El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha aceptado dar un estatus especial a la reunión que mantendrá con su homólogo catalán, Quim Torra, en la tarde del jueves en el Palau de Pedralbes de la capital catalana, un edificio propiedad de la Generalitat de Cataluña que en la actualidad no tiene ningún uso permanente.
A falta de una confirmación oficial por parte de La Moncloa, que a la hora de redactar esta información guardaba silencio sobre la cita, todo indica que la reunión se celebrará en los términos anunciados por la Generalitat: una cumbre que sentará en torno a una mesa a cuatro representantes de cada gobierno: dos presidentes, dos vicepresidentes, dos ministros y dos consellers.
Lo cierto es que las versiones oficiales de la Generalitat y del Gobierno en torno a la naturaleza de los contactos que mantendrán en Barcelona apenas unas horas antes del Consejo de Ministros que se celebrará el viernes son muy diferentes.
La vicepresidenta Carmen Calvo reveló por la mañana y en los pasillos del Congreso que el Gobierno había aceptado la posibilidad de que, además de la reunión entre Pedro Sánchez y Quim Torra en el Palacio de Pedralbes, se celebrasen también otros “contactos” de ella y “algún otro ministro o ministra” con varios consellers en cualquier lugar institucional de la Generalitat donde se lo propusiesen. Y lo justificó en la necesidad de trabajar por “los problemas de Cataluña” y de hablar de los Presupuestos que el Gobierno de Sánchez tiene previsto remitir en enero al Congreso.
El anuncio se produjo poco antes de que trascendiese la disposición del PDeCAT y Esquerra a cambiar de postura y facilitar en el Congreso la modificación de los objetivos de estabilidad —déficit y deuda— para el año que viene. El PP vetará después la medida en el Senado, pero ganar esta votación en la Cámara baja tiene un gran valor para el Ejecutivo a pocas semanas de que se inicie el debate de los Presupuestos de 2019.
Calvo se esforzó en negar que se trate de una cumbre, como pretende la Generalitat. “Lo que no va a haber es una reunión de dos gobiernos. [Una cumbre] no procede porque nosotros somos también el Gobierno de Cataluña”, subrayó la vicepresidenta en un intento de distinguir el formato elegido del que habitualmente se utiliza entre ejecutivos de países soberanos.
Pero lo cierto es que lo que se va a producir este jueves en Barcelona rebasa claramente las líneas rojas que se marcó a sí mismo el Gobierno español el viernes pasado tras la última reunión del Consejo de Ministros.
La ministra portavoz, Isabel Celaá, había explicado ese día en rueda de prensa que “el formato habitual” de esta reuniones y el único “que avala el Gobierno es la reunión entre los dos presidentes y ninguna otra”. Los ministros, precisó, ya se han visto “con distintos consejeros en las reuniones bilaterales que ha venido teniendo y en los grupos de trabajo”. “Esto no es una cumbre”, subrayaba Celaá hace apenas seis días.
La Generalitat, sin embargo, sostiene que se trata de una reunión de Gobierno a Gobierno y afirma que en ella participarán los dos presidentes, los dos vicepresidentes y dos ministros y dos consellers. Es una “cumbre entre gobiernos” con “contenido político” y no un mero encuentro protocolario, hasta el punto de que el contacto a solas entre Torra y Sánchez se limitará a unos minutos de cortesía antes o después de la reunión, según fuentes de la Generalitat citadas por Europa Press.
La última vez que el Gobierno celebró una cumbre fue con el Ejecutivo de Portugal, el pasado noviembre en Valladolid. En aquella ocasión participaron diez ministros del Gobierno español y un número similar del Ejecutivo luso bajo la presidencia de los dos jefes de Gobierno, Pedro Sánchez y Antonio Costa.
Un reunión “de gobierno a gobierno”
El president Quim Torra, en una intervención en el Parlament, describió la cita como “una reunión de gobierno a gobierno y para hablar de todo”, tal y como había reclamado en los últimos días, y pidió a Sánchez que sirva para entablar un “diálogo efectivo, sincero y valiente”. Es “más necesario” que nunca, añadió, ante el ascenso de la derecha en España que se ha visualizado en Andalucía y que vaticinan las encuestas de cara a futuras contiendas electorales.
Su intención, explicó, es trasladar al presidente español los “grandes consensos” de la sociedad catalana que aglutinan ”al 80%” de la población y que, según él, son el rechazo a la monarquía, a que haya dirigentes independentistas encausados, y a un nuevo 155; la defensa del modelo de inmersión lingüística y la demanda de un referéndum de independencia pactado.
Torra reconoció a Sánchez el derecho a plantear los temas que considere oportunos, así como “el derecho a reunirse en Barcelona”, aunque a él no le parece que el 21 de diciembre, aniversario de las últimas elecciones, sea “la mejor fecha”.
El mensaje que Sánchez trasladará a Torra es bien conocido. Lo recordó hace unos días la ministra Celaá —“hablará sobre el encauzamiento del conflicto para Cataluña, que no es otro sino diálogo entre catalanes dentro de la Constitución; no hay otra salida”— y lo repitió el propio presidente el martes en el Senado, aunque con un matiz importante: el diálogo sólo será posible, subrayó, si el independentismo renuncia a la unilateralidad.
“La unilateralidad es todo lo contrario al diálogo. Si ustedes renuncian”, señaló a los portavoces del PDeCAT y Esquerra en el Senado, podrán “empezar a articular una mayoría en la que se reconozca no solamente la Cataluña nacionalista, sino la Cataluña no nacionalista”.
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“Ustedes”, recordó Sánchez, “quebraron unilateralmente la legalidad estatutaria y constitucional en el Parlamento de Cataluña” y por eso “tienen que hacer autocrítica y ser conscientes de que ese camino es una vía ciega. Si quieren dialogar y ofrecer una solución política a Cataluña, lo primero que tienen que hacer es hablar entre ustedes, es decir, entre no nacionalistas y nacionalistas”. Si lo hacen, añadió, “el Gobierno de España estará dispuesto a acompañar y a crear las condiciones para solucionar la crisis en Cataluña”.
El presidente también elogió en su intervención en la Cámara alta la iniciativa de Torra de crear una mesa de diálogo entre partidos. “Me pareció una muy buena iniciativa”, dijo antes de cuestionar su recorrido. “Si yo me siento a esa mesa y ustedes como mayoría independentista me dicen que no renuncian a la unilateralidad, ¿de verdad me voy a creer que ustedes quieren dialogar?”. “Si ustedes me dicen que no renuncian a la unilateralidad, ustedes están renunciando al diálogo, porque el diálogo y la unilateralidad son conceptos absolutamente contrapuestos”.
La solución al conflicto, según Sánchez, sigue pasando por encontrar “un denominador común” en un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña que obtenga el respaldo de 2/3 del Parlament. A esa proporción es, precisamente, a la que se aferrará Torra para reclamar un referéndum de autodeterminación.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha aceptado dar un estatus especial a la reunión que mantendrá con su homólogo catalán, Quim Torra, en la tarde del jueves en el Palau de Pedralbes de la capital catalana, un edificio propiedad de la Generalitat de Cataluña que en la actualidad no tiene ningún uso permanente.