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Rubalcaba deja su escaño en septiembre y abandona la política

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Se acabó. La dilatadísima carrera política de Alfredo Pérez Rubalcaba tiene ya fecha de cierre: septiembre. Será entonces cuando deje su escaño y regrese a la universidad. Volverá a ser un profesor de Químicas de la Universidad Complutense de Madrid

El secretario general del PSOE anunció su decisión este jueves a los medios en los pasillos del Congreso, en una comparecencia de poco más de dos minutos y sin preguntas. Sorprendió el momento, porque la convocatoria se hizo apenas cinco minutos antes, mientras la Cámara discutía el aforamiento del rey Juan Carlos. Rubalcaba no se anduvo con muchos rodeos. Explicó que comunicaba hoy su decisión porque esta era el último pleno ordinario que se celebra en este periodo de sesiones. Aún habrá actividad parlamentaria en julio, pero ya será en tiempo extraordinario. Entretanto, continuará como presidente del Grupo Socialista, asistirá al hemiciclo y se mantendrá al frente del partido hasta el congreso federal, el 26 y 27 de julio. Pero ahí acabará su ciclo. A principios de septiembre, renunciará a su acta y se irá a la Complutense, a impartir clases de Química Orgánica. Claro que antes tendrá que volver a empollar, a retomar los libros. "No vayáis a mi primer día" en las aulas, dijo en broma a los periodistas. 

Rubalcaba contó que su decisión la conocía ya "mucha gente". Tanta, a estas alturas, que cabía el riesgo de que se filtrara. Su futuro era una pregunta que seguía en el aire desde que el 26 de mayo, hace justo un mes, el día después de la debacle en las elecciones europeas, anunció su dimisión (en diferido) y la convocatoria de un cónclave extraordinario para elegir a su sucesor. Entonces ya se le preguntó qué iba a hacer. No lo quiso decir. Prefirió esperar hasta hoy. 

El todavía líder del PSOE subrayó que para él ha sido un "honor" ser miembro del Congreso durante 21 años. "El mayor honor que puede tener un político es ser diputado, no hay otro puesto más relevante, más importante y más gratificante". 21 años, dijo, "son muchos". "Pero menos de los que muchos habéis dicho", añadió con sorna. Rubalcaba (Solares, Cantabria, 28 de julio de 1951) estaba contando, claro, sus años en el Congreso. Allí llegó en 1993, y desde entonces mantuvo su acta. Pero su carrera política empezó mucho tiempo antes. En concreto, en el primer Gobierno de Felipe González, cuando asumió la dirección del Gabinete Técnico de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación (1982-1985). Luego encadenó la Dirección General de Enseñanza Universitaria (1985-86), la Secretaría General de Educación (1986-88) y la Secretaría de Estado de Educación (1988-92). Y, por fin, la tutela del Ministerio de Educación (1992-1993). Luego fue titular de la Presidencia (1993-1996) en la agonía del felipismo, acorralado por los escándalos de corrupción y del GAL. 

Tiempo de turbulencias e intrigas

Tras salir del Gobierno, se incorporó a la ejecutiva socialista en 1997. En el 35º Congreso de 2000, apostó por José Bono, y no por el finalmente ganador, José Luis Rodríguez Zapatero, que sin embargo lo mantuvo cerca. Él lo nombró portavoz del grupo (2004-0006), ministro del Interior (2006-2011) y vicepresidente primero del Ejecutivo y portavoz (2010-2011). Una componenda interna le hizo candidato a las generales de 2011. Recibió una contundente derrota –el peor resultado del PSOE en unas legislativas, 110 diputados–, pero aun así no tiró la toalla. Empujado por los suyos, compitió en el 38º Congreso Federal, el de Sevilla, en febrero de 2012, y venció por 22 votos a Carme Chacón

Su tiempo al frente del PSOE no ha estado exento de turbulencias e intrigas, casi desde el primer día. Su última bala para intentar mantenerse a flote, para aspirar siquiera a las primarias, eran las europeas del 25-M. Eligió a Elena Valenciano para liderar la candidatura. El PSOE pensaba que podía vencer las encuestas, dar la vuelta al ciclo de derrotas. No pudo ser. Los socialistas cosecharon su peor dato de todos los tiempos. En número de escaños, en porcentaje de voto y en número absoluto de sufragios. No había forma de salvar los números. Y se fue. O mejor, anunció que se iba en el congreso. 

La decisión de quedarse al frente del PSOE fue polémica. Este último mes no ha estado exenta de controversia. Los suyos le acusaron de cambiar las reglas de juego en favor de un candidato, Eduardo Madina, al permitir que votaran todos los militantes a su nuevo líder (y no los delegados). Pacto que él siempre negó

La abdicación del rey que él conocía

Si se quedó en Ferraz, al menos así lo explicó él a sus compañeros, fue porque conocía la intención del rey de abdicar la Corona, y esa información pesó en su decisión. Cerró filas con la monarquía, porque entendía que no podía salirse del pacto constitucional, pero no pudo obturar la controversia interna ni la pulsión republicana de las bases. Consiguió que sólo hubiera tres fugas de su grupo en la Ley de Abdicación, pero sabía que no podía obligar a decir amén al aforamiento total que el Gobierno quería procurar a Juan Carlos. Hizo que el PSOE se desmarcara y votara abstención

Hoy el pleno discutía el aforamiento. Y él salía al escritorio del Congreso a anunciar su marcha definitiva y su abandono de la política. Sin vuelta atrás. Se despidió de los periodistas con bromas, relajado, con una sonrisa en el rostro. "Muchos lleváis, no sé si tantos años, pero muchos años conmigo. Lo único que deseo es que me echéis tanto de menos como yo a vosotros". 

En los pasillos, los periodistas miraron enseguida a dos de los que aspiran a sucederle. Madina conoció su anuncio pocos minutos antes de la breve comparecencia de Rubalcaba. "Es una decisión que toma él y que yo respeto y comprendo bien", respondió Eduardo Madina. "Él decide dar un paso atrás y es ahora el PSOE el que tiene que decidir sus desarrollos de futuro, sus proyectos, sus liderazgos...". En cualquier caso, añadió, el PSOE está "a las puertas de un ciclo nuevo, de un tiempo nuevo, con un procedimiento nuevo en el congreso y con una historia nueva por escribir". 

Ovación en el Congreso de todos los grupos

Pedro Sánchez también hizo hincapié en el elogio encendido al secretario general saliente y en el periodo que ahora se abre. "He aprendido convicción, compromiso, dedicación, inteligencia, brillantez. Rubalcaba es un animal político, un gigante de la política que ha hecho mucho por este partido y por España". En particular, incidió, la consecución del fin de ETA. Y en el partido ha sabido "capitanear con éxito" un barco, el del PSOE, en tiempos muy turbulentos. "Estamos en la antesala de un cambio generacional. Es una nueva generación la llamada a liderar el PSOE y afrontar los retos de regeneración y de lucha contra la desigualdad y de convivencia territorial, que es lo que nos piden los ciudadanos. Abrimos un tiempo nuevo, estamos dispuestos a recoger ese testigo". Sánchez, que dijo no conocer la noticia con antelación, declaró su "admiración" y "respeto" por Rubalcaba y, como Madina, le deseó "mucha suerte". 

El escaño que dejará vacante el secretario general lo tendría que ocupar, en principio, el número 13 de la lista por Madrid, Carlos Mulas. Problema: tuvo que dejar la dirección de la fundación Ideas por el estallido del caso Amy Martin. La falsa columnista era en realidad su exmujer, Irene Zoe Alameda. 

Rubalcaba se fue con el aplauso de los suyos y los contrarios. En el pleno, justo antes de la votación del aforamiento del rey Juan Carlos, le dedicó una cerrada ovación. Fue Jesús Posada, el presidente del Congreso, quien le dedicó unas palabras en la tribuna y quien dijo sentir "gran tristeza" por la decisión del secretario general: "Le quiero agradecer su labor en estos años en el escaño, en el que ha dado categoría y altura a la función de diputado. Siempre será recordado como una gran figura del parlamentarismo del siglo XXI", le elogió. Automáticamente, la bancada socialista se puso en pie y le comenzó a aplaudir. Lo mismo hicieron todos los grupos parlamentarios (incluido el del PP) y los miembros del Gobierno –no estaba Mariano Rajoy, de viaje en Guinea Ecuatorial–. Rubalcaba siguió la ovación sentado en su escaño, emocionado, pidiendo que parase el homenaje.

"Mereció la pena", dice

En los pasillos, recibió elogios de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría –destacó sus "muchos años" de servicio público y le deseó "todo lo mejor" y "toda la suerte del mundo"–; del portavoz del Grupo Popular, Alfonso Alonso –"Hemos aprendido mucho de él"–, o del líder de IU, Cayo Lara –"Una retirada a tiempo es una victoria"–. Una marcha revestida de calor. 

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A Rubalcaba aún se le verá por los pasillos de la Cámara, o en Ferraz. Pero su tiempo en la política, de la que era adicto, a la que se ha dedicado "en cuerpo y alma", entra definitivamente en tiempo de descuento. Su larga carrera se extingue. Y "mereció la pena". 

Publicación by Alfredo Pérez Rubalcaba.

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