El alcalde de Badalona, Xavier García Albiol (PP), no cree que haya nada racista en la anotación que difundió a través de redes sociales descalificando a un grupo de personas a bordo de un ferry sin otro argumento que su supuesta condición de “marroquíes” para señalar los presuntos peligros de la inmigración —“Esto acabará como Francia antes que después”, escribió en X—. Un convencimiento que recuerda a Donald Trump diciendo que tampoco hay discriminación racial en la afirmación de que existen “trabajos para negros”. Eran “diez hombres marroquíes“, anotó a sus seguidores. “Todos con una bolsa de una entidad social, de entre 25 y 40 años, todos con teléfono, casi todos con gafas de sol, aspecto saludable, alguno incluso con un cuerpo de gym y haciéndose fotos con el signo de victoria”.
Que Albiol busca deliberadamente notoriedad con afirmaciones de este tipo, aparentemente más propias de Vox, no es una novedad. Hace años se presentó a las elecciones con un eslogan que prometía “limpiar” su ayuntamiento de inmigrantes. Lo llamativo estos días ha sido el silencio, cuando no la cobertura, que le ha dado su partido. Nadie en la dirección del PP ha condenado o siquiera matizado sus palabras, ni siquiera cuando añadió, sin ninguna prueba, que la migración acaba, “en la mayoría de casos”, con la “ocupación de viviendas de manera ilegal o viviendo hacinados” porque no pueden trabajar.
Contradicciones
El portavoz adjunto del PP en el Senado, Antonio Silván, tuvo que hacer malabarismos este miércoles para negar que las opiniones de Albiol merezcan el reproche que él mismo pidió para luchar contra quienes difundan mensajes de odio. El mensaje del alcalde de su partido, justificó, “obedece a una situación personal de un viaje”.
Ni siquiera el reciente y peligroso intento de la ultraderecha de incendiar las calles culpando a menores migrantes del asesinato de un niño en una localidad toledana que en realidad había competido un ciudadano español ha hecho al PP repensar su respaldo implícito a Albiol.
Esta comprensión ha multiplicado los reproches a Alberto Núñez Feijóo. La vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, calificó la política migratoria del PP de “indistinguible de la que practica la ultraderecha”. Una opinión que comparten otros miembros del Gobierno, así como dirigentes sindicales y representantes de movimientos sociales, además de portavoces de la práctica totalidad de los partidos políticos.
La actitud del PP en materia de migraciones cambia en función del origen de los que llegan. Y va por barrios. Se muestra comprensiva, cuando no alienta, la llegada de migrantes —a los que trata a menudo como refugiados— procedentes de América Latina. La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, presenta a menudo su comunidad como un territorio de libertad que acoge quienes huyen de “las dictaduras” americanas. Quienes vienen, asegura Ayuso, lo hacen atraídos por “el modo de vida” madrileño, pero también por la seguridad jurídica que ofrece Madrid.
El voto latino
Solo en Madrid, según datos de 2023, había 397.486 latinoamericanos con derecho a voto a los que el PP corteja abiertamente participando en sus convocatorias y defendiendo sus principales reivindicaciones. El colectivo venezolano, formado en su mayor parte por personas que han huido de la pobreza y la inseguridad en su país, muy movilizados contra la izquierda, es un buen ejemplo: la derecha española lleva semanas participando en sus movilizaciones en contra del régimen del actual presidente, Nicolás Maduro.
Para atraer al apoyo de los votantes latinoamericanos, el PP —como Vox— no duda en sumarse incluso a las celebraciones religiosas de sus comunidades, como quedó de manifiesto en marzo de 2023.
Su enfoque es, en este caso, muy parecido al de Vox, que siempre ha defendido dar prioridad a la inmigración latinoamericana con el argumento de que comparten el idioma, la cultura, las costumbres y hasta la religión.
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Para el PP tampoco es ningún problema la llegada masiva de refugiados ucranianos, por encima de los 300.000, según el último recuento oficial. La propia Ayuso, contraria a la llegada de africanos, en muchos casos huyendo de la guerra, comprometió en su día “todo tipo de ayuda” a los ucranianos, víctimas de una “invasión ilegal, injusta y totalitaria”. Y aseguró que la Comunidad de Madrid estaba dispuesta acoger de manera “masiva” a todos los ucranianos que se viesen obligados a abandonar su país tras la invasión rusa, ofreciéndoles asistencia sanitaria, jurídica, escolarización, cursos de español y transporte público gratuito.
De los prejuicios a la xenofobia
Las cosas, sin embargo, cambian cuando se trata de migrantes económicos o de refugiados procedentes de África. Cuando se habla de ellos, abundan las declaraciones cargadas de prejuicios que rozan peligrosamente la xenofobia. Tanto de Ayuso como de su jefe de filas, Alberto Núñez Feijóo. Vinculándoles sin pruebas con la comisión de delitos sexuales, como señaló la presidenta madrileña a comienzos de año para oponerse a la acogida de un grupo en el municipio de Alcalá de Henares. O relacionándolas con la inseguridad en las calles y la ocupación ilegal de viviendas —dos afirmaciones que no se corresponden con la realidad— como hizo el propio Feijóo en la campaña catalana cuando pidió el voto contra la “inmigración ilegal” que ocupa casas. “Yo le pido el voto a aquellos que están a favor de la inmigración legal, pero los que no admiten que la inmigración ilegal se deje en nuestras casas ocupando nuestros domicilios y nosotros no poder entrar en nuestras propiedades”, aseguró.
Estas diferencias de enfoque en torno a las migraciones en función de su origen (los ucranianos tienen la piel clara, los latinos acostumbran a ser cristianos y los africanos a menudo son musulmanes) explican el apoyo inicial dado por el PP a la iniciativa legislativa popular que trata de impulsar una nueva regularización de extranjeros sin papeles. Pensando en los de origen latino, Feijóo prometió abiertamente “una solución” para los extranjeros en situación irregular que viven y trabajan en nuestro país. “Hay un debate que debemos de dar y debemos de zanjar con los migrantes que viven y trabajan en España, pero que no obtienen o no han obtenido de momento papeles. Esos pueden estar tranquilos, que este partido es sensible con ellos y buscaremos soluciones para una inclusión social correcta y legal en nuestro país”, señaló.
El alcalde de Badalona, Xavier García Albiol (PP), no cree que haya nada racista en la anotación que difundió a través de redes sociales descalificando a un grupo de personas a bordo de un ferry sin otro argumento que su supuesta condición de “marroquíes” para señalar los presuntos peligros de la inmigración —“Esto acabará como Francia antes que después”, escribió en X—. Un convencimiento que recuerda a Donald Trump diciendo que tampoco hay discriminación racial en la afirmación de que existen “trabajos para negros”. Eran “diez hombres marroquíes“, anotó a sus seguidores. “Todos con una bolsa de una entidad social, de entre 25 y 40 años, todos con teléfono, casi todos con gafas de sol, aspecto saludable, alguno incluso con un cuerpo de gym y haciéndose fotos con el signo de victoria”.