“Y nos llamaron asesinos ". Un dirigente al más alto nivel en los gobiernos gallegos de Alberto Núñez Feijóo recordaba, reiteraba y resumía así en una conversación con periodistas lo que, lamentó, les tocó vivir a los miembros del PP gallego desde finales de 2002 y hasta bien entrado 2004 . Eran años convulsos en los que al PP en general y al PP gallego en particular se le habían roto demasiado esquemas en poco tiempo.
La gestión del naufragio del Prestige había desencadenado una crisis interna sin precedentes en un partido en el que Manuel Fraga comenzaba a decaer política y –sobre todo– físicamente. Las movilizaciones sociales y los efectos políticos de la catástrofe se mezclaron con los vinculados al rechazo a la intervención española en la invasión de Irak mientras el poder institucional de los conservadores decaía en flancos estratégicos como la Diputación Provincial de A Coruña hasta que, en 2005, el PP perdía la Xunta un año después de hacerlo en el Gobierno de España tres días después del 11M.
El propio Fraga admitiría años más tarde en sus memorias Final en Fisterra que las consecuencias políticas de la gestión del Prestige entre finales de 2002 y principios de 2003 habían sido claves para perder la Xunta en 2005 . El petrolero y la movilización social canalizada sobre todo a través de la Plataforma Nunca Máis quedaron en la memoria de los populares gallegos como un trauma político que, desde entonces, muchos dirigentes tenían la voluntad de devolver a la izquierda en cuanto tuvieran la oportunidad. Por las enormes manifestaciones, pero también por las protestas contra diversos actos institucionales o del PP, que sólo en una ocasión fueron más allá de consignas o gritos más o menos intensos, cuando un bateeiro tiró chapapote al alcalde de Ribeira y presidente de la Diputación de A Coruña en el puerto de Aguiño, José Luis Torres Colomer.
Uno de los dirigentes que albergaba el deseo de poder, en algún momento, lanzar contra un Gobierno de izquierdas un movimiento similar al que tuvo que afrontar el PP con el Prestige fue, paradójicamente, uno de los más beneficiados por lo ocurrido entonces: Alberto Núñez Feijóo. No en vano, la crisis del Gobierno de Fraga provocada por la dirección central del PP, con la defenestración de Xosé Cuíña en enero de 2003 , hizo que Feijóo volviera a la Xunta como nuevo conselleiro de Política Territorial tras ocho años como alto cargo en el Ejecutivo de Aznar.
Apenas un año y medio después, en 2004, Feijóo sería ascendido a vicepresidente primero. Desde ese cargo empezó a opositar a la sucesión de Fraga, que culminaría en enero de 2006 tras ser ratificado como nuevo presidente del PPdeG en un congreso al que llegó sin rivales. Así se convirtió en líder de la oposición al Gobierno de coalición de PSdeG y BNG, a al que ya en 2006 intentó devolverle el Nunca Máis con declaraciones y acciones que en este 2024 se repiten en los movimientos de la dirección estatal del PP contra el Gobierno de España en el marco de la catástrofe por las inundaciones en la Comunitat Valenciana.
"Solos contra el fuego"
En el verano de 2006, Galicia sufrió la que acabaría siendo la oleada de incendios más destructiva en década y media. Los primeros balances oficiales hablaban de 77.000 hectáreas quemadas en un año, que acabarían siendo 95.000. En ese contexto, el PP se apresuró a articular su propio Nunca Máis: se llamó Sós contra o lume (Solos contra el fuego), una plataforma presidida por uno de sus alcaldes (José Antonio Landín, de Barro) y apoyada por las estructuras locales del partido y su sindicato agrario afín, Xovenes Agricultores.
Sós contra o lume desplegó sus acciones en múltiples frentes. Desde anuncios de denuncias contra la Xunta hasta, sobre todo, la organización de una manifestación que, el 17 de septiembre de 2006, reunió a miles de personas en Santiago, colocando como protagonistas a Mariano Rajoy y a un Feijóo que había protagonizado en medio de la ola de incendios una fotografía en la que simulaba apagar un incendio con una manguera de jardín en Meis (Pontevedra).
La organización había colocado al frente de la marcha a la hija y a la nieta de las dos mujeres fallecidas en Cotobade atrapadas por el fuego en su coche y no dudó en atribuir las muertes directamente a la gestión del Gobierno gallego. "Con nosotros no murió nadie en los incendios y con ellos, cuatro personas", sintetizó el propio Feijóo meses después durante un mitin de la precampaña municipal de 2007 en Carballo para evocar una ola de incendios en la que la dirección del PPdeG, al menos en la provincia de A Coruña, había dado la orden de "retrasar" la constitución de las brigadas de bomberos locales alegando "diferencias" y culpando después a la Xunta de "lentitud".
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Un discurso similar al de aquellos días pronunció Feijóo la semana pasada en su primera visita a Valencia tras las inundaciones. Al laso de un sobrepasado Carlos Mazón, presidente de la Comunitat Valenciana, el ahora líder estatal del PP negó la existencia de cualquier "colaboración" por parte del Gobierno de España y cuestionó a la Agencia Estatal de Meteorología en su labor sobre las alertas durante la dana.
Este lunes, tras el atentado sufrido por Pedro Sánchez en Paiporta (València) –reivindicado como propio por activistas de ultraderecha– durante la visita a la zona de los reyes de España, que también fueron insultados y blanco de barro arrojado por personas presentes en la zona, Feijóo no dudó en contrastar la actitud del monarca, que "estuvo a la altura" y "supo estar donde hay dolor", con la del presidente del Gobierno de España. Porque la "indignación de los ciudadanos no es marginal ni simulada", sino "la indignación de una nación que no soporta ver a sus compatriotas abandonados".
"Por supuesto –aclaró Feijóo en una intervención sin preguntas— que las expresiones de violencia no nos representan y las rechazamos", aunque "no nos vamos a equivocar sobre quiénes son las verdaderas víctimas de toda esta tragedia", afirmó para luego alertar sobre un supuesto “relato partidista" al respecto. En la misma intervención, el expresidente gallego pidió la declaración de "emergencia nacional ", lo que supondría quitar el mando al presidente valenciano, Carlos Mazón, y traspasarlo al Gobierno de España. Algo que descartó horas después el propio Mazón.
“Y nos llamaron asesinos ". Un dirigente al más alto nivel en los gobiernos gallegos de Alberto Núñez Feijóo recordaba, reiteraba y resumía así en una conversación con periodistas lo que, lamentó, les tocó vivir a los miembros del PP gallego desde finales de 2002 y hasta bien entrado 2004 . Eran años convulsos en los que al PP en general y al PP gallego en particular se le habían roto demasiado esquemas en poco tiempo.