El futuro del PP
Santamaría y Cospedal: historia de un enfrentamiento
Que la secretaria general del Partido Popular y ministra de Defensa y la vicepresidenta del Gobierno no son las mejores amigas no es ningún secreto. "No hay química entre ellas. La relación es estrictamente laboral. Son muy diferentes y han chocado en cuestiones muy delicadas para el partido", define un dirigente nacional que conoce muy bien a ambas. Pero este Dos de Mayo, día de la Comunidad de Madrid, ha supuesto un antes y un después en la historia de esta competición entre dos de las mujeres mejor ubicadas para suceder a Mariano Rajoy. "Ninguna de las dos se esforzó en ocultar sus diferencias dando una imagen pésima", valora la misma fuente.
Se refiere a la imagen que abría casi todos los periódicos este jueves: Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal separadas por una silla –la de Ángel Garrido, presidente en funciones de la Comunidad de Madrid, que estaba en el escenario– sin mirarse, sin cruzar una sola palabra. Minutos antes se habían saludado con un par de besos al coincidir en el patio de la Real Casa de Correos, sede del Gobierno regional. Pero sin mayor gesto de complicidad.
Las dos dirigentes conservadoras habían acudido a los actos institucionales de la fiesta de los madrileños para respaldar a un Gobierno regional descabezado tras la dimisión de Cristina Cifuentes y a un PP de Madrid que no levanta cabeza entre escándalos de corrupción, peleas internas y desafíos a la dirección nacional del PP. Pero lo único que dejaron claro es que en el Gobierno el ambiente tampoco es muy festivo. Está por ver cómo resuelve Rajoy el agravamiento de esta crisis que le toca de lleno si se tiene en cuenta que la protagonizan su mano derecha en el Gobierno y su mano derecha en el partido. Dos dirigentes que ocupan puestos relevantes desde 2008, cuando Rajoy aún estaba en la oposición: Cospedal, secretaria general del PP, y Santamaría, portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.
La crisis en Cataluña y la gestión del caso Cifuentes han sido los últimos roces de una competición por alcanzar mayores cuotas de poder. Pero las diferencias, negadas casi siempre por los entornos de ambas, empezaron hace una década. En público, mientras la secretaria general ha achacado al "morbo" que se las enfrente apuntando a que si ambas no fuesen mujeres no habría polémica, Santamaría ha optado por señalar que su compañera nunca encontrará una crítica en ella porque, como conocedora de su partido, sabe que la labor del número dos es "difícil, dura e ingrata".
El 'caso Cifuentes'
Precisamente en calidad de número dos del partido acudió Cospedal el pasado 25 de abril por la mañana a la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid para trasladarle a Cristina Cifuentes un mensaje claro de Rajoy: tenía que renunciar al cargo antes del mediodía, antes de que el presidente entrase al hemiciclo del Congreso para presenciar el debate de totalidad de los Presupuestos Generales del Estado.
Cospedal también lo hacía en calidad de amiga. La número dos del PP fue durante toda la crisis el principal apoyo con el que contó Cifuentes en la dirección nacional del PP.
Primero, lo haría con un contundente mensaje en Twitter: "No todo vale en política. Las actuaciones de estos días contra @ccifuentes son mezquinas, machistas y miserables. Parece que a algunos les gustaría conseguir lo que no consiguió un accidente de tráfico mortal. Retomando sus palabras de ayer: a seguir todavía con más fuerza".
Después, en plena convención del PP en Sevilla hizo un llamamiento a los congregados a defender a sus compañeros de partido –"Lo nuestro y a los nuestros", dijo– y propició una ovación a Cifuentes poniéndose ella misma en pie.
Cuentan quienes conocen a la secretaria general que no se trata sólo de amistad, sino de cumplir su función como número dos del partido.
Mientras, en este proceso, Santamaría ha sido ubicada en el sector de aquellos que eran partidarios de que Cifuentes diese un paso atrás cuanto antes para evitar "daños mayores" al partido.
En este contexto llegaron ambas a la fiesta del Dos de Mayo.Dos de Mayo Mientras la presencia de Santamaría estaba anunciada previamente, la de Cospedal sorprendió incluso puestas adentro del partido. No figuraba ni en las previsiones del PP ni en las del Gobierno.
"Fue a marcar territorio, a defender la que había sido su gestión de las últimas semanas", interpreta una de las fuentes consultadas por infoLibre. Una presencia que en sectores conservadores fue interpretada también como apoyo a Ángel Garrido, presidente en funciones de la Comunidad de Madrid.
Este lunes está previsto que la presidenta de la Asamblea de Madrid, Paloma Adrados, inicie la ronda de consultas para la investidura de un nuevo candidato, un proceso que podría culminar en un Pleno los días 16 y 17. En esta cuestión, el PP también está dividido entre quienes creen que Garrido debe agotar la legislatura y quienes consideran que debe cortarse cualquier vínculo con las personas de máxima confianza de la expresidenta.
La crisis en Cataluña
El papel protagonista que otorgó a Santamaría el presidente del Gobierno en la gestión de la crisis entre el Estado y Cataluña provocó que en su propio partido muchos la ubicasen, junto al propio presidente, como una de las principales responsables de una estrategia que se ha demostrado fallida y que, en clave de partido, condujo a que el PP de Cataluña se desplomase de los once a los cuatro escaños, perdiendo el grupo parlamentario en el Parlament.
Entre las principales dudas que se planteaban respecto al 1-O estaban la de dónde se guardaban las urnas y si el Gobierno estaba en disposición de garantizar que, tal y como había reiterado una y otra vez, ese día no iba a haber urnas. Desde el Ejecutivo se defendía que no habían sido localizadas porque no existían. Y aseguraban que si había algún tipo de movimiento al respecto, serían incautadas antes de que pudieran ser introducidas en los colegios.
El Govern presentó el prototipo de estos recipientes dos días antes de la consulta. Y el 1-O se depositaron papeletas en urnas como las del prototipo. ¿Cómo el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) no había logrado detectar estos movimientos? Dirigido por Félix Sanz Roldán, el CNI depende directamente de la Vicepresidencia del Gobierno.
Los críticos con Santamaría dentro de su partido consideraron que, a tenor de los resultados, Rajoy se había equivocado a la hora de depositar en Santamaría el peso de la "agenda catalana" y que debería haber "repartido juego". Sus defensores vieron al entorno de Cospedal tras estas críticas.
También se ubicó a Cospedal en el grupo de ministros que consideraba que el artículo 155 de la Constitución, el que interviene la autonomía de una comunidad, debería haberse aplicado antes en Cataluña.
Competición de cargos
Hasta esta legislatura, en la que ambas tienen un asiento en el Consejo de Ministros, Rajoy optó en los últimos años por dar todo el poder del partido a Cospedal y concentrar gran parte del poder del Gobierno en Santamaría. Este escaso reparto de juego ha escocido en sectores del partido. Y, de paso, ha servido para que los defensores y detractores de ambas tuviesen más argumentos para la crítica.
Del mismo modo que a Santamaría se le ha criticado su férreo control de todo lo que ocurre en la Moncloa y, por tanto, ha sido culpada de cualquier gestión polémica y cualquier crisis, a Cospedal se la ha señalado como máxima responsable de los errores del partido. En su caso, además, lleva años arrastrando las críticas por su acumulación de cargos, una situación que Rajoy no ha zanjado por mucho debate interno que haya generado.
Durante años, Cospedal compatibilizó la Presidencia de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha con la Secretaría general. Y en esta legislatura, además de ser la número dos del partido, ocupa el cargo de ministra de Defensa –que la mantiene con una importante agenda de viajes– y la Presidencia del PP de Castilla-La Mancha. El año pasado, en los meses previos al XVIII Congreso Nacional del PP, volvió con fuerza el debate interno para que, a partir de ese momento, dejase de existir acumulación de cargos en la cúpula del partido. Unas presiones tras las que dirigentes del partido veían al entorno de Santamaría con la finalidad de ubicar como número dos del partido a Alfonso Alonso, exministro de Sanidad y líder del PP vasco.
Sin intentar dar la sensación de que se decantaba por un bloque u otro porque Cospedal salió del cónclave con los mismos puestos con los que entró, Rajoy optó por nombrar a Fernando Martínez-Maillo coordinador general del PP, un cargo que sumaba al de vicesecretario de Organización. Este movimiento implicó que el día a día del partido quedaba en manos de Martínez-Maillo, un hombre de la máxima confianza de Rajoy. "No se puede tener un ojo en el partido y otro en el Gobierno", explica un diputado sobre la decisión del presidente.
Las respuestas ante la corrupción
Los escándalos de corrupción llevan salpicando al PP desde que a comienzos de 2009 estalló el caso Gürtel. Por las funciones que han desempeñado, a ambas dirigentes conservadoras les ha correspondido dar la cara por estos casos, exponer la versión del partido y enfrentarse a las preguntas de los informadores.
"Tanto en su época de portavoz del PP en el Congreso como en su época de portavoz del Gobierno, Santamaría ha tenido que cubrir los silencios de Génova y hablar de Génova en esos momentos era hablar de Cospedal porque Rajoy solía delegar en ella las ruedas de prensa posteriores a los comités de dirección de los lunes", relata un dirigente regional. A su vez, la secretaria general delegaba en Carlos Floriano.
En junio de 2015, Rajoy nombró a los nuevos vicesecretarios. A partir de ese momento son Maillo; el portavoz, Pablo Casado, y el vicesecretario de Sectorial, Javier Maroto, quienes se alternan en la sala de prensa de Génova. Y, un año después, ya habían estallado las tensiones entre la Moncloa y los recién llegados. También a costa de la corrupción. En el entorno de Rajoy, donde se incluía a Santamaría, había malestar por la forma en la que, sobre todo Casado y Maroto, se distanciaban de los escándalos del pasado.
El liderazgo del PP andaluz
En febrero de 2014 el ahora ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, lideraba el PP de Andalucía y tocaba abrir el proceso para relevarle. Cuando parecía que el senador José Luis Sanz, que contaba con el respaldo de Cospedal, iba a hacerse con el control de los conservadores andaluces, Mariano Rajoy dio un golpe de mando desbaratando estos planes y optando por Juan Manuel Moreno. La apuesta del presidente fue interpretada en clave de lograr el máximo consenso interno. Sanz no contaba con el respaldo de las provincias de Málaga y Cádiz. Por aquellas fechas, Moreno era secretario de Estado de Asuntos Sociales.
Moreno es considerado uno de los dirigentes de confianza de la vicepresidenta, de ahí que su elección se entendió en clave de partido como una victoria de Santamaría y una derrota de la secretaria general.
En el partido se comentaba que el enfado de la secretaria general fue tal que encargó al por entonces vicesecretario de Organización y Electoral, Carlos Floriano, que trasladara él a Moreno la decisión de Rajoy.
Los territorios
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"Un líder de un partido se mide por los apoyos. A nadie se le olvida que, por ejemplo, en el XVI Congreso de 2008 los apoyos de la Comunidad Valenciana y de Andalucía fueron claves para que Rajoy llegara como único candidato cuando su liderazgo había sido muy cuestionado", relata un miembro del Comité Ejecutivo Nacional. "El próximo líder del PP tiene que tener un amplio respaldo de las diferentes direcciones regionales", añade. La idea más extendida en el PP es que Cospedal, por el hecho de ser secretaria general, por el contacto que ha mantenido estos años con la organización del partido a todos los niveles, tiene ventaja en este sentido respecto a Santamaría.
Los fieles a la vicepresidenta consideraron, cuando fue nombrada ministra de Administraciones Territoriales en el arranque de esta legislatura, que esta nueva competencia iba a ser fundamental a la hora de acercarla a las bases del PP porque iba a poder combinar la labor institucional con actos de partido por toda España. Hasta la fecha, las circunstancias han hecho que su segundo despacho esté en Cataluña.
Pendiente de cómo se resuelva la crisis en Madrid, la defensa que hizo Cospedal de Cifuentes oscila la balanza de Madrid del lado de la secretaria general, como la de Castilla-La Mancha, donde es presidenta del PP regional. Mientras, los conservadores de Andalucía y Euskadi están en manos de barones territoriales de la máxima confianza de Santamaría. En el resto de comunidades, el reparto de afinidades no es tan claro.