"Lo más fácil, entre comillas, fue ganar las primarias. Ahora queda lo más difícil: cohesionar el partido para después construir una alternativa a la derecha". La frase es de uno de los pocos cargos que permaneció junto a Pedro Sánchez desde su dimisión hasta su victoria el 21 de mayo, y resume la tarea en la que está enfrascado estos días el nuevo secretario general: Sánchez busca integrar para lograr la unidad en el partido, pero no quiere que la composición de los órganos de dirección responda a un reparto de sillas entre familias socialistas. Además, ha pasado página sobre algunos de los colaboradores de su anterior etapa.
Fuentes de su entorno descartan que en la Ejecutiva que se aprobará en el 39º Congreso Federal tengan cabida nombres clave como el de César Luena y Óscar López. El primero fue su secretario de Organización y recibió numerosas criticas de rivales internos de Sánchez. Su estilo no gustó en las cúpulas de las federaciones, especialmente en las manejadas por los barones que precipitaron la salida del secretario general. Incluso entre los sanchistas, a toro pasado, se admite que su designación como número dos del PSOE no fue precisamente un acierto. Luena, por ahora, sigue el frente del PSOE de La Rioja y tiene acta de diputado en el Congreso.
En la última campaña electoral, la del 26J, Luena fue el coordinador del Comité Electoral y Óscar López, por entonces portavoz en el Senado, fue su segundo. Ambos eran hombres de la máxima confianza del secretario general, pero tras el Comité Federal del 1 de octubre le dieron la espalda y decidieron apoyar al exlehendakari Patxi López, a quien Sánchez también había dado cabida en su Ejecutiva como secretario de Acción Política. Según señalan colaboradores de Sánchez, también es probable que se reduzca el número de miembros con respecto a los 38 que había hasta ahora en la dirección del partido.
Sánchez, en público y en privado, habla de integración. Lo hizo este jueves, durante una visita a la Feria del Libro de Madrid: "Me empeñaré en que haya esa integración y en que el proyecto reconozca esa diversidad, que es una fuente de riqueza en nuestra organización, en los ámbitos de dirección del PSOE", comentó. Sus colaboradores coinciden en que la dirección tiene que ser "integradora" y que no se puede poner en marcha una "apisonadora": "No podemos hacer lo que nos hicieron a nosotros". Pero también advierten: "Hay que integrar, pero mirando por el retrovisor y sabiendo quién ha estado siempre ahí, a su lado, y quién no".
La idea del secretario general, según varios de sus afines, es no negociar cuotas de susanistas ni patxistas. Sánchez admite en sus conversaciones privadas que estos meses han sido duros y que el distanciamiento de alguno de sus colaboradores pasados, en el terreno de lo personal, es irreparable. Sin embargo, se dice dispuesto a mantener una "relación profesional" con todo el mundo, y no descarta a priori nombres en función de a quién apoyaran en la batalla de las primarias. Su empeño ahora es dar con las caras adecuadas para cada secretaría de la Ejecutiva. Elegirá, aseguran sus afines, a quienes mejor puedan desenvolverse en cada área.
Máxima discreción
En lo que también coinciden los sanchistas consultados por infoLibre es en que el número uno del partido está gestionando todas sus conversaciones para conformar los órganos de dirección "con una gran cautela". "Va hablando con cada uno de nosotros, pero no suelta prenda, no cuenta nada. Mi impresión es que debe tener ya una idea bastante clara en la cabeza", dice una diputada afín a Sánchez. Otro parlamentario socialista coincide con esta apreciación, y cree que aún "es pronto" para que se vayan confirmando nombres: "Hay muchas conversaciones, pero Pedro está siendo muy prudente para no crear más tensiones en el partido", sostiene.
Los afines a Patxi López aseguran que el nuevo secretario general está manejando con mucha precaución los contactos. "No hay nada, estamos en blanco", comenta una de las personas que manejó la campaña del exlehendakari. "Pedro está manteniendo reuniones privadas con su gente y administrando los tiempos, no sé nada más", señala esta misma fuente, que se declara "a la espera" de noticias de Sánchez para conocer sus planes. Por ahora restan más de dos semanas hasta el Congreso Federal, de modo que considera que aún "queda tiempo" para que empiece a aclararse el panorama.
Sánchez habló este viernes con Susana Díaz, que no tenía noticias del líder del PSOE desde que la noche de las primarias. Desde aquel contacto telefónico entre Díaz y el secretario general, que estaban en dos despachos separados de la misma planta de la sede socialista de Ferraz, no se habían dirigido la palabra. El tono de la llamada, según el equipo del secretario general, fue "positivo". Un colaborador de la andaluza añade: "No vamos a entrar en ningún conflicto. Le corresponde al compañero Pedro hacer lo que considere, es su responsabilidad: si le va bien nos irá bien a todos y, si no, no podrá echar la culpa a nadie".
Para los sanchistas, la discreción está justificada. Primero, porque "queda mucho tiempo hasta el congreso". Segundo, porque "cualquier nombre que salga ahora... lo matan en estas dos semanas", reflexiona una diputada. La situación en el partido, según estas voces, es de "compás de espera", de "calma tensa" y de "cierto alivio" entre quienes no apoyaron a Sánchez en las primarias al ver que al día siguiente de su victoria no se ha puesto en marcha una "causa general" contra nada. "Más nos vale integrar, porque si no mal empezaremos este nuevo tiempo", dice esta misma afín al secretario general.
Expectación en el Congreso
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La situación es similar en el grupo parlamentario socialista, donde una amplia mayoría de los miembros respaldó a Susana Díaz y Sánchez cuenta apenas con un puñado de afines. Uno de los próximos al líder cuenta que "la tensión se ha rebajado" en las casi dos semanas que han transcurrido desde la votación. "Las primarias fueron duras para muchos, porque no contemplaban una victoria de Pedro. La semana pasada no hubo mucha actividad en la Cámara, y eso ha servido para que asimilen los resultados y los interioricen. Ahora el ambiente es de estar a la espera de cambios", explica.
Hasta el congreso no habrá cambios en la dirección del grupo, y la portavocía provisional está en manos de José Luis Ábalos. Para uno de sus compañeros de bancada, ha sido una buena elección: "Ábalos tiene mucha mano izquierda, sabe llevarse bien con la gente y no crea tensiones. Es un tipo sensato. Otra cosa es que todo el mundo esté a la espera de ver quién es el portavoz y cómo se reparten las comisiones", afirma. Y es que, además de elegir a la nueva cara de los socialistas en la Cámara baja, donde no estará el propio Sánchez, el secretario general tiene que decidir cómo reparte a sus 84 peones en las diferentes comisiones parlamentarias.
Por ahora se ha reestablecido la "normalidad", señalan varios diputados. Esta semana, por ejemplo, muchos compartieron cena en un restaurante próximo al Congreso de los Diputados. Las excepciones a esa calma expectante en estos días han sido dos: las intervenciones críticas del valenciano Ciprià Císcar y el cacereño César Ramos en la reunión del grupo, que los sanchistas calificaron de "desafortunadas" –especialmente la del primero de ellos–, y el malestar que produjo la decisión de sumarse a PP y Cs para cerrar la comisión de investigación sobre las actividades del Ministerio del Interior.
"Lo más fácil, entre comillas, fue ganar las primarias. Ahora queda lo más difícil: cohesionar el partido para después construir una alternativa a la derecha". La frase es de uno de los pocos cargos que permaneció junto a Pedro Sánchez desde su dimisión hasta su victoria el 21 de mayo, y resume la tarea en la que está enfrascado estos días el nuevo secretario general: Sánchez busca integrar para lograr la unidad en el partido, pero no quiere que la composición de los órganos de dirección responda a un reparto de sillas entre familias socialistas. Además, ha pasado página sobre algunos de los colaboradores de su anterior etapa.