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Nicolás Sartorius: "En España hay que tomar medidas para fortalecer la democracia"

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La democracia expansiva, o cómo ir superando el capitalismo. Así titula Nicolás Sartorius su último ensayo, toda una declaración de intenciones en la que mira de frente al mundo de hoy. Con una idea muy clara: “Hay que democratizar la economía”. Todo ello con una realidad de fondo: los poderes tecnológicos y financieros “son los amos”.

El histórico sindicalista, ex diputado y presidente del Consejo Asesor de la Fundación Alternativas, conversa en mitad de una España trepidante que digiere la decisión de Pedro Sánchez de quedarse al frente del Palacio de La Moncloa. “Ha sido una buena noticia”, confiesa. Se asoma a un mundo de nubarrones como el avance de las fuerzas conservadoras y de la ultraderecha en la UE. Por eso, señala que personalmente le preocupan más las elecciones europeas del 9 de junio que unas generales. 

Vivimos jornadas trepidantes en España, ¿qué le ha parecido que Pedro Sánchez decida seguir al frente de La Moncloa?

Bien, correcto. Dejar en este momento el Gobierno hubiera creado muchos problemas. Primero, porque estamos en un proceso electoral importante con las catalanas y las europeas. Además, hay una situación delicada en Europa por el avance de la ultraderecha y los sectores conservadores. Ha sido una buena noticia.

Hay una situación delicada en Europa por el avance de los sectores conservadores y de la ultraderecha

El discurso que hace el presidente tras su decisión entronca directamente con muchas cosas que refleja en su libro y habla de la regeneración democrática. ¿España necesita eso en estos momentos?

Más que de regeneración, yo hablaría más de que hay que fortalecer la democracia. Es uno de los ejes centrales de la obra: cómo el capitalismo tardío neoliberal y global está erosionando la democracia. No es un problema sólo de España. La base es que hay un capitalismo que genera una desigualdad enorme entre continentes, países y clases sociales. Y esto siempre erosiona la libertad. En España hay que tomar medidas para fortalecer el sistema democrático.

¿Cuáles?

En el caso de España es evidente que tenemos problemas en el Poder Judicial. Es una anomalía muy seria que haya un Consejo General que lleve más de cinco años incumpliendo abiertamente la Constitución. Hay un problema importante también en que hay poderes que no son elegidos ni votados pero que influyen de manera inmensa.

¿De qué poderes habla?

Los tecnológicos y los económicos. Nunca se someten a votación pero son los que manejan la economía mundial, la europea y la española. Hay que fijarse en las nuevas tecnologías: los datos son el petróleo de esta época. Y se apropian de ellos sin pagarlos. Se nutren de ellos y hacen los algoritmos, lo que supone el dominio completo de la información. Son los auténticos amos del mundo junto a los poderes financieros. Para determinados casos tendría que haber una intervención pública democrática. 

¿En cuáles?

En los casos que funcionan como régimen de monopolio, los que son estratégicos y los que son demasiado grandes para caer. Tendría que haber una participación pública, ya sea a través de los trabajadores o de entidades colectivas. De la democracia, en una palabra.

Estamos viendo, por ejemplo, la entrada del Estado en Telefónica. 

También se está planteando con una energética. Si dejas que el gran capital mundial entre y se quede con las empresas, pues puedes acabar con las compañías estratégicas en manos de otros países y quedarte tú sin instrumentos económicos. Lo que planteo es que la democracia ha tenido dos fases. Primero fue la liberal, que significa poder votar y tener derechos civiles. Luego llegó la democracia social, que es cuando se crea el Estado del Bienestar. Pero toca pasar a la tercera fase: hay que democratizar la economía.

¿Cómo se hace?

Conquistando esferas que pasen de manos privadas a públicas, como sucedió con la sanidad y la educación. Es la batalla que hay que dar. Hay ejemplos de empresas que no están en manos privadas en Europa y funcionan muy bien como la energética en Francia o el fondo estatal de petróleo en Noruega. En Alemania también hay bancos públicos que son de los mejores de la UE. La democracia tiene que avanzar verticalmente y penetrar en la economía.

Hay que democratizar la economía

Habla mucho de Europa. A las puertas de las elecciones cruciales del 9 de junio, se ve un avance en los sondeos de los conservadores y de la ultraderecha, sectores muy capitalistas.

Y muy liberales.

¿Le preocupa que Europa esté virando en ese sentido?

Muchísimo. Es que la batalla por la democracia es permanente. Estábamos en una fase en la que habíamos remontado un poco la crisis y el tremendo austericidio y se habían conseguido avances, gracias a la socialdemocracia en España, Portugal y Alemania, como los fondos Next Generation, que es una forma de mutualizar la deuda. Pero estamos ante una nueva ofensiva conservadora y neoliberal y un empujón muy fuerte de la ultraderecha. Es peligroso porque son partidos muy derechas, pero también muy ultraliberales. Son como Pinochet, de los Chicago boys. Sostengo en el libro que el ultraliberalismo y las dictaduras van unidas. O hacemos frente a eso o en Europa habrá un retroceso. La UE decide en torno al 60% de las cosas que nos afectan. Me preocupan más personalmente las elecciones europeas que las españolas.

¿Los españoles son conscientes de ese grado de decisión?

La gente no ha realizado la reflexión de que en los Estados europeos se ha producido una mutación. Ya no existe ese Estado nación, sino que hay Euroestados. Hay elementos muy importantes de la soberanía que se comparten. Por ejemplo, España no puede decidir sobre la política monetaria. Los presupuestos generales del Estado, la decisión más importante que toma un país en un Parlamento, se tienen que aprobar en Europa. También se habla de que hacen falta unas fuerzas armadas europeas. Incluso los tribunales europeos están por encima. Pero esto no es perder soberanía, sino compartirla. Y se gana porque eres más fuerte que antes. Parece que la gente tiene algo más de conciencia, pero hace falta pedagogía por parte de los partidos y de los gobiernos.

Hablando de capitalismo, Donald Trump representa su cara más voraz. ¿Qué puede suponer si gana en noviembre en Estados Unidos y vuelve a la Casa Blanca?

Trump es el origen de buena parte de lo que nos está pasando. Él lanza la idea de “América primero”, que significa que no hay que comprar las cosas a China. Es un mensaje muy en contra de la globalización, lo que es poner muros al campo, pero es atractivo para mucha gente. A él lo votaron muchos trabajadores. El Brexit también ganó con el mismo mensaje. Trump es un personaje nefasto, es el que inicia esta gran ofensiva conservadora y ultraliberal. Si vuelve al poder, sería una catástrofe global.

El otro gran actor internacional que cita en su libro es China. ¿Hasta dónde puede llegar su papel?

Tiene 1.400 millones de habitantes. Como yo digo, junto a la India, son la humanidad. Ha tenido un desarrollo económico potentísimo, el más grande que se ha conocido en la humanidad, pero tiene puntos débiles.

¿Cuáles?

No ha conseguido entrar en un Estado social, hay una desigualdad enorme entre las ciudades y el campo. No ha desarrollado la igualdad y no hay un proceso de creación de un Estado del Bienestar. Además, tiene un problema medioambiental muy fuerte, aunque están haciendo grandes esfuerzos. Han creado ciudades monstruosas, que no son manejables y que generan enorme polución. Y el tercer gran problema: no es un país democrático. Sin democracia, hay un momento en el que el desarrollo económico se frena.

¿Qué países pueden ser ahora un ejemplo y un espejo para el resto?

Los países más avanzados desde el punto de vista democrático y social son los nórdicos. Pero tienen el mismo problema que los demás cuando se ha adentrado la revolución digital porque los poderes económicos son globales. Y estamos viendo también horrores como Argentina, que es un drama. Es la fotografía opuesta a donde me gustaría ir. Por cierto, Javier Milei se abraza no solo con Santiago Abascal, sino también con Aznar.

Mariano Rajoy también lo apoyó.

Milei es un hombre que dice que el Estado es un cáncer. Eso es un desastre porque cuando dejas a la economía a su aire no crea más que catástrofes.

El pensamiento neoliberal es la ideología más barata y falsa que hay

¿Se están rompiendo paradigmas como el hecho de que en España haya récord de personas ocupadas cuando se ha subido a la vez el salario mínimo?

Por supuesto, se han roto todos esos mitos y falsedades. Es que aumentar el salario mínimo y que haya más empleo es de cajón. Es simplemente saber la fórmula del PIB, ya que sobre el 60% es consumo privado. En cuanto elevas el SMI y la gente tiene estabilidad en el empleo, pues consume más. El pensamiento neoliberal es la ideología más barata y falsa que hay. Es mentira todo. 

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España tiene bazas muy importantes. Es un país geográficamente muy bien situado y con unas condiciones climáticas muy positivas. Pero su fortaleza está en su gente trabajadora. España ha cambiado gracias al trabajo de su población. 

¿Y el principal desafío? ¿La vivienda?

Por supuesto, la vivienda se ha descuidado completamente durante estos años. Se ha hecho una política nefasta. Pero, además, tenemos un problema de pobreza infantil terrible y lacerante. Estaba también la falta de inversión en investigación y desarrollo, que es la clave de todo y ahora se está mejorando. Yo defiendo en mi libro: democracia más ciencia.

La democracia expansiva, o cómo ir superando el capitalismo. Así titula Nicolás Sartorius su último ensayo, toda una declaración de intenciones en la que mira de frente al mundo de hoy. Con una idea muy clara: “Hay que democratizar la economía”. Todo ello con una realidad de fondo: los poderes tecnológicos y financieros “son los amos”.

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