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Pilar Urbano: “La Zarzuela quiere obligar a historiadores y periodistas a trabajar de rodillas”

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"Las felicitaciones quizá me lleguen en Alcalá Meco". Pilar Urbano (Valencia, 1940), escritora tremendamente enjuta, muy menuda, vivaracha, larga en sus respuestas, sonríe y bromea con el periodista. Es consciente de que su libro, La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el rey prefiere no recordar (Planeta, 2014), está incomodando al poder, generando polémica, aunque menos de la que sería esperable, e intuye que esa reacción no es casual. Pero lo que le solivianta es que la Zarzuela no haya tenido empacho en calificar su obra, menos de cinco horas después de ser presentada en rueda de prensa, de "pura ficción imposible de creer". Y que lanzara su agradecimiento a seis exministros y colaboradores de UCD, firmantes de un comunicado en el que la desacreditan, y desmienta que el rey alentara la operación Armada, la gran revelación de esta obra. Aquello que otros escritores sugerían y la autora afirma. "La Zarzuela quiere obligar a los periodistas e historiadores a trabajar de rodillas. Yo me niego", responde, consternada. Pese a la durísima embestida, la Corona no piensa por ahora querellarse contra ella.

La entrevista con infoLibre tiene lugar en el mismo hotel Intercontinental donde por la mañana Urbano explicó a una sala atestada de periodistas algunas de las claves de su volumen de 900 páginas. Hay poco tiempo, 20 minutos escaso, y la autora, cordial aunque un punto cansada, escupe rápidamente datos, rememora conversaciones, intenta imprimir verosimilitud a su relato. Insiste en que no dispara contra el monarca. Y se conoce bien la Casa por dentro: trabajó durante la Transición como corresponsal política en Abc, y fue considerada como biógrafa autorizada de la Zarzuela, tanto que le dejó sostener largas conversaciones con Sofía, tras las cuales publicó el también controvertido La reina muy de cerca

PREGUNTA: Empiezo por lo último. La Casa del Rey niega "rotundamente" que Juan Carlos participase en la 'operación Armada', en ese golpe de timón que tenía como objetivo el derrocamiento de Adolfo Suárez en la Presidencia del Gobierno. Y se apoya a su vez en el comunicado firmado por seis exministros centristas, dos militares, el exsecretario y cuñado, Aurelio Delgado, y el hijo mayor del expresidente, Adolfo Suárez Illana. ¿Qué tiene que decirles?rotundamente

RESPUESTA: Yo diría que [las palabras de la Zarzuela] es un no comunicado de un no portavoz que no da la cara. Estos ministros que han suscrito la nota han colaborado muy activamente y muy positivamente en el libro, con informaciones importantes, y en las que quedan como caballeros, y sería tanto como desmentirse a sí mismos. No han leído el libro, no les ha dado tiempo en cuatro horas y media. O entonces me mintieron o están desmintiendo lo que dijeron entonces. Yo creo que ellos mismos rectificarán en su conciencia. No pueden desmentir lo que dijeron y que es válido. Con [el general Andrés] Cassinello no hablé, así que no sé qué puede desmentir. 

Segundo aspecto. El rey, así lo dice la Constitución, es inviolable y es irresponsable de sus actos, pero no es inhistoriable. El jefe del Estado es el primer sujeto de cada país, es el primer protagonista de la historia de un país, y es el más historiado. Yo estoy historiando al rey como tantos otros han hecho, extranjeros también. Dicho esto, en la Zarzuela no han leído el libro, no pueden decir que es ficción. Es historia pura, y son 900 páginas con datos, pruebas y testimonios. No puedo tomarlo como un documento serio de la Zarzuela. Sería preocupante. No es admisible, y lo digo seriamente, que en nombre del rey ese ignoto portavoz intente coartar la libertad de información, que en una democracia es la base. La libertad de prensa, de tener información y transmitirla verazmente. No se pueden hacer señales a otros medios para que silencien nada.

Hay una frase conocidísima de Jefferson que por desgracia vuelve a ser actual: "Prefiero periódicos sin democracia que democracia sin periódicos". Esto es básico. Y de un rey que nos trajo la libertad no puedo creerlo, en su Casa tienen que saberlo. Yo trabajo con libertad, y no de rodillas. Yo lo que pido es trabajen con libertad, y no sometidos, y no censurados, y no cercenados en esto que es un derecho. Sólo puede significar una cosa, sólo se puede traducir de una forma: obligar a los periodistas e historiadores a trabajar de rodillas. Yo me niego. He trabajado siempre con mucha libertad, con mucha responsabilidad, con mucho tesón, investigando, buscando la verdad, y sólo con información muy contrastada. Tengo sólo por encima de Su Majestad, al que respeto y acato, un rey de reyes: Pilar Urbano cree en Dios y ese Dios resuena en mi conciencia, y es lo único que me puede quitar el sueño. Tengo la conciencia serena, tranquila, y con libertad, y pienso hacerlo todos los días que me queden de mi vida. Por tanto, a un comunicado, que no es un comunicado, se responde con un libro de 900 páginas.

P.: ¿Le ha sorprendido la reacción de los grandes medios, que apenas han dado cobertura a la publicación del libro? ¿Cree que ha habido un toque de atención por parte de la Zarzuela entonces?

R.: La Zarzuela no puede silenciar a un autor ni puede pedir la tontería que ha pedido el hijo de Suárez [la suspensión "inmediata" de la distribución de La gran desmemoria]. Esas son cosas de chiquitos jóvenes. Perdonables y tiernas, incluso. Pero la Zarzuela sabe que no puede hacer eso en democracia. No puede evitar que la gente quiera comprar un libro. Se puede intentar matar al mensajero, pero la Zarzuela no es asesina, no lo puede hacer.

P.: Con el 'caso Urdangarin', la cacería en Botsuana y el creciente descrédito de la monarquía... Digamos que les ha venido mal. 

R.: Sí, sí, como les viene mal invitar a Obiang. Pero que lo lean, porque el rey no queda mal, tuvo que fajarse con muchas dificultades.

P.: ¿Debería abdicar Juan Carlos?

R.: Me pregunta esto, pero no he acabado la respuesta. En este libro el rey queda como un señor rey, muy prudente, y que sabe que España está tutelada por Estados Unidos, lo cual no quiere decir que esté vendida a EEUU. El rey tiene que llevar un ritmo que no es el ritmo fogoso de Adolfo Suárez o Felipe González, porque sabe que tiene a los militares enfrente y que la Corona es de plomo, y que hay una serie de poderes fácticos que están sentados en las Cortes franquistas, y para todos esos procuradores hacerse en el haraquiri es muy difícil. Porque no los envenenaron, ni les dieron una daga ni un puesto. Y pasar "de la ley a la ley", como decía Torcuato Fernández-Miranda, sin que se cayera una teja del edificio, y dejar el edificio por fuera como estaba, y por dentro todo cambiado, como decía Suárez, y sentar a los obreros en los escaños, y que venga Pasionaria el mismo día que viene don Juan a renunciar a sus derechos dinásticos... Son como los milagros de Fátima, todo ocurre a la vez… Los periodistas teníamos entonces no una noticia, sino 13.000 al día.

P.: Usted decía en la rueda de prensa, rememorando su libro 'La reina muy de cerca', que también levantó una gran polvareda, que Sofía no le hizo "confidencias", sino declaraciones. ¿Ha hablado con el rey para elaborar este libro?confidencias

R.: No, no hablé con él. En el libro anterior [El precio del trono (Planeta, 2011)], hice lo mismo, y ya dije que no lo escribí ni con el rey ni contra el rey. Esta es una investigación larga, no una entrevista, en la que figuran Suárez, Torcuato, Carrillo...

P.: ¿Y ha podido hablar con la Zarzuela?

R.: No tengo por qué hablar con la Zarzuela. Al rey le felicito en navidades, el día de san Juan, me contestan y ya está. Sé que en la Zarzuela no lo han leído, y han considerado una desatención que no se les haya enviado un ejemplar. Y no se les ha enviado hasta que no estuviera en la calle y no lo tuviera esta autora.

P.: ¿Y sus conversaciones con Adolfo Suárez Illana? ¿Qué le dijo? 

R.: Yo fui a su casa, a lo que él llama la casa ducal, en la calle de Ferraz de Madrid, hace unos años. Hablamos bastante rato y vi que estaba informado de pocas cosas, porque tenía una visión lejana, de adolescente [tenía 17 años], del 23-F. Se acordaba de su 23-F, de que la Zarzuela no lo llamó y que le llamó la reina a las once de la noche… Era normal, no eran hombres de su tiempo. Y vi que había roto con los que eran informadores auténticos de su padre, como su tío Aurelio Delgado [que fue secretario del presidente], con los que se despachó con adjetivos calificativos fuertes. No tenían relación. Suárez Illana dijo que no sabía dónde estaban los papeles de su padre. Informativamente no me sirvió esa conversación. Sí me sirvió todo lo que me cuenta del amor de su padre y su madre [Amparo Illana], de cómo estaba su padre enfermo... Tenía más vivo el tema de Aznar, aquel mitin de Toledo en 2003 [donde el expresidente ya daba muestras de estar perdiendo la memoria]... Y luego ya tuvimos trato a través de WhatsApp y de mails. Mi último mensaje con él fue el día 18 [de marzo], después de que ingresara su padre. “Creo que nos ha dado tiempo, es un episodio respiratorio”, me dijo.

P.: Más valioso fue el testimonio de Sabino Fernández Campo, primero secretario general y luego jefe de la Casa del Rey. 

R.: Muchísimo más. Este chico [Suárez Illana] era un chaval. Yo le recordé que el día en que Suárez decidió dimitir él estaba cazando en la casa de [Eduardo] Sánchez Junco, dueño de ¡Hola! No se acordaba. Estaba viviendo su vida de adolescente.

P.: Fernández Campo creía que el 'Elefante Blanco' era el rey. ¿Lo cree usted también, a la vista de lo que ha investigado?creía que el 'Elefante Blanco' era el rey

R.: Nunca había creído en la existencia del Elefante Blanco, siempre creí que era un invento posterior de las defensas [de los golpistas]. Pero hay un momento en que el rey, en la biografía de [José Luis de] Vilallonga, en la versión francesa e inglesa, dice que él sabía quién era el Elefante desde el primer momento. Sabino hizo que se quitara. Se suprimieron como 45 cosas en la versión española, 45 cosas más o menos importantes y más o menos largas. Después, Suárez, al margen de eso y en otro momento, había comentado: “Sólo dos personas sabemos quién era el Elefante Blanco: el otro y yo, y yo no era”.

Sabino, a partir de ahí, hace su conjetura, conociendo al rey, habiendo estado mucho tiempo con él. Sabino piensa que si Tejero no se hubiera opuesto al Gobierno de Alfonso Armada, entonces sí habría triunfado el golpe, y Armada se habría postulado a presidente del Gobierno, que es a lo que iba al Congreso [en la noche del 23-F de 1981]. Con la amenaza de las armas, encañonados, los diputados habrían aceptado cualquier cosa con tal de que les dejaran en libertad, y siempre que no fuera una Junta Militar. Sigue la conjetura de Sabino: en ese caso, dado lo extraordinario del hecho, como hay que hacer consultas y no se podía ir la Zarzuela, tendría que ir la Zarzuela al Congreso, y en cualquier sala, evacuar las consultas. Ese candidato común y aceptado salido de un modo tan extraordinario y traumático de las Cortes habría necesitado una sanción moral, una imposición de manos de la autoridad. Y por encima del jefe del Gobierno, sólo está el jefe del Estado. Es una escena que Sabino imagina, bien traída.

P.: Usted ha diferenciado entre la 'operación Armada' y el golpe de Tejero. ¿Hasta dónde se habría podido llegar sin el amparo del rey? O, dicho de otro modo, ¿hasta qué punto podemos comprender la 'operación Armada' y el 23-F sin el rey?ha diferenciado entre la 'operación Armada' y el golpe de Tejero

R.: Eso es más un preterible. Yo sé lo que pasó. El rey sí que es el impulso invisible, que yo he hecho visible en este libro, de la operación Armada. El 5 de julio de 1980, habla con un amigo, Jaime Carvajal y Urquijo, y le dice que está harto y que piensa en un independiente. “El rey se ha caído del burro”, dice Sabino al general José Ramón Pardo de Santayana. Hay que cambiar al presidente del Gobierno, y esa operación está en marcha. Se busca a un independiente, que puede ser un civil o un militar. ¿Un militar? Pues Armada. Eso está en marcha. Y estamos a 5 de julio de 1980. Yo distingo, separo, y vuelvo a hacerlo, porque es la verdad, entre la operación Armada y el 23-F. La operación Armada es un golpe de Gobierno, pero no de Estado, es derrocar al presidente legítimo en las urnas y poner a un militar.

P.: Pero eso sigue siendo muy grave. "¡Esto es un golpe!", le recriminó el propio Suárez al monarca. Esto es un golpe

R.: Es constitucional, llega hasta las costuras constitucionales, hasta la delgada línea roja. Se puede hacer una moción de censura constructiva que se gane, no como la de Felipe [González], en 1980, una moción en la que se pongan de acuerdo diputados de todos los partidos, menos catalanes y vascos. Y se puede buscar a un independiente, que no sea de ninguno de los partidos, y que no sea ni parlamentario, que puede ser el banquero José Ángel Sánchez Asiaín, o el economista Enrique Fuentes Quintana, o Armada...

P.: Insisto. Y esa operación, en las "costuras constitucionales", como dice, ¿no era temeraria?

R.: Temerario… Había una situación difícil. Había varios golpes de Estado y supuestas operaciones en marcha –o al rey se le decía–, reuniones conspirativas, una operación a la turca, una serie de operaciones cívico militares, duras, cruentas, incruentas… Armada dice al rey que hay que adelantarse, reconducir todos los golpes y neutralizarlos, actuar con los pasos contados: Armada viene a Madrid, hay moción de censura, Armada sustituye a Suárez, Suárez se va, que es el que estorba, es el maldito, el que trae el divorcio, el que rompe la familia… La banca, los empresarios, la Iglesia, ETA, el temor a la ruptura de España… Y, según le dice el propio rey, Adolfo se ha quedado como un "arroyo seco", sin ideas.

Se extiende la sensación de que Adolfo sobra. Y no tiene apoyo parlamentario, porque el grupo de UCD tiene un alfil, que es el capitán de los críticos, Miguel Herrero de Miñón. Tiene a los críticos mandando en el Congreso y el Consejo de Ministros, dividido. ¿Una temeridad del rey? Cuando se busca una solución, siempre puede tener riesgos e inconvenientes. Lo primero que pide al rey es un estudio de un constitucionalista. Se lo facilita [Carlos] Ollero y posiblemente habla con [Manuel] Fraga, con Herrero de Miñon [padres de la Constitución]… Esto no lo aseguro. Pero, con la Constitución en la mano, se puede llamar a un independiente e investirlo como presidente si tiene el quórum necesario.

Este era el planteamiento. Constitucional, sí. Forzando la ley de las urnas, también. Porque las urnas son las que mandan en democracia, y le quedaban dos años de Gobierno a UCD. ¿Cuál es el plan? Hacer una moción de censura contra Suárez. Es una directriz que incluso tiene Felipe González desde arriba, desde la Internacional Socialista. Suárez es el objetivo a batir. Cuando Adolfo se entera por boca del rey que puede estar en marcha una moción de censura, se retira. Si me voy, piensa, no hay moción de censura, y pongo a otro que no sea censurado y que sea de mi partido, y todo es constitucional. Y es cuando hace que se busque a un sustituto, que es Leopoldo Calvo-Sotelo, que gusta porque es lo más parecido a Armada, su tío [José Calvo Sotelo] fue protomártir de la Guerra Civil, es avalado por militares, aristócratas, es un hombre del Banco Hispano Americano, agrada a EEUU, a la banca, a los empresarios, a la Iglesia… y es un hombre bien visto por el rey. Son requisitos que no tienen nada que ver con el populamen, con las urnas, pero era… ¿Temerario? De aquella manera. Era una solución, un parche.

P.: ¿Ha tenido el arrojo de decir aquello que siempre se había pensado? Porque ese aliento del rey está sugerido en el libro de Javier Cercas, en el de Gregorio Morán. Usted señala al rey como el impulsor…Javier Cercas

R.: De la operación Armada, no del 23-F. Sí…

P.: ¿Hace falta valentía para poder decir esto en la España de hoy?

R.: Hay que tener la conciencia tranquila. He trabajado mucho y he actuado con seriedad, estudiando un elemento, otro elemento, un contraste, otro contraste… Trabajando con testimonios fiables y contrastados con otros también fiables, y a veces hasta seis o siete testimonios para una sola frase. O para saber una fecha, o para tener un documento, un diario. Desde 2004 he estado investigando.

P.: ¿Hay grabaciones de sus charlas con estos protagonistas?

R.: De unas sí, de otras no.

P.: Lo digo porque en los últimos días, incluso desde el PSOE, se la está cuestionando. Felipe González la acusó también de mentirosa…desde el PSOE

R.: A lo que no juego con nadie, ni con Felipe ni con ningún otro, es poner en duda a quien dice la verdad.

P.: Se lo dicen otros, los que rebaten su autoridad histórica.

R.: Que contrasten.

"Las felicitaciones quizá me lleguen en Alcalá Meco". Pilar Urbano (Valencia, 1940), escritora tremendamente enjuta, muy menuda, vivaracha, larga en sus respuestas, sonríe y bromea con el periodista. Es consciente de que su libro, La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el rey prefiere no recordar (Planeta, 2014), está incomodando al poder, generando polémica, aunque menos de la que sería esperable, e intuye que esa reacción no es casual. Pero lo que le solivianta es que la Zarzuela no haya tenido empacho en calificar su obra, menos de cinco horas después de ser presentada en rueda de prensa, de "pura ficción imposible de creer". Y que lanzara su agradecimiento a seis exministros y colaboradores de UCD, firmantes de un comunicado en el que la desacreditan, y desmienta que el rey alentara la operación Armada, la gran revelación de esta obra. Aquello que otros escritores sugerían y la autora afirma. "La Zarzuela quiere obligar a los periodistas e historiadores a trabajar de rodillas. Yo me niego", responde, consternada. Pese a la durísima embestida, la Corona no piensa por ahora querellarse contra ella.

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