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Movimientos en el PSOE para lanzar la ‘operación Patxi López’

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El PSOE vuelve a ser una olla a presión. La concatenación de tres severos golpes en muy poco tiempo –las tensiones con el PSC, con los socialistas gallegos y el caso Ponferrada– han sacudido profundamente al partido. Tanto que el malestar y la inquietud interna circulan como moneda corriente.

Dos piezas de este complejo puzle interno se cruzan y se retroalimentan estos días. Y las dos son un secreto a voces. Una es lo que algunos han dado en llamar la operación Patxi Lópezoperación Patxi López. La otra, la mirada expectante y atenta a Andalucía, la federación más poderosa del PSOE y la que retiene el mayor poder institucional, y la que por ello mismo es capaz de declarar rota o no la partida.

En el Congreso y en los territorios se vuelve a hablar de la operación Patxi López. En realidad, su nombre nunca se apagó del todo. Ya en el 38º Congreso Federal, el que se celebró en febrero de 2012 en Sevilla, se interpretó la entrada del entonces lehendakari en la ejecutiva federal, y con una cartera de peso como la de Relaciones Políticas, como un gesto de Alfredo Pérez Rubalcaba de cara al futuro, como su candidato tapado. Ahora, tras las turbulencias de las últimas semanas, varios cargos consultados por infoLibre vislumbran el relanzamiento de la operación y atribuyen esos movimientos todavía difusos a la vieja guardiavieja guardia, a los dirigentes históricos del partido que en su día apostaron por Rubalcaba en su pugna interna con Carme Chacón y que hasta decantaron la balanza a su favor, y que consideran ahora que el líder no remonta y hace falta un revulsivo. En ese grupo se encuadran representantes del felipismo y dirigentes hoy más en segunda línea, como Manuel Chaves y Gaspar Zarrías. Pero también avalan esos movimientos otros cargos de etapas más recientes.

Las palabras de Luis Solana

Quienes perciben esas maniobras –y no son sólo los chaconistas, sino sectores más amplios del partido– apuntan a varias señales, como el hecho de que López busque desembarcar y dejarse ver en la federación más simbólica, Andalucía. O el cierto disgusto con la gestión de Rubalcaba, como evidencia, siquiera de forma simbólica, el demoledor artículo de Luis Solana el pasado 10 de marzo en El Plural. Solana, hermano del ex secretario general de la OTAN, luce galones de relumbrón: carné socialista desde 1975, exportavoz de la Comisión de Defensa en la Transición, expresidente de Telefónica y ex director general de RTVE. "Patxi está apareciendo algo más, haciendo algunas incursiones. Pero es momento de moverse. Y es previsible porque pinta que será como el candidato oficial", observa un importante barón regional. En la federación andaluza destacan que, "aunque no hay ni fechas ni actos cerrados", el exlehendakari y sus valedores están intentando organizar actos para la militancia en las "agrupaciones más favorables", tantoen Jaén –fortín de Zarrías– como en algunas asambleas de Sevilla. "Pero aquí hay que entrar llamando a la puerta", sentencia un alto responsable de la ejecutiva regional, que comanda José Antonio Griñán, a la sazón presidente del partido. 

No hay un consenso total acerca de los detalles de la operación López. Algunos cuadros apuntan que consistiría en la convocatoria de un congreso federal extraordinario que pusiera fin al liderazgo de Rubalcaba, como ayer jueves adelantaba Abc. Pero tiene serios inconvenientes: supondría el "reconocimiento de un fracaso" ya que no han pasado más que 13 meses desde el último cónclave, volvería a "tensionar el partido" y, lo más importante, podría no tolerarlo la militancia, "que ahora mismo lo que quiere es votar, quiere primarias", coinciden varios dirigentes sondeados por este diario. La ventaja de un congreso es clara: el voto de los delegados es más fácilmente controlable. 

Negativa de la 'vieja guardia' y de los rubalcabistas

La vieja guardia niega todo tajantemente. "Es pura especulación. Hay que apoyar a Rubalcaba como secretario general y no segarle la hierba bajo los pies", sentencian fuentes próximas a Chaves, cuya vinculación con el exlehendakari es más personal que política, ya que el expresidente de la Junta fue amigo íntimo de Lalo López, padre del líder del PSE. "No hay nada de eso, nada", asegura un histórico diputado vasco. Otro barón regional desmiente la operación: "Siempre que hay una crisis, como ha pasado ahora con Ponferrada, surgen los rumores". Un responsable de la ejecutiva federal responde igual: "No hay nada que esté agitando Patxi. Quien lo diga no conoce a Patxi".

Misma versión recabó este periódico del entorno del líder del PSE. "No está en esto, no está postulándose para nada, no le gustan los fulanismos. Está muy centrado en su labor en Euskadi y en el ámbito federal cree que lo más adecuado es seguir la planificación prevista: primero revisar el proyecto en los diálogos y la Conferencia Política y luego las primarias. Hay que aguantar y esperar a que escampe, porque no escampa si te pones nervioso", indica un portavoz quien, no obstante, subraya la "larga trayectoria" de López en la política y sus grandes logros, muy "reconocibles": encabezar por primera vez un Gobierno vasco no nacionalista, conseguir el fin de la violencia de ETA y defender los pilares del Estado del bienestar frente a los recortes de Mariano Rajoy.

Sin embargo, la sola posibilidad del lanzamiento de López recorre de arriba abajo el partido, algunos aducen incluso que alentada por los rubalcabistas para "quemarle". Pero sólo hablar de esa alternativa suscita enormes resquemores en las federaciones más importantes –Andalucía, Madrid, Catalunya–. Hay muchas reticencias a dejarse guiar por lo que llaman "el lobby del PSOE" y a otorgar el poder "otra vez a un perdedor". Sus detractores no olvidan que López salió del Gobierno vasco tras menos de cuatro años de legislatura y con un bajón importante de votos y escaños tras la irrupción, todo sea dicho, de EH Bildu. 

En el aire sigue sin despejar, como hace un año, la alternativa de Eduardo Madina, secretario general del Grupo Socialista en el Congreso. Todos le rotulan como la gran "incógnita", pero el hecho de que hasta ahora no haya querido dar ningún paso, cuando muchos le empujaban y le veían como el mirlo blanco, es una mala señal. "Un líder que no quiere serlo ya dice demasiado", reflexionaba una diputada de su generación. 

Esperar al otoño y que haya "cambios" en la dirección

Los conciliábulos socialistas hablan y discuten de la posibilidad López, pero también aguardan los siguientes gestos de Andalucía, conscientes de que un golpe en seco de Griñán puede voltear el tablero de juego. ¿Y qué quiere y pide Andalucía? Según insiste una dirigente de la máxima confianza del presidente de la Junta, no conviene al PSOE, en un momento de extrema debilidad como el actual y de máxima angustia ciudadana, meterse en "el berenjenal de un proceso congresual o unas primarias ahora mismo". Lo que sí demandan los andaluces son "cambios". ¿Cuáles? Uno lo adelantó este martes el vicesecretario general del PSOE andaluz, Mario Jiménez: "Reforzar la labor de coordinación de Elena Valenciano", dar más poder a la número dos para que blinde a Rubalcaba. Pero en el PSOE-A se reclama asimismo realizar modificaciones en la cúpula –relevando a los peones más ligados a José Blanco y a la vieja guardia–, dar más potencia a la dirección del Grupo Socialista en el Congreso, y explotar más temas propios como la reforma de la Constitución o el pacto por el empleo. 

Andalucía, pues, no tiene pretensión de forzar cambios más traumáticos, como pronto, hasta el otoño, la fecha en la que está programada la Conferencia Política. Hasta entonces, prefiere "serenar los ánimos", esperar a que se vayan "consolidando liderazgos". "En tiempos de tribulación, mejor no hacer mudanza", resumen en la federación, haciendo suya la máxima ignaciana. Y, añaden las mismas fuentes, confiar en que no haya más tropiezos, porque un nuevo error podría desajustar esa baraja. 

Desde fuera de Andalucía hay dirigentes que miran a Griñán. A él directamente para que tome las riendas del partido. "El presidente es el primero que no quiere jugar", alegan sus colaboradores, y se escudan en que para él su prioridad es el Gobierno regional, el mayor granero de poder del PSOE. "Ahora, lo que sí que pide es renovación a fondo".

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La necesidad de cambios en la dirección se siente incluso entre los que apoyaron firmemente a Rubalcaba en el pasado congreso. Consideran amortizado a Óscar López, el secretario de Organización, por el episodio de Ponferrada, aunque señalan igualmente a otros altos cuadros. Reprochan asimismo al líder no haber confeccionado en su día "una ejecutiva más integradora y sólida". 

En Ferraz la realidad se mira desde otro prisma. Respecto al peso de Andalucía, sostienen que cada vez más federaciones "no están dispuestas a que otra federación tenga la capacidad de decidir el futuro del partido". Recuerdan que aunque ahora parezca "el fin del mundo", el PSOE ya sufrió un mayúsculo cataclismo en los noventa, tras la salida del Gobierno de Felipe González. E insisten en que no hay "soluciones mágicas", que el partido ya quemó en aquellos años a un secretario general, Joaquín Almunia, y a un candidato, José Borrell, que en otros países también el socialismo ha andado años desnortado, que incluso aquí en España otras formaciones han sufrido la desorientación propia del abandono del poder. Sin ir más lejos, indican, el PP.

"No se puede caer en fantasías –aconseja un miembro del aparato–. No pensemos en soluciones simplistas: al día siguiente de que elijamos al candidato, no se va a despertar de pronto el amor al PSOE. Seguirá habiendo seis millones de parados y una economía hundida. El único bálsamo para quien ha perdido las elecciones es ganar unas nuevas elecciones. No se remonta en dos meses ni un año. Y de camino lo que queda es mucha inquietud y mucha ansiedad. Una permanente inestabilidad durante bastante tiempo". Y eso es lo que se palpa estos días. Preocupación, zozobra y nerviosismo. Como decía una senadora vasca: "Todo el mundo lo que quiere ahora es sacar la cabeza". 

El PSOE vuelve a ser una olla a presión. La concatenación de tres severos golpes en muy poco tiempo –las tensiones con el PSC, con los socialistas gallegos y el caso Ponferrada– han sacudido profundamente al partido. Tanto que el malestar y la inquietud interna circulan como moneda corriente.

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