La justicia sigue reduciendo las opciones de los partidos independentistas catalanes de cara a la investidura de un president de la Generalitat. Este martes, la Fiscalía alemana pidió a la Audiencia Territorial de Schleswig la tramitación de la extradición a España del expresident Carles Puigdemont por los delitos de rebelión y malversación de fondos públicos, y parte del secesionismo asume ya que será imposible que sea investido, pese a que Junts per Catalunya insiste en que Puigdemont sigue siendo su candidato. Pero no solo la situación del expresident es comprometida: su número dos, Jordi Sànchez, también está encarcelado, al igual que la mayor parte de los principales dirigentes independentistas, por lo que nombres como los de Elsa Artadi, Marc Solsona o Miquel Buch han saltado en las últimas semanas a los medios como posibles aspirantes a sustituirlos.
El pasado 22 de marzo, la investidura fallida del ahora encarcelado Jordi Turull supuso el inicio de la cuenta atrás para elegir nuevo president. Según el Estatuto catalán, el Parlament tiene dos meses a contar desde esa fecha para investir a un dirigente o se convocarán de nuevo elecciones autonómicas, una opción que el independentismo quiere evitar a toda costa. Por ello, pese a que Junts per Catalunya, ERC y la CUP siguen afirmando públicamente que Puigdemont es su primera opción, en privado hay desde hace tiempo voces dentro del secesionismo que piden al expresident que se haga a un lado definitivamente para facilitar una investidura que, en principio, supondría la retirada del artículo 155 y la devolución de todas las competencias intervenidas a la Generalitat.
En privado, ERC comparte esta idea: fuentes de la formación aseguran que Puigdemont no podrá ser elegido president en ningún caso, y los republicanos –incluso públicamente– abogan por la elección lo antes posible de un Gobierno efectivo (es decir, con dirigentes no imputados) que permita retirar el 155. Y otra de las voces con más peso que se ha manifestado en este sentido ha sido la de Artur Mas, el predecesor de Puigdemont en la Presidencia de la Generalitat. El pasado lunes, Mas se desmarcó de las tesis oficiales de Junts per Catalunya y afirmó claramente que el independentismo no puede permitirse investir a Puigdemont contra el criterio de la justicia dadas las previsibles consecuencias legales que se derivarían de ello y también teniendo en cuenta que el nuevo president no podría ejercer como tal al estar en prisión provisional.
"Investir ahora a Puigdemont comportaría abrir procesos penales contra más personas. Lo que se ha de valorar es si vale la pena o no en este momento después de tener tanta gente fuera del país y si es necesario rearmar las fuerzas y seguir adelante", señaló Mas, que aseguró que Puigdemont cuenta con legitimidad para ser president, pero también apuntó que "a veces la legitimidad no se acaba imponiendo a corto plazo". Sin embargo, el todavía líder de Junts per Catalunya dejó claro en tuit el pasado sábado que no tiene intención de echarse a un lado: "No claudicaré, no renunciaré, no me retiraré ante la actuación ilegítima de los que han perdido en las urnas ni ante la arbitrariedad de los que están dispuestos a pagar el precio de abandonar el Estado de derecho y la justicia por 'la unidad de la patria".
Así las cosas, fuentes de Junts per Catalunya recalcan que aún queda mes y medio antes del fin del plazo para investir president y señalan que, incluso con sus números uno y dos (Puigdemont y Sànchez) en prisión, su idea es seguir manteniendo el pulso al Estado agotando las instancias judiciales y acudiendo incluso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para intentar que se reconozca el derecho de Sànchez a acudir a la investidura –el juez Pablo Llarena le denegó el permiso cuando fue nombrado candidato–. Pero los plazos aprietan, y dado que Junts per Catalunya es quien tiene la potestad dentro del independentismo para elegir candidato, las fuentes consultadas admiten que existen "planes B" para escoger presidentpresident.
Artadi, Solsona y Buch
La portavoz del grupo parlamentario de Junts per Catalunya, Elsa Artadi, es uno de los nombres que suenan con más fuerza en este sentido. Artadi es una de las dirigentes de Junts per Catalunya más próximas a Puigdemont, y de hecho fue la directora de su campaña electoral para el 21D. En un momento en el que las relaciones entre el expresident y el PDeCAT no pasan por un buen momento, una eventual elección de Artadi garantizaría que el grupo más fiel a Puigdemont –que conforma más de una veintena de los 34 diputados de Junts per Catalunya, mientras el resto son más fieles al partido que al dirigente– mantuviera la preeminencia dentro del ala conservadora del independentismo.
Artadi, de hecho, ni siquiera milita ya en el PDeCAT, después de darse de baja poco antes de las elecciones del 21D. Doctora en Economía por la Universidad de Harvard, entró en la Generalitat de Cataluña en 2011 como asesora del Departamento de Economía, que dirigía el consejero Andreu Mas-Colell. Durante dos años, entre 2013 y 2015, asumió la dirección general de Tributos y Juego, donde se encargó del lanzamiento de la lotería de La Grossa. En enero de 2016 fue nombrada directora de la Coordinación Interdepartamental de la Generalitat, cargo del que fue cesada en enero de 2018 a través de la aplicación del artículo 155.
No obstante, Artadi no es la única posible candidata que ha salido a la palestra si, como todo apunta, la investidura de Puigdemont se torna imposible. También ha tomado protagonismo en las últimas semanas el alcalde de Mollerussa, Marc Solsona, también diputado de Junts per Catalunya en el Parlament y más afín a la cúpula del PDeCAT, partido en el que milita. Solsona fue diputado entre 2011 y 2015 en el Congreso, y ese mismo año se presentó –y obtuvo escaño– en las listas de Junts pel Sí al Parlament. Es regidor en su municipio desde 2010.
Solsona tampoco es el único alcalde que se perfila como un posible sustituto de Puigdemont de cara a la investidura. El nombre de Miquel Buch, primer edil del municipio de Premià de Mar hasta el pasado diciembre, también suena como eventual aspirante en el entorno del independentismo. Buch abandonó su puesto como regidor para dedicarse por completo a su trabajo como diputado del Parlament por Junts per Catalunya, pero su influencia tiene que ver con haber sido entre 2011 y 2018 presidente de la Associació Catalana de Municipis (ACM), que junto a la Associació de Municipis per la Independència (AMI) ha sido la principal organización a la hora de promover la secesión en nombre de las localidades catalanas.
Mascarell y Maragall, opciones más lejanas
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El último nombre que se ha unido al grupo que barajan los independentistas es el de Ferran Mascarell, exdelegado de la Generalitat en Madrid. Mascarell ha desarrollado la mayor parte de su carrera política en el PSC, y llegó a ser conseller de Cultura en el Govern de Pasqual Maragall, si bien en 2010 fue nombrado para ese mismo puesto por Artur Mas y pasó a engrosar las filas del independentismo. No obstante, Mascarell no es ahora mismo diputado –concurrió en el puesto 26 de Junts per Catalunya por Barcelona y la candidatura obtuvo 17 diputados en esa provincia–, y según el Estatuto ser parlamentario es indispensable para ser investido president.
Por ello, Mascarell sólo tendría opciones si Puigdemont, Sànchez, Clara Ponsatí, Jordi Turull y Josep Rull fueran inhabilitados, algo que podría suceder en las próximas semanas. Sin embargo, incluso así, el exdelegado de la Generalitat en Madrid necesitaría que otros dos diputados de Junts per Catalunya renunciaran a sus escaños para acceder al Parlament y poder someterse a una eventual investidura –el número siete por Barcelona, el exconseller Joaquim Forn, dejó su acta hace meses–.
Incluso el diputado más mayor del Parlament, Ernest Maragall, ha sonado como candidato, aunque fuentes del PDeCAT prácticamente lo descartan porque es Junts per Catalunya y no ERC –grupo al que pertenece Maragall– quien tiene, dentro del secesionismo, la potestad para elegir al aspirante como fuerza separatista más votada. Ernest Maragall, hermano del expresident de la Generalitat, tiene una trayectoria similar a la de Mascarell: también procede del PSC, que abandonó en 2010 para pasar a la órbita de ERC y abrazar el independentismo. En su discurso en el pleno de constitución del Parlament el pasado enero, Maragall fue muy duro con el Estado, del que aseguró que "no sabe ganar, sabe derrotar, solo sabe imponer, humillar y castigar".
La justicia sigue reduciendo las opciones de los partidos independentistas catalanes de cara a la investidura de un president de la Generalitat. Este martes, la Fiscalía alemana pidió a la Audiencia Territorial de Schleswig la tramitación de la extradición a España del expresident Carles Puigdemont por los delitos de rebelión y malversación de fondos públicos, y parte del secesionismo asume ya que será imposible que sea investido, pese a que Junts per Catalunya insiste en que Puigdemont sigue siendo su candidato. Pero no solo la situación del expresident es comprometida: su número dos, Jordi Sànchez, también está encarcelado, al igual que la mayor parte de los principales dirigentes independentistas, por lo que nombres como los de Elsa Artadi, Marc Solsona o Miquel Buch han saltado en las últimas semanas a los medios como posibles aspirantes a sustituirlos.