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Hungría, Francia, Suecia, ¿Italia?: la ultraderecha afianza su escalada europea en plena guerra

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Primero, Hungría y Francia. Ahora, Suecia. Mañana, si se cumplen los sondeos, Italia. ¿Y después? Los resultados se suman a los pronósticos para componer la imagen de una extrema derecha que gana fuerza en Europa. Una extendida corriente de opinión decía que el covid-19, que obligó a una fuerte respuesta del Estado, golpearía electoralmente la antipolítica ultra. Luego entró dentro de lo lógico pensar que la guerra castigaría a los aliados de Putin y por extensión a toda su familia política. Y, sin embargo, la realidad está escribiendo un guión distinto.

Las urnas prueban que la miscelánea de fuerzas agrupadas en el epígrafe de derecha radical nacionalista, moralmente reaccionaria y antiinmigración goza de buena salud. La última prueba llegó este mismo domingo, cuando Demócratas Suecos superó el 20%, convirtiéndose en segunda fuerza, sólo por detrás de los socialdemócratas, y se erigió en llave de la nueva mayoría y por lo tanto de la posible formación de gobierno, todo ello con resultados pendientes de recuento. En paralelo a su pujante momento electoral, la extrema derecha intenta capitalizar en países como Alemania el descontento por la inflación.

El historiador Steven Forti, autor en Extrema Derecha 2.0. Qué es y cómo combatirla, afirma que es ya "naíf" que un resultado como el sueco genere "estupor", dado que elección tras elección las fuerzas de extrema derecha en Europa demuestran estar consolidadas. Además, añade, su solidez ha propiciado su "normalización", lo que "debilita" los cordones sanitarios. Forti pone énfasis en la posición Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo desde junio, que ha bendecido el entendimiento de Forza Italia! con La Lega y los posfascistas de Hermanos de Italia, que lideran las encuestas para el 25 de septiembre. Se trata, afirma Forti, de otro hito en un "proceso paulatino", que invita a preguntarse qué posición adoptarán los populares europeos sobre Suecia en concreto y los pactos con los ultras en general.

De Portugal a Hungría

Tras el ascenso de la extrema derecha de Chega en Portugal en enero, aún antes de la guerra, el segundo aviso de la tendencia ascendente llegó ya una vez iniciada la invasión de Ucrania. Fue desde Serbia, fuera de la UE. Allí el populista Aleksandar Vučić, un nacionalista de difícil etiquetado ideológico, se consolidó en abril con una mayoría absoluta tras una campaña marcada por su negativa a apoyar las sanciones a Rusia.

También en abril logró una mayoría absoluta en Hungría el Fidesz, el partido de Viktor Orbán, que señala como "adversario" a Volodímir Zelenski, el presidente del país agredido, y es el principal aliado de Putin en la UE. Orbán, señalado por la UE por rasgos de deriva autoritaria, es el principal obstáculo para la unidad de acción de la UE ante el presidente ruso.

Francia y el debilitamiento del cordón sanitario

Las relaciones de Putin con Orbán eran tan conocidas como las que el Kremlin ha mantenido con Marine Le Pen. La candidata de Reagrupación Nacional (RN), vinculada desde hace más de un lustro con Putin, se presentó a las presidenciales de abril con el teórico lastre de haber prodigado gestos cómplices con el presidente invasor. Además, su partido había recibido al menos 11 millones de bancos rusos para la campaña de las europeas de 2014. La sombra rusa también había planeado sobre la campaña de 2017, cuando En Marche!, el partido de Emmanuel Macron, sufrió varios ciberataques que fueron atribuidos a grupos rusos. Su campaña de 2022 estaba financiada por un banco húngaro.

Pese a todo este bagaje, RN logró pasar a la segunda vuelta y Le Pen se quedó más cerca que nunca de El Elíseo, con el 41,5% de los votos. Después supo convertir su resultado en el primer acto de la campaña en las legislativas de junio, donde pasó de 8 a casi 90 diputados, haciendo cundir la euforia en sus filas.

Cordones rotos

Las encuestas pronostican que Hermanos de Italia, el partido liderado por Giorgia Meloni, será la fuerza más votada el próximo domingo 25 de septiembre. Las posiciones de Meloni sobre integración europea, inmigración, diversidad sexual o relación entre política y religión desbordan por la derecha a La Lega, si bien está tratando de mostrarse moderada en campaña. A diferencia de Matteo Salvini, la jefa de Hermanos de Italia no tiene un historial de proximidad con el Kremlin, lo cual utiliza ahora para subrayar su perfil aceptable en la UE. Proveniente de las juventudes del Movimiento Social Italiano, un partido fundado por seguidores de Benito Mussolini, Meloni agita el malestar social acumulado por la pandemia y la inflación.

¿Será Italia el siguiente capítulo de la historia de buenas noticias para el autoritarismo nacionalista? Lo seguro es que la campaña ya ha supuesto otro paso más en el debilitamiento de los cordones sanitarios, con Manfred Weber, jefe de los populares europeos, dando luz verde al pacto con Meloni. Weber pertenece a los socialcristianos bávaros aliados de la CDU, el partido de Angela Merkel, defensor de los cordones sanitarios. Juan Francisco Albert, director del centro de análisis sobre extrema derecha Al Descubierto, subraya este dato y pide estar muy atento a una posible evolución de las posiciones sobre la extrema derecha de la CDU en concreto y de los conservadores europeos en general.

A juicio de Forti, la aceptación de Meloni es la "guinda del pastel". Antes ya se ha producido una "ultraderechización de la derecha conservadora", que por un parte "compra el discurso" radical y por otra parece aceptar que para gobernar en múltiples países necesitan a la extrema derecha, por lo que se abre cada vez más a la cooperación. Esa es la posición que observa en el Partido Popular Europeo. Un paso decisivo se ha dado en relación al gobernante Ley y Justicia, en Polonia, que "ha pasado de ser un apestado a ser un actor normal" con la justificación de su política de acogida de refugiados, explica el sociólogo Guillermo Fernández, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional. Forti cree que Meloni puede ser objeto de una operación similar, consistente en un intento de los populares europeos de "legitimar" a una extrema derecha "más aceptable", por ser otanista.

Si en Italia el cordón sanitario ya era historia, con Salvini en el Gobierno de Mario Draghi, en Francia el histórico dique republicano está agrietado. El partido de Le Pen fue integrado tras las legislativas de junio en las negociaciones para el reparto de puestos en la Asamblea, donde logró dos vicepresidencias con apoyos macronistas. Antes la campaña estuvo marcada por la polarización entre Emmanuel Macron y Jean Luc Melenchon, lo que acabó beneficiando a Le Pen. Los observadores de la política francesa han señalado cómo los llamamientos de unos y otros a no votar por la ultraderecha son cada vez más tibios.

"En Francia ya no existe el cordón sanitario", afirma sin dudarlo Juan Francisco Albert, de Al Descubierto. El sociólogo Guillermo Fernández subraya que "el excepcional resultado en las legislativas" de Le Pen "es fruto de que cayeron los cordones republicanos", poniendo el énfasis crítico en la actitud de Macron.

Ahora toca mirar a Suecia, donde la extrema derecha, conservadores, liberales y cristianodemócratas suman 175 escaños, uno más que el bloque liderado por los socialdemócratas, a la espera de los resultados definitivos. Demócratas Suecos, con su discurso de vinculación de la inmigración con la delincuencia, quiere entrar en el Gobierno. Sus potenciales aliados se oponen, pero se han abierto a negociar un apoyo parlamentario.

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El sociólogo Fernández cree que con la extrema derecha hay que abandonar la propensión a ver un buen resultado como el síntoma de un éxito total y un tropiezo como el preludio de su hundimiento. Se trata, dice, de "una familia política consolidada, que ha llegado para quedarse y que, dependiendo de la coyuntura y de lo que hagan sus rivales, logrará posiciones más o menos ventajosas".

El ensayista señala que estos partidos están demostrando "una gran cintura y capacidad de adaptación a contextos que a priori les perjudicarían", en referencia tanto a la pandemia como a la guerra y la inflación. En el caso del covid, lograron "olfatear" el rechazo a las restricciones e izar la bandera de la "libertad", explica. En cuanto a la guerra de Ucrania, dejaron a un lado su discurso contra los refugiados apelando a la "cultura común" y ahora tratan de beneficiarse del malestar social por el alza de los precios.

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Los episodios de bonanza electoral, analiza Albert, se deben a bien a coyunturas concretas o a corrientes más generales. En el caso de Suecia, destaca que "el tema central de la campaña ha sido el peligro de la inmigración", con la socialdemocracia insistiendo en el tema "incluso más que los moderados", señala. En cuanto a la dinámica general, Albert afirma que el malestar social por la inflación y la incertidumbre por la guerra, sumados a la herida de desigualdad y hartazgo por la pandemia, parecen estar beneficiando al radicalismo nacionalista. "El contexto va a ser muy bueno para la extrema derecha este invierno", pronostica.

Así lo piensan los dirigentes de Alternativa para Alemania (AfD, por sus siglas en alemán), que intentan capitalizar la preocupación económica movilizando el descontento contra el Gobierno liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz. La trayectoria de AfD es singular. Tras retroceder en las elecciones de septiembre de 2021, la guerra de Ucrania cogió a Alternativa para Alemania a contrapié, al aflorar sus vínculos con el Kremlin. Ahora AfD parece haber superado aquellos apuros, disfruta de protagonismo y se ofrece a liderar un "invierno de la ira". Su estrategia de cuanto peor, mejor ha quedado al descubierto por un micrófono abierto que caza a un dirigente deseando una situación "dramática".

¿Y España? El fiasco de expectativas en Andalucía y el éxito del PP, con Alberto Núñez Feijóo liderando las encuestas, han generado sensación de crisis de Vox, cuando en realidad el 19J subió casi 100.000 votos y en el barómetro del CIS retiene un 12%, similar al mes de la moción de censura de Santiago Abascal. "Las encuestas dicen que Feijóo está creciendo en parte gracias a Vox", señala Fernández, que no obstante invita a la "prudencia", dada la capacidad de "adaptación" de estas fuerzas políticas.

Primero, Hungría y Francia. Ahora, Suecia. Mañana, si se cumplen los sondeos, Italia. ¿Y después? Los resultados se suman a los pronósticos para componer la imagen de una extrema derecha que gana fuerza en Europa. Una extendida corriente de opinión decía que el covid-19, que obligó a una fuerte respuesta del Estado, golpearía electoralmente la antipolítica ultra. Luego entró dentro de lo lógico pensar que la guerra castigaría a los aliados de Putin y por extensión a toda su familia política. Y, sin embargo, la realidad está escribiendo un guión distinto.

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