Este domingo todas aquellas personas que defienden los derechos de los animales tienen cita en Madrid. La plataforma Tauromaquia es violencia, una coalición de organizaciones de ámbito nacional e internacional, llama por segundo año consecutivo a salir a la calle para exigir el fin de las corridas de toros. El comité organizador está compuesto por once agrupaciones, pero otras 164 se han adherido a la convocatoria, mientras que tanto Equo como la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales (APDDA) han manifestado públicamente su apoyo a la iniciativa. El objetivo, lograr apoyo masivo para ejercer presión sobre los actores políticos, con el fin de demostrar que la ciudadanía está radicalmente en contra de este tipo de festejos. Las expectativas, reconocen los activistas, son altas. El año pasado fueron 80.000 las personas congregadas según la organización –3.000 según la Delegación del Gobierno en Madrid–, que ya entonces reiteraban el clásico "tortura no es cultura".
Las organizaciones convocantes están convencidas de que el clamor social les acompaña. Lo cierto es que las corridas de toros, según datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, han descendido un 59,4% en la última década, pasando de las 953 celebradas en 2007 hasta las 387 registradas diez años después. Este descenso, no obstante, no va acorde con la evolución respecto a festejos taurinos de otras índoles, que han ascendido un 32,5% –de 7.397 en 2007 a 10.959 en 2017–. José Enrique Zaldívar, presidente de la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (Avatma), explica que el aumento de los festejos populares es interpretable. Las diferencias territoriales, analiza, son amplias, de modo que algunas comunidades como Castilla-La Mancha, Extremadura, Euskadi o La Rioja han experimentado importantes descensos. En todo caso, puntualiza, los festejos populares "son más complicados porque la gente participa" y el maltrato no es tan explícito.
Zaldívar insiste, no obstante, en la creciente concienciación a nivel social respecto a la tauromaquia, lo que derivará, prevé, en un rechazo también hacia otros tipos de festejos. "La sociedad general, pero también el mundo del toro, tiene claro que esta práctica está abocada al final", expresa. De hecho, la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2014-2015 revela que la tasa anual de asistencia a festejos taurinos se situó en el 9,5% y sólo el 6,9% acudió a una corrida de toros en un año. Las empresas taurinas, comenta el activista, "hablan de modernizarse pero no pueden", y aquí entra en juego el "debate sobre el sufrimiento de los animales". El maltrato "físico y emocional está demostrado", comenta Zaldívar, "desde el punto de vista científico y veterinario".
La ausencia de corridas es ya una realidad en comunidades como Canarias, Cataluña o Balears. "El problema es que la tauromaquia no se puede prohibir a nivel estatal", explica en conversación con este diario Laura Morgana, portavoz de la plataforma La tortura no es cultura. El motivo es que, desde el año 2013, el Gobierno decretó que la tauromaquia sería considerada patrimonio cultural. "La vía que tenemos no puede ser la de la prohibición", señala Morgana, "pero existen otras", como evitar la muerte del toro o eliminar subvenciones.
Con ella coincide Zaldívar. El Tribunal Constitucional ha determinado, recuerda el veterinario, que la tauromaquia no se puede prohibir pero sí regular. "Las lidias sin sangre son viables ahora en Balears", indica, lo que supone "una forma de conseguir un cierto bienestar para los animales". En ayuntamientos como el de A Coruña o Cáceres, por ejemplo, se retiró la subvención municipal y en Vitoria el pliego de condiciones era "inasumible para las empresas taurinas".
La manifestación que acoge la madrileña Puerta del Sol pretende, en este contexto, "hacer un llamamiento a la ciudadanía pero también a los políticos para que se ocupen de alguna manera de recoger nuestras reivindicaciones, escuchar nuestros argumentos y entender que esto ya no tiene cabida en el siglo en el que estamos", expresa el veterinario. Uno de los principales objetivos que los animalistas consideran viable, precisamente, es el de retirar a la tauromaquia la consideración de patrimonio cultural, "porque eso es una barrera que impide avanzar", explica Zaldívar. "Si conseguimos que desaparezca, tenemos el camino abierto", añade.
A la movilización llegarán autobuses de otros puntos del país, como València, Castellón, Barcelona, Zaragoza y Bilbao. Alba Mendoza, portavoz de la organización vasca antiespecista Piztiak, explica que lo más importante a su juicio es la batalla en el ámbito de la concienciación. Insiste en que "la tauromaquia es algo de lo que la gente está concienciada", de modo que entiende próxima la posibilidad de ir "desnormalizándola". Para ello, agrega, es fundamental "ejercer presión, salir a la calle" y de esta manera conseguir que "la gente que está al mando vea que cada vez hay más personas en contra".
Presión política
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El mensaje que prevé lanzar la manifestación aspira a aterrizar en la agenda política. El primer paso, dice Laura Morgana, es que "los políticos tengan la información", porque en ocasiones "no llegan a ser conscientes del debate". Con ese objetivo han trabajado las organizaciones convocantes mediante la elaboración de dossieres y la celebración de reuniones con la APDDA y Equo. "Intentaremos, con los resultados de la manifestación, hacer presión, reunirnos con más grupos y que esté en la agenda".
José Enrique Zaldívar cree que, a nivel político, "hay un posicionamiento por parte de determinadas formaciones claramente en contra de la tauromaquia", pero "algunos se atreven a expresarlo públicamente y otros no". Cita, el activista y veterinario, partidos como Izquierda Unida, Compromís o Podemos –este último "con ciertos titubeos y dudas sobre cómo plantearlo"– que están claramente en contra. El PSOE, por su parte, "lleva años dubitativo, no se expresa claramente en cuanto a lo que piensa y no se manifiesta a favor ni en contra". Equo es, a día de hoy, "el único que apoya la manifestación realmente", además del "activo importante" que supone la APDDA.
Morgana reflexiona respecto al "componente de rentabilidad electoral" a la hora de determinar la posición de las formaciones políticas. "Podemos demostrar que hay una mayoría social en contra", entonces ahí "la rentabilidad política cambiará", opina. La lucha, señala, debe ser "transversal, interseccional y en defensa de principios como el respeto o la no discriminación". En base a dichos pilares, los activistas confían en construir un movimiento multitudinario que se eche a la calle para que el fin de la tauromaquia sea una realidad cada vez más próxima.
Este domingo todas aquellas personas que defienden los derechos de los animales tienen cita en Madrid. La plataforma Tauromaquia es violencia, una coalición de organizaciones de ámbito nacional e internacional, llama por segundo año consecutivo a salir a la calle para exigir el fin de las corridas de toros. El comité organizador está compuesto por once agrupaciones, pero otras 164 se han adherido a la convocatoria, mientras que tanto Equo como la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales (APDDA) han manifestado públicamente su apoyo a la iniciativa. El objetivo, lograr apoyo masivo para ejercer presión sobre los actores políticos, con el fin de demostrar que la ciudadanía está radicalmente en contra de este tipo de festejos. Las expectativas, reconocen los activistas, son altas. El año pasado fueron 80.000 las personas congregadas según la organización –3.000 según la Delegación del Gobierno en Madrid–, que ya entonces reiteraban el clásico "tortura no es cultura".