Recorrer 176 kilómetros para parir: Teruel se queda sin ginecólogos (y casi sin médicos)

Diana García sale de cuentas el próximo mes de septiembre, por eso está tan implicada. Descuelga el teléfono para atender a infoLibre mientras sale de entregar en la sede del Gobierno de Aragón en Teruel casi 50.000 firmas. Más de 42.000 recogidas a través de Change.org y más de 6.000 conseguidas como antaño: recorriendo las calles de la ciudad con papel y boli. No lo ha hecho sola. Alrededor de 180 mujeres embarazadas llevan movilizándose lo más rápido que pueden desde el miércoles por un motivo muy claro: el paritorio del Hospital Obispo Polanco en el que tendrán que dar a luz no tiene asegurada su viabilidad más allá de la semana que viene. Y todo por algo que llevan avisando dos décadas: faltan médicos. Cada vez más.
Fue el martes por la tarde cuando la noticia empezó a correr como la pólvora, aunque Marta Abril se enteró por casualidad. Sus alumnas embarazadas que acudieron a su clase de fisioterapia del miércoles cruzaron la puerta de la clínica con preocupación. "No va a haber ginecólogos de guardia el sábado 21 de junio", le dijeron. Le ofrecieron firmar la petición para evitarlo y fue cuando Marta decidió movilizar la causa a través de la plataforma. "Así conseguimos llegar a mucha más gente", recuerda. También obtuvieron una promesa: habrá personal ese día, algo en lo que, no obstante, no terminan de confiar. Pero no sólo eso: según les han comunicado, al menos hasta el martes está asegurado el funcionamiento del paritorio. ¿A partir de ahí? Incógnita. "No sabemos qué va a pasar este verano", lamenta Diana.
Es la historia de nunca acabar. Algo así como el día de la marmota de la sanidad. Llega el verano y, con él, los encajes de bolillos para asegurar que ningún servicio se queda sin poder funcionar. Lo que ocurre es que no siempre se consigue. Para muestra, esta. "Siempre hay problemas, y más en verano. Pero este año es el peor de todos", dice Diana.
El Hospital de Teruel atiende a toda la provincia, aproximadamente a 84.000 personas. Hay otro en Alcañiz, pero la distancia entre ambos es de 145 kilómetros. Y su situación, además, tampoco es la mejor. El siguiente, el de Zaragoza, ya requiere mucho más tiempo: son 176 kilómetros los que hay que recorrer para llegar hasta él. "¿Cómo vas a hacerlo si de repente te pones de parto?", se pregunta Diana.
Sobre el papel, el servicio de ginecología del centro debería tener a nueve médicos en plantilla, pero actualmente y por distintas causas —bajas por enfermedad o interinidades sin cubrir— sólo hay disponibles tres para todas las guardias, como explica desde el otro lado del teléfono el facultativo del hospital y portavoz del Sindicato de Médicos de Aragón en Teruel Francisco Rodilla.
"Hay que hacer 60 al mes, así que a cada uno se le asignan 20, un número completamente inviable", denuncia. La mitad son presenciales y la otra mitad, localizadas. ¿Y eso qué implica? Que si un día de guardia localizada hay que desplazarse al hospital por cualquier causa y al día siguiente se tiene que hacer otra presencial, se atiende a las pacientes prácticamente sin dormir en 48 horas. "No es seguro, ni para el profesional ni para las mujeres", lamenta una de las personas que trabaja en el centro y sabe cómo funciona el servicio.
Ya avisaron el pasado mes de octubre de que se avecinaría lo que ahora está pasando. Pero nadie les hizo caso.
"A Teruel no quiere venir nadie"
Siempre han ido justos y nunca ha sido un problema único del servicio de ginecología. "El Hospital de Teruel se considera una especie de centro de paso. Por eso las plantillas siempre han sido bastante escasas", lamenta Rodilla. Según cuentan los propios trabajadores, en el departamento de anatomía patológica sólo queda una mujer, en el de oftalmología tienen que hacer 15 guardias al mes por trabajador y los anestesistas prácticamente brillan por su ausencia. "Llevamos así 20 años. No quiere venir nadie", continúa el facultativo.
La elección de plazas de médicos internos residentes (MIR) de este año ha sido la última constatación. Teruel fue la última provincia que consiguió adjudicar una plaza de formación de especialistas, después de que 3.600 personas eligieran destino. Y es habitual. Un análisis llevado a cabo por el Sindicato Médico de Granada sobre las provincias preferidas por los MIR en las elecciones de los últimos cinco años reveló que los nombres de los lugares preferidos y de los más denostados se repiten siempre. Madrid y Barcelona encabezan; Teruel, Ávila y Soria se quedan en el vagón de cola.
Los motivos son variados, pero sobre todo es que al final es un problema enquistado. Una pescadilla que se muerde la cola. Así al menos lo explica Rodilla. No hay nadie que quiera trabajar en el Obispo Polanco porque, al no haber personal suficiente, las condiciones empeoran. Así que nunca hay dotación. ¿Qué hay que hacer, entonces? Pues tanto él como otros trabajadores del hospital lo tienen claro: incentivar. Pagar mejor y, además, utilizar la figura de los "contratos mixtos" que obliguen a profesionales de Zaragoza a cubrir alguna guardia al mes.
El problema común de la España vaciada
"Cuando se quiere resolver un problema, se puede hacer. Lamentablemente, el dinero lo consigue todo", diagnostica Javier Castrillo, jefe de la sección de obstetricia y ginecología del Hospital de Verín. Sabe bien de lo que habla porque ese nombre recorrió toda España. Y lo hizo por lo mismo que ahora está ocurriendo en Teruel.
Fue en 2020, poco antes de que estallara la pandemia. El Servizo Galego de Saúde (Sergas) aseguró que el bajo índice de natalidad suponía un "riesgo" para los bebés y las madres por la "pérdida de experiencia" y la "falta de pericia" de los profesionales. Por eso era mejor dejar a la localidad sin paritorio, argumentó la Xunta entonces. El Ejecutivo gallego incluso utilizó una recomendación del Ministerio de Sanidad para justificar el cierre de la que obviaba las excepciones "por motivos de tiempos de desplazamiento o accesibilidad". Todo cuando la única alternativa que ofrecía el Sergas a las madres embarazadas era un desplazamiento de más de una hora hasta el hospital de Ourense para dar a luz.
La movilización fue inmediata. Y masiva. Tanto, que el propio Gobierno gallego acabó asumiendo que la imposibilidad de encontrar profesionales de pediatría fue el motivo fundamental de su decisión. "Querían cerrar el paritorio y lo que hicieron fue buscar excusas", señala Castrillo. Sólo tres meses después tuvieron que dar marcha atrás, recuerda. Pero eso no solucionó todo.
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"Seguimos teniendo problemas de ese tipo en todas partes. Ha habido una mala planificación en cuanto a provisión de plazas y lo peor es que siempre pagan los mismos: los ciudadanos", lamenta el médico. Hace poco eran los de El Bierzo (Ponferrada, León) los que denunciaban que la falta de oncólogos les estaba dificultando el seguimiento del cáncer. Casi 400.000 niños y niñas andaluces vivían sin pediatra asignado y ver a un dermatólogo en la sierra norte de Sevilla requería desplazarse 90 kilómetros.
Hay, señala Castrillo, un problema evidente de falta de especialistas, pero es que la España llamada vaciada es la que lo sufre en mayor medida. "Lógicamente, si a un ginecólogo se le paga igual en Teruel y en Madrid preferirá Madrid, por eso hay unas zonas peor que otras", insiste. Aun así, la falta de especialistas es algo que han recalcado en no pocas ocasiones los expertos. Y hasta documentos oficiales. Así, el Informe Oferta-Necesidad de Especialistas Médicos 2023-2035 estimó en un 3% el déficit de facultativos en España, lo que supone una falta de 5.874 profesionales.
Y la principal beneficiaria de toda esta situación es la sanidad privada, que factura ya más de 12.000 millones al año, según los datos de la patronal Unespa relativos a 2024. Los últimos datos publicados por el lobby de la sanidad privada Fundación IDIS hablaban de que en 2024 ya había 12,6 millones de personas con un seguro privado.