Entre los ganadores del 28A hay uno que no no se presentaba: José Felix Tezanos. Al final resultó que las encuestas del CIS, denostadas y ridiculizadas, estuvieron entre las más atinadas. El CIS anticipó el claro triunfo del PSOE, el desplome del PP, la subida de Cs, la caída de Unidas Podemos y una irrupción de Vox menos imponente de lo previsto. Sin duda la lectura del CIS postelectoral suscitará menos gracietas. De momento, y mientras empiezan a caer ya las primeras gotas del chaparrón de encuestas por venir, conviene escuchar el pronóstico de Tezanos de cara al 26M, cuando se celebran autonómicas, locales y europeas: "El PSOE no ha llegado a su techo".
No lo dice sólo Tezanos. Todos los observadores coinciden en que la marca PSOE sale reforzada del último domingo de abril de cara al 26 de mayo. Y también la de Ciudadanos. Pero, ojo, sería iluso trasladar directamente al superdomingo la lógica del 28 de abril. No sólo porque inciden otros factores, sino porque los propios partidos ya están reaccionando y moviéndose en direcciones que complican el pronóstico y añaden incertidumbre.
infoLibre analiza la situación a partir de los resultados electorales, los antecedentes y el punto de vista de cuatro sociólogos y politólogos.
El PSOE abre paréntesis
A la "recuperación" electoral del PSOE se une el efecto bandwagon. Se podría decir también efecto arrastre o efecto carro ganador o efecto luna de miel. Tiene muchos nombres pero marca una sola pauta sociológica: el electorado, especialmente en la resaca de unas elecciones, se arracima en torno al partido ganador, al que ha salido reforzado de los anteriores comicios. Se trata de un fenómeno difícilmente observable en las urnas en España, ya que la convocatoria de las generales apenas un mes antes de unas municipales, autonómicas y europeas ha sido un hecho inédito. Pero sí hay antecedentes en países como Francia, donde se celebran primero presidenciales y después legislativas. La teoría dice que el calendario sonríe a Pedro Sánchez.
No obstante, a este efecto arrastre se opone otro, el efecto underdog, de compensación, que haría que en la segunda elección se reforzasen las opciones que han obtenido malos resultados, o las que ponen coto al poder del partido ganador. Se trataría de forzar una especie de equilibrio. La literatura académica apunta a que el efecto bandwagon pesa más que el efecto underdog. Eso sí, hay un consenso en torno a una idea: los posibles pactos podrían ser determinantes para incrementar este voto por compensación.
Esto lo han sabido PP y Ciudadanos, que para no poner el foco en su pacto andaluz con Vox han retrasado la negociación de sus presupuestos en Andalucía. Este factor también ha aconsejado a Sánchez demorar las negociaciones para la investidura hasta después del 26M. De momento, ha hecho un planteamiento de máximos, gobernar en solitario, lo que aleja la perspectiva de un acuerdo inmediato con Pablo Iglesias. La apertura de este paréntesis tiene lógica. Un posible gobierno PSOE-Unidas Podemos, así como una negociación con partidos independentistas, podría desatar una mayor movilización a favor del conocido como "bloque de Colón".
El PSOE ha estrenado también otra veta de su discurso post-28A: la de meter presión a los partidos con los que hace frontera electoral para que le permitan formar gobierno sin poner obstáculos. Así lo está haciendo con Ciudadanos, Podemos y ERC en Cataluña. Es una prueba más de que los posicionamientos de cara a la formación del Ejecutivo estatal se van a convertir en un elemento esencial de la campaña del 26M.
Unidas Podemos a la ofensiva
Los partidos que conforman el conocido como "espacio del cambio", que concurre a las municipales y autonómicas muy fragmentado, intentan meter presión a Sánchez para que mire a la izquierda. A pesar de que Pablo Iglesias pidió "discreción" y "paciencia" la noche electoral, no ha parado de urgir al PSOE a formar un gobierno de coalición, apretándole por la izquierda. La lógica es exactamente la contraria a la del PSOE: los socialistas no quieren mostrar sus cartas para evitar un voto de compensación a la derecha, mientras las fuerzas que han compuesto Unidas Podemos quieren desvelar el posible riesgo de un acuerdo con Ciudadanos para atraer electorado progresista.
"Es evidente que la campaña se va a contagiar del mismo espíritu que las generales, pero de otra forma. Ya no puede ser lo mismo. Ahora sabemos que la extrema derecha tiene menos peso del que nos han hecho creer. Eso va a permitir hablar más en clave regional y que resurja la agenda social. A Sánchez le va a penalizar mucho la indefinición. Muchos de sus votos son prestados, no hay una fidelidad identitaria a las siglas, como antes. Dentro de los votantes del PSOE hay una preferencia por el acuerdo con Unidas Podemos", señala el sociólogo y consultor político Rubén Juste.
Volantazo del PP
Antes de las elecciones el pronóstico más extendido entre sociólogos y politólogos era que de cara al superdomingo electoral el efecto bandwagon favorecería al PSOE en el campo izquierdo y al PP en el derecho, beneficiándose ambos de una apelación a la mayor utilidad de su voto. La primera parte sigue plenamente vigente. La segunda está más en entredicho porque el PP se ha derrumbado: de 137 a 66 diputados, una pérdida de 71. Ciudadanos le pisa los talones. Y además del elemento cuantitativo, está el cualitativo: el PP está en su peor momento, Ciudadanos está en ascenso.
Todo esto mete a Pablo Casado en un problema añadido. Su retroceso no sólo hace imposible cualquier opción de gobierno a la andaluza, merma la representación del partido en el Congreso y compromete su posición como líder de la oposición, sino que además resta fuerza a su apelación al "voto útil" para el 26 de mayo. ¿Es creíble esa apelación cuando Cs ya ha sido más votado que el PP en Cataluña, la Comunidad de Madrid, Andalucía y Aragón? Lo sea o no, Casado mantiene la llamada al voto útil. Desde la noche electoral el presidente del PP y sus más cercanos insisten en la idea de que la dispersión del voto conservador ha abierto a Sánchez las puertas de la Moncloa.
Si esta apelación surte efecto o no, se verá en tres semanas. Lo que sabemos hoy es que Casado no se queda en la llamada a concentrar el voto. El bipartidismo es historia y ya no vale con ese viejo recurso. El elemento más llamativo de su cambio de discurso ha sido empezar a llamar "extrema derecha" a Vox, partido del que depende el Gobierno PP-Cs en Andalucía y al que él mismo quería en su Ejecutivo tras el 28A, y poner el énfasis en el centrismo de su formación. Pero hay modificaciones más sutiles y de profundo significado. El presidente del PP, ahora con Cuca Gamarra y no con Javier Maroto al frente de la campaña, ha anticipado que de cara al superdomingo se centrará en "unos cuantos temas, muy municipalizados, muy territorializados y muy sectoriales".
Anticipa así un retroceso del monotema identitario. La dirección del PP quiere ahora bajar el balón al suelo. Hay razones electorales detrás. Casado, que se juega su futuro el 26M, sabe que el punto fuerte del PP ahora es su mayor implantación territorial. Ahí es donde puede marcar la diferencia. "Lo que más puede ayudar al PP, sobre todo en las municipales aunque también en algunas autonómicas, es su capilaridad", señala el politólogo Pablo Simón. Y añade: "La posición del PP se ha debilitado. La marca al alza no es la suya. Ahora le interesa individualizar la campaña en torno a cada candidato, aunque también es verdad que no tiene candidatos fuertes. Y hay sitios en los que sí los tiene, como Feijoó en Galicia, pero donde no hay elecciones ahora".
Escaso tirón de Casado
Simón advierte que no todos los candidatos tendrán sencillo realizar un giro hacia un discurso "conservador tradicional" que pueda "ensanchar" la base social del PP, como sugieren ahora barones como Alberto Núñez Feijoó o exministros como José Manuel García Margallo. No es algo que pueda hacerse de un día para otro cambiando de eslogan. Requiere credibilidad. "Díaz Ayuso, en Madrid, es muy casadista. Tiene difícil hacer el giro. Los de una cuerda más centrada o tradicional lo tendrán más fácil", señala.
Casado ha imprimido al PP un sello muy presidencialista. Consumado su fracaso como cabeza de cartel, hay ya candidatos a alcalde que marcan distancia con él. A Francisco de la Torre, alcalde de Málaga, la ciudad más habitada gobernada por el PP, le preguntaron si le gustaría que Casado estuviera en su campaña. De la Torre respondió con su típica flema: "No tengo inconveniente, pero estará muy solicitado". Los candidatos en San Sebastián, Borja Sémper –este, antes incluso del 28A–, y Badalona, Xavier García Albiol, hacen campaña desdeñando las siglas del PP.
Candidatos en ambas Castillas, Madrid, Aragón y Andalucía han hecho llamamientos claros a desvincular las elecciones autonómicas y municipales de las nacionales. Quieren a todo volumen el altavoz municipal y autonómico. Poca Génova. Es justo lo contrario de lo que el PP ha hecho en Andalucía y la Comunitat Valenciana, elecciones que Casado presentaba como parte de la misma batalla en defensa de la "soberanía nacional" frente a Sánchez y sus aliados. De las andaluzas, Casado llegó a decir que eran la "primera vuelta" de las generales. Ahora no. Ahora aboga por "unos cuantos temas, muy municipalizados, muy territorializados y muy sectoriales".
Ciudadanos, a liderar la oposición
La dirección de Cs ha leído los resultados del 28A como un aval de su política de cordón sanitario al PSOE, aplicada en las andaluzas, las valencianas y las generales. Aunque buena parte de la partida del 26M se dirime en la escala autonómica y municipal, Rivera es el que más claramente sigue en clave nacional.
Mientras Casado cede protagonismo a sus candidatos autonómicos y locales, Rivera e Inés Arrimadas mantienen el perfil alto y siguen hablando en clave nacional. Ahora Ciudadanos, con menos incentivos que nunca para cambiar de estrategia, tiene al PP más débil que nunca. Puede recoger la recompensa de haber optado por alinearse en el bloque de Colón en búsqueda del liderazgo en el campo conservador. Nada más contarse los votos, y mientras Casado preparaba su zoom autonómico y municipal, el presidente del partido naranja ya empezó a reivindicarse como líder de la oposición.
Ciudadanos tendrá mayores expectativas de adelantar al partido de Casado si "se acaba de construir un relato sobre el PP de crisis total, de derribo, de desmembramiento", en palabras de Pablo Simón. "Si se consuma la idea de que el PP ya no vale la pena, que es cosa perdida, que es irreformable, habrá más fugas hacia Vox y hacia Ciudadanos. El clima que se construya durante este mes es fundamental", añade.
Génova y los líderes autonómicos han coincidido en evitar diagnósticos excesivamente críticos, mucho menos en cuestionar a Casado. Por eso, aunque hay descontento por la gestión y el discurso de Casado –dirigentes del PP ya alertaban a infoLibre durante la campaña de los riesgos de sus continuas "exageraciones"–, es poco probable que se rompa la tregua antes del superdomingosuperdomingo. Es más, las principales críticas están siendo a... Mariano Rajoy. Esto no significa que se pueda ocultar el delicado momento por el que atraviesa el PP. La celebración del 2 de mayo estuvo marcada por las controversias en el seno del PP por el cambio de partido del expresidente de la Comunidad de Madrid Ángel Garrido, que saltó de un día para otro de la lista popular para el europarlamento a la lista de Ciudadanos para Madrid. Es el tipo de síntoma de "desmembramiento" al que aludía Simón. Más que por el tirón electoral del dirigente saliente, la herida se la hace al PP la posible sensación de desbandada.
El partido de Rivera se encuentra con el problema de su falta de implantación territorial, en contraste con el PP. Pero el sociólogo Narciso Michavila cree que ya no es una limitación tan importante como antes de que la política entrara en fase desatada de polarización. "Cada vez hay menos espacio para lo local. Cada vez hay más polarización y más interés en la novedad. Se dice que en las locales se vota por el candidato. En parte es así, pero menos que antes", señala.
El partido naranja no juega a ganar las elecciones municipales y autonómicas, es decir, a ser el más votado, entre otras cosas porque está lejos de presentarse en la mayoría de municipios; lo que sí pretende es apuntarse gobiernos emblemáticos, especialmente los de la ciudad de Madrid (Begoña Villacís) y la Comunidad de Madrid (Ignacio Aguado), así como la alcaldía de Barcelona (Manuel Valls, vinculado a Cs).
Vox, éxito y frustración
¿Y Vox? El partido de ultraderecha, contrario a las autonomías, no tiene otra opción que seguir en clave nacional. Su discurso es unidimensional. Y además sólo tiene candidatos con proyección para Madrid (Javier Ortega Smith) y la Comunidad de Madrid (Rocío Monasterio). Estas elecciones son a priori las más difíciles para la formación de Santiago Abascal, que fue clave para una mayoría conservadora en Andalucía pero ya no lo ha sido en la Comunidad Valenciana. Y que se ha desvelado como un factor de dispersión del voto que a la postre ha dañado la representación de la derecha en el Congreso.
A juicio de Michavila, Vox se puede ver lastrado ahora por el voto útil. "Creo que habrá una bajada en la urna local de Vox. Pero, ojo, no se la tiene por qué llevar el PP. También va a estar ahí Cs, que ha salido fuerte de las generales. De todas formas, los candidatos conocidos suelen aguantar bien, y el PP tiene algunos", señala Michavila.
El partido de Abascal ha salido de las generales con un discurso muy agrio, atacando con mayor fuerza a la "veleta naranja" y a la "derechita cobarde", más aún ante las críticas de Pablo Casado. Su primer instinto tras su resultado, a la par excelente y por debajo de las expectativas, ha sido reivindicarse como la quintaesencia de la derecha más dura y auténtica. Incluso han amenazado con no apoyar los presupuestos en Andalucía si no hay una disculpa de Casado, advertencia que ha perdido credibilidad cuando sus 12 diputados han votado a favor de la convalidación del primer decreto ley del Gobierno andaluz, concretamente para bajar impuestos a rentas y patrimonios altos.
La campaña del 26M le llega a Vox a la par que el descubrimiento de las limitaciones de la vida institucional, sobre todo cuando la representación es minoritaria. Hasta ahora el partido lo ha fiado todo al tirón de la marca y a la ola nacionalista en la que iba subido. Pero cuando la ola ha bajado –al menos con respecto a las previsiones–, hay problemas.
En la Comunitat Valenciana prácticamente no han hecho campaña autonómica. La consigna a sus cuadros regionales ha sido en general dejar el perfil bajo. En Andalucía se indicó expresamente que no fueran a tertulias ni diesen entrevistas. Está por ver si mantienen esa estrategia o empiezan a concretar, ciudad por ciudad y autonomía por autonomía, qué quieren hacer aparte de defender la soberanía nacional.
"Ahora Vox se encuentra con un problema, y es que parte de su electorado siente que se le ha engañado", señala Michavila. Se le había dicho que con su voto iban a mandar a Sánchez a casa y de repente descubren que han dividido a la derecha. Eso genera "frustración", señala Michavila. Vox tiene que lidiar ahora con esa frustración.
El partido de ultraderecha tendrá que explicarle ahora a los electores que en las autonómicas, al ser las circunscripciones más amplias, la idea de voto útil tiene menos lógica, ya que –por así decirlo– hay suficientes escaños para todos. Pero ocurre como en el cuento del lobo: ya se le dijo lo mismo en las generales; y ahora, cuando sí es verdad que pueden caber los tres de Colón, quizás el electorado no lo crea.
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Todos los modelos de previsión introducen la cautela de aclarar que no se puede trasladar tal cual un resultado en unas generales como previsión de un resultado en municipales, autonómicas o europeas. "En general se tiende a minusvalorar a la gente, a tomarla por gente sin ninguna cultura. A tomarla por tonta, por así decirlo. Y no lo es. La gente sabe lo que vota en municipales, autonómicas y europeas... No con todo detalle, pero sí lo fundamental. Por supuesto que va a influir lo que ha pasado en las últimas elecciones. El PSOE ha salido fuerte y Ciudadanos también. Pero el PP tiene, por así decirlo, sus feudos. Las dinámicas nacionales se van a mezclar con las propias de estas elecciones", señala el sociólogo Albert Balada.
Hay circunstancias añadidas que dificultan la traslación directa del 28A al 26M. En primer lugar, la coincidencia de municipales y autonómicas con las europeas, de circunscripción única y que los electores suelen utilizar para hacer su voto más ideológico. También está el factor abstención. "Sin duda va a haber menos participación. No va a llegar desde luego al 75%. Lo que no sabemos es si la caída de la participación será simétrica en los dos bloques", afirma Pablo Simón. Hasta ahora en las dos autonómicas la participación ha sido determinante: en Andalucía, la escasa movilización de la izquierda le costó el poder al PSOE; en la Comunitat Valenciana, la decisión de Ximo Puig de adelantar los comicios para hacerlos coincidir con las generales se reveló un éxito, porque la subida de la participación frenó a la derecha a pesar del ascenso de las fuerzas conservadoras.
¿Se parecerá el comportamiento del electorado progresista más al 2 de diciembre andaluz o al 28 de abril, tanto en Andalucía como en la Comunitat Valenciana? Si se parece al 2D, se puede dar la paradoja de que la misma derecha cuyo principal partido hasta ahora ha salido más tocado que nunca recupere grandes cuotas de poder. Es decir, si el votante progresista entiende que el trabajo está hecho y baja los brazos, el "bloque de Colón" tiene opciones serias de cuajar mayorías donde ya gobierna el PP, como La Rioja, Castilla y León, Madrid o Murcia, y de acercarse o llegar a la mayoría donde gobierna el PSOE, caso de Extremadura, Castilla La Mancha o Aragón. Por todo ello es previsible que, tras esta semana de impasse, en realidad de planificación y ajuste, los partidos vuelvan a la carga ya con mensajes de movilización y polarización.
Entre los ganadores del 28A hay uno que no no se presentaba: José Felix Tezanos. Al final resultó que las encuestas del CIS, denostadas y ridiculizadas, estuvieron entre las más atinadas. El CIS anticipó el claro triunfo del PSOE, el desplome del PP, la subida de Cs, la caída de Unidas Podemos y una irrupción de Vox menos imponente de lo previsto. Sin duda la lectura del CIS postelectoral suscitará menos gracietas. De momento, y mientras empiezan a caer ya las primeras gotas del chaparrón de encuestas por venir, conviene escuchar el pronóstico de Tezanos de cara al 26M, cuando se celebran autonómicas, locales y europeas: "El PSOE no ha llegado a su techo".