Las elecciones vascas han deparado un resultado previsible que da una legislatura más al actual ejecutivo de PNV-PSE, que era lo esperado por todos cuando se convocaron las elecciones y un balón de oxígeno para la estabilidad del gobierno de España. El PNV ha sabido aguantar tras verle las orejas al lobo y el PSE vuelve a ser decisivo, tras mejorar el resultado de hace cuatro años gracias al estirón final que ha dado en la última semana. EH Bildu se queda a las puertas, pero ya nadie duda de que la hegemonía nacionalista está en disputa.
Los vascos se han decidido finalmente por la continuidad, reeditando un gobierno que presentaba unos buenos números. En el estudio preelectoral del CIS publicado el 1 de abril (4.998 entrevistas) el 75% de los ciudadanos, tres de cada cuatro, valoraban la situación económica de su autonomía como buena o muy buena. Mientras que en el conjunto de España los que valoran positivamente la situación económica del país son sólo el 32%. Y casi la mitad de vascos (un 48%) consideraba al PNV el partido más capacitado para dirigir el País Vasco. Un indicador en el que Bildu se quedaba muy por debajo, con menos de la mitad de menciones (un 22%).
La letra pequeña de estos comicios la ponen los 7 diputados del PP, intrascendentes para la formación de mayorías, el sufrido escaño de Sumar, que supone un pequeño respiro para Yolanda Díaz ante la posibilidad cierta de que se quedara sin representación por la división de las izquierdas –a punto ha estado– y la entrada de nuevo de Vox por Álava, que se rearma de cara a las elecciones catalanas. Lo cierto es que el resultado político (escaños) de estas elecciones vascas es una simplificación muy distorsionada del comportamiento electoral, puesto que la ley electoral vasca representa territorios más que personas. Es decir, una asignación provincial de escaños proporcional a la población habría dejado el casillero de Vox y de Sumar a cero y al PP en una posición no irrelevante, pero casi.
EH Bildu gana solo en la campaña
Aunque hace unos meses pocos pronosticaban una posible victoria de EH Bildu, la formación abertzale ha estado muy cerca de dar la campanada y solo una última semana de máxima movilización peneuvista ha evitado el sorpaso.
EH Bildu concurría a las elecciones con el viento de cola de la fractura del espacio que en 2020 representó Elkarrekin-Podemos-EU, y a un mes de elecciones estaba a solo 2 escaños de un PNV, que resistía en números parecidos a los de 2020, con la mayoría de los vascos dando por hecho su victoria. A 30 días de pasar por urnas el 61% le situaban como el partido ganador, más del doble que a EH Bildu (27%).
Sin embargo, una precampaña y campaña electoral sorpresiva, alejada del tradicional foco de conflicto identitario y centrada en las cosas del comer, con una estética renovada, que ha exprimido a fondo la palanca de la brecha generacional, situó a los de Pello Otxandiano en disposición de pelear la victoria al PNV a menos de una semana de elecciones.
En ese momento EH Bildu doblegaba al PNV en 6 indicadores clave: lealtad electoral, hegemonía en el espacio nacionalista, volumen de votos conquistados a otros partidos, tirón del candidato, capacidad de convocatoria en el público desconectado de la política e interés generado en la audiencia. ¿Qué pasó en los últimos 7 días para que el PNV aguantara la primera posición? Vamos a verlo, paso a paso, tomando como referencia tres momentos: la precampaña, el ecuador de la campaña y las urnas.
1.- La movilización. A falta de una semana para votar EH Bildu mantenía una fidelidad electoral del 88% con apenas indecisos. Muy por encima de la del PNV, que no lograba pasar del 62% y mantenía un volumen importante –uno de cada cinco de sus votantes– instalados en la indecisión. En términos de marketing empresarial EH Bildu demostraba ser una marca con clientes satisfechos. Casi todo el que le votó hace cuatro años manifestaba que volvería a hacerlo, mientras en el PNV había más interrogantes y deserciones a la abstención y/o el voto de castigo. Que los peneuvistas hayan acabado cosechando un 35,2% de los votos apunta a un incremento importante de su fidelidad en la recta final de campaña, en la que han concurrido diversos factores: agresión a Imanol Pradales, negativa de Otxandiano al definir a ETA como banda terrorista y el último debate electoral, entre otros.
2.- El pulso por el voto indeciso nacionalista. En el ecuador de la campaña hasta 45.000 votantes de EH Bildu y PNV manifestaban su intención de saltar de un partido a otro, con un saldo muy favorable a los abertzales (37.000 vs 8.000), que podría haberse moderado en los últimos días.
3.- El voto conquistado de terceras formaciones. EH Bildu ha logrado hasta 30.000 sufragios de Podemos y 5.000 del PSE, sin que apenas se le haya ido voto a estos partidos. El PNV ha estado lejos de compensarlo con 7.000 del PSE y 8.000 del PP.
4.- Pello Otxandiano ha sido el candidato con más tirón. Partía con esa consideración y a mitad de campaña era el mejor valorado entre sus propios votantes, que le ponían una nota del 7,8, con Imanol Pradales en segunda posición con un 7,2 entre los suyos. La victoria final en votos del PNV tiene que ver con el hecho de que las marcas hayan pesado más que los propios candidatos. Sirva de ejemplo un dato, un 72% de los vascos daba mayor importancia a la marca que al candidato mientras en Galicia ese porcentaje apenas llegaba al 50%.
5.- El aumento de la participación, que ha superado el 62% en urna, saca de la desmovilización a más votantes de PNV y PSE. A una semana de votar, EH Bildu lograba 26.000 votos de entre abstencionistas de 2020, por 24.000 del PNV, pero los desmovilizados del PNV y PSOE (18% y 20%) triplicaban a los de Bildu (6%), por lo que su activación en la recta final ha podido impulsar sus expectativas electorales.
Hay que tener en cuenta que el principal partido en estas elecciones vascas ha sido la abstención al quedarse en casa un 37,5% de electores con derecho a voto, con lo que más allá de los intentos por pescar en caladeros ideológicos distintos la principal bolsa de votantes estaba en un perfil más desincentivado políticamente y que se mueve por sensaciones y emociones. En el caso del Partido Socialista el protagonismo de los últimos días –en parte a cuenta de su condena por la no definición de ETA como banda terrorista por parte del candidato de Bildu– ha podido empujarle a superar las expectativas. Casi todas las encuestas pronosticaban hace una semana –antes de la polémica– 10 escaños para los socialistas, que finalmente han sacado 12.
6.- El pragmatismo de Bildu. El alza de EH Bildu viene de largo y tiene que ver con su giro a posiciones más pragmáticas y con acento social. Su escalada en las encuestas ha coincidido con la crisis de Podemos/Sumar, los acuerdos con el PSOE en Madrid y el monopolio en el País Vasco de la agenda social, aparcando las reivindicaciones más extremas de su programa político en clave identitaria. Al inicio de campaña el 81% de electores de EH Bildu decía estar interesado en las propuestas que estaba presentando su partido, por sólo un 54% de los del PNV con las del suyo.
Mientras la campaña ha transcurrido por derroteros menos centrados en lo identitario y más pegados a la calle a Bildu le ha ido bien. La irrupción de ETA como tema de discusión en los últimos días ha desplazado el marco de debate, ha incomodado a Bildu porque cualquier posición podía pasarle factura y ha coincidido con la movilización del electorado de PNV y PSE. Tampoco puede afirmarse con certezas que está haya sido la razón de última hora de la victoria de los jeltzales. Que el PNV finalmente haya sacado una cabeza a Bildu en la meta no es una sorpresa, porque acostumbra a acabar bien las campañas electorales y ésta no ha sido una excepción.
Ver másEl PNV resiste ante EH Bildu y podrá conservar el Gobierno gracias a la subida del PSE
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Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.
Francisco Sande es responsable de investigación social en Logoslab.
Las elecciones vascas han deparado un resultado previsible que da una legislatura más al actual ejecutivo de PNV-PSE, que era lo esperado por todos cuando se convocaron las elecciones y un balón de oxígeno para la estabilidad del gobierno de España. El PNV ha sabido aguantar tras verle las orejas al lobo y el PSE vuelve a ser decisivo, tras mejorar el resultado de hace cuatro años gracias al estirón final que ha dado en la última semana. EH Bildu se queda a las puertas, pero ya nadie duda de que la hegemonía nacionalista está en disputa.