La pandemia empuja al turismo a una precariedad total en la que reinan fondos de inversión y plataformas digitales

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La pandemia no sólo ha supuesto para el turismo una pérdida evidente y cuantificable de ingresos, empresas y empleo, efecto que cualquiera puede ver. Ha desplegado además un efecto más discreto, pero determinante para su futuro: ha cambiado –está cambiando– las reglas del juego del sector de forma irreversible, acelerando una transformación de la que resultan “ganadores” los fondos de inversión y el capitalismo de plataforma, cuyo protagonismo cada vez más incontestable precariza aún más el empleo. Así lo detalla el ensayo colectivo Turistificación confinada, coordinado por Iván Murray y Ernest Cañada, investigadores especializados en este campo, que aseguran que, de no producirse una intervención pública decidida, avecina un “desastre social”.

Nuevos fenómenos –o no tan nuevos, pero ahora agudizados– marcan esas nuevas reglas: fondos que van a reclamar un retorno inmediato de la inversión; plataformas digitales vertebrando el negocio hostelero, en el que el camarero pierde peso frente al rider y se abren paso, en abierto desafío a los locales tradicionales, las dark kitchens; cada vez más empleos sustituibles por tecnología. Los traumas laborales –NH, Iberostar, Globalia– no sólo testimonian una crisis de época en un sector ahora devastado al que España fió la condición de joya de la corona, sino que también permiten, siguiendo a Murray y Cañada, atisbar un nuevo mapa de poder. El coronavirus, señalan los autores, está suponiendo una “profundización” en el cambio de guardia de los “amos" del negocio.

Malos datos, malas perspectivas

El sector ha sufrido una conmoción brutal. Tras un 2019 con más de 83 millones de turistas, el año pasado la llegada de visitantes se hundió y bajó de 20 millones por primera vez desde 1969. La factura, lo que se ha dejado de ingresar, supera los 75.000 millones, con datos datos del INE. ¿Qué decir del empleo? Las cifras del cuarto trimestre de 2020 son desastrosas. El empleo en las actividades turísticas rozó los 2,2 millones de trabajadores, con un descenso interanual del 18,1%, es decir, 485.176 personas menos. Esta cifra supuso el 77,9% de los 623.000 puestos de trabajos destruidos. Hay que repetirlo: casi el 78% del empleo destruido se concentró en el turismo. El descenso interanual en hostelería alcanzó el 26,5%. Los asalariados con contrato indefinido cayeron un 11,8%. Los trabajadores a jornada completa, un 23,4%. En febrero había 875.000 afectados por el parón, según datos de la patronal Exceltur. Y ello sin contar los trabajadores en ERTE, que ese mes sumaron 478.421 en los sectores del transporte aéreo, alojamiento, servicios de comidas y bebidas y agencias de viajes.

El castigo es duro para el conjunto de la economía, que antes del covid-19 había fiado al turismo el 12,7% del empleo y el 12,3% del PIB. Pero es cruel para un sector que ya funcionaba con elevados niveles de precariedad. Además, el futuro presenta nubarrones. Las olas epidémicas tras el verano y la Navidad han escarmentado a las autoridades, poco proclives ahora a la laxitud en Semana Santa. Está ya descartado un verano normal. A la espera de la evolución de la vacuna, 2021 se parece cada vez más a 2020. Y queda la duda de hasta qué punto, incluso superada o controlada la pandemia, será posible volver al escenario anterior. "¿Podrán las compañías aéreas, por aquello del low cost, seguir metiendo pasajeros con calzador en sus aviones durante horas?", se preguntaba Alfonso Vargas Sánchez, catedrático de Administración de Empresas, en un artículo nada más empezar la pandemia. La pregunta aún flota en el aire.

Ganadores y perdedores

El geógrafo Iván Murray, uno de los más reconocidos analistas del fenómeno turístico, considera que el debate está distorsionado. "Hay preguntas urgentes que responder. ¿Qué papel debe jugar el Estado en los rescates? ¿Cómo podemos actuar para mejorar las condiciones laborales? Pero todo ese debate está secuestrado”, señala Murray, para quien la discusión sigue volcada en cómo volver cuanto antes a lo anterior, cuando tal cosa –señala– será imposible. “Las respuestas políticas están todas orientadas a contener, no a transformar nada, cuando es imprescindible”, lamenta.

Murray y Ernest Cañada, director de Albasud, un centro de investigación sobre la turistización global, han coordinado Turistificación confinada, un ensayo colectivo con apoyo de la Universitat de les Illes Balears y de la Generalitat de Catalunya. Se trata de un libro que integra, a lo largo de casi 300 páginas, más de 20 artículos con enfoque crítico sobre el turismo. El resultado abarca lo social, lo medioambiental, lo económico, lo antropológico, lo político... Viene, recalcan sus coordinadores, a compensar lo que consideran un extendido vacío de debate a fondo del problema turístico.

Turistificación confinada realiza un mapeo de los fenómenos que aquejan al turismo en España. El punto de partida es la crisis de 2008, la Gran Recesión, de la que se salió mediante un crecimiento de las posibilidades del turismo para ofrecer rentabilidades a través de: 1) concentración del capital; 2) avance del capitalismo de plataformas; y 3) mayor precariedad en el empleo. La pandemia, señala Murray, ha venido a “recrudecer” estas dinámicas. Con el covid-19 “salen reforzados” dos actores, según Murray y Cañada: los “megafondos de inversión” y las plataformas digitales. Entre los “ganadores”, según los autores, estaría Blackstone, uno de los gigantes financiero-inmobiliarios globales. Si en 2018 ya culminó una, convirtiéndose en el “principal propietario de hoteles en España con un total de OPA sobre Hispania y 18.894 habitaciones”, la pandemia ha marcado un punto y seguido en su ofensiva, añaden. En abril del año pasado, formalizó una dotación de 9.800 millones para el mayor fondo inmobilario de Europa. Otro “ganador” es el gestor de fondos Blackrock, que se ha asegurado influencia en la salida de la crisis con su contrato de asesoramiento con la Comisión Europea.

Si hay ganadores, hay perdedores. Murray y Cañada los identifican en la rama “BEACH”, playa en inglés: Booking, Entertainment, Airlines, Hotels. La sacudida es fuerte en el sector hotelero. La pandemia permite mayor margen a las cadenas con establecimientos en propiedad, que pueden “desprenderse de estos para poder cubrir costes y aguantar por un cierto tiempo”, señalan. Es el caso –añaden– de las casas estadounidenses y británicas “altamente financiarizadas como Wyndham Hotels Worldwide, Intercontinental Hotels Group, Marriott International o Hilton”. Peor lo tienen las cadenas que explotan más hoteles bajo contrato de alquiler, apartado en el que los autores sitúan a Barceló Hotel Group y NH, que han tenido que recurrir urgentemente a préstamos. Es emblemática la venta de Barceló de uno de sus establecimientos bandera en Mallorca, el Formentor, por 165 millones al fondo andorrano Emin Capital. Ahora, señalan los autores, “se podría dar una acentuación de la penetración de las cadenas estadounidenses y británicas, lo que ya está aconteciendo en Baleares con Four Seasons, Apple Leisure Group o IHG”.

Más fondos

2020 se cerró con más de 4.000 hoteles menos. El derrumbamiento se produjo bajo el acecho de los fondos oportunistas. Servimedia publicó el verano pasado que cuatro fondos habían preparado 2.000 millones para inversiones en propiedad hotelera: Azora, Millenium Hotels, RHL Properties y Grupo Platinum Estates. Los coordinadores de Turistificación confinada detallan otros movimientos de captación de capital para invertir en el mercado inmobiliario-hotelero, como los 425 millones del fondo Schroder Real Estate Hotels, con base en Luxemburgo, o el ya citado fondo Blackstone. A ello se suma –siempre siguiendo la investigación realizada para Turistificación confinada– una mayor presencia de fondos soberanos, como es el caso de Norges Bank, que adquirió más de un 3% de Meliá Hotels International, así como una mayor extensión de los fondos chinos, que se suman a los Blackrock o Vanguard.

El protagonismo de los fondos de inversión proyecta sombras sobre el empleo, por los motivos que explica Cañada: "Los fondos reclaman un retorno a corto plazo, no tienen compromiso con el sector, ni con el destino. Funcionan bajo la lógica cortoplacista. Necesitan indicadores rápidos para vender lo comprado". A su juicio, la ecuación es simple: más fuerza de los fondos, mayor debilidad del factor trabajo.

El estudio señala un retroceso del negocio tradicional de la touroperación en paralelo a un previsible crecimiento de la “airbnbficación del alojamiento turístico”. Los hechos dirán si este pronóstico se hace realidad. Ahora el alojamiento turístico sufre un golpe brutal. Lo que Murray y Cañada sí observan ya es que Airbnb se ha pertrechado para hacer frente a la situación, aguantar y salir con una posición reforzada. ¿Cómo? Sus directivos, anotan los autores, "han conseguido 1.000 millones de financiación al 10% de interés de los fondos Silver Lake y Sixth Street Partners, a los que se sumaban Apollo Global Management, Oaktree Capital Management y Owl Rock, Blackrock, Eaton Vance Corp., Fidelity Investments y T. Rowe Price Group".

El impacto en el empleo

El ensayo desgrana con casos concretos el brutal impacto que la pandemia está teniendo en el ecosistema laboral del sector. ¿Ejemplos? El "despido colectivo" anunciado por NH. A preguntas de infoLibre, la empresa no aclara el número de despedidos. "Será materia de negociación", se limita a afirmar NH. Y añade: "Desde hace años, el sector hotelero se está reconvirtiendo, cada vez más afectado por factores como la digitalización de diferentes funciones, el teletrabajo o el desarrollo de los apartamentos turísticos. Este cúmulo de factores ha dejado de ser una amenaza y se ha convertido en la inexorable realidad del negocio hotelero presente y futuro". Javier Herrero, de CCOO, trabajador del NH Eurobulding, en Madrid, se muestra seriamente preocupado y teme hasta 400 despidos, aunque espera que la plantilla plante cara. Sobre las razones del deterioro, dice: "La pandemia lo ha fastidiado todo. ¿Las plataformas digitales? Eso dicen [en la empresa], pero creo que también hay algo de aprovechamiento de las circunstancias [para hacer el ajuste]". 

Vienen semanas de negociaciones y movilizaciones en NH. Pero no sólo en NH hay fuerte marejada. A mediados de febrero, la cadena Iberostar, en su división de viajes, World2meet (W2M), finalizó el ERTE para poner en marcha un ERE que comporta 246 despidos, exponen los autores de Turistificación confinada. Poco antes, una gran empresa de intermediación, Logitravel, anunció un ERE en tres de sus filiales. Murray y Cañadas interpretan estas crisis como síntomas de unas nuevas reglas más crueles con el empleo.

Riders y dark kitchensRiders y dark kitchens

"La coyuntura favorece que los empresarios apliquen rebajas salariales a las que anteriormente no se hubieran atrevido. Así, por ejemplo, Globalia impuso reducciones de hasta un 30% en los salarios de la plantilla de Air Europa", señalan los autores. No sólo advierten de despidos, también de una creciente presión de las empresas para reducir costes y de un menor margen de los trabajadores para la exigencia. A finales de 2020, de 53 convenios colectivos en el sector de la hostelería, que afectan a 1,25 millones de trabajadores, 31 estaban en vigor (704.296), 11 estaban en negociación (369.719) y 11 más estaban sin firmar (185.468), según CCOO.

Como señala Rafael Borràs, otro investigador vinculado a Albasud, "históricamente se ha considerado normal la precariedad laboral en el sector de servicios turísticos". Pero ahora no es sólo eso. Hay una "tormenta perfecta", dice Cañada. El avance de la digitalizacion y del capitalismo de plataformas despliega transformaciones de amplio espectro. En primer lugar, está el creciente protagonismo de los riders. "Ya estamos viendo una pérdida de peso del trabajo de camareros en favor de los repartidores de Glovo o Deliveroo, empresas que estructuran la hostelería sobre la base de la distribución y tienen toda una red de establecimientos que dependen de ellas. El paso más allá son las dark kitchens [o cocinas fantasma, donde sólo se hace comida para llevar], con las que estas empresas de reparto tienen ya el control de todo el proceso", explica Cañada. Mientras tanto, en la hostelería española, siete de cada diez negocios corren el riesgo de cerrar.

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En segundo lugar, hay una reducción del valor mismo del trabajo y el trabajador. Así lo explican Murray y Cañada: "Quienes atienden en la recepción [de un hotel, por ejemplo] se pueden ver sustituidos por recursos tecnológicos en algunos procesos, como reservas, transfers, check in, check out, entradas a las habitaciones o facturación, lo que permite reducir personal". En cuanto a las tareas que no merezca la pena sustituir, por costes laborales ya bajísimos, será sencillo someterlas a control tecnológico “que, de facto, deriva en una suerte de robotización de los procesos", añaden.

¿Planes? No demasiado prometedores. Coinciden en algo los investigadores reunidos en torno a Albasud: no es sólo que falte una reflexión sobre el turismo post-covid, es que ya antes de la pandemia el turismo en España estaba falto de planificación. Actualmente el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio cuenta sólo con unas “directrices generales”, previas a la Estrategia de Turismo Sostenible 2030. “Se presentará en 2021”, explica el departamento de Reyes Maroto. El documento “impulsará los tres pilares de la sostenibilidad: medioambiental, socioeconómica y territorial”. No es un discurso nuevo. El Plan de Turismo 2008-2012, que fijaba su "horizonte" en 2020, ya tenía como objetivo la “sostenibilidad”. Es la palabra fetiche desde hace más de una década, pero la realidad ha ido por su cuenta: gentrificación, airbnbficación, low cost, precariedad... Las propias directrices del ministerio que ahora deberían orientar las políticas públicas admiten que ha habido una “progresiva precarización de las condiciones laborales”.

Los dos autores alertan del paralelismo entre la degradación de los emblemas postindustriales estadounidenses como Detroit y Flint y el posible futuro de los monocultivos turísticos. "¿Será este el destino de ciudades del litoral mediterráneo como Salou, Calvià o Lloret de Mar, cuya población se ve cada vez más abocada a las ayudas alimentarias? ¿O de lugares como Los Cristianos, al sudoeste de Tenerife, que ha quedado ya en el abandono, sin prácticamente comercios?", se preguntan. Y dan una alerta: "Estamos a las puertas de la desestructuración de un orden social en el ámbito turístico que provocará un desastre social mayúsculo". Murray deja abierto un respiradero: “En este siglo XXI no hay partitura escrita. Todo se puede hacer de forma diferente”.

La pandemia no sólo ha supuesto para el turismo una pérdida evidente y cuantificable de ingresos, empresas y empleo, efecto que cualquiera puede ver. Ha desplegado además un efecto más discreto, pero determinante para su futuro: ha cambiado –está cambiando– las reglas del juego del sector de forma irreversible, acelerando una transformación de la que resultan “ganadores” los fondos de inversión y el capitalismo de plataforma, cuyo protagonismo cada vez más incontestable precariza aún más el empleo. Así lo detalla el ensayo colectivo Turistificación confinada, coordinado por Iván Murray y Ernest Cañada, investigadores especializados en este campo, que aseguran que, de no producirse una intervención pública decidida, avecina un “desastre social”.

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