El muro que divide a Puerto de la Cruz

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Un muro divide a ciudadanos y Ayuntamiento de la localidad tinerfeña de Puerto de La Cruz

Carmen Valenzuela

Como si de una metáfora se tratara, el muro que recorre el paseo marítimo de San Telmo se ha convertido en la línea divisoria que separa al Ayuntamiento de Puerto de la Cruz de una parte cada vez mayor de la ciudadanía de la localidad tinerfeña. A un lado, la Plataforma MaresíaPlataforma Maresía, que defiende el valor histórico del muro que, construido en el siglo XVIII, vio incrementado su valor patrimonial con la rehabilitación que realizó en 1977 César Manrique, arquitecto y artista lanzaroteño de reconocido prestigio en las islas. Una aportación que según la plataforma debería conservarse. Al otro lado, las instituciones municipales respaldadas por el Cabildo de Tenerife, que anteponen la necesidad de ejecutar el proyecto de "modernización" y “saneamiento” para incrementar la “calidad” del paseo y su potencial turístico y comercial.

De momento, la Plataforma Ciudadana Maresía ha logrado parar provisionalmente las obras que ya se habían iniciado en el paseo. Su recurso interpuesto ante el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número dos de Santa Cruz de Tenerife, ha servido para que el tribunal paralice cautelarmente las obras hasta que el Ayuntamiento escuche las alegaciones de la plataforma y tenga en cuenta la conservación del valor patrimonial e histórico del muro en el proyecto de rehabilitación del paseo.

La plataforma no rechaza la rehabilitación del paseo, sino los términos en los que el Ayuntamiento la ha planteado. La prevista sustitución del muro por una barandilla de acero inoxidable, la renovación del pavimento y la destrucción de dos bancos construidos por el arquitecto y escultor César Manrique es, a ojos de los componentes de este movimiento ciudadano, una forma de dilapidar parte del legado del artista, íntimamente ligado, tanto “con el mapa emocional de los portuenses”, como con la tradición histórica del paisaje urbano de todo el conjunto insular.

Sin embargo, el nombre del artista lanzaroteño es otra de las fracturas entre el Ayuntamiento, que cogobiernan Coalición Canaria y PP, y la plataforma sobre las que la Justicia tendrá que decidir. Para el concejal de Urbanismo, Sebastián Jesús Ledesma (PP), “el muro no es histórico”, algo que “está más que acreditado”. Una afirmación que discute laFundación César Manrique, encargada de velar por el legado de este: “Existen elementos propios de su lenguaje expresivo insertados en el trazado del paseo, reconocibles en el mobiliario urbano, en el tratamiento de los pavimentos y en la ornamentación general”. Si la contribución del artista debe o no respetarse es algo que la fundación tiene claro: “Existen valores patrimoniales suficientes en el paseo de San Telmo para que en el proyecto de rehabilitación se tenga en consideración la significación histórica del mismo”. Pese a esta apreciación, el concejal Ledesma no ve motivo alguno para dejar el muro intacto y “darle la espalda al mar”. Una postura que acaba de tumbar la Justicia tinerfeña, que a la espera de las alegaciones del Ayuntamiento, considera que el muro “goza de cualidades suficientes” para detener su derribo. Según el titular de Urbanismo, “la tendencia a es a abrir espacios”, por lo que no cabe “discutir si un murete sí o no”. Pero para el juzgado que ha tomado el caso en sus manos, y que ha estimado las quejas de la plataforma, sí cabe aún la discusión.

Subvencionada por la Unión Europea a través de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (FEDER), la obra de “mejora y acondicionamiento del Paseo de San Telmo” se llevará casi dos millones de euros (1.705.577,38 euros). Una inversión millonaria que no sólo suscita críticas sobre el orden de prioridades con que el Ayuntamiento atiende a las necesidades del pueblo, sino acerca del destino de unas ayudas europeas que, según la plataforma, se emplearán para fines distintos de aquellos para los que fueron concedidas. “Se va a utilizar una subvención reservada a Zonas Comerciales Abiertas para zonas de baño”, señala Jaime Coello, portavoz de la Plataforma Ciudadana Maresía, que no duda en tachar el asunto de “tomadura de pelo”.

En este sentido, y traspasando las fronteras insulares, el eurodiputado por Izquierda Unida, Willy Meyer, ha elevado hasta Bruselas estas críticas ha elevado hasta Bruselas estas críticas: “Las obras se han iniciado pese a que el Plan Comercial de Zonas Abiertas sólo ha sido aprobado en su fase inicial y no se refiere a ninguna zona de baño y además carecen de la autorización de los órganos políticos municipales”.

¿Libertad de expresión o estética?

La preocupación del Ayuntamiento por la estética del paisaje portuense sí parece alcanzar al uso que los ciudadanos pueden dar a sus balcones. Mavi Hernández Castro, vecina de Puerto de la Cruz e integrante de la Plataforma ciudadana Maresía, conoce de primera mano la normativa municipal. La visita de la Policía Local, que obedecía a una orden directa del Consistorio, le obligó a retirar de su balcón una pancarta que rezaba “Salvemos San Telmo”. No hubo multa, sino advertencia. La colocación de carteles, pancartas u otro tipo de rótulo, contradice la ordenanza municipal de convivencia ciudadana. Una directiva que, según la afectada, se incumple sistemáticamente con la presencia de multitud de rótulos comerciales en las fachadas del casco histórico. Hernández se pregunta por qué de entre todos, las autoridades prefirieron escoger el suyo para intervenir.

Nos querrán achacar que hemos reprimido la libertad de expresión, pero en el balcón poner una pintada en una sábana no es adecuado”, contestó a infoLibre el concejal de Urbanismo. Según Ledesma, esta actuación tan sólo responde a “una cuestión de estética”, y añade: “Hemos aplicado la ley. No se puede defender el patrimonio y hacer pintadas o pegar pegatinas en farolas. No se puede hacer algo que no está recogido en la norma”.

Entre las pretensiones modernizadoras del paseo de San Telmo promovidas por el Ayuntamiento y la tradición cultural que defiende la Plataforma Ciudadana Maresía, se debate hoy Puerto de la Cruz, que ha escogido un muro como símbolo de la línea que separa dos formas distintas de entender la misma ciudad, su sociedad y su historia. Con la inminente intervención en el paseo, también se ha definido el orden de prioridades de cada una de las partes: o destinar casi dos millones de euros en la reforma de un paseo turístico o dedicar esos fondos a la mejora de otros puntos más necesitados de atención, en una localidad que ha sufrido con particular intensidad el azote de la crisis. Ahora, unos y otros esperan a que los jueces digan la última palabra. Mientras tanto, la paralización de las obras del paseo de San Telmo dictada por los tribunales es ya una victoria popular.

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Como si de una metáfora se tratara, el muro que recorre el paseo marítimo de San Telmo se ha convertido en la línea divisoria que separa al Ayuntamiento de Puerto de la Cruz de una parte cada vez mayor de la ciudadanía de la localidad tinerfeña. A un lado, la Plataforma MaresíaPlataforma Maresía, que defiende el valor histórico del muro que, construido en el siglo XVIII, vio incrementado su valor patrimonial con la rehabilitación que realizó en 1977 César Manrique, arquitecto y artista lanzaroteño de reconocido prestigio en las islas. Una aportación que según la plataforma debería conservarse. Al otro lado, las instituciones municipales respaldadas por el Cabildo de Tenerife, que anteponen la necesidad de ejecutar el proyecto de "modernización" y “saneamiento” para incrementar la “calidad” del paseo y su potencial turístico y comercial.

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