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El PSOE de Sánchez se topa con Andalucía

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Uno a uno, ovación tras ovación, los miembros de la ejecutiva recién elegida por el congreso del PSOE andaluz fueron subiendo al estrado. Por el camino recibían aplausos, besos, felicitaciones, vítores. Algunos alzaban los brazos con el puño cerrado en señal de victoria. En primera fila, Susana Díaz los recibía con los ojos vidriosos de alegría y la sonrisa amplia. En su salsa y satisfechasu monolítica dirección acababa de ser elegida con un 91,1% de los votos a favor y sin votos en contra. Los abrazos con ella a veces eran largos, parecían reencuentros en una estación de tren. Al llegar a Sánchez, sentado a su lado, los miembros de la dirección de la federación más numerosa del PSOE abandonaban la actitud de efusividad y le dedicaban un apretón de manos o dos besos. Una sonrisa cordial, todo lo más. Sánchez mantenía el tipo aplaudiendo sin levantarse de la silla. Su atribulada peripecia como secretario general lo ha doctorado en sonrisas de circunstancias. Entre los que le tendían la mano protocolariamente había antiguos miembros de su dirección –Antonio Pradas, María Jesús Serrano...– que le dimitieron para forzar su salida antes del comité federal que provocó su dimisión. Un trago.

El 13º congreso ordinario del PSOE andaluz ha sido pródigo en gestos de frialdad con Pedro Sánchez, secretario general del partido, que este fin de semana ha comprobado que no tiene a Díaz de su lado para algunos de los elementos nucleares de su proyecto político: el modelo territorial, la forma de encarar el desafío independentista catalán, la manera de ejercer la democracia en el propio partido, la política de alianzas. En suma, el "nuevo PSOE" que abandera y que citó desde la tribuna. Los dos entraron al plenario juntos, pero con Díaz aferrada a la cintura de Omar Anguita, secretario general de Juventudes Socialistas de España. Sánchez caminaba a un metro, con cara de circunstancias, mientras sus seguidores, situados a las puertas del plenario, coreaban "Pedro, Pedro", dándole algo de cariño, sabedores de que dentro no le esperaban excesivas muestras de afecto. Estaban dentro del hotel donde se celebraba el congreso pero fuera del plenario, porque no eran ni delegados ni invitados.

La intervención de cierre del cónclave del secretario general, que trató de mostrarse conciliador pero sin ceder en los planteamientos que Díaz desaprueba, no fue seguida por la melodía del PSOE, tan adecuada para generar la atmósfera épica que ansía cualquier dirigente. Díaz no se unió a él para compartir la tantas veces vista foto de dos líderes en el escenario, el uno alzando el brazo del otro, ese tipo de imágenes que son carne de portada y de apertura de informativo. No se podrá decir que haya habido excesivas hipocresía, más allá de un "Pedro, estás en tu casa" de Díaz y un "Susana es mi secretaria general y mi presidenta de la Junta" de Sánchez. Lo demás, gélido. Al menos Díaz lo nombró en su intervención, cosa que no hizo el sábado en el discurso de presentación del balance de sus primeros cuatro años como líder del PSOE andaluz.

La presidenta también se refirió, sin nombrarlos, a los miembros de la ejecutiva federal presentes, entre ellos Alfonso Rodríguez Gómez de Celis y Carmen Calvo. El último acto del congreso, en el que el verde andaluz se impuso por goleada en la escenografía al rojo socialista, fue el canto del himno de Blas Infante, con Sánchez ya de vuelta a la primera fila y fuera de foco. "Andaluces, levantaos", coreaban los dirigentes. Sólo quedaba arriba la nueva ejecutiva: 43 miembros, ningún sanchista. Fuera unas decenas de seguidores de Sánchez se preparaban para entonar La Internacional, en una especie de desagravio al jefe del partido, que se ha topado con el aparato orgánico andaluz. Y no sólo por los gestos. Además de quedar fuera de la dirección, los sanchistas se enfrentan ahora a la dificultad de reunir un 20% de avales para presentar candidaturas si quieren competir por el liderazgo en los congresos provinciales de octubre. El PSOE andaluz ha elegido la fórmula del 20%, en vez del 3%. Más dificultades para el secretario general y los suyos. No obstante, es previsible que haya competencia provincial en las urnas.

Marcar territorio y distancias

Se ha cumplido el guión que escribió Díaz tras su derrota en las primarias del PSOE, dolorosa para ella porque fue frente a quien consideraba un segundón: ni ella se metería en la dirección de Ferraz, ni Ferraz se metería en la suya. Ya es un hecho. El PSOE andaluz estará dirigido por leales a la secretaria general, que previsiblemente este lunes mantendrán la primera la reunión de la ejecutiva en la II Era de Susana Díaz. Una era en la que Díaz ya no acecha la secretaría general del PSOE, pero en la que el objetivo de revalidar la presidencia de la Junta de Andalucía en 2019 –si no hay un adelanto que parece poco previsible– lleva aparejado su convencimiento de que debe marcar territorio y distancias con el secretario general.

Es más, Díaz ha dejado una frase, soltada a la cara de su jefe de filas y que cosechó una sonora ovación de los delegados, con la que pone precio a su fidelidad. "Tienes la lealtad de todos los socialistas andaluces y la mía la primera. Sé que esa lealtad también la vas a tener con Andalucía. Lo único que te pido, Pedro, es que no me hagas elegir entre las dos lealtades". Ése es el mensaje subrayado en rojo: si tiene que elegir entre Andalucía y el PSOE –al menos el "nuevo PSOE" de Sánchez–, elegirá a Andalucía. Es la propia Díaz la que sitúa su exacerbado discurso andalucista en oposición a las tesis de Ferraz. "Las personas, por delante de los territorios", ha reiterado. Al mismo tiempo, el congreso ha llevado por eslogan "Andalucía, la fuerza socialista".

Renovado énfasis andalucista

El redoblado ímpetu verdiblanco de Díaz tiene su lógica. Es en Andalucía donde va a presentarse a las elecciones y a jugárselo todo en menos de dos años. Aunque esa no era su intención inicial, porque anhelaba el control de Ferraz y luego la Moncloa, ahora la carta que le queda es Andalucía y Díaz va a jugar la baza de defensora de los intereses de Andalucía, sobre los que cree que se proyectan amenazas salidas de su propio partido. Entre los afines a Sánchez cunde la idea de que no hay motivo objetivo que lleve a Díaz a situar a Sánchez como un obstáculo para desplegar ese renovado andalucismo, que ponen en contraste con el énfasis español mostrado durante buena parte de su trayectoria política y aun hoy en sus mensajes en clave nacional. La única explicación que encuentran es que Díaz no ha digerido aún su derrota en las primarias, que no ha sabido frenar una inercia de enfrentamiento con el secretario general. Podría ser –esperan– cuestión de tiempo. Quizás después de los congresos provinciales.

El PSOE andaluz siempre ha sabido rentabilizar una imagen de partido central de la autonomía, el de Felipe González y Alfonso Guerra. Un gran partido para un gran pueblo, se llamaba la exposición montada con motivo del congreso, que ilustraba cómo en efecto Andalucía está en el origen de acontecimientos fundamentales para ese PSOE que acabó ganando la partida electoral de la transición. Díaz reitera ahora ese mensaje. Se presenta como "heredera" de las grandes manifestaciones autonomistas del 4 de diciembre de 1977 y del referéndum del 28 de febrero de 1980. En España hay, dijo, "tres comunidades históricas y una que hizo historia". Anhela recuperar el vigor y la épica de aquel PSOE con tracción autonomista. Ya ha activado la maquinaria, ahora que se acerca el 40º aniversario del 4-D, que tiene como máximo símbolo al joven Manuel José García Caparrós, asesinado en Málaga durante la manifestación. En otoño celebrará un encuentro municipalista en Antequera, centro geográfico y emocional de Andalucía, cuna del autonomismo desde el Pacto de Antequera de 1978, germen del acceso al Estatuto y a las plenas competencias.

1 de octubre, 4 de diciembre, 28 de febrero

Para ese proyecto de "no bajarse del palo mayor del 28-F", como dijo gráficamente el sábado el histórico José Caballos, Díaz ha montado una dirección sin fisuras. Otra vez se configura la imagen de dos bloques, como durante las primarias: sanchistas y susanistas, los primeros hegemónicos en Ferraz, los segundos en la calle San Vicente. Con distintas prioridades y estrategias. Ferraz centrado en ofrecer una solución política al 1 de octubre –y por extensión al problema territorial– y San Vicente centrado en recuperar el espíritu del 4 de diciembre y del 28 de febrero, con la vista puesta en el reparto de la financiación y la reforma territorial. La secretaria general ha advertido que el PSOE andaluz no es una "sucursal" de Ferraz, como a su juicio lo son de sus respectivas direcciones nacionales el PP de Juan Manuel Moreno Bonilla y el Podemos de Teresa Rodríguez. Ése es otro mensaje que no hace falta traducir: Díaz decide su camino

Los afines a Sánchez se esforzaban este fin de semana en trasladar el mensaje de que no cabe una simetría entre el PSOE y el PSOE andaluz, porque son todo y parte, porque éste es un elemento federal de aquél, porque Díaz se debe al documento político aprobado en el 39º congreso federal, como se debe cualquier militante. Ese documento establece la defensa de la "plurinacionalidad del Estado", comodín de Sánchez para renovar un discurso que desencalle la endiablada crisis política catalana, con el referéndum del 1 de octubre como telón de fondo. Por mucho que no esté en el documento andaluz, esa "plurinacionalidad" rige también para los casi 46.000 militantes andaluces, un cuarto del total, desde Ayamonte a Pulpí, frontera con Portugal y límite con Murcia. Bien, eso es así formalmente. Pero, ¿políticamente? ¿Será así en la realidad?

Desconfianza ante la "plurinacionalidad"

Díaz desconfía de la "solución política" de Sánchez, aunque éste se esfuerce en insistir en su rechazo al referéndum ilegal, en su defensa de la ley y la Constitución. Los próximos a la secretaria general creen que tras la idea de "pluracionalidad", tras la referencia al federalismo "asimétrico" de Cristina Narbona que encendió las alarmas en San Vicente y San Telmo, se esconden futuros privilegios para Cataluña con respecto a Andalucía, especialmente en el terreno económico.

Así lo ve Díaz, como líder del PSOE andaluz y como presidenta de la Junta de Andalucía. Por eso el congreso andaluz ha tumbado sin miramientos –aunque con una excusa técnica que evita el conflicto formal– la enmienda sanchista que pretendía incluir la "plurinacionalidad" del Estado. Lo que le ha dicho Díaz a Sánchez en el congreso es que si sus temores se hacen realidad, no cuente con ella. Sánchez le respondió: "Tú y yo hablamos el mismo idioma, el idioma de la igualdad y de la fraternidad. Susana, tienes todo mi apoyo. Sumemos. La derecha quiere un PSOE desunido porque unidos somos imparables". Y pidió apoyo –sin encontrar excesiva calidez en el plenario– a su proyecto para Cataluña.

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Un documento coordinado por Gregorio Cámara

Sánchez lo traía preparado. El secretario general tenía bien localizado el documento Por una reforma federal del modelo de Estado, encargado en 2012 por José Antonio Griñán a la Fundación Alfonso Perales, un laboratorio de ideas del PSOE andaluz. El documento se presenta a sí mismo como una "Propuesta del Grupo de Reflexión creado por el PSOE-A sobre la reforma de la Constitución para el establecimiento de un modelo federal para España". Dicho texto, que no llegó a adquirir carácter vinculante, pero se paseó sin discusión interna en diversas presentaciones –la primera de ellas en Carmona, otra plaza mítica del autonomismo andaluz–, señalaba textualmente: "Hay que reconocer que no hay argumentos concluyentes a favor de que Estado y nación necesariamente se superpongan como realidades con un mismo perímetro. La misma complejidad de la sociedad actual prepara el terreno para pensar la realidad de un Estado que albergue en su seno naciones distintas, lo cual ha de ser, además, la traducción jurídico-política de la realidad de una España plural de la que decimos que es una 'nación de naciones'". Y también apuntaba: "No nos engañemos: o en España vamos a un Estado federal o será muy difícil que sigamos hablando de Estado español como lo hemos conocido hasta ahora. Es más: o ese Estado federal se conforma como Estado plurinacional o se nos presentarán dificultades prácticamente insalvables"."Plurinacional", la palabra tabú del PSOE de Andalucía a fecha de hoy. Ni Sánchez se atrevió a pronunciarla este domingo, aunque sí aludió astutamente a este documento.

Entre quienes participaron en la elaboración del documento estaban Manuel Chaves, constitucionalistas como María Luisa Balaguer y Javier Pérez Royo, entre otros, así como Carmen Calvo, José Antonio Pérez Tapias y José Sánchez Maldonado, que ha sido miembro del Gobierno de Díaz. Un amplio ramillete de figuras políticas y de próximos a las ideas socialistas, todos especialistas o con bagaje jurídico. Carmen Calvo fue la más activa participante en la presentación y difusión del documento. En las distintas presentaciones realizadas intervinieron Griñán, los ex consejeros de Díaz Adelaida de la Calle y Sánchez Maldonado y también Mario Jiménez, portavoz parlamentario del PSOE andaluz y ex portavoz de la gestora, según recoge la memoria de la Fundación Alfonso Perales de 2013. Es curioso. El coordinador del grupo era Gregorio Cámara, catedrático de derecho constitucional, exportavoz del PSOE en la comisión constitucional del Congreso, que fue miembro del Consejo para la Reforma Constitucional, formado por Sánchez en 2015. Díaz acaba de nombrarlo ahora secretario de Libertades y Política Territorial, área de nueva creación. Está por ver ahora, con el órdago independentista ya lanzado y Díaz casi en rebeldía ante Sánchez, si Cámara defiende la "nación de naciones" y la "plurinacionalidad" desde la dirección del PSOE andaluz.

Uno a uno, ovación tras ovación, los miembros de la ejecutiva recién elegida por el congreso del PSOE andaluz fueron subiendo al estrado. Por el camino recibían aplausos, besos, felicitaciones, vítores. Algunos alzaban los brazos con el puño cerrado en señal de victoria. En primera fila, Susana Díaz los recibía con los ojos vidriosos de alegría y la sonrisa amplia. En su salsa y satisfechasu monolítica dirección acababa de ser elegida con un 91,1% de los votos a favor y sin votos en contra. Los abrazos con ella a veces eran largos, parecían reencuentros en una estación de tren. Al llegar a Sánchez, sentado a su lado, los miembros de la dirección de la federación más numerosa del PSOE abandonaban la actitud de efusividad y le dedicaban un apretón de manos o dos besos. Una sonrisa cordial, todo lo más. Sánchez mantenía el tipo aplaudiendo sin levantarse de la silla. Su atribulada peripecia como secretario general lo ha doctorado en sonrisas de circunstancias. Entre los que le tendían la mano protocolariamente había antiguos miembros de su dirección –Antonio Pradas, María Jesús Serrano...– que le dimitieron para forzar su salida antes del comité federal que provocó su dimisión. Un trago.

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