Salvo sorpresa mayúscula de última hora, Mariano Rajoy y el PP caminan de forma inexorable hacia una investidura fallida la próxima semana. El propio Rajoy señaló este sábado que formar Gobierno, por ahora, es más un "deseo" que una realidad. Ese fracaso en el Congreso es el mal trago que los conservadores deseaban evitar a toda costa aunque, por lo menos, no se enfrentarán en solitario a ese debate, sino que previsiblemente contarán con el respaldo de los 32 diputados de Ciudadanos –el pacto con el partido de Rivera parece estar a punto de cerrarse tras los últimos avances de este sábado– y previsiblemente también con el la diputada de Coalición Canaria. Total: 170 votos, a seis de la mayoría absoluta.
Enfrente, el PSOE mantiene desde las elecciones del 26J su triple no: al PP, a intentar gobernar y a unas terceras elecciones. Los socialistas llevan meses esperando a que Rajoy lo intente para dejar tocada en ese debate su figura con ataques a su gestión y a la corrupción de su partido, y para devolverle los reproches que en marzo dedicó a Pedro Sánchez cuando éste intentó alcanzar la Moncloa sin éxito. También se opondrán Unidos Podemos –que mantiene su perfil bajo, aunque se dice disponible para formar una mayoría alternativa– y los grupos nacionalistas vascos y catalanes.
Lo cierto es que, discursos y estrategias al margen, la conclusión es que España seguirá con un Gobierno en funciones y que, además, se pondrá en marcha la cuenta atrás de dos meses hacia unas terceras elecciones que se celebrarían, como consecuencia de la fecha elegida para el debate de investidura por la presidenta del Congreso, Ana Pastor (PP), el 25 de diciembre –salvo que una reforma exprés de la ley electoral lo evite–. ¿Qué puede suceder en esos 60 días? infoLibre consulta a dirigentes políticos y expertos para analizar qué escenarios se abren a partir del fracaso del líder del PP.
Rajoy se mantiene al frente
El PP defendió repetidamente tras las elecciones que no tenía sentido presentarse a un debate de investidura para perderlo. Que lo importante no era fijar la fecha del Pleno, sino asegurarse de antemano los votos necesarios para que hubiera un Gobierno. Rajoy, finalmente, proclamó estar "en disposición de acudir a la sesión de investidura" cuando Rivera se abrió a negociar. Su argumento, al tiempo que empujaba al PSOE a la abstención, fue que ya no tenía "la certeza absoluta" de fracasar en su intento de resultar reelegido, aunque en los últimos días incluso en el PP han asumido que eso es lo que sucederá.
La incógnita es si, en octubre, tras las elecciones vascas y gallegas, el líder conservador se someterá a otra investidura. En la legislatura pasada, tras el fracaso de Sánchez, el jefe del Estado no propuso a otro candidato al constatar que nadie contaba con los votos necesarios, y dejó correr el plazo de dos meses. En el PP no descartan que Rajoy pueda intentarlo de nuevo tras los comicios del 25 de septiembre en esas dos autonomías, pero sólo contemplan dar el paso si la reeleccion está garantizada. Y, desde luego, descartan que su jefe de filas deje paso a otro candidato, como enunció, entre otros, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta.
Pablo Simón, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Pompeu Fabra, señala la "paradoja" que supusieron los resultados del 26J. "Ahora es más fácil un Gobierno de derechas que en diciembre, pero las elecciones reforzaron al principal problema para formar ese Gobierno: el candidato", explica. Por eso considera que el liderazgo del conservador no corre peligro: "Es improbable que el PP sustituya a Rajoy, porque controla el partido y la estructura, y porque no hay barones territoriales con fuerza para cuestionar su figura".
Coincide con ese análisis Gema Sánchez Medero, doctora en Ciencias Políticas por la Complutense de Madrid: "El resto de partidos, especialmente el PSOE, pueden decir que el problema es Rajoy, pero con los resultados del 26J ese debate se cierra pronto. Además, al lograr los votos de Ciudadanos y Coalición Canaria para la investidura pierde fuerza el argumento de que Rajoy está solo y de que es el verdadero problema".
Máriam Martínez-Bascuñán, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Madrid, comenta en cambio que "una investidura fallida por supuesto que debilita a Rajoy" y que el "dilema" sobre su figura "no es una opción que debería desaparecer". ¿De qué depende que se active esa posibilidad? "El debate sobre su liderazgo está también en el tejado del PSOE, de él depende que se cuestione o no", responde la politóloga, que añade que Ciudadanos "acogería con mucho gusto" ese debate.
Eso sí, Martínez-Bascuñán advierte de que una investidura fallida no sólo perjudica a la imagen del candidato conservador, sino que "debilita al sistema como un todo", y cree que "unas terceras elecciones implicarían posiblemente un aumento de la abstención, con el peligro que esto conlleva en esos términos de crisis de legitimidad". Además, afirma que si se repiten los comicios "los partidos deberían plantearse muy seriamente cambiar la oferta electoral empezando por los propios líderes", pues "de lo contrario, puede parecer que están esperando a que la gente finalmente 'vote mejor', lo que puede derivar en que un gran porcentaje decida no votar".
En ese escenario de repetición electoral Simón comenta que el líder del PP es, en todo caso, "quien más tranquilo está", otro elemento que a su juicio refuerza su posición al frente del partido, mientras que Berta Barbet, doctora en Ciencias Políticas por la Universidad de Leicester y especialista en comportamiento político, coincide con ese último apunte: "Unas terceras elecciones serían impredecibles, pero Rajoy es probablemente quien menos motivos tendría para estar preocupado". Barbet cree que la única posibilidad de que se cuestione a Rajoy en alguna medida es que el PSOE condicione claramente su abstención a que el PP cambie de candidato, pero advierte de que los conservadores no podrían "sacrificar" a su número uno bajo ningún concepto si no tienen "el Gobierno completamente asegurado".
La encrucijada del PSOE
Los analistas consultados por este diario señalan que la de los socialistas es una de las posiciones más complicadas. Sánchez Medero opina que mantener el "no es no" hasta el final, sin ofrecer alternativa, podría restar apoyos al partido en unas eventuales terceras elecciones. Pero tampoco vislumbra para ellos salidas claras: "Un pacto con Unidos Podemos exigiría también el concurso de los nacionalistas, y no parece que los barones vayan a dar a Pedro Sánchez margen para intentarlo. Y la alianza de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos ya se demostró inviable", comenta.
La politóloga concluye –en la línea sugerida por Barbet– que la única "salida digna" para los de Pedro Sánchez sería "cuestionar el liderazgo de Rajoy" y exigir otro candidato del PP antes de sentarse a negociar, mientras que Simón opina, en cambio, que el PSOE probablemente seguirá una estrategia "secuencial": "Van a intentar hacer lo mismo que no les salió tras el 20D. Primero, que Rajoy vaya a la investidura y fracase, y luego intentar articular una alternativa". El politólogo explica así que Ferraz insista en que es "el tiempo de Rajoy" y que haya exigido reiteradamente que el candidato del PP se presente al debate de investidura.
"Del triple no –no a Rajoy, no a intentar gobenar y no a las terceras elecciones– el que primero se va a caer es el no a intentarlo –insiste Simón–. Lo lógico es que construyan el relato de que intentan un pacto con Unidos Podemos y Ciudadanos, y que esos intentos lleven tiempo y se visibilicen adecuadamente. Sólo cuando fracasen podrían plantear la abstención. En ese escenario final, si quieren ser hábiles, tendrían que reclamar al PP cosas difíciles que requieran su participación, como la reforma constitucional. No tendría sentido limitarse a hablar de cuestiones como la reforma laboral, que pueden cambiarse desde el Congreso".
Barbet está de acuerdo en que "lo lógico sería intentarlo", pero advierte de que "lo malo es que eso te obliga a decir con quién quieres probar". "Nuevamente –añade– lo lógico sería hacerlo con Unidos Podemos, pero probablemente eso es problemático en algunos sectores del partido. La tensión interna les bloquea". La experta añade, finalmente, que si el PSOE llega a plantearse la abstención "tendría sentido" hacerlo a cambio de condiciones "duras", aunque ello también implicaría asumir riesgos: "El PP parece bastante cerrado a aceptarlas, y si las rechazaran dejarían a Sánchez en una situación aún más complicada", comenta.
"La presión se depositará sobre el PSOE, pero es muy difícil apoyar un Gobierno presidido por alguien que arrastra tantos casos de corrupción. Por eso la vía de la abstención a cambio de que sea otro el candidato del PP se debería mantener viva –dice Martínez-Bascuñán–. Y después, hacer una buena oposición. Con un sistema tan fragmentado el PSOE lo tendrá muy fácil, pues puede hacer pivotar las principales medidas que necesita el país. Si descartamos elecciones, es posible que in extremis y con cierta dosis de postureo ésta acabe siendo su opción: abstención a cambio de algo de gran calado, y venderlo como un ejercicio de responsabilidad política".
Las fuentes del PSOE consultadas por infoLibre coinciden en señalar que el partido sólo tiene escrito su guión hasta el 2 de septiembre, hasta el no a Rajoy en primera y segunda votación, hasta ver cómo fracasa el candidato del PP. ¿Y a partir de ahí, qué? En la dirección de Pedro Sánchez ya hay dirigentes que admiten que alguno de los noes tiene que decaer, y opinan que el no a intentarlo es el más débil –este mismo viernes, el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, le animó en público a dar un paso adelante–. Los próximos a Sánchez sostienen, con matices, que su jefe de filas no ha descartado esa opción. "Claro que no lo ha descartado, lo que pasa es que sabe que es imposible", comenta un integrante del núcleo duro del partido.
En el círculo más cercano al secretario general explican, eso sí, que "por ahora" el PSOE no puede "plantear nada", pues "es el tiempo de Rajoy". Cuando el conservador fracase, admiten, la "presión para abstenerse será insoportable". En Ferraz no quieren dar su brazo a torcer y están convencidos de que sus militantes los respaldan, pero también son conscientes de que intentar gobernar es una opción que dividiría al partido aún más. Los barones críticos, por su parte, guardan silencio por ahora. Fuentes muy próximas a Susana Díaz aseguran que "no pasará nada" antes del 2 de septiembre. ¿Y después? "Después todos los escenarios están abiertos", responden.
La reaparición de Unidos Podemos
Haga lo que haga el PSOE, una cosa parece clara: el perfil bajo de Unidos Podemos terminará tan pronto como Rajoy fracase. El secretario general del partido morado, Pablo Iglesias, ya agitó las aguas en su reaparición tras el parón de principios agosto, hace ahora algo más de una semana, cuando aseguró que "los números dan" para un Gobierno alternativo al del PP y que él y Sánchez estaban "de acuerdo" en que, tras el fracaso de Rajoy, "habría que dialogar" y en que "España necesita un Gobierno progresista". El PSOE negó pacto alguno para negociar un Ejecutivo de izquierdas, pero ahí quedaron las palabras de Iglesias.
El secretario general del partido morado dio más señales este viernes en una entrevista en la Cadena SER, donde instó a los socialistas a "decidir entre apoyar al PP, pactar con Podemos –opción por la que apostó el propio Iglesias– o ir a elecciones", y les acusó de estar divididos "en tres". De hecho, los argumentarios que elabora la Secretaría Política de Podemos recogen desde hace varias semanas esa disposición a negociar con los socialistas: "Nuestro deseo no ha mutado en ningún momento. Queremos que, en el triángulo del no de Sánchez, la arista del Gobierno alternativo se transforme en sí. El día 2 puede abrirse la puerta a un Gobierno alternativo y decente que ponga en marcha la recosntrucción del Estado social y de derecho", recoge uno de los documentos redactados esta semana.
Simón pronostica que Unidos Podemos "aplicará la máxima presión para que el PSOE intente una alternativa", pero tanto él como Sánchez Medero señalan que en la coalición de izquierdas son "conscientes" de que esa suma es, cuanto menos, "complicada". La experta cree que los de Iglesias "quieren que sea el PSOE quien llame a su puerta para negociar" y que, si eso no ocurre y sin perder de vista la posibilidad de que se celebren unas terceras elecciones, "lanzarán un órdago a Sánchez para presionarle".
Berta Barbet, por su parte, cree igualmente que Unidos Podemos planteará la vía del Gobierno de progreso, pero estima que habrá "menos teatralización que en la legislatura pasada", cuando Podemos escenificó su oferta de coalición al PSOE en una rueda de prensa que se celebró mientras el secretario general socialista estaba reunido con Felipe VI. "Una clave es si Unidos Podemos exige que haya un Gobierno de coalición con el PSOE o si estaría dispuesto a apoyar uno de Sánchez en solitario –explica–, porque Ciudadanos podría llegar a abstenerse en este segundo caso, pero nunca ante un hipotético pacto de Sánchez e Iglesias".
"Si plantean nuevamente que tiene que ser un Gobierno de coalición e introducen la exigencia de celebrar un referéndum en Cataluña –plantea por su parte Pablo Simón–, Unidos Podemos estará dando excusas al PSOE para negarse. En el escenario actual presionarían más a los socialistas a intentar formar Gobierno si le ofrecieran el sí de forma gratuita, porque eso supondría que Sánchez tendría de partida 156 escaños. Internamente puede provocar algunas tensiones en Unidos Podemos, pero desde una perspectiva estratégica creo que sería más eficaz".
Martínez-Bascuñán, por último, cree que la formación afronta una "crisis existencial" tras no lograr el sorpasso, "por el que apostó muy fuerte durante la campaña" del 26J. "Ahora debe reubicarse mentalmente para ser tercera fuerza política y para vivir en un tiempo institucional: hasta ahora ha demostrado sus cualidades estratégicas dentro del tiempo electoral, aprovechando una coyuntura de crisis y consolidándose, porque ha sabido leer muy bien los códigos del momento. Pero ahora tiene que adaptarse a otra lógica", comenta la analista, que además cree que las "crisis sucesivas" entre el liderazgo de Iglesias y los "liderazgos periféricos" de sus confluencias y aliados territoriales pueden ser percibidos como un "problema" por el PSOE "de cara a formar un Gobierno estable", pues "aumentan las diferencias en temas esenciales como la cuestión secesionista".
El dilema de Ciudadanos
Ciudadanos, por su parte, está a punto de cerrar el pacto con los conservadores. El jueves apremió al PP a hacer cesiones con un ultimátum de 48 horas que concluía este sábado. Aunque el texto no está aún finalizado, ambos partidos siguen en la mesa de negociación y los últimos avances –con medidas como la recuperación de importes no recaudados en la amnistía fiscal de 2012, el complemento salarial o la simplificación de los modelos de contrato– sugieren que las conversaciones van por el buen camino. Fuentes de la negociación indican que este mismo domingo podría firmarse el documento definitivo, con el que Ciudadanos culminará su viraje desde el no prometido en campaña al sí, pasando por la abstención que ofreció tras las elecciones y sin contrapartidas.
Para Martínez-Bascuñán, es una "gran paradoja" que la iniciativa en las negociaciones la haya tomado la cuarta fuerza política. "Está aprovechando su momento y no descarto que esté empleando una buena dosis de postureo para afianzarse como partido de Estado, en la medida en que todas las encuestas lo sitúan en la posición más frágil", dice la politóloga. Y añade que los de Rivera están obligados a "demostrar que son distintos del PP al tiempo que se muestran necesarios para conseguir la estabilidad de su Gobierno". Sobre las medidas acordadas, apunta que "quizás se esperaba mucho más de Ciudadanos en sus propuestas de regeneración democrática y que tuviese más claro, por ejemplo, qué es la corrupción política".
¿Y qué puede pasar una vez la investidura fracase? Fernando de Páramo, secretario de Comunicación de Ciudadanos, señaló este miércoles en una entrevista en la Cadena SER que la direción del partido tendrá que "valorar" si el compromiso de apoyar la investidura del candidato del PP se mantiene en el futuro o si el acuerdo tiene fecha de caducidad. "Tendremos que tomar esa decisión y valorarlo en función de lo que ocurra en la investidura. No adelantemos acontecimientos", señaló el dirigente naranja.
Sánchez Medero opina que es lógico que, tras el fracaso de Rajoy, "Ciudadanos se desvincule rápidamente del PP para no seguir perdiendo votantes". Su razonamiento es que el pacto de Rivera con Sánchez en la pasada legislatura alejó del partido naranja a votantes que en elecciones anteriores habían apostado por el PP mientras que, ahora, seguir atado a la formación de Rajoy podría espantar a los votantes que Ciudadanos tiene "prestados" del PSOE. "Si mantiene un pacto duradero con el PP va a perder a esos electores", enfatiza.
Simón hace un análisis muy similar de la situación: "Cuando Rajoy fracase, Ciudadanos considerará que el pacto esta muerto. Para el partido no es grato darle un sí a Rajoy y pegarse a un compromiso tan duradero". El experto cree que, si Rajoy decidiera intentarlo de nuevo más adelante, podría haber un segundo pacto PP-Ciudadanos de carácter "más light", que "se presentara muy claramente como algo válido únicamente para la investidura" y que fuera compatible, por ejemplo, con un acuerdo paralelo entre Rajoy y los cinco diputados del PNV, una opción que hoy por hoy rechaza el partido de Rivera.
"Además –añade Martínez-Bascuñán–, Ciudadanos sabe que no es la opción favorita de Rajoy para formar gobierno (preferiría la gran coalición), y Rajoy sabe que no es un líder querido por Ciudadanos, que estaba más cómodo con el PSOE". Barbet, en cambio, no cree que al partido naranja tenga que perjudicarle el pacto con el PP y mantenerlo en el tiempo. "Ya hizo algo parecido con el PSOE", recuerda. Lo que sí apunta la analista es que, en unas terceras elecciones, los de Rivera son probablemente "quienes más tienen que perder".
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En el calendario que va del 31 de agosto –primera votación de investidura– al 31 de octubre –eventual disolución automática de las Cortes Generales– hay una fecha marcada en rojo: la de las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre. Aunque el PNV lo niega, se ha especulado con la posibilidad de que los nacionalistas apoyen al PP en la investidura a cambio de un apoyo de los conservadores para la reelección del lehendakari Urkullu. "Veo complicados grandes movimientos tras el 25S, pero es seguro que hasta que pase nadie se moverá", dice Barbet.
"La parálisis hasta después de las elecciones será total", afirma Sánchez Medero. "Por supuesto que influyen las elecciones vascas, y eso refleja hasta qué punto tenemos un problema grave: llevamos más de dos años condicionando la política de un país a un tiempo electoral; aquello que debía ser la excepción se ha convertido en la norma. Seguimos haciendo depender la política de una campaña electoral permanente, lo que ayuda a hacer estragos en esa crisis de legitimidad del sistema", lamenta Martínez-Bascuñán.
Además, hay otra fecha que podría influir en la posición de los grupos catalanes –ERC (9 diputados) y CDC (8 diputados), por ahora ambos instalados en el no a Rajoy–: la cuestión de confianza que el president Carles Puigdemont afronta en el Parlament catalán el 28 de septiembre. Para superarla su única opción es contar con los votos de la CUP. ¿Es factible que, una vez garantizada su supervivencia política, CDC negociara con el PP la investidura de Rajoy? "En realidad creo que la moción complicará cualquier movimiento de CDC hacia el PP, porque la CUP exige a Junts pel Sí que, a cambio del apoyo en la votación, incluya en los presupuestos una partida para celebrar otro referéndum", replica Simón.
Salvo sorpresa mayúscula de última hora, Mariano Rajoy y el PP caminan de forma inexorable hacia una investidura fallida la próxima semana. El propio Rajoy señaló este sábado que formar Gobierno, por ahora, es más un "deseo" que una realidad. Ese fracaso en el Congreso es el mal trago que los conservadores deseaban evitar a toda costa aunque, por lo menos, no se enfrentarán en solitario a ese debate, sino que previsiblemente contarán con el respaldo de los 32 diputados de Ciudadanos –el pacto con el partido de Rivera parece estar a punto de cerrarse tras los últimos avances de este sábado– y previsiblemente también con el la diputada de Coalición Canaria. Total: 170 votos, a seis de la mayoría absoluta.