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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Mazón se atrinchera y prepara cambios en su Gobierno para resistir pese a su soledad en el PP

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Con el lema Mazón dimisión todavía resonando tras la manifestación del pasado sábado en València —que congregó a 130.000 personas según la delegación del Gobierno— en la que se expresó la rabia contra el president de Generalitat por una tragedia que podía haberse cobrado menos vidas con un simple aviso, el interpelado, Carlos Mazón, se niega a dimitir. Lo que está preparando es una "profunda" remodelación de su Gobierno para diseñar un Consell pensado "para la reconstrucción" tras la dana, que sirva como golpe de efecto para salvarse a sí mismo.

Así lo anunció el propio Mazón este lunes, al afirmar que la Generalitat está trabajando para "adecuar toda la estructura del Gobierno valenciano a las labores de reconstrucción", una gestión que podría asumir la vicepresidenta valenciana, Susana Camarero, a la que Mazón ha dado protagonismo en los últimos días. Lo ha hecho a costa de apartar a la consellera de Justicia e Interior y responsable de las Emergencias en la Comunitat, Salomé Pradas, muy cuestionada internamente por su papel el pasado 29 de octubre. Una figura que el presidente valenciano podría dejar caer a cambio de su continuidad al frente del Ejecutivo valenciano.

Pradas ha evitado responder sobre su continuidad. "Vamos a seguir trabajando. El jueves comparecerá el president, nosotros [estamos] centrados en la recuperación y en seguir trabajando", señaló antes de entrar en el Cecopi (Centro de Coordinación Operativa Integrada). Ese jueves está previsto que se celebre el pleno extraordinario en el que Mazón deberá dar explicaciones sobre cómo abordó y dónde estuvo durante las primeras horas de la catástrofe que ya es la inundación más grave de Europa desde 1973 y que ha dejado hasta ahora 223 víctimas mortales, 215 de ellas en la provincia de València. 

Con esa remodelación el barón popular busca dar carpetazo a todas esas voces —no solo de la sociedad civil ni de la oposición, sino también de su propio partido— que piden su marcha por su "nefasta" gestión. Desde mediados de semana algunos altos cargos del PP trasladaban en privado que Mazón está "políticamente muerto" y daban por imposible que repita al frente de la Generalitat en unas elecciones. Incluso la prensa conservadora destacaba el sábado en sus portadas la negligencia del president valenciano, una prueba de su soledad en estos momentos.

Mazón asegura sentirse "respaldado" pero Génova evita hacerlo públicamente

El president de la Generalitat, sin embargo, asegura sentirse "respaldado" por su partido si bien poco después el portavoz nacional del Partido Popular, Borja Sémper, evitaba respaldar su actuación el día de la dana ante las preguntas expresas de la prensa. "Esas cuestiones tendrán su hueco futuro. Ya habrá tiempo para todo tipo de análisis", respondía en la sede Génova. Fuentes del PP confirmaron después que ningún miembro de la dirección le acompañará en ese pleno del jueves y cuestionaron la decisión de Mazón de quedarse con el mando tras la dana.

Tampoco los dirigentes autonómicos del PP están dando la cara por el presidente valenciano. Ninguno de ellos —ni siquiera la madrileña Isabel Díaz Ayuso, que aprovecha cada oportunidad para confrontar con el Gobierno central— le ha acompañado durante en las últimas semanas y tampoco han defendido de manera contundente su gestión, más bien lo contrario, ya que han pedido que sea Pedro Sánchez el que asuma el mando. Con todo, Feijóo ha convocado a sus barones el 18 de noviembre a una Junta Directiva Nacional para dar una imagen de "unidad".

El valenciano, por su parte, reconoció por primera vez "errores" este lunes: "Todo el mundo estamos obligados a repasar los errores que se pudieron cometer", afirmó, después de que algunos vecinos de Torrent le increpasen al grito de 'asesino' y él se defendiera alegando que "vino una cantidad de agua de la que no nos avisaron antes". Ese es el argumento que la Generalitat repite desde hace días, pero cuyo relato se ha visto comprometido después de que trascendiera que Mazón estuvo comiendo con la periodista Maribel Vilaplana en las horas previas a la catástrofe para ofrecerle la dirección de À Punt, la televisión pública valenciana.

Aunque en Génova restan importancia a la comida y la encuadran "en el contexto de que la dana iba a acabar a las seis de la tarde", según fuentes de la organización, voces del partido sí reclaman que reaccione con cambios en su Consell y "explicaciones convincentes". Las mentiras, los cambios de versión y la falta de previsión están pasando factura tanto a Mazón como al conjunto del Ejecutivo valenciano que se resistió a lanzar la alerta masiva a los móviles hasta las 20.12, cuando ya era demasiado tarde. Una hora antes, el caudal de la Rambla del Poyo ya era 100 veces mayor de lo normal. Entre las 15.50 horas y las 19.12 horas pasó de mover 28,7 metros cúbicos de agua por segundo a 2.282 metros cúbicos.

La consellera Pradas dijo ante las cámaras de À Punt que supo que podía enviar este aviso a la población tras una llamada a las 20.00 horas con el Ministerio de Transición Ecológica, en la que le trasladaron dudas sobre el estado de la capacidad de aguante de la presa de La Forata. Sin embargo, diversos medios valencianos acreditan que la subcontrata que gestiona el 112 fue avisada a dos horas antes de que se mandaría un mensaje masivo a todos los móviles de València, pero que se acabó retrasando por las dudas de Pradas y la ausencia de Mazón.

Un Mazón con cada vez menos apoyos pero que se resiste a dimitir

La negativa de Mazón a dimitir complicaría su sustitución, ya que el PP nacional no puede obligarlo a dejar el acta en les Corts. La tesis mayoritaria es que Génova tratará de forzar esa dimisión, pero lo hará dentro de algunos meses, cuando la situación en los territorios afectados por la Dana se estabilice. "Tiene muy pocos apoyos ahora mismo", asegura un cargo con peso en el PP a infoLibre, que destaca que Mazón tampoco cuenta con alianzas en el PP valenciano.

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Las fuentes consultadas en la formación advierten, con todo, de que buscar una nueva cara tampoco es sencillo. Una de las grandes favoritas es la alcaldesa de València, María José Catalá, una figura con apoyos en el partido y que estos días ha mantenido un perfil bajo para evitar que se la relacione con Mazón. Pero no es la única. Vicent Mompó, presidente de la Diputació de València y una de las grandes figuras del PP en la Comunitat, renunció a su acta de diputado en el Parlament para centrarse en su cargo provincial, de manera que queda descartado del puesto porque para acceder a la presidencia de la Generalitat se debe tener acta en les Corts.

A este dilema se suma que Vox rompió con el PP el pasado mes julio y el partido de Alberto Núñez Feijóo no cuenta ahora con una mayoría suficiente en la cámara para nombrar un nuevo president. O hace las paces con Santiago Abascalv o busca un pacto insólito ahora en España: un apoyo del Partido Socialista. Esta última opción no está descartada, teniendo en cuenta que el PSOE confirmó esta semana que apoyará los Presupuestos del PP para 2025 de la Generalitat para arrimar el hombro en plena crisis.

Con todo, el futuro de Mazón aún no está escrito. Tanto en el PP valenciano como en Génova son conscientes de que el enfado mostrado por los valencianos ante la gestión de la Generalitat no se esfumará con la próxima polémica. Él ya ha trasladado que quiere seguir a los mandos de la Generalitat, pero todo el mundo asume que "llegará el momento de dirimir las responsabilidades políticas" y el dirigente valenciano tiene muchas las papeletas para terminar cayendo.

Con el lema Mazón dimisión todavía resonando tras la manifestación del pasado sábado en València —que congregó a 130.000 personas según la delegación del Gobierno— en la que se expresó la rabia contra el president de Generalitat por una tragedia que podía haberse cobrado menos vidas con un simple aviso, el interpelado, Carlos Mazón, se niega a dimitir. Lo que está preparando es una "profunda" remodelación de su Gobierno para diseñar un Consell pensado "para la reconstrucción" tras la dana, que sirva como golpe de efecto para salvarse a sí mismo.

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