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El recrudecimiento de la 'guerra del lazo' anticipa un otoño crispado en Cataluña

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Los choques entre independentistas y no independentistas se reavivan cuando se acerca el inicio del nuevo curso político. Desde hace meses, son frecuentes los encontronazos a raíz de la colocación en el espacio público de lazos y cruces amarillas en homenaje a los políticos secesionistas presos, pero este miércoles se produjo un salto cualitativo debido a que el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y la líder del partido en Cataluña, Inés Arrimadas, retiraron personalmente y ante las cámaras varios lazos ubicados en la localidad de Alella. Su acción se suma a las retiradas de estos símbolos que han llevado a cabo en los últimos días varios grupos de encapuchados, y suponen el preludio de un otoño que se presenta caliente en Cataluña.

El homenaje a los políticos presos mediante la colocación de lazos amarillos lleva siendo polémica desde que la Assemblea Nacional Catalana (ANC) pidiera, allá por octubre de 2017, utilizar este símbolo en un momento de máxima tensión apenas unas semanas después del referéndum ilegal del 1-O. Ha pasado casi un año desde entonces, pero muchas instituciones públicas de Cataluña –entre las que se cuentan, por ejemplo, los edificios de la Generalitat o el Ayuntamiento de Barcelona– siguen engalanadas con estos lazos, que también están presentes en las calles de multitud de municipios de la comunidad.

Desde hace meses, formaciones como Ciudadanos y el PP han criticado públicamente que, a su juicio, los independentistas están ocupando ilegalmente el espacio público con sus símbolos. Personas de su órbita, como el periodista Arcadi Espada, habían dado el paso de tratar de resignificar los lazos pintando en ellos una bandera española. Pero, hasta este miércoles, ningún líder político se había involucrado directamente como lo han hecho Rivera y Arrimadas lanzándose a retirar lazos amarillos en Alella con el argumento de que están ocupándose de hacer lo que el Estado no se atreve.

"Estamos en una situación de excepción en la que el Estado no está haciendo su trabajo. El Govern de la Generalitat, en vez de garantizar la convivencia, lo que hace es apoyar a comandos separatistas que ponen lazos amarillos", denunció este miércoles Rivera, que aseguró que "no habrá convivencia hasta que no haya neutralidad en el espacio público". "Seguiremos defendiendo la neutralidad del espacio público en Cataluña, y limpiándolo de propaganda separatista ilegal o ideológica mientras los gobiernos no cumplan con su obligación", afirmó igualmente el dirigente de Ciudadanos en Twitter.

Hasta el momento, Rivera no se había decidido a pasar a la acción directa contra los lazos, aunque es cierto que ha sido muy crítico con estos símbolos desde su aparición y que los ha sufrido en carnes propias, ya que la tienda de sus padres en Granollers ha sido pintada varias veces con ellos en los últimos meses. Lo máximo que había hecho Ciudadanos hasta este miércoles había sido avisar de la posibilidad de poner al partido a retirar lazos de manera generalizada, una campaña que de hecho ya presentó a finales de julio el secretario de Acción Institucional de la formación, Joan García.

El paso adelante de Ciudadanos han sido mal recibido tanto por el PSOE como por Unidos Podemos. El portavoz de los socialistas en el Senado, Ander Gil, ha acusado a la formación naranja de "alimentar el conflicto" en Cataluña sumándose públicamente a la retirada masiva de lazos y ha asegurado que el "ecosistema de superviviencia" de Rivera se basa precisamente en alimentar "constantemente" el choque. Por su parte, la portavoz adjunta de Unidos Podemos en el Congreso, Ione Belarra, ha pedido al líder de Ciudadanos que "no eche más leña al fuego" y deje de avivar "el enfrentamiento". "De lo que deberíamos estar hablando es de los catalanes que no pueden asumir la vuelta al cole o de que en Cataluña están las listas de espera de sanidad más largas de todo el conjunto del Estado", ha afirmado Belarra.

Los presupuestos, la Diada y las listas unitarias

El aumento de la tensión en Cataluña, no obstante, es el preludio de un otoño que será muy movido en la comunidad. Para empezar, pese a que oficialmente el periodo de sesiones en el Parlament ya ha comenzado, no está previsto que se celebren plenos hasta el próximo octubre, una decisión ocasionada por las discrepancias entre ERC y Junts per Catalunya sobre la suspensión como diputado de Carles Puigdemont. Junts per Catalunya se niega a acatar la disposición del juez Pablo Llarena por la que se inhabilita provisionalmente al expresident para ejercer cargos públicos, lo que ha generado un choque entre los dos principales partidos independentistas y ha supuesto que su mayoría en el Parlament quede en suspenso.

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En septiembre, esa será la tarea a la que tendrán que enfrentarse Junts per Catalunya y ERC: llegar a un acuerdo que les permita reabrir el Parlament manteniendo su colchón de escaños y, a la postre, intentar aprobar los presupuestos, una tarea que no parece sencilla dado el cerrojazo de la CUP –cuyos votos son imprescindibles– a negociar cualquier medida que no implique una ruptura unilateral con el Estado. La negociación, además, se producirá en un momento de máxima movilización del independentismo.

Y es que el calendario de las próximas semanas es frenético. El próximo martes 4 de septiembre, el president de la Generalitat, Quim Torra, tiene previsto ofrecer un discurso en el que abordará los principales ejes de la legislatura y explicará sus planes para llevar a término el objetivo de hacer efectiva la independencia. No es casual que dicho discurso vaya a producirse exactamente una semana antes de la celebración de la Diada, el 11 de septiembre, una fecha que en los últimos años ha servido a los independentistas para mostrar músculo sacando a cientos de miles de personas a las calles para reclamar la secesión. Y, apenas unas semanas después, se celebrará el primer aniversario del referéndum ilegal del 1-O, otra efeméride clave en el imaginario independentista.

Tampoco se descarta un eventual adelanto de las elecciones autonómicas si los secesionistas no son capaces de aprobar los presupuestos. Pero los movimientos que sí han comenzado a producirse ya son los que servirán para afrontar los comicios locales que tendrán lugar en mayo de 2019. La ANC, junto a la plataforma Primàries per la República, han unido sus fuerzas para exigir a Junts per Catalunya, ERC y la CUP que celebren primarias conjuntas como primer paso para presentar listas unitarias en las elecciones municipales, si bien la idea, por el momento, ha sido acogida muy fríamente: los republicanos aseguraron en julio que el independentismo sacará mejores resultados concurriendo por separado, mientras el PDeCAT se ha negado a participar en esas primarias si no lo hacen también los otros dos partidos.

Los choques entre independentistas y no independentistas se reavivan cuando se acerca el inicio del nuevo curso político. Desde hace meses, son frecuentes los encontronazos a raíz de la colocación en el espacio público de lazos y cruces amarillas en homenaje a los políticos secesionistas presos, pero este miércoles se produjo un salto cualitativo debido a que el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y la líder del partido en Cataluña, Inés Arrimadas, retiraron personalmente y ante las cámaras varios lazos ubicados en la localidad de Alella. Su acción se suma a las retiradas de estos símbolos que han llevado a cabo en los últimos días varios grupos de encapuchados, y suponen el preludio de un otoño que se presenta caliente en Cataluña.

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