Siete de los hospitales públicos madrileños no cuentan con el número de geriatras que se prometieron para 2015

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8 de febrero de 2019. El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, inaugura la XXV Jornada del Servicio de Geriatría del Hospital Ramón y Cajal, un evento de trascendencia a nivel internacional que reúne a más de dos centenares de expertos en la materia. Durante su intervención, se muestra convencido de que esta especialidad “va a tener un papel cada vez más importante” dentro del espectro asistencial de la Comunidad de Madrid. “Nuestra población cada vez va a ser más longeva, hay más reto de fragilidad”, apunta el responsable político. Sin embargo, dos años después de aquel encuentro, la región sigue sin cumplir en esta materia con el objetivo de este tipo de especialistas que se había marcado hace ya más de un lustro. Para 2015, todos los centros de la red pública debían contar con al menos tres geriatras en sus plantillas que ejerciesen su labor sobre pacientes hospitalizados. Sin embargo, a cierre de 2020, el año en el que la pandemia puso en evidencia la fragilidad de los más mayores, siete de los centros de gestión directa del Servicio Madrileño de Salud –aquellos totalmente públicos– no alcanzaban las cifras marcadas.

En el marco de la regulación sobre la libre elección sanitaria, hace casi una década, el Ejecutivo regional decidió trabajar en numerosos planes estratégicos para las distintas especialidades a fin de marcar las “líneas futuras” de cada una de ellas. Uno fue el de geriatría, que se encargó de presentar en junio de 2012 en el Hospital Gregorio Marañón el consejero de Sanidad, Javier Fernández-Lasquetty, quien aprovechó el acto para reconocer la alta especialización de unos servicios “de reconocido prestigio, pioneros en las técnicas geriátricas de referencia”. El intenso trabajo cristalizó en un documento en el que participaron más de medio centenar de expertos. Un texto en el que se recogía, ante la “limitación” de profesionales de este ámbito en los centros de la comunidad autónoma, una serie de “objetivos” a conseguir de manera prioritaria con la vista puesta en 2015. El primero de ellos, “dotar a todos los hospitales de la red pública de al menos 3 especialistas en Geriatría que ejerzan su labor sobre pacientes hospitalizados (independientemente de que pueda haber otros trabajando en otros departamentos)”.

“Aquel plan, diseñado por un enorme grupo de geriatras, estaba muy bien hecho. Sin embargo, nunca fue totalmente implementado. La sensación de aquellos que trabajaron en el documento es que, finalmente, quedó guardado en un cajón”, explica en conversación con infoLibre Cristina Alonso, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica (Semeg) y geriatra del Hospital Universitario de Getafe. Es cierto que esta especialidad forma parte de la cartera de servicios de la gran mayoría de hospitales de la región. Sin embargo, siguen faltando manos. Según los datos facilitados por la Dirección General de Recursos Humanos a la Asociación Madrileña de Enfermería (AME) a través de una petición de información, siete de los 25 hospitales de gestión directa de la comunidad autónoma contaban a cierre del año pasado con un número de facultativos inferior al que se marcaba como objetivo en el plan de cara a 2015. Y eso que, recuerdan los expertos en la materia consultados por este diario, esa meta marcada hace un lustro se encuentra “muy por debajo de las necesidades que hay actualmente”.

Un geriatra en Fuenlabrada y dos en El Escorial

El Instituto Psiquiátrico José Germain, el Hospital Rodríguez Lafora y el Hospital de Fuenlabrada tienen una plantilla en geriatría prácticamente inexistente. Sólo cuentan con un facultativo para, por ejemplo, una población diana de más de ochenta años que en el caso del municipio madrileño supera los cuatro millares de personas. “Solo con una persona no se puede montar un servicio geriátrico”, apunta Víctor Jiménez, vicepresidente de AME, quien recuerda que estos trabajadores tienen derecho a descansar o a coger vacaciones. “No somos superhéroes. Esto, lo que provoca, es que muchos mayores no reciban una atención que pueda cumplir con los mínimos estándares de calidad”, remarca Alonso. También cuenta con un solo geriatra el Infanta Cristina, si bien en este centro tiene el respaldo de tres enfermeras. No están mucho mejor en El Escorial, Santa Cristina o el Hospital del Tajo, cuyo equipo de geriatría se basa, exclusivamente, en un par de especialistas. Este último centro tiene un área de influencia de cinco municipios, con una población mayor de 80 años que se acerca a los cinco millares de personas.

En el extremo contrario se encuentran centros como el Gregorio Marañón, el Clínico San Carlos o el de Getafe, con unos equipos en esta materia mucho más potentes. El primero de ellos, por ejemplo, cuenta con una plantilla en este área de 127 profesionales, entre los que hay una decena de facultativos respaldados por enfermeras o auxiliares de enfermería. Una cifra que en los otros dos se sitúa en los 68 y 67 trabajadores, respectivamente. En el Clínico San Carlos, por ejemplo, tienen un terapeuta ocupacional en un equipo integrado, también, por una docena de facultativos. Especialistas que en el caso del centro ubicado al sur de la capital ascienden a 16, solo superado por los 18 geriatras del Hospital de La Cruz Roja, a los que acompañan en sus labores otros siete enfermeros y auxiliares de enfermería. “Este último tiene una gran tradición en la materia”, explica al otro lado del teléfono la doctora del Hospital Universitario de Getafe, cuyo servicio de geriatría fue puesto en marcha hace tres décadas con profesionales que procedían, justamente, del centro sanitario madrileño.

Si bien todos los expertos coinciden en el incumplimiento de los objetivos marcados, también remarcan que, a día de hoy, esas cifras planteadas en su momento se han quedado cortas ante el envejecimiento de la población. “Las necesidades asistenciales han cambiado”, desliza Jiménez. Sabedores de ello, un grupo de expertos se encargó de elaborar para el último congreso de la Sociedad Europea de Medicina Geriátrica (EuGM), celebrado en octubre, un documento estimando, en base a datos presentes y a proyecciones futuras, los recursos necesarios para una buena atención a los mayores en las diferentes comunidades autónomas hasta el año 2025. Según sus cálculos, y en función de si nos agarramos al estándar de un especialista por cada diez o por cada ocho camas, serían necesarios en suelo madrileño entre 404 y 505 profesionales de esta rama, una cifra que en los cinco años siguientes debería moverse entre los 481 y los 601. Actualmente, el número total de geriatras en los hospitales de gestión directa de la región es de 174, casi tres veces menor de lo que debería ser en función de las estimaciones manejadas por los expertos.

“Sería impensable que los niños no tuvieran un pediatra”

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En conversación con este diario, Ainhoa Esteve, una de las especialistas encargadas de este proyecto, deja claro que esas cifras hacen referencia, exclusivamente, a los profesionales que serían necesarios para las Unidades Geriátricas de Agudos, dirigidas a la atención del paciente geriátrico con patología aguda o reagudización de enfermedades crónicas, por lo que la cifra de facultativos necesarios de forma global sería todavía más elevada. “En estos cálculos no estamos incluyendo, por ejemplo, las unidades de recuperación funcional o de deterioro cognitivo”, explica Esteve, que trabaja en el servicio de Geriatría del Hospital Infanta Leonor, el único que actualmente funciona de forma independiente. “En 2017 salió una resolución de la Dirección General de Asistencia Sanitaria por la que los geriatras debían pasar a depender directamente de la Dirección Médica y no de otras especialidades. Sin embargo, esto solo se ha hecho hasta la fecha en Vallecas”, explica la presidenta de la Semeg. En el resto, concreta la experta, los servicios de geriatría dependen mayoritariamente de Medicina Interna.

Con estos mimbres, tanto Alonso como Esteve hacen hincapié en la necesidad de reforzar esta especialidad en los centros sanitarios: “Sería impensable, por ejemplo, que los niños no tuvieran acceso a un pediatra”. Principalmente, por los beneficios que esta disciplina lleva aparejados. “Las unidades de hospitalización geriátricas de agudos reducen significativamente la incidencia de deterioro funcional al alta en un 13% y aumentan la proporción de pacientes que regresan a sus domicilios en un 25%, con una reducción de la estancia media y de los costes directos de la hospitalización del 10%”, recogía el plan estratégico elaborado en suelo madrileño hace más de una década. “Nosotros trabajamos para evitar, a través de un equipo multidisciplinar del que forman parte terapeutas ocupacionales o fisioterapeutas, que los mayores puedan convertirse en dependientes tras una enfermedad”, trata de explicar la presidenta de la Sociedad Española de Medicina Geriátrica, quien se lamenta del “poco valor que se está dando” a los ancianos y del escaso conocimiento a nivel social que puede existir sobre esta especialidad.

A pesar de los datos, lo que más les preocupa es que la Comunidad de Madrid sea una de las regiones más fuertes en esta materia. Al fin y al cabo, recuerda Esteve, otros sistemas sanitarios como el andaluz o el vasco ni siquiera cuentan con la geriatría en sus carteras de servicios. “Para lo que hay y para cómo estaba se ha producido un cambio significativo a mejor”, cuenta la geriatra del Infanta Leonor. Sin embargo, todavía queda bastante trabajo por hacer. Es necesario, dicen, continuar potenciando las plantillas. Unos equipos que, durante la pandemia, se han reforzado ligeramente con medio centenar de geriatras destinados a servir de enlace con los centros residenciales de la región. La cruda realidad que ha traído la crisis sanitaria, dice Alonso, puede ayudar en este sentido. “Ha supuesto un toque de atención y ha puesto sobre la mesa la discriminación que sufren los mayores en la sociedad”, apunta. En la misma línea se pronuncia Esteve: “Ha visibilizado que la atención sanitaria a las personas mayores es importante”. Habrá que ver si esta lección perdura en el tiempo o si el regreso a la normalidad acaba arrojando al olvido todos estos meses negros.

8 de febrero de 2019. El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, inaugura la XXV Jornada del Servicio de Geriatría del Hospital Ramón y Cajal, un evento de trascendencia a nivel internacional que reúne a más de dos centenares de expertos en la materia. Durante su intervención, se muestra convencido de que esta especialidad “va a tener un papel cada vez más importante” dentro del espectro asistencial de la Comunidad de Madrid. “Nuestra población cada vez va a ser más longeva, hay más reto de fragilidad”, apunta el responsable político. Sin embargo, dos años después de aquel encuentro, la región sigue sin cumplir en esta materia con el objetivo de este tipo de especialistas que se había marcado hace ya más de un lustro. Para 2015, todos los centros de la red pública debían contar con al menos tres geriatras en sus plantillas que ejerciesen su labor sobre pacientes hospitalizados. Sin embargo, a cierre de 2020, el año en el que la pandemia puso en evidencia la fragilidad de los más mayores, siete de los centros de gestión directa del Servicio Madrileño de Salud –aquellos totalmente públicos– no alcanzaban las cifras marcadas.

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