"El presidente Rajoy le ha expresado [A Donald Trump] que España, con un Gobierno estable y con una economía que crece a más del 3 por 100, está en las mejores condiciones para ser un interlocutor de Estados Unidos en Europa. en América Latina y también en el norte de África y Medio Oriente". Este es uno de los párrafos del comunicado difundido por la Presidencia del Gobierno después de que el presidente estadounidense y el español mantuviesen una conversación telefónica que se extendió durante quince minutos. Una conversación que ha venido precedida de críticas al Ejecutivo por una posición, a veces tibia, a veces poco contundente, a las polémicas medidas que Trump ha ido avanzando desde que asumió la Presidencia de Estados Unidos.
El argumentario del Gobierno para justificar una posición equidistante respecto a Trump ha sido que en política exterior hay que ir paso a paso, que no se pueden tomar decisiones de un día para otro. Y, sobre todo, sin haber comentado con México qué tipo de mediación o ayuda precisa. Esta estrategia ha sido duramente contestada por los partidos de la oposición. Hace un par de semanas, la Comisión Gestora del PSOE emitió un comunicado en el que solicitaba la convocatoria de una Cumbre Iberoamericana extraordinaria entre los países de América Latina, y además un Consejo Europeo para dirimir la postura común de los países miembro de la UE ante el nuevo Gobierno de Estados Unidos. El Gobierno lo vio "prematuro".
La posición de puente entre Estados Unidos y Europa y América Latina que Rajoy dice poder asumir ha sido interpretada en círculos conservadores como un intento del Gobierno de recuperar el protagonismo internacional
perdido en los últimos años. Con la primera legislatura de Rajoy centrada casi en su totalidad en las medidas económicas, las fuentes consultadas creen que ahora el presidente del Gobierno está legitimado, con su continuidad en la Moncloa, para reclamar mayor influencia en la esfera internacional.
A partir del viernes el Partido Popular celebra en Madrid su XVI Congreso Nacional y el debate sobre el peso internacional de España también estará sobre la mesa. En el texto original de la ponencia Internacional, coordinada por el vicesecretario de Comunicación, Pablo Casado, hay un apartado destinado a "el papel de España en el mundo". "En el Partido Popular defendemos más protagonismo de España donde nos corresponde por historia, por vocación y por los compromisos internacionales que hemos ido adquiriendo en las cuatro décadas de nuestra trayectoria constitucional".
Criticas a Zapatero...
No es la primera vez, no obstante, que se escuchan argumentos similares desde que Rajoy llegó al Gobierno. Antes, en la etapa del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, los conservadores hicieron bandera de la crítica a la infrarrepresentación de España en las instituciones europeas. Unas críticas que el candidato del PP, Miguel Arias Cañete, recuperaría para la campaña de las europeas de mayo de 2015. El número uno de los conservadores al Parlamento Europeo sostuvo que el expresidente Zapatero "entregó a cambio de un plato de lentejas" el "máximo" poder de España en la Unión Europea que años antes había negociado José María Aznar. Una situación que los conservadores se comprometían a revertir.
El tiempo pasó. Y el propio Cañete comprobó en su propia piel que los años de Rajoy en la Moncloa no eran por sí solos un aval para la recuperación del peso internacional de España. En el Gobierno y en el PP se había extendido la idea de que le iba a corresponder una comisaría potente, de peso dentro del área económica. Se hablaba de Competencia, Asuntos Económicos y Monetarios o Comercio Exterior. Pero ni su área tiene rango de vicepresidencia, como se pretendía desde Moncloa, ni es de peso dentro de las económicas. Le tocó en suerte Acción por el Clima y Política de Energía, un área de nueva creación.
Otra de las pretensiones de España era la presidencia del Eurogrupo, un puesto que, por momentos, parecía reservado para el ministro de Economía, Luis de Guindos. En julio de 2015, el holandés Jeroen Dijsselbloem era elegido de nuevo para liderar durante dos años y medio a los países de la zona euro. Este hecho fue interpretado como un fracaso de la diplomacia española. La implicación personal de Mariano Rajoy en la operación Guindos y las conversaciones en esta línea con la todopoderosa Angela Merkel no surtieron efecto.
Sin presidencia del Eurogrupo
El titular de Economía fue durante la legislatura pasada uno de los miembros del Gobierno que con más insistencia denunció la infrarrepresentación de España en los órganos de Gobierno de la UE. La primera vez que Dijsselbloen fue elegido al frente del Eurogrupo, en enero de 2013, España fue el único país de la Eurozona que no respaldó el nombramiento del holandés para sustituir a Jean-Claude Juncker. El propio ministro de Economía defendía el sentido del voto: "El planteamiento de España es simple: se considera que está infrarrepresentada en las instituciones comunitarias e, igual que ocurrió con el consejero del Banco Central Europeo [Yves Mersch] lo que ha hecho es no apoyar el nombramiento del presidente del Eurogrupo".
Desde que Guindos hizo estas declaraciones, España tuvo la oportunidad de incrementar su peso en los relevos que se produjeron en el Defensor del Pueblo y en el Comité Económico y Social. Pero no fue así.
Uno de los momentos decisivos fue también la renovación en el Banco Central Europeo a finales de 2012, cuando Mariano Rajoy llevaba ya un año en La Moncloa. El presidente del Gobierno Rajoy apoyó a Antonio Sáinz de Vicuña para relevar a José Manuel González-Páramo, que finalizaba mandato tras ocho años en la cúpula, pero la Comisión apostó por Yves Mersch. Las fuentes conocedoras del proceso subrayan que el error del Gobierno fue rechazar la candidatura del exsecretario de Estado con Zapatero, José Manuel Campa. Este gozaba del visto bueno de Mario Draghi, presidente de la institución. Este episodio llevó a España a estar fuera de la cúpula del BCE por primera vez desde 1999. Hasta mayo de 2018 no habrá ninguna vacante, por lo que no será hasta esta fecha cuando pueda solucionarse este desequilibrio.
La polémica sobre la nominación y la posterior marcha atrás del Gobierno en el nombramiento del exministro José Manuel Soria como director ejecutivo del Banco Mundial también fue un duro golpe a la imagen de España en el exterior.
¿Qué ha cambiado ahora? Las fuentes consultadas señalan que el contexto actual es más propicio para un mayor protagonismo internacional de España. El hecho de que Rajoy siga en el poder, el Brexit, la inestabilidad abierta en Italia y la marcha de Hollande ubican a Rajoy en mejor posición para que España recupere influencia.
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Hace unos meses desde Moncloa se esforzaron en trasladar las palabras que Angela Merkel dirigió a Rajoy al confirmarse que seguía en el Gobierno. "Mariano, en Alemania diríamos que tienes la piel de elefante", habría dicho la canciller alemana. "España ha dejado de ser un problema para Europa para ser la solución", interpreta un miembro de la cúpula nacional del PP.
Política Exterior
La política exterior tendrá bloque propio en el XVIII Congreso Nacional que los conservadores celebran este fin de semana en la Caja Mágica (Madrid). El cónclave, que contará con la presencia del presidente del PP Europeo, Manfred Weber, y del presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani. Ambos intervendrán el sábado por la tarde. Horas antes, el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, pronunciará un discurso sobre "Política exterior de España" y el ministro de Educación y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de VigoÍñigo Méndez de Vigo, y el ministro de Exteriores de Italia, Angelino Alfano, charlarán sobre los "Retos de las políticas Europeas. Cultura y educación en Europa".
"El presidente Rajoy le ha expresado [A Donald Trump] que España, con un Gobierno estable y con una economía que crece a más del 3 por 100, está en las mejores condiciones para ser un interlocutor de Estados Unidos en Europa. en América Latina y también en el norte de África y Medio Oriente". Este es uno de los párrafos del comunicado difundido por la Presidencia del Gobierno después de que el presidente estadounidense y el español mantuviesen una conversación telefónica que se extendió durante quince minutos. Una conversación que ha venido precedida de críticas al Ejecutivo por una posición, a veces tibia, a veces poco contundente, a las polémicas medidas que Trump ha ido avanzando desde que asumió la Presidencia de Estados Unidos.