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Publicar o no publicar la foto de Óscar y Valeria: la visión opuesta de periodistas y ONG

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La imagen de Óscar y Valeria Martínez, un hombre salvadoreño y su hija de un año y 11 meses, ha dado la vuelta a medio mundo a través de los periódicos. En la instantánea aparecen sus dos cuerpos ahogados en la orilla del río Bravo, en la frontera que separa México y Estados Unidos. La fotografía, tomada este lunes, no ha tardado en convertirse en la ilustración perfecta para reflejar el drama de la crisis migratoria centroamericana. Recuerda, en este sentido, a la imagen de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años que apareció muerto en una playa de Turquía y cuyas fotografías, que también dieron la vuelta al mundo, ilustraron el drama migratorio de los miles de refugiados que trataban de llegar a Europa. Esta foto, ya en el imaginario colectivo como se mantendrá la de Óscar y Valeria, forma parte de la historia del fotoperiodismo que, con tan sólo un vistazo, explican realidades complejas. Si retrocedemos unos años más encontramos los ejemplos de Omayra Sánchez, la niña colombiana que murió ahogada en directo tras la irrupción del volcán Nevado del Ruiz, o de la conocida como niña del napalm niña del napalmde la Guerra de Vietnam. Tras esta última fotografía vuelve a surgir la pregunta: ¿Se deben publicar este tipo de imágenes en los medios?

La respuesta a esta pregunta varía en función de quién las conteste: desde las organizaciones defensoras de derechos humanos consultadas optan por el no; desde el periodismo, por el sí. La profesión periodística no tiene ninguna ley que la regule, tan solo un código deontológico de recomendaciones y buenas prácticas que en ningún caso son vinculantes. Por ese motivo, podría haber tantas respuestas como periodistas. Pero lo cierto es que las voces consultadas por infoLibre están completamente de acuerdo y no tienen ninguna duda: deben ser publicadas. "Como periodista, entiendo que deben publicarse. La interpretación que luego haga cada uno de si es morbosa o no queda al albur de quien la vea", opina Francisco José González Sarria, decano del Colexio de Xornalistas de Galicia. "Si quitamos la foto, ¿quién habría dado importancia a la información?", se pregunta por su parte Pedro Soler, periodista de RTVE y fundador de Teledetodos. 

 

Tanto González Sarria como Soler opinan igual, además, por el mismo motivo. Y es que, según explican, este tipo de imágenes ayudan a concienciar. Al menos en el primer momento. "En términos generales yo creo que este tipo de información que da una imagen impactante ayuda a tomar conciencia", asegura Soler que, no obstante, establece diferencias entre el contexto en el que se ha tomado la fotografía de Óscar y Valeria y en el que se hizo la de Aylan y la de la niña del napalm. "Cuando se tomó la imagen en la Guerra de Vietnam no existían redes sociales y una noticia se podía convertir en un cambio en la opinión pública de manera más importante porque había mucha menos información. Ahora hay muchísima más y al final se bombardea a la gente", explica. 

"La obligación del periodista es recoger una imagen. Los medios, con ella, buscan un impacto", añade González Sarria. "¿A la sociedad se le sensibiliza con eso? Probablemente en el momento sí y probablemente luego se le olvide, pero si todos retenemos en la memoria esas imágenes es por algo. ¿Acabó con la guerra de Vietnam esa imagen de la niña del napalm? Pues seguramente ese no fue el motivo, pero nos dejó una imagen colectiva de rechazo a la violencia, a los conflictos bélicos y a que estos los paguen los inocentes", continúa. 

El peligro de insensibilizar

Pero ambos periodistas hacen hincapié en el mismo peligro: que un exceso de imágenes impactantes anule el efecto y el público se insensibilice. Cuando se publicó la foto de Aylan, el debate sobre si se deben publicar o no este tipo de imágenes recorrió los medios. Este miércoles no ocurrió lo mismo con la foto de Óscar y Valeria. Pero es que, además, la imagen del niño del niño sirio sí tuvo unas consecuencias casi inmediatas. Los líderes de la Unión Europea cambiaron su discurso y se comprometieron a establecer unas cuotas de acogida de refugiados y migrantes para cada país. Pero ninguno cumplió con lo prometido. Cuando acabó el periodo de dos años que se habían dado para recibir a estas personas, todos estaban todavía lejos del objetivo marcado. Pareció que la influencia de la foto de Aylan se había diluido por completo. 

Y esto es lo negativo, a juicio de González Sarria y de Soler. "Las imágenes conciencian, pero lo triste es que luego, probablemente, se ignoran", lamenta González Sarria. "Hace un año aproximadamente los medios estaban llenos de imágenes de refugiados sirios que querían venir a Europa y morían de frío, ¿alguien recuerda eso y sabe qué fue de esas personas? Esta olvidado", añade. Y en España hay experiencia con este proceso que pasa del impacto y la indignación a la insensibilización, afirma. "Lo vivimos con ETA. Llegó un momento que nos acostumbramos a los atentados y ya no se generaba lo mismo", recuerda. 

Parte de la culpa, aseguran ambos, es de los propios medios de comunicación. "Hay una cierta hipocresía por parte de los medios que sólo se apuntan a hablar de esto cuando hay una imagen impactante, pero no van ni al contexto ni al fondo de la información", critica Soler. Esas noticias, añade, "deberían estar cada día en el candelero, sin ser oscurecidas ni eclipsadas", añade. 

¿En negativo o en positivo?

El debate cambia sustancialmente dependiendo de los ojos con los que se mire. Y es que las organizaciones defensoras de los derechos humanos tienen una opinión radicalmente distinta a la de los periodistas. Lo explica Miguel Ángel Calderón, director de Comunicación de Amnistía Internacional. "A nosotros no nos gusta utilizar imágenes muy explícitas ni sobre violencia por varios motivos. El primero es porque para nosotros las víctimas de las violaciones de Derechos Humanos son lo primero y creemos que a todas las personas, muertas o vivas, hay que tratarlas con dignidad. Así que siempre lo primero que nos planteamos es si a sus familiares les gustaría ver esa imagen o no", explica en conversación con infoLibre. "El segundo —continúa— es porque hemos optado por un estilo de comunicación positivo donde se refleje cómo sería un mundo en el que se respetasen los derechos humanos". 

Y es que el objetivo que persiguen es muy distinto al que busca un medio de comunicación. El periodismo busca informar, ya sea a través de un impacto o no, mientras que las ONG pretenden movilizar. "Nosotros queremos que la gente se sume a las campañas porque hay soluciones y más que mostrar a dos personas ahogadas nos gustaría enseñar qué ocurre cuando son bien tratadas. Así, la gente a la que pedimos que se sume encuentra un motivo para colaborar, tiene un objetivo al que ir", sentencia.

De forma similar opina Chema Vera, director general de Oxfam Intermón. Si bien está de acuerdo con que se publiquen estas fotos en los medios, aboga por que su organización no lo haga. "Preferimos los mensajes positivos que hagan una contranarrativa", explica. Y es que, en la misma línea que Calderón, Vera asegura que lo principal es el respeto hacia las víctimas, cuya dignidad siempre debe ser respetada. Si aparecen en los medios, además, tienen que ir contextualizadas. En estos casos, no vale la búsqueda del click. 

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Las líneas rojas

Este mismo debate surgió después del atentado de Barcelona del 17 de agosto de 2017. La difusión de vídeos y fotografías en las que aparecían víctimas del atropello, así como su posterior utilización en las portadas de los periódicos, enfrentó las opiniones de quienes defendían que este tipo de imágenes son imprescindibles para documentar un acto de este tipo y aquellas defensoras de la privacidad de las víctimas y sus familiares. Se enfrentó de nuevo la posible censura periodística con el derecho a la imagen de los afectados. Pero es muy distinto, según los periodistas consultados. 

"Yo pondría el ejemplo de un accidente de tráfico. Si veo un cadáver tapado no hay recreación y si veo medio cuerpo con una sábana ya se está explicando todo. No necesito ver ni sangre, ni el cuerpo deformado ni nada de nada", dice González Sarria. Y eso fue, en parte, lo que ocurrió en Barcelona. Y según Soler fue peligroso porque hubo algunas personas que se informaron de que familiares directos fueron víctimas del atentado de este modo. 

La imagen de Óscar y Valeria Martínez, un hombre salvadoreño y su hija de un año y 11 meses, ha dado la vuelta a medio mundo a través de los periódicos. En la instantánea aparecen sus dos cuerpos ahogados en la orilla del río Bravo, en la frontera que separa México y Estados Unidos. La fotografía, tomada este lunes, no ha tardado en convertirse en la ilustración perfecta para reflejar el drama de la crisis migratoria centroamericana. Recuerda, en este sentido, a la imagen de Aylan Kurdi, el niño sirio de tres años que apareció muerto en una playa de Turquía y cuyas fotografías, que también dieron la vuelta al mundo, ilustraron el drama migratorio de los miles de refugiados que trataban de llegar a Europa. Esta foto, ya en el imaginario colectivo como se mantendrá la de Óscar y Valeria, forma parte de la historia del fotoperiodismo que, con tan sólo un vistazo, explican realidades complejas. Si retrocedemos unos años más encontramos los ejemplos de Omayra Sánchez, la niña colombiana que murió ahogada en directo tras la irrupción del volcán Nevado del Ruiz, o de la conocida como niña del napalm niña del napalmde la Guerra de Vietnam. Tras esta última fotografía vuelve a surgir la pregunta: ¿Se deben publicar este tipo de imágenes en los medios?

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