Rajoy acusa a Sánchez de tratar de garantizar su “propia supervivencia”

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El presidente del Gobierno en funciones se la tenía guardada al jefe de los socialistas desde el cara a cara electoral que mantuvieron días antes del 20-D y este miércoles se desquitó. Los cuarenta minutos de su intervención en el Congreso de los Diputados estuvieron plagados de ataques, ironía y descalificaciones al líder socialista con un claro objetivo: dibujar a un candidato a la investidura como un político al que no le salen las cuentas pero que ha aceptado la oferta del rey para salvarse a sí mismo. Como el protagonista de una comedia cuyo argumento es el de "su propia supervivencia". Y un "bluf", como le calificó al cierre de su discurso [consúltalo aquí, en PDF] tirando de la definición del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

Rajoy llegaba al hemiciclo arrancando el día reservado, en teoría, a los partidos de la oposición. Algo que no habría sido así si hubiese aceptado el encargo de Felipe VI de buscar apoyos para someterse a una sesión de investidura. Ahora, aunque dice que si Pedro Sánchez no lo logra en la segunda votación, que tendrá lugar el viernes, lo hará él, el panorama se presenta muy nublado. Los socialistas no quieren prestarle su apoyo, por lo que a priori el presidente del Gobierno en funciones está en la misma situación que el 21 de diciembre, un día después de las elecciones

Ya antes de iniciar la intervención, en pasillos, los suyos avisaban de que el jefe no venía con la obligación de "hombre de Estado" con la había acudido los cuatro años anteriores. Y que la cosa prometía.

"Tomo la palabra en nombre del Grupo Parlamentario Popular para anunciarles nuestro voto en contra a la candidatura del Señor Sánchez", así arrancaba un líder de los conservadores que no abandonó la ironía en todo su discurso para diversión de los suyos, que no pararon de aplaudirle. A Rajoy, cuestionado en algunos sectores de su partido, le supuso una inyección de moral.

El pacto de los Toros de Guisando

La terminología del espectáculo fue el hilo conductor de la intervención del jefe de los conservadores. Habló de "representación, "comedia", "teatro"... "Me refiero a la solemnísima firma de un acuerdo de muy limitada relevancia, pero que se ha presentado con una escenografía que nos hacía pensar que estábamos ante una página histórica de dimensiones sólo comparables al Pacto de los Toros de Guisando", dijo en una de las ocasiones. La bancada del Grupo Parlamentario Popular estallaba en carcajadas.

También tuvo para Ciudadanos, pero menos. Ridiculizando el pacto que los de Albert Rivera han suscrito con los socialistas porque la suma sigue sin salir. Pero quedó claro que su objetivo a batir era Sánchez. A Rajoy el pacto con Ciudadanos le churría. Pero más le chirría que este mismo lunes, "súbitamente y para sorpresa de su socio y extraños", el socialista decidió "sabotearse a sí mismo" organizando "una subasta de última hora, prometiendo un sinfín de prebendas" para ver si "algún despistado" se avenía s sumarse al pacto.

Mentir al rey, al Congreso y a los españoles

Otra de las ideas fuerza fue la de que, a juicio del jefe de los conservadores, Sánchez, en esa carrera por salvarse a sí mismo, ha cometido una avalancha de engaños: al rey, a la Cámara y al conjunto de los españoles.

Respuesta de Sánchez

En su réplica, el líder del PSOE respondió al ataque del jefe de los conservadores ubicándole como "el único responsable de su incapacidad para llegar a acuerdos con otras formaciones". Pero huyó de la dureza a la que había recurrido su contrincante. Y le calificó de "tapón" para la regeneración democrática. Hizo pocas alusiones a la corrupción muy al contrario del debate electoral que mantuvo con Rajoy. Pero sí acusó al PP de meter a la política en la crónica de sucesos por culpa de estos escándalos.

Clave interna

Este discurso de Rajoy, inevitablemente, tiene también una lectura en clave interna. No en vano, es una especie de examen a su liderazgo. Es verdad que fue el líder del partido político más votado las pasadas elecciones generales. Pero también es verdad que su resultado fue el peor obtenido por el Partido Popular desde 1989.

En este contexto, su entorno se ha conjurado en las últimas semanas para intentar blindar su liderazgo, para trasladar la idea de que está intacto. Este mismo lunes, en rueda de prensa en la sede nacional del PP, Andrea Levy, vicesecretaria de Estudios y Programas, sostuvo que su partido no está dispuesto "a renunciar a Mariano Rajoy". "Ese debate no se da en este momento en el Partido Popular. Es un debate estéril".

En público, siempre que se le pregunta, el líder de los conservadores señala que el PP no tiene otro candidato que sea él para estas semanas en las que se va a negociar la investidura. Y que, aunque es la última opción, si se convocasen nuevas elecciones también sería él el candidato. "He llegado a la conclusión de que soy un activo del PP", llegó a decir la semana pasada en una entrevista concedida a Antena 3.

Varias opciones sobre la mesa

En el PP la opinión es unánime sobre la primera de las opciones: el grueso de las fuentes consultadas sostienen que Rajoy no se apartará en esta fase. Menos acuerdo hay en lo que pasaría si hay nuevos comicios y en lo que sería deseable para el partido. En esto hay división. El núcleo de máxima confianza del líder de los conservadores cree que Mariano Rajoy debe seguir al frente del partido y, si él quiere, volver a presentar su candidatura. Pero un sector más crítico considera que debería apartarse a un lado y ceder el testigo a otro compañero de partido. Los nombres más repetidos son el de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, el del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, o el del ministro de Sanidad en funciones y líder de los conservadores en Euskadi, Alfonso Alonso.

Este escenario lleva parejo una cuestión que el PP lleva meses esquivando: la celebración de un congreso nacional para la renovación de los equipos. En Génova señalan que no habrá cónclave hasta que en España haya nuevo Gobierno. Se trata de algo que, en principio, blinda a Rajoy de cara a una nueva convocatoria electoral. Pero sólo en principio. Si Rajoy –la decisión final sólo está en su mano– optase por echarse a un lado no haría falta la convocatoria de un congreso para elegir a su sustituto si hubiese nuevos comicios. La Junta Directiva Nacional del PP, el máximo órgano entre congresos, podría reunirse para escoger a un nuevo candidato.

En todo caso, dado que para el PP la convocatoria de nuevas elecciones es "el último" de los escenarios, la cúpula conservadora va a poner el foco en los próximos días en la oferta a PSOE y Ciudadanos de un Gobierno de coalición liderado por Mariano Rajoy. "Lo tiene todo pensado. Si le sale bien, estupendo. De lo contrario, tendrá muchas cosas que explicar", señala un dirigente autonómico.

A partir de este miércoles arranca el contador para que si, en el plazo de dos meses ningún candidato ha logrado los apoyos suficientes se convoquen nuevas elecciones. Tendrían lugar el 26 de junio. Pese a que en el PP dicen no haber tirado la toalla, si se tienen en cuenta las palabras de Pedro Sánchez dando por descartado acercarse a Rajoy la situación está bastante bloqueada.

El presidente del Gobierno en funciones se la tenía guardada al jefe de los socialistas desde el cara a cara electoral que mantuvieron días antes del 20-D y este miércoles se desquitó. Los cuarenta minutos de su intervención en el Congreso de los Diputados estuvieron plagados de ataques, ironía y descalificaciones al líder socialista con un claro objetivo: dibujar a un candidato a la investidura como un político al que no le salen las cuentas pero que ha aceptado la oferta del rey para salvarse a sí mismo. Como el protagonista de una comedia cuyo argumento es el de "su propia supervivencia". Y un "bluf", como le calificó al cierre de su discurso [consúltalo aquí, en PDF] tirando de la definición del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

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