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El fiasco de Bruselas y el desafío permanente de Mazón desnudan el liderazgo de Feijóo en el PP

Rivera mantiene el discurso duro contra Sánchez para disputar a Casado el liderazgo de la oposición

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Sin contemplaciones. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, dejó claro este martes en la Moncloa, después de reunirse durante algo menos de una hora con el presidente del Gobierno en funciones, que no tiene la menor intención de modular la dureza con la que hizo oposición a Pedro Sánchez durante los últimos diez meses.

En un intento de distinguirse del líder del PP, Pablo Casado, al que los resultados del 28 de abril han obligado a explorar una supuesta moderación en busca de los electores más centristas, Rivera ha enfatizado las posiciones irreconciliables que le separan del presidente del Gobierno en funciones. A diferencia de lo que hizo Casado el lunes, el responsable de Ciudadanos exigió la aplicación inmediata del artículo 155, cuya puesta en marcha depende en esta legislatura de la voluntad del PSOE, que será el partido que disponga de mayoría absoluta en el Senado.

Donde Casado aceptó abrir un canal de diálogo permanente con Sánchez sobre Cataluña, Rivera aseguró que el único canal que va a mantener con el presidente es para suspender inmediata e indefinidamente la autonomía catalana, un objetivo para el que sí está dispuesto a ofrecerle sus diputados y senadores aunque —reconoció— el Gobierno no los necesite. En realidad, la decisión sobre el 155 la debe adoptar el Senado, donde el partido de Rivera logró sólo 4 de los 208 escaños que se eligieron este domingo. Y esos 4 senadores son irrelevantes para la conformación de mayorías en la Cámara Alta.

Según la versión del encuentro facilitada por fuentes de Moncloa, “ambos líderes han constatado la necesidad de mantener una comunicación permanente sobre Cataluña”.

Pacto de la izquierda

El líder de la formación naranja insistió, una vez más, en que su partido no va a facilitar ni por activa no por pasiva la formación de Gobierno y dio por hecho que PSOE y Unidas Podemos llegarán a un acuerdo de coalición, aunque en su opinión no lo van a hacer público hasta después de las elecciones del 26 de mayo. Oponerse a ese Gobierno y a los “desmanes” que, anticipó, van a cometer, será su única prioridad, pensando en estar en situación de liderar “una alternativa” el día en que ese Ejecutivo “se desmorone”.

Su objetivo es liderar una “oposición firme”, remarcó de nuevo, y brindar su lealtad únicamente “a los españoles”. Una oposición “que crezca y no que se descomponga”, subrayó en referencia al Partido Popular.

La cuestión territorial fue una de las dos discrepancias irresolubles que alegó Rivera para fundamentar la dureza con la que se propone ejercer la oposición. La otra es la política económica y, específicamente, los impuestos. El líder de Cs insiste en acusar a Sánchez de haber engañado a los españoles al ocultar durante la campaña su intención “de machacar a impuestos a las familias” con subidas del IRPF, del impuesto al diésel y con el mantenimiento del impuesto de sucesiones.

Como parte de su plan para mostrarse como el líder de la oposición, y a pesar de que su grupo sólo tiene 52 escaños en un Congreso de 350, el objetivo de Rivera es hacer ver que él es quien lleva la iniciativa en los temas de Estado y en los debates parlamentarios. En esa línea, despreció incluso responder a la sugerencia que le hizo el lunes Casado de que Ciudadanos se abstenga para facilitar la investidura de Sánchez, diciendo que el líder del PP “bastante tiene con lo que tiene". "No me voy a aprovechar” de su situación, ironizó.

El presidente de Ciudadanos, sin embargo, no fue claro a la hora de descartar pactos con el PSOE en comunidades y ayuntamientos después del 26 de mayo si los necesita para gobernar. “España no es un álbum de cromos”, fue lo más que llegó a decir antes de extenderse en una larga declaración sobre la necesidad de acostumbrase a que el fin del bipartidismo obliga a los partidos a ponerse de acuerdo.

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La versión de Moncloa

La versión del Gobierno sobre la reunión fue más complaciente que la ofrecida por Rivera. “La conversación ha sido fluida y cordial”, subrayaron fuentes de la Moncloa, según las cuales lo más importante es “el hecho de que se haya producido” porque el propósito de Sánchez era “normalizar las relaciones institucionales y el diálogo político”. El objetivo de estos encuentros “es reforzar la institucionalidad y restablecer los espacios de comunicación que requiere la vida política española” y que no existían desde hace meses.

Durante la reunión, eso sí, Sánchez y Rivera se han mostrado dispuestos a abordar pactos de Estado en materia de migraciones, transición ecológica y energía, ciencia y despoblación. Dos de esos asuntos (migraciones y despoblación) también fueron incluidos por el líder de Cs en su lista de prioridades, en la que también figuran un acuerdo educativo y la renovación del pacto antiterrorista, una cuestión en la que ofreció a Sánchez el apoyo de Cs para “endurecer” la legislación.

Sin contemplaciones. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, dejó claro este martes en la Moncloa, después de reunirse durante algo menos de una hora con el presidente del Gobierno en funciones, que no tiene la menor intención de modular la dureza con la que hizo oposición a Pedro Sánchez durante los últimos diez meses.

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