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Pedro Sánchez pierde la primera votación y no suma un solo escaño a su pacto con Ciudadanos

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Ibon Uría

Sin sorpresas. Así concluyó la primera votación de la investidura de Pedro Sánchez, en la que el candidato del PSOE únicamente recibió los 90 votos de su propio grupo parlamentario y los 40 de Ciudadanos. Ni uno más. Enfrente se situaron la práctica totalidad de las formaciones que quedan tanto a la izquierda como a la derecha del pacto suscrito por los socialistas y el partido naranja. Votaron no los diputados del PP, los de Podemos, los de los grupos catalanes –ERC y DiL–, el PNV, Compromís, IU-Unidad Popular, EH Bildu... El resultado final fue de 130 síes y 219 noes. La única diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, se abstuvo.

Pese a ello, Sánchez reiteró una de las ideas clave de su discurso del martes: que su derrota no es un fracaso, incluso si el resultado se repite en segunda ronda a última hora de este viernes, cuando todo apunta a que se convertirá en el primer candidato que no logra ser elegido presidente. Y no lo es, esgrimió en su réplica a Rajoy, porque el PSOE sólo "tenía dos opciones: hacer un Rajoy y bloquear la democracia, o dar un paso al frente e intentar cambiar al país". El socialista eligió la segunda, y exigió al líder del PP que "no critique" que a quienes han "puesto el reloj de la democracia en marcha" y han "hecho un ejercicio de valentía y coraje".

La frase está en sintonía con otra de su primera intervención [ver en PDF]: "Sabemos de antemano el resultado de la votación, pero el PSOE se siente orgulloso de dar un paso adelante y resolver el bloqueo. Los mecanismos de la democracia hoy vuelven a ponerse en marcha. Los plazos empiezan a correr". Y como hiciera el martes, este miércoles Sánchez se afanó en defender su pacto con Rivera, a quien agradeció su "valentía, coraje y arrojo", su "predisposición para el acuerdo y el diálogo". "El acuerdo que traemos es algo que no ha hecho nadie más en estos dos meses: dialogar y ponerse de acuerdo en más de 200 medidas", aseguró Sánchez.

El acuerdo no suma

El martes Sánchez aseguró que ese texto era un "primer paso" para el "mestizaje ideológico" de las "fuerzas del cambio". Este miércoles, en su respuesta a Rajoy, que se trata de una "enmienda a la totalidad" de "buena parte" de las políticas de los conservadores. Y añadió que suma 130 escaños "que, por cierto, son más que 123", los del PP. Sin embargo, y desde primera hora de la mañana, se constató que ese pacto no da para más, y que está lejos tanto de los 176 votos que habría necesitado Sánchez para ser elegido en primera ronda como también de la mayoría simple que le haría falta en la tarde del viernes, salvo sorpresa de última hora. 

Uno tras otro, todos rechazaron sumarse al acuerdo. El primero fue Rajoy. El presidente en funciones arrancó con contundencia –"tomo la palabra en nombre del Grupo Parlamentario Popular para anunciarles nuestro voto en contra a la candidatura del señor Sánchez", dijo– y después atacó con ironía y descalificaciones a Sánchez, a quien llamó "tapón" y "bluf" por su pacto con Ciudadanos, una entente que tachó de "montaje propagandístico" orquestado por el socialista para garantizarse "su propia supervivencia". Rajoy, a quien Rivera insiste en sumar al acuerdo a tres, ni siquiera repitió en esta ocasión su propuesta de gran coalición.

Después llegaron ataques por el flanco izquierdo. El PSOE sabe que sus opciones para la investidura pasan por Podemos, pero este miércoles Pablo Iglesias respondió con un durísimo discurso en el que le apremió a negociar una coalición de izquierdas y a que "deje de escuchar" la "voz de poderosos" y "oligarcas". El secretario general del partido morado no compró la idea de Sánchez, la de que la izquierda no suma: "Los números dan, y usted lo sabe", "no vete las abstenciones", "no vuelva a tratar de engañarnos". Fueron sólo algunas de sus frases, en las que además desarrolló una enmienda a la práctica totalidad del acuerdo con Ciudadanos.

Iglesias fue a más. Advirtió a Sánchez de que el pacto con Rivera puede acabar mal para él –"ha elegido un socio muy hábil que no dudará en entregarle al PP"–, atacó a su partido –"no se extrañe si algún día los trabajadores le piden que entregue la S y la O"– y, en el momento más tenso, proclamó: "Las siglas que representa eran las de mi abuelo cuando ser socialista llevaba a la cárcel y no a los consejos de administración". "Desconfíe de los consejos de quienes tienen manchado su pasado de cal viva", añadió en referencia al expresidente Felipe González. La bancada socialista gritó "fuera, fuera". Intervino el presidente del Congreso, Patxi López. E Iglesias tuvo que terminar.

Mejor fueron las cosas con Albert Rivera. El de Ciudadanos cerró la puerta a cualquier opción liderada por Mariano Rajoy y dijo no encontrar "ninguna razón" para que "los españoles confien" en él. Rajoy, apuntó, es un líder cuyo momento ha acabado. Pero esa consideración fue de carácter personal, no una línea roja que inhabilite a todo el PP. De hecho, invitó a la "gente válida" del partido a "cortar por lo sano" y "sumarse a la nueva etapa". Rivera, como Sánchez, defendió el acuerdo que ambos suscribieron y, si el del PSOE intentó presionar a Podemos con el fantasma de la pinza junto al PPpinza , el dirigente del partido naranja afeó a los conversadores que "voten igual que Pablo Iglesias, ERC y Bildu".

Sin cómplices entre las minorías

Sánchez tampoco tuvo éxito con los partidos con representación parlamentaria minoritaria. IU-Unidad Popular, Compromís y PNV le negaron su apoyo este miércoles, pese a que en las pasadas semanas los socialistas iniciaron conversaciones con todos ellos. Alberto Garzón, cabeza de lista de IU-UP, pidió a Sánchez audacia desde la tribuna de oradores. "Necesitamos su participación en la izquierda, no su sumisión al liberalismo", le dijo. Compromís, por su parte, instó al candidato a retomar el diálogo con los partidos de izquierda, porque "la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo", y el PNV se dijo decepcionado por la ausencia de una "agenda vasca" entre las propuestas de Sánchez.

También rechazaron al candidato socialista los grupos nacionalistas, tanto catalanes como el resto de los vascos. Francesc Homs, de Democracia y Libertad –denominación electoral de Convergència en las pasadas generales– vinculó todo posible apoyo a que el PSOE acepte un referéndum en Cataluña. Joan Tarda, portavoz de ERC, aseguró que el proceso de desconexión de Cataluña del Estado continuará, y EH Bildu exigió el derecho a decidir y cambios en política penitenciaria para con los presos de la banda terrorista ETA. Finalmente Coalición Canaria, que había alcanzado un principio de acuerdo con el PSOE, decidió abstenerse en esta ocasión.

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Del primer fracaso al segundo tiempo

El desenlace de la sesión parlamentaria de este miércoles no fue una sorpresa para nadie. Tampoco para el PSOE y su candidato, sabedores de que no alcanzarían ni de lejos los 176 votos necesarios para tomar la Moncloa en primera ronda. Así que superado este paso, comienza el segundo tiempo: el segundo tiempo del primer debate de investidura de la legislatura, quizá el segundo tiempo de las negociaciones –en el que los socialistas buscarán acercarse a Podemos sin despegarse del pacto con Ciudadanos, maniobra que se antoja cada vez más complicada– y, en última instancia, segunda campaña y segundas elecciones.

La primera etapa de ese segundo tiempo será este viernes, cuando se celebrará una nueva votación para investir a Sánchez a última hora de la jornada. En ella Sánchez podría sumar algunos votos más, pero salvo sorpresa mayúscula serán más los noes que los síes en el hemiciclo. Así que el candidato socialista fracasará en su intento de investidura y el reloj de cuenta atrás de dos meses hasta la convocatoria de unas nuevas elecciones se habrá puesto en marcha. Si ningún candidato logra los votos necesarios, el 2 de mayo se disolverán las Cortes, se convocarán unos nuevos comicios y el 26 de junio habrá otra cita con las urnas.

Sin sorpresas. Así concluyó la primera votación de la investidura de Pedro Sánchez, en la que el candidato del PSOE únicamente recibió los 90 votos de su propio grupo parlamentario y los 40 de Ciudadanos. Ni uno más. Enfrente se situaron la práctica totalidad de las formaciones que quedan tanto a la izquierda como a la derecha del pacto suscrito por los socialistas y el partido naranja. Votaron no los diputados del PP, los de Podemos, los de los grupos catalanes –ERC y DiL–, el PNV, Compromís, IU-Unidad Popular, EH Bildu... El resultado final fue de 130 síes y 219 noes. La única diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, se abstuvo.

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