Casa del Rey
Primera aparición de la infanta en un acto oficial en pleno escándalo por el error de Hacienda
Desde el 12 de octubre de 2011 Cristina de Borbón seguía en las catacumbas para la Casa del Rey. Imputado su marido por el caso Nóos, y tocada ella de lleno también, fue apartada de la agenda institucional. La cuarentena de 617 días se levantó este jueves, justo en pleno escándalo por el informe de Hacienda que le atribuyó por "error" la venta de 13 fincas por valor de 1,43 millones de euros.
La hija menor de los reyes reapareció sin Iñaki Urdangarin en la misa conmemorativa del centenario del nacimiento del conde de Barcelona Juan de Borbón, el padre del rey. Y con ella, la familia real al completo: Juan Carlos y Sofía, Elena y su hijo mayor, Froilán, los príncipes Felipe y Letizia, y las hermanas del jefe del Estado, Pilar y Margarita. El acto fue en la capilla real del Palacio Real, y a él acudieron el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, su antecesor en el cargo, José Luis Rodríguez Zapatero; el hijo de Adolfo Suárez, Adolfo Suárez Illana, y varios de los ministros del Ejecutivo: Alberto Ruiz-Gallardón, José Manuel García-Margallo y Jorge Fernández Díaz. La infanta se sentó al lado de su sobrino Froilán y de la hermana mayor del monarca, Pilar de Borbón. Y por razones de protocolo estaba situada a unos metros de los reyes y los príncipes. Las imágenes de televisión la muestran con rostro serio, salvo alguna que otra sonrisa al vástago de Elena.
Cristina de Borbón había sido excluida de la agenda oficial por la vía de los hechos al poco de estallar el caso Nóos, cuando la Casa del Rey dejó caer a su yerno por su comportamiento poco "ejemplar". El castigo afectaba en teoría al duque de Palma, pero ella acabó siendo perjudicada. Incluso también indirectamente su hermana, a quien en el desfile del 12 de octubre de 2012 se la situó ya no en el palco real sino en la tribuna de autoridades, junto al líder del principal partido de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba. Entonces, la Zarzuela explicó el nuevo protocolo: en los actos de "máxima solemnidad", la representación de la Corona se ceñiría al "núcleo duro" de la familia real: a los reyes y los príncipes de Asturias.
Todavía bajo la lupa del juez
El de este jueves, teóricamente, era un acto de carácter más privado y familiar, pese a la consistente representación institucional. Porque aparte del Gobierno actual y de los anteriores, asistieron los presidentes del Congreso y del Senado, Jesús Posada y Pío García-Escudero, o el presidente del Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Gonzalo Moliner; el recién elegido presidente del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González o los regidores de Madrid y Barcelona, Ana Botella y Xavier Trias.
Además de los actuales responsables de la Casa del Rey –encabezados por su jefe, Rafael Spottorno–, asistieron a la homilía sus antecesores, como Alberto Aza y Fernando Almansa, así como la viuda de Sabino Fernández-Campo. En el homenaje participaron asimismo personas vinculadas al conde de Barcelona a lo largo de su vida o los que le atendieron en los últimos días de su vida o le sirvieron en Villa Giralda (Estoril), durante su exilio. En total, más de 220 invitados al acto litúrgico. La misma fue oficiada por el arzobispo castrense, Juan del Río, junto a Pablo Pandero, vicario general de su arzobispado. Del Río llamó durante su homilía a proteger la monarquía de "sectarismos y partidismos".
Tras la misa, ya fuera del templo, los asistentes pudieron charlar con los miembros de la familia real en las dependencias del Palacio Real conocida como zona de María Cristina.
No pesa la imputación sobre la infanta, pero su situación procesal sigue siendo delicada, ya que el juez José Castro, instructor del caso Nóos, la sigue investigando por si pudo cometer delito fiscal.
Juan de Borbón, conde de Barcelona, nació hace exactamente 100 años, el 20 de junio de 1913, en el palacio de la Granja de Segovia. Y falleció hace poco más de 20 años, el 1 de abril de 1993, en la clínica universitaria de Navarra y sus restos permanecen en el panteón real del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid. Dejó a su muerte, por cierto, una herencia de 1.100 millones de pesetas que todavía no ha sido aclarada oficialmente.