Geometría variable. Unas veces mirando a la derecha, otras a izquierda y algunas más a los independentistas. Nunca con Vox, aseguran. Esa es la estrategia que maneja el PSC y el nuevo alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, para tratar de sacar adelante la ciudad. Dure lo que dure el actual ejecutivo, porque no hay que descartar que el resultado de las elecciones generales cambien el tablero y reabran la primera intención de los socialistas: reeditar una coalición con los comunes.
Collboni no lo tendrá nada fácil. Logró la vara de mando en un movimiento de última hora, literal, para desbancar al ex alcalde Xavier Trias, que con Junts consiguió ser la fuerza más votada en estas elecciones municipales del 28 de mayo. Además, los posconvergentes amarraron los votos de ERC, con un pacto de gobierno avalado por las bases de las dos formaciones. Para frenar al independentismo, Collboni se valió de los votos de los comunes y del PP. Una suma alternativa inédita, aunque hay quien le ve futuro. Aún digiriendo el asunto, hay que empezar a gobernar.
La receta consiste en “mano tendida, acuerdos de ciudad y Barcelona siempre por delante”, resumen fuentes socialistas a infoLibre. No hacen ascos a nadie. La realidad es que, ahora mismo, tampoco están en disposición de poner muchas líneas rojas. Sus movimientos han indignado a uno de sus potenciales aliados: Junts. De hecho, fue tal la sorpresa que ni el mismo Trias tenía el discurso de líder de la oposición preparado. Solo se veía de alcalde. Por eso había invitado a buena parte de su familia, de sangre y política, con el ex president convergent Artur Mas a la cabeza.
Junts, de oposición férrea tras perder la alcaldía
Los de Trias no se lo pondrán nada fácil a los socialistas. “Haremos una oposición clara y contundente”, prometen fuentes del grupo municipal a este diario. Mucho más que la de ERC, puntualizan, en un comentario nada inocente. Al final de cuentas, los republicanos han sido los grandes facilitadores de la gobernabilidad en Barcelona.
“Collboni ha expresado de forma clara y pública su voluntad de repetir la fórmula de gobierno con los comunes y eso no es nada más que continuidad, cosa que va en contra de la voluntad de cambio que la ciudadanía de Barcelona expresó el 28 de mayo”, añaden. Sin embargo, el ex alcalde convergente ya dijo que participarán de aquello que consideren que sea bueno para los vecinos y vecinas de la capital catalana.
Una vez echada a andar la legislatura y con el grupo municipal encarrilado, Trias lo dejará para volver a su jubilación. El líder de la candidatura Trias per Barcelona ya ha puesto fecha límite a su última etapa en la política institucional: se irá antes de que termine el año. Es por eso que el grupo municipal también tendrá que cambiar de nombre, pues lleva el apellido de su cabeza de cartel.
Los comunes, con la confianza bajo mínimos
Los comunes se posicionan, por tanto, como el potencial aliado en esta legislatura. Junto con ellos, los socialistas compartieron gobierno en la última legislatura, así como buena parte de la etapa 2015-2019, hasta que los comunes decidieron expulsar al PSC del ejecutivo, tras la aprobación del artículo 155, que suspendió la autonomía de Cataluña en 2017, durante el momento álgido del procés.
Colau ya le manifestó a Collboni que la confianza está bajo mínimos y que lo tendrá “imposible” para sacar adelante el día a día de la ciudad, con tan solo 10 regidores. Lo dijo durante el mismo pleno de investidura, donde dejó claro que habrá que trabajar para restablecer los lazos.
“Trias como alcalde nos ponía los pelos de punta, porque se había presentado para deshacer nuestro legado. La foto a posteriori [con Collboni gobernando] tampoco nos gusta, pero no teníamos alternativa. La importancia es tener la máxima influencia y continuar lo hecho hasta ahora”, justifica a infoLibre la hasta ahora teniente de alcaldía de Ecología, Urbanismo, Infraestructuras y Movilidad, Janet Sanz, de los comunes.
Los grandes proyectos de ciudad, con la movilidad y el urbanismo a la cabeza, no darán un giro de 180 grados en esta nueva etapa. Como mínimo, por ahora. Collboni es partidario de la unión del tranvía por la Diagonal y el fomento de la vegetación, así como de más espacios para el peatón. Eso sí, quiere dejar de hacer Superilles [supermanzanas] y ejes verdes, políticas clave de los comunes, para pisar el acelerador en recuperar interiores de islas para la ciudadanía. De hecho, se ha comprometido a habilitar 30 nuevos espacios en ocho años, con una política que consiste en abrir al conjunto de los ciudadanos zonas que hasta ese momento estaban cerradas, como consecuencia de la unión de bloques de pisos en forma de cuadrado.
Así mismo, el PSC está a favor de la limitación de los precios de los alquileres, de regular el turismo, con especial énfasis en el centro de la ciudad, y estudiar el actual negocio de los cruceros en la capital catalana. Todo ello, medidas que comparten con los comunes. De todos modos, BComú está en una situación incierta, tras la pérdida de poder y la ex alcaldesa pendiente de decidir qué hacer con su futuro.
Esquerra, pendiente
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Esquerra está a la expectativa, empezando por ver qué papel adopta el PSC para intentar sacar adelante las iniciativas que planteaba en su programa electoral, cuentan fuentes de la formación a infoLibre. Los republicanos hacen hincapié, además, en que las relaciones con los comunes se han enfriado en los últimos días, después de que decidieran frenar el paso a un gobierno de coalición de Junts y ERC, con el alcaldable republicano, Ernest Maragall, como número dos del ejecutivo.
Las elecciones generales ya están a la vuelta de la esquina, queda menos de un mes para los comicios, y tras lo ocurrido en la investidura en la capital catalana nadie se atreve a hacer cábalas de qué es lo que va a suceder. Lo cierto es que todos los escenarios están abiertos y una victoria de la derecha y la extrema derecha en España puede provocar un cambio de chip en las fuerzas de izquierdas.
En Barcelona suman una mayoría absoluta de 24 concejales, tres más de los necesarios. Los números dan, así que no habría que descartar ninguna opción, como la de hacer un frente progresista contra políticas de regresión de derechos humanos. “Después de las generales estará todo abierto, si el PSC trabaja y busca a ERC, que lleva en la oposición desde 2007… hay que ver qué pasa en España, porque eso hará que los partidos se muevan. A mí, por ejemplo, me ha influenciado muchísimo lo que ha pasado en Ripoll [donde ha ganado la extrema derecha catalana e independentista, por la negativa de Junts a entenderse con las fuerzas de izquierdas]”, cuenta la que ha sido la mano derecha de Colau y que ha impulsado la transformación urbanística de la ciudad. “Si ganan la derecha y la extrema derecha, un frente antifascista en Barcelona y Cataluña tiene sentido”, remata.
Geometría variable. Unas veces mirando a la derecha, otras a izquierda y algunas más a los independentistas. Nunca con Vox, aseguran. Esa es la estrategia que maneja el PSC y el nuevo alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, para tratar de sacar adelante la ciudad. Dure lo que dure el actual ejecutivo, porque no hay que descartar que el resultado de las elecciones generales cambien el tablero y reabran la primera intención de los socialistas: reeditar una coalición con los comunes.