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La candidatura del ministro de Sanidad, Salvador Illa, a la Presidencia de la Generalitat ha conseguido su primer objetivo. Después de semanas de una precampaña mortecina centrada exclusivamente en la rivalidad Junts-Esquerra, la figura del candidato socialista no sólo ha conseguido acaparar los focos de la contienda electoral catalana sino que ha obligado a todos partidos a rehacer sus estrategias. La derecha unionista —PP y Ciudadanos— se ha lanzado en tromba contra el ministro con el fin de frenar su atractivo para los votantes no independentistas mientras ERC y Junts se lo disputan como el rival a batir el próximo 14 de febrero.
Conscientes de la proyección pública que otorga a Illa su condición de miembros del Gobierno, todos los partidos —incluido Unidas Podemos— unieron este lunes sus voces para exigirle que abandone inmediatamente el Consejo de Ministros.
El ministro, sin embargo, no dejará de momento su puesto. No al menos, según las fuentes consultadas por infoLibre, mientras exista la posibilidad de que el Govern suspenda las elecciones a la vista del recrudecimiento de la pandemia. Illa quiere permanecer en su puesto al frente del Ministerio de Sanidad hasta que comience oficialmente la campaña electoral —el 29 de enero— , o al menos hasta que se haya disipado por completo el riesgo de un aplazamiento, decisión para la que el Govern puso como fecha límite el 15 de enero.
Ciudadanos, sometido a una OPA hostil por parte del PP —que ya ha fichado a quien hasta hace poco era su candidata a la Presidencia, Lorena Roldán— se ha visto forzado a abandonar su tradicional discurso antinacionalista para centrar sus críticas en el PSC y en Illa, a quienes acusa de buscar un pacto de gobierno con Esquerra y Catalunya en Comú-Podem (CeC-P). También el candidato del PP, Alejandro Fernández, y el líder nacional del partido, Pablo Casado, han acusado a Illa de pretender pactar con ERC. El mismo discurso es el que ahora defiende Vox.
Las encuestas indican que el enorme caudal de votos que cosechó Ciudadanos en 2017 va a estar muy disputado y los tres partidos de la derecha saben que Illa ha llegado dispuesto a pelear por su parte del pastel. Incluidos los votantes que, según los estudios de opinión, pueden quedarse en casa, desmovilizados por la baja tensión política de estos meses.
El último estudio del CIS catalán, el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), dice que un 36,2% de los que acudieron a las urnas en 2017 no sabe todavía a quién votará. Así que está en juego la hegemonía del espacio no independentista, lo que explica el interés tanto del ministro como del primer secretario del PSC, Miquel Iceta, por desmentir cualquier posibilidad de formar parte de un gobierno comandado por un presidente soberanista.
Illa versus Iceta
Las encuestas que maneja el PSOE revelan que Illa es mucho más eficaz que Iceta a la hora de atraer a los votantes decepcionados con Ciudadanos. “Illa conecta mejor con ellos”. Pero al mismo tiempo es capaz de resintonizar con los electores tradicionales del PSC, aseguran fuentes conocedoras de la estrategia socialista. Entre otras cosas por su manejo bilingüe, tanto en catalán como en castellano, algo a lo que el estado mayor del PSOE otorga gran importancia para recuperar parte del voto perdido en la última década.
El aterrizaje de Illa en la campaña también ha obligado a los partidos secesionistas a adaptar sus mensajes. Enfrenta aún más a Junts y ERC, cuya pelea dentro del Govern es visible desde hace meses y va a peor estos días a cuenta de la pandemia, y que llegan a las elecciones con un balance de gestión más bien modesto.
Junts y su candidata, Laura Borràs, alimentan la posibilidad de un pacto del PSC con los republicanos para sembrar dudas sobre la 'pureza' del ideario independentista de Esquerra. Y los de Oriol Junqueras se esfuerzan en afirmar lo contrario: el candidato republicano, Pere Aragonès, ha propuesto oficialmente un Govern con el apoyo de los cuatro partidos soberanistas y Catalunya en Comú-Podem, además de reafirmar su negativa a cualquier acuerdo de gobierno con los socialistas.
ERC ha construido su candidatura sobre la base de una imagen de Pere Aragonès posibilista y práctica y eso entra en competencia directa con Illa, al que la pandemia ha revelado como un dirigente templado y pragmático. Y ese no es el único territorio que se disputan. Tanto los republicanos como los socialistas aspiran además a captar votos de la coalición CeC-P. Los primeros como parte de su plan para ampliar la base social del soberanismo atrayendo a los no independentistas que defienden el derecho a decidir, como son los electores de la coalición liderada por Ada Colau. Los segundos, apelando a su condición de izquierda no secesionista para apuntalar la figura de Illa como la llave para romper con el frentismo en Cataluña.
Así que la aparición de Illa obliga a ERC a replantear su posición. Miquel Iceta estaba vetado como interlocutor. Aragonès no lo necesitaba porque tenía línea directa con la Moncloa, pero eso va a cambiar. Illa tiene un papel muy relevante en la relación con los republicanos —participó activamente en la negociación que dio lugar a la creación de la mesa de diálogo sobre Cataluña— e Iceta, si se confirma que será ministro de Política Territorial, puede convertirse en un actor muy destacado no sólo de la relación del Gobierno de Pedro Sánchez con Cataluña sino de una solución federal para el problema territorial en España, un viejo proyecto del PSOE al que dio forma Alfredo Pérez Rubalcaba de común acuerdo con todos los barones del partido en la Declaración de Granada de 2013.
Pero eso llegará más tarde. De momento, la Operación Illa, cuidadosamente diseñada por el PSOE, el PSC y los estrategas de Moncloa, aspira a cambiar el eje del debate electoral catalán por primer vez en una década. “Se trata de cambiar la conversación”, afirman fuentes consultadas por infoLibre. Abandonar la polarización en torno a la independencia que ha marcado la política catalana desde que la frustración creada por la sentencia del Estatut extendió la base social del secesionismo y centrarse en la gestión de los problemas económicos y sociales. Eso es lo que está detrás del lema “Vuelve Catalunya”, presentado estos días por el PSC: el regreso a la Cataluña preprocés. Un territorio que está por ver si tiene alguna base contemporánea pero al que, según los socialistas, los votantes quieren volver tras tres años bloqueados en el callejón sin salida del 1 de octubre.
El listón del 50%
No parece sencillo. Las encuestas revelan la solidez de la mayoría independentista, que ha sobrevivido a cinco elecciones, aunque nunca ha logrado superar el 50% de los votos. Impedir que eso ocurra el 14 de febrero es una de la prioridades de Illa. Su candidatura busca precisamente, según las fuentes consultadas por infoLibre, remover la parálisis de los no independentistas desmovilizados que, si se quedan en casa el día de las elecciones, facilitarán que el soberanismo conquiste por primera vez más de la mitad de los votos. Los indecisos, lo dicen todas las encuestas, son claves en una convocatoria en la que en principio se supone que mucha gente se va a quedar en casa. Se habla de una caída de la participación del 80 al 70%. Así que el objetivo del PSC, en palabras de Illa, es “romper la dinámica de la resignación” y abrir un futuro “de reencuentro sin bandos ni bloques, reparador y esperanzado”, que deje atrás “el viaje a ninguna parte” de diez años de ‘procés’.
En el PSC, apoyándose en encuestas muy prometedoras que hunden sus raíces en la desescalada del pasado mes de junio, creen que es posible batir a Junts y quedar sólo por detrás de Esquerra. Aunque no se cierran a ninguna posibilidad a la vista del enorme volumen de indecisos que está en juego.
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Si eso ocurre, sobre la mesa sólo hay dos escenarios posibles, aseguran fuentes de Moncloa consultadas por infoLibre. En primer lugar, que el soberanismo sume. En ese caso dan por hecho que volverán a formar gobierno, esta vez con Esquerra en la Presidencia.
Pero si al independentismo no le salen las cuentas, o Esquerra ve premiada su estrategia ganando la partida a Junts por un amplio margen, los socialistas estarían dispuestos a facilitar un Gobierno de ERC en solitario siempre y cuando los republicanos renunciasen expresamente a la unilateralidad. Lo que ya ocurre en el Congreso pero al revés.
En Moncloa saben que es difícil pero sueñan con ese escenario en el que el independentismo no sume y ERC gobierne en solitario con el apoyo externo del PSC. Y creen que la candidatura de Illa abre esa posibilidad. Y a la vista de cómo han reaccionado los rivales, están convencidos de haber acertado.
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