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Galleguismo de 'baja intensidad': la clave de la hegemonía del PP que desafía el BNG de Pontón

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En poco más de una semana —el domingo 18 de febrero— Galicia acudirá a las urnas. En más de cuarenta años de autonomía y tras once elecciones al Parlamento, el Partido Popular no ha gobernado sólo en dos ocasiones: entre 1987 y 1990, con Fernando González Laxe, y, más recientemente, con los cuatro años de Gobierno de coalición entre el PSdeG-PSOE y el BNG (2005-2009). Basta un simple vistazo a la evolución del voto en las elecciones al Parlamento de Galicia desde el aterrizaje de Manuel Fraga en la política autonómica, hace treinta años, para mostrar claramente la solidez de la mayoría del PP en una comunidad que se define como "nacionalidad histórica" desde el año 1981.

Los conservadores nunca han bajado del 44% —ocurrió la primera vez que Manuel Fraga se presentó, nada más ceder el bastón de mando del partido a José María Aznar, y ya nunca han vuelto a acercarse a ese suelo electoral— e incluso hasta en tres ocasiones se han permitido el lujo de superar el 50% de los votos emitidos. Es más, en las elecciones que alumbraron el bipartito, el PP obtuvo más del 45% de los votos y Fraga se quedó a un escaño de la mayoría absoluta. Es la única forma que tiene la formación de gobernar ya que, de lo contrario, la izquierda se une para desalojarlo de las instituciones, como ya ocurre a nivel municipal.

En el espacio de la izquierda es el BNG quien, a tenor de las encuestas, lidera el espacio y podría, incluso, romper el techo histórico que ya alcanzó bajo el liderazgo carismático de Xosé Manuel Beiras, que ya entonces combinaba su bagaje más académico con una feroz oposición al Partido Popular de Manuel Fraga. El voto progresista en Galicia se ha repartido entre nacionalistas, socialistas y la izquierda alternativa, primero con AGE, luego con las mareas y ahora con Sumar. Ahora es Ana Pontón quien lidera ese espacio y lo hace con un discurso en el que combina elementos nacionalistas con otros de ámbito más social u económico, consciente de que las tesis soberanistas no tienen un apoyo masivo en la comunidad.

Un PP que hace gala del 'galleguismo' para lograr la hegemonía de la derecha

El caso gallego es singular. Con una identidad muy arraigada, el PP ha logrado una hegemonía total en el campo de la derecha haciendo gala un "galleguismo de baja intensidad", tal y como lo define Alba Nogueira, catedrática de Derecho Administrativo de la Universidad de Santiago. Esto, según Nogueira, ha provocado que , a diferencia de lo que ocurre en comunidades como Euskadi o Cataluña —en las que predominan partidos conservadores como el PNV o la antigua Convergència— , el PP hable abiertamente de la "nacionalidad gallega" y denuncie el "trato discriminatorio" que se le da a Galicia desde España. "Aquellos que se definen como más gallegos que españoles o tan gallegos como españoles son, según el CIS, el 70% de la población. Aunque no podemos decir que hay un nacionalismo fuerte, porque el BNG tiene una presencia oscilante, el sentimiento de galleguidad es fuerte y eso el PP lo explota", subraya en conversación con infoLibre.

El historiador Xosé Manuel Núñez Seixas, autor de Suspiros de España. El nacionalismo español 1808-2018 (Crítica, 2019), asegura la fortaleza del Partido Popular gallego reside en sus orígenes, cuando todavía era Alianza Popular (AP). Núñez Seixas recuerda que cuando AP "se institucionaliza" se presenta "con un giro autonomista" en el que "aceptan" el idioma y se habla de que "hay que imitar a Jordi Pujol" —el expresident de la Generalitat catalana—. "Así, el PPdeG consigue bloquear la emergencia de cualquier partido conservador de corte más nacionalista", expone a este periódico. Además, recuerda que cuando llega la Transición "el galleguismo tiene mucha presencia en cuadros intelectuales, que nace en los años 60, con elementos dentro de un Estado federal".

Para el profesor y analista político Manuel Martínez Barreiro, el PP "recurre al galleguismo como una identidad política rebajada" y "se conforma con un partido regionalista, vinculado con la cultura, gastronomía y folklore, pero de forma no conflictiva y despolitizada, lo que conforma un partido de base popular amplia y achica el espacio a otros partidos", señala. Así, considera que Galicia es el ejemplo de nación cultural, pero no política. "Mucha gente insiste en la idea de que Galicia es cultura y es cierto que hay una serie de elementos que crean un sustrato de identidad fuerte, una cultura muy arraigada de comunidad. Pero no opera la idea de nación política como deseo de autogobernarse, eso históricamente es uno de los trazos que el nacionalismo político trata de resolver", reflexiona.

Los tres expertos consultados consideran que la hegemonía de los conservadores se mantiene porque las posiciones de Vox "viven anidadas dentro del PP", en palabras de Barreiro. "Vox es un spin off del PP en el Estado, se alimenta y nutre de otras derechas neofranquistas, pero no deja de ser una desafección del PP", asegura. Nogueira coincide: "El PP en parte cubre el espectro de Vox. Rueda, cuando se hicieron manifestaciones porque supuestamente el gallego se estaba imponiendo, se unió a los grupos extremistas".

El voto dual: a la izquierdas en las estatales y municipales, a la derecha en las autonómicas

Hay un patrón que se repite en Galicia. En las municipales y generales la izquierda obtiene mejores resultados, mientras que en las autonómicas es el la derecha la que domina con claridad. Es lo que los expertos definen como voto dual. En el caso autonómico, además, juegan factores como el sistema electoral , que prima los votos de las provincias más rurales donde hay menos población, frente a las provincias con núcleos urbanos que concentran a la mayoría del censo electoral gallego. De esta manera, mientras en Lugo y Ourense son necesarios unos 25.000 votos para obtener un escaño, en A Coruña y Pontevedra, para ganar un escaño, es necesario obtener entre 41.000 y 44.000 votos.

Nogueira lo explica así: "El PP sabe aprovechar muy bien el discurso de que 'Madrid tiene la culpa' —en referencia al Ejecutivo central — y el hecho de que el PSOE haya estado en La Moncloa mucho más tiempo", analiza. Esto, a su juicio, provoca la "desmovilización" del electorado de izquierdas, vital para darle el vuelco la Xunta. Tal y como lo ve la experta, desde la Xunta se traslada la idea de que "lo importante no se decide aquí" —pese a que las competencias en materias como sanidad o educación están transferidas a las autonomías— y , mientras, la gestión del PP "no molesta" porque "no es estridente".

Núñez Seixas explica este voto dual apelando al pragmatismo de los gallegos. "Eligen su voto en función de valores estratégicos, de si un partido u otro tienen más o menos opciones de gobernar o de influir", explica. Por ese motivo, Sumar obtuvo dos diputados en las elecciones del pasado 23J por las provincias de A Coruña y Pontevendra, mientras que el BNG únicamente obtuvo un escaño, ya que "se sabía" que la coalición de Yolanda Díaz podía llegar a formar parte del Gobierno. Según el historiador a nivel autonómico, sin embargo, "hay un electorado de izquierdas, crítico con el PSOE, que considera que la Xunta no va con ellos". A eso se le suma que el PSOE, cuyo arraigo bebe especialmente del ámbito municipalista, "no tiene una idea propia de lo que es Galicia", a su modo de ver.

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A comienzos del año 2016 nadie apostaba muy fuerte por el futuro del Bloque Nacionalista Galego. Alguna encuesta pronosticaba su desaparición del Parlamento de Galicia que se iba a elegir en las elecciones de septiembre. Ese es el contexto en el que Ana Pontón se hizo cargo de la organizaciónuna crisis inmensa después de una quiebra interna en el nacionalismo gallego cuyas heridas son todavía visibles en nuestros días. Ahora será el BNG, precisamente, el que asuma la mayor responsabilidad para desalojar al PP de la Xunta. Los esfuerzos del PP por desacreditar a Pontón no han hecho mella en una imagen que ha mudado el perfil del nacionalismo gallego, más preocupado por la gestión y la defensa de un programa progresista que de las reivindicaciones soberanistas.

Barreiro considera que ha habido un cambio en la posición del BNG respecto a la pasada legislatura. "Se ha pasado de ir al Congreso a hablar únicamente de los problemas de Galicia, disociándose de otras políticas mucho más amplias, a adoptar una actitud constructiva, reconociendo aspectos sustanciales del Gobierno de coalición", traslada. Así, cree que el BNG "no solo está en sintonía con la corriente de cambio" sino es quien la lidera en Galicia, lo que "hace que haya mejor sintonía" con formaciones como el PSdeG o Sumar y podría hacerles adoptar "una posición muy parecida a la que pueda tener EH Bildu en avances sociales".

Núñez Seixas destaca que el BNG ha construido una "buena estructura territorial" y que cuenta con una "militancia muy sufrida". El historiador afirma, además, que Pontón "tiene un discurso pragmático" y que acierta al darle más prioridad a la agenda social que a la cuestión territorial. A su favor, dice, también juega su grado de conocimiento, ya que "es tanto o más conocida que Rueda". Esto, a su vez, perjudica a Sumar y a su candidata, Marta Lois. "Si el BNG continúa con esta buena campaña, gran parte del voto que tuvo Sumar el 23J se irá a Pontón", lo que dejaría a los de Díaz sin representación en el Parlamento gallego.

En poco más de una semana —el domingo 18 de febrero— Galicia acudirá a las urnas. En más de cuarenta años de autonomía y tras once elecciones al Parlamento, el Partido Popular no ha gobernado sólo en dos ocasiones: entre 1987 y 1990, con Fernando González Laxe, y, más recientemente, con los cuatro años de Gobierno de coalición entre el PSdeG-PSOE y el BNG (2005-2009). Basta un simple vistazo a la evolución del voto en las elecciones al Parlamento de Galicia desde el aterrizaje de Manuel Fraga en la política autonómica, hace treinta años, para mostrar claramente la solidez de la mayoría del PP en una comunidad que se define como "nacionalidad histórica" desde el año 1981.

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