La campaña electoral del 28A, una de las más extrañas de la historia democrática española, echará este viernes el telón con los tres partidos de la derecha —PP, Ciudadanos y Vox— inmersos en una pelea a cara de perro y los dos de izquierdas —PSOE y Unidas Podemos— volcados en un esfuerzo de movilización sin precedentes para cerrar el paso a un gobierno formado —o apoyado— por Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal.
Después de un inicio casi a medio gas, condicionado por las festividades de Semana Santa, la celebración de dos debates en días consecutivos —lunes y martes— ha terminado por dasatar las hostilidades. Según todas las encuestas, la división de la derecha en tres partidos penalizará su presencia en el Congreso. Así que sus líderes han dejado de disimular y se han entregado en las últimas horas a una batalla abierta por los votos de quienes no quieren que Pedro Sánchez siga en la Presidencia del Gobierno. El PP, herido por la fuga de su expresidente madrileño Ángel Garrido a Ciudadanos, respondió con el fichaje del padre del opositor venezolano Leopoldo López, al que ha incorporado a su candidatura europea. Y con toda clase de invectivas dirigida contra Cs, el “partido veleta”, como le bautizó hace tiempo Vox.
Casado multiplicó en las últimas horas los mensajes al voto útil y en contra de Ciudadanos y Vox. Quien "no quiera que gobierne Pedro Sánchez”, repite en todas sus intervenciones, tiene que votar al PP. Si "los constitucionalistas" dividen el voto, "España acabará fragmentada”, advirtió este jueves. Y “diréis, hay otros partidos. Sí, otros que ya pactaron con Sánchez en 2015 y 2016 y que también pactaron con Susana Díaz y que también dijeron que no pactarían con ellos y pactaron”, acusó en referencia a Ciudadanos. Rivera, recordó, fue al Congreso a pedir que Podemos apoyara la investidura de Pedro Sánchez y al PP que se abstuviera. “Unos cambian de opinión, no son fiables, son chaqueteros; nosotros somos un partido serio”, subrayó.
La estrategia de Albert Rivera fue, desde el primer momento, tratar de situarse en el mismo plano que el PP para disputar de tú a tú el liderazgo del centroderecha a Pablo Casado. Algo que los estrategas de Ciudadanos están convencidos de haber conseguido gracias a los debates en televisión. Estos días la formación naranja ha extendido los ataques al PP: el jueves incluso con una falsa página web que relaciona a Casado con la corrupción, la evasión fiscal y las dudas sobre su máster.
Convencido de que ha conseguido instalar en la opinión pública la idea de que el PP está en retroceso y Cs al alza, Rivera recomendó “a los que cada día pierden más votos, escaños y militantes” que, “en vez de preguntarse por qué la gente se ilusiona con un proyecto que crece” y que representa “el centro político”, “se pregunten qué han hecho mal, qué está pasando”. Su número dos, José Manuel Villegas, fue más concreto: el “bipartidismo se está desintegrando”, proclamó en un mitin en Almería.
La pugna es tal que para capitalizar el voto anticatalán que ellos mismos azuzan alentando la creencia de que el PSOE se dispone a permitir una referéndum de autodeterminación —a pesar de que fue precisamente su negativa la que acabó provocando el anticipo electoral—, PP y Cs coincidieron este jueves en la ventanilla de la Junta Electoral para impugnar la candidatura de Carles Puigdemont al Parlamento Europeo.
El tercero en disputa por el espacio de la derecha, la formación ultra Vox, incrementa a su vez la difusión de las señas de identidad que les han llevado a la puertas del Congreso: los mensajes nacionalistas en defensa de la unidad de España, la necesidad de construir —físicamente— un muro contra la inmigración o la idea de ilegitimidad del resto de partidos. Las imágenes de miles de personas reventando los aforos en los actos protagonizados por Santiago Abascal —el último en València— siguen protagonizando la campaña en las redes sociales y sembrando la inquietud en los comités de campaña de todos los partidos.
Las encuestas después del debate
Los movimientos de las principales formaciones se entienden mejor si se tienen en cuenta los datos de intención de voto que manejan los partidos —la ley prohíbe publicar encuestas pero se siguen realizando todos los días por encargo de las organizaciones políticas y los medios de comunicación—. Según fuentes del PSOE consultadas por infoLibre, los debates hicieron perder a los socialistas un punto porcentual (estarían en el 29%) pero continúan en cabeza en las preferencias de los electores. Las mismas fuentes aseguran, con todas las reservas a las que obliga la volatilidad del voto, que PP y Ciudadanos empatan en estos momentos en las preferencias de los votantes con un 17% cada uno —lo que explicaría en parte la intensidad de su duelo político y dialéctico— y Unidas Podemos habría recuperado posiciones gracias, entre otras cosas, a la buena actuación de su líder, Pablo Iglesias, en los debates y estaría en torno al 16%. A Vox lo sitúan entre el 10 y el 12% en intención de voto.
En el PSOE creen estar muy cerca de conseguir su sueño: gobernar sin depender de los independentistas catalanes. En busca de ese empujón final que necesita para lograrlo, Pedro Sánchez insistió este jueves en pedir el voto a “la gente de izquierdas” que duda a quién votar y también a los que se estén planteando no hacerlo: “Si el próximo domingo no vamos a votar otros van a votar por nosotros”, advirtió en una comida-mitin en la localidad granadina de Pinos Puente.
El líder del PSOE ya no disimula su deseo de captar votos en el centro y apela constantemente a los electores que dudan si votar a Ciudadanos “porque no saben si será votar a la ultraderecha”. Lo que no le impide dejar clara su intención de gobernar “con los valores de izquierdas”. A partir del lunes 29 hablará “con todos”, prometió, pero el domingo hay que concentrar el voto en el PSOE. España, subrayó, tiene “una enorme oportunidad”, pero para aprovecharla hace falta “una amplia mayoría” socialista.
Muy reforzado tras la celebración de los debates en televisión, Pablo Iglesias está dedicando las últimas jornadas de la campaña a subrayar los mensajes dirigidos a los votantes de izquierdas que temen que el PSOE acabe pactando con Ciudadanos. Votar a Unidas Podemos, insistió, “vale doble” porque sirve para “frenar a la derecha” y para sacar adelante propuestas en materia social.
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Iglesias admitió en declaraciones a la Cadena SER que preferiría que PSOE y Unidas Podemos alcanzasen mayoría absoluta para no depender de otras fuerzas e insistió también en una de las ideas centrales de su campaña: si las izquierdas suman, lo lógico es que después de las elecciones haya un Gobierno de coalición entre su formación y el PSOE. Y, en ese caso, “lo lógico es que se negocie tanto el programa como los espacios en los que se llevan a cabo esas políticas”, en referencia a los ministerios. Algo de lo que, de momento, el PSOE no quiere ni oír hablar: su apuesta pasa por gobernar en solitario, igual que lleva haciendo desde hace diez meses.
Con todo, la pugna por el voto de izquierdas está siendo de todo menos una batalla. Los mensajes contra Sánchez en los mítines de Iglesias son más que matizados en comparación con las campañas electorales de 2015 y 2016. Y en los mítines del candidato socialista no hay ni una sola crítica a quienes fueron sus principales socios en la legislatura que acaba de concluir. Es más: el propio Sánchez elogió en el último debate el papel jugado por Unidas Podemos para sacar adelante muchas iniciativas en el Congreso. Una actitud sin precedentes en el campo de la izquierda.
Madrid y Valencia serán este viernes los escenarios para cerrar la campaña de las generales, que coincide con las autonómicas en la Comunitat Valenciana. Los líderes de PP, Unidas Podemos y Vox protagonizarán los últimos actos en la capital; PSOE y Ciudadanos lo harán en la ciudad del Turia. Después de eso ya sólo quedarán 33 horas para empezar a votar.
La campaña electoral del 28A, una de las más extrañas de la historia democrática española, echará este viernes el telón con los tres partidos de la derecha —PP, Ciudadanos y Vox— inmersos en una pelea a cara de perro y los dos de izquierdas —PSOE y Unidas Podemos— volcados en un esfuerzo de movilización sin precedentes para cerrar el paso a un gobierno formado —o apoyado— por Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal.