una notitia criminis que lleve inequívocamente al autor del disparo. ¿Era posible saber, con el acceso que tuvo García Sempere, quién mató a García Caparrós? La exdiputada, hoy en el gabinete del ministro Alberto Garzón, responde que no.
Para las hermanas García Caparrós la reclamación del conocimiento íntegro de las actas no sólo busca un posible esclarecimiento de detalles relevantes, sino también una reparación moral. La familia siempre ha denunciado, desde la muerte del joven, trabas y obstáculos para conocer la verdad de un crimen ocurrido en plena Transición. Manuel José, envuelta su figura en un halo de secretismo, fue adquiriendo la condición de mártir del andalucismo. Ha sido sobre todo un icono a la izquierda del PSOE. El joven malagueño no llega en reconocimiento oficial a la altura de Blas Infante, considerado en el Estatuto “padre de la patria andaluza”, pero ha conquistado un espacio propio. En 2013, durante el Gobierno de coalición PSOE-IU, fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía. El PSOE, cuando se vio frustrado el intento de hacer públicas las actas de la comisión parlamentaria, llegó a pedir una modificación de la Ley de Secretos Oficiales. Era marzo de 2018. Más de dos años y medio después, el tema está dormido. Y la familia muestra impaciencia.
Un caso olvidado
La periodista Olivia Carballar incluyó este caso en su investigación Yo también soy víctima, que reúne testimonios de familiares de muertos por la policía y la extrema derecha en el tránsito a la democracia: García Caparrós, María José Bravo, Germán Rodríguez, Fernández Quesada, Rodríguez Ledesma, Juan Mañas... El libro apunta a la existencia de un injusto peaje de silencio, que pesa sobre las víctimas de ese limbo en que vivía España cuando lo antiguo no había acabado de morir ni lo nuevo de nacer. La Transición, reflexiona Carballar ahora ante las tribulaciones de las hermanas García Caparrós, fue “una historia de éxito” para unos y de “fracaso para otros”. Esta segunda parte de la realidad suele quedar vedada a la vista, señala. “El éxito no es éxito si al hablar de él hay que eliminar la parte del fracaso”, señala Carballar, que ha detectado “un empeño por silenciar una parte de la historia”.
Este es el testimonio que Carballar recabó de Puri García Caparrós para su libro: "Imagina que salga un hijo a la calle que está lleno de vida y que en tres horas te digan que está muerto. Pues a mis padres se les cayó el mundo encima. En seis años nos quedamos solas, sin mi padre y sin mi madre. Y a mi casa no ha venido nadie a preguntarnos si nos hacía falta algo, a mi padre no le han pedido perdón, no le han preguntado si le hacía falta algo, un psicólogo, algo... Jamás en la vida me ha pedido perdón nadie. Escucharme sí. A nuestro lado siempre ha estado IU, desde el minuto uno. Aparte de ellos, nadie. Bueno, ahora el PSOE también ha estado a nuestro lado. Pero vamos, que de 30 años hacia atrás nadie nos hizo caso".
“Es un caso muy olvidado”, lamenta el editor Joaquín Recio, vocal de la Asociación Manuel José García Caparrós y apoyo de la familia. “Esta familia se quedó en la miseria. El padre murió a los cinco años y la madre a los seis, de pena. Jamás han tenido reparación económica. Pero esa no es su motivación, sino saber quién fue el asesino. Esto es una lucha seria”, añade.
El abogado Luis Ocaña, que asesora y ayuda a las hermanas García Caparrós, afirma: “A efectos legales ni Manuel José ni sus hermanas tienen reconocimiento. Y no han recibido nunca ningún tipo de compensación económica”. No son, señala, ni víctimas del franquismo –Franco había muerto en 1975–, ni víctimas del terrorismo, ni víctimas de la Transición, una figura planteada por Unidas Podemos en 2018 que no ha llegado a materializarse. Ocaña señala que la Ley de Memoria Democrática de Andalucía, aprobada en 2017, generó una expectativa de reconocimiento como víctima, que no se ha cumplido por su falta de desarrollo. En cuanto al proyecto de ley estatal, todavía por aprobar, el abogado confía en poder trasladar al presidente del Gobierno o al director general de Memoria Histórica, Fernando Martínez, su solicitud de reconocimiento para la familia García Caparrós. La norma considera víctima a toda persona “que haya sufrido, individual o colectivamente, daño físico, moral o psicológico y daños patrimoniales, o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que constituyan violación de los derechos humanos durante el periodo que abarca la Guerra Civil y la Dictadura, incluyendo el transcurrido hasta la entrada en vigor de la Constitución”. ¿Entraría ahí García Caparrós?
Una denuncia de “pasotismo”
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A las puertas del 4 de diciembre, sabedoras de que el aniversario abre una rendija a la memoria de su hermano, las hermanas García Caparrós, Puri, Dolores y Francisca, han lanzado un comunicado en el que no es difícil detectar una cierta amargura. Denuncian el “pasotismo de las administraciones central y autonómica” a la hora de abordar las cuestiones pendientes. “Cada vez vemos cómo la administración, el Estado y sus instituciones, están más lejos de nuestra causa”, señalan.
Las tres hermanas señalan que hace más de dos años solicitaron a Pedro Sánchez una reunión para abordar su caso y el de “otras víctimas de la Transición”. “Nos dio mucha alegría recibir una respuesta al poco tiempo de nuestra petición, donde se nos decía que se iba a tener en cuenta esta solicitud. Pues sigue pasando el tiempo y no hay ningún tipo de interés ni acercamiento. Precisamente una de las cuestiones que queríamos tratar con el presidente era la desclasificación de los documentos de la Comisión de Encuesta de enero de 1978, que aún hoy siguen sin ser públicos a familiares, investigadores y juristas”, señalan. Las hermanas muestran decepción con PSOE y Unidas Podemos, que desde el Gobierno, dicen, “ni se acordaron de esta petición ni han pensado en la esperanza que personas como nosotras, familiares de víctimas de la Transición, hemos depositado en un gobierno diferente”. Y añaden: “Es triste que te digan siempre que nuestros muertos son los que hicieron posible la democracia, cuando ves que la democracia se ha olvidado de ellos”.
Varios acontecimientos ensombrecen este año la antesala del 4 de diciembre. La pandemia impedirá que haya concentración en la llamada "esquina de Caparrós". Manuel José no ha tenido demasiada suerte con los actos en su memoria. Hay un ejemplo que clama al cielo. Hasta 2017 no se corrigió el nombre con la placa en su honor, que hasta entonces decía “José Manuel García Caparrós”. Hace unas semanas, además, las hermanas vieron denegada por un error de forma una subvención solicitada a la Junta de Andalucía para realizar un material didáctico. Parece que todo invita a la desmoralización. Pero Puri atiende al teléfono con buen ánimo. Cuenta que, junto con la Asociación Andaluza de Víctimas de la Transición, la familia prepara un crowdfunding para sacar adelante el material didáctico, que pueda descargarse para el trabajo en las aulas, proyecto que intentaban financiar mediante una subvención. “Queremos que la figura de mi hermano siga llegando a la gente. Que todos se enteren de lo que pasó, de la historia”, explica.
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