La Superliga de Madrid y Barça busca apoyos en la UE con más de un millón de euros en gastos de lobby

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Para vencer, hay que convencer. A esta conclusión parecen haber llegado, tras su fiasco en 2021, los estrategas e impulsores de la Superliga, el proyecto que defienden en España Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, una suerte de NBA europea del fútbol que revolucionaría la competición a nivel continental y que supone un desafío frontal a la Champions League. La española A22, empresa gestora de la Superliga, ha desembarcado en la Unión Europea (UE), donde ha destinado entre 2021 y 2022 más de 1 millón de euros a tareas de lobby ante las instituciones comunitarias, según el cálculo más conservador obtenido por infoLibre de la información de hasta tres sociedades registradas como grupos de presión en Bruselas.

A22 se está valiendo de dos multinacionales de las relaciones públicas, Flint y FGS. Su objetivo es ganar apoyos políticos en Bruselas para doblar el brazo a la UEFA, que quiere mantener el control sobre la competición europea.

La batalla por el fútbol europeo

La Superliga pretende unir a al menos doce de los clubes más importantes de Europa, que son a su vez los impulsores iniciales de la competición, si bien el objetivo es ampliar la nómina hasta veinte equipos participantes, con un sistema de ascensos y descensos de cinco de ellos. Tres de los fundadores son españoles: Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid. El resto son Milán, Inter de Milán, Juventus (Italia), Arsenal, Chelsea, Liverpool, Manchester City, Manchester United y Tottenham (Inglaterra). Todos ellos figuran como "clubes fundadores" de la Superliga. Pero no todos siguen implicados en la defensa del proyecto. Ni mucho menos.

Tras seis años de planificación, el lanzamiento de la Superliga tuvo lugar en abril de 2021, con Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, como altavoz más destacado. La idea encontró una poderosa oposición. Se situaron en contra la FIFA, la UEFA, el primer ministro Británico, Boris Johnson, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el propio Gobierno español, entre otros muchos. En Inglaterra hubo incluso una movilización de aficionados. En España, la Liga y su presidente, Javier Tebas, se opusieron de plano. Sencillamente, la propuesta no caló en los estamentos futbolísticos, ni en el establishment político. Tampoco causó furor en el periodismo deportivo. Así ocurrió en España, pero también fuera. Los clubes se fueron apartando uno a uno, dejando a tres defensores activos del proyecto: Madrid, Barça y Juve.

Parecía que la sangría había acabado ahí, pero no. Este mismo martes la Juve anunció en un comunicado que ha iniciado con Madrid y Barça un "periodo de discusión" para estudiar la posible salida de la competición del club italiano. Tebas se apresuró a mofarse en Twitter.

La Superliga constituye inevitablemente un desafío a la Liga de Campeones, lo que explica la fuerte oposición de su organizadora, la UEFA. De hecho, la actitud de la UEFA, que ha amenazado con medidas contra los equipos rebeldes, forma parte destacada del conjunto de factores que explican la marcha atrás de los equipos, si bien este miércoles la Juve se esforzó en desvincular su decisión de posibles amenazas.

La nueva competición enfrentaría a veinte equipos, 15 de ellos fijos más otros cinco que se clasificarían anualmente. Los clubes continuarían jugando sus ligas nacionales. Está prevista también una Superliga femenina. Los promotores del proyecto lo presentan como una necesidad del espectáculo y el negocio del fútbol para renovarse, ante lo que ven como crecientes síntomas de pérdida de interés de su público. Pesa el deseo de los grandes clubes de incrementar su trozo de la tarta de los beneficios, para lo que ven lógico que –al igual que ocurre en las ligas nacionales– sean los clubes los que organicen la competición europea. Los opositores al proyecto lo presentan como una traición a las esencias. La oposición de la UEFA está fundamentada en su deseo de mantener su posición de dominadora del fútbol europeo.

Tras el fracaso inicial de la iniciativa, defensores y detractores del proyecto se miran de reojo. La cuestión está suspendida, no zanjada. Uno de los frentes en que se decidirá la batalla es el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que debe decidir –se espera que este verano– si la UEFA incurre en un abuso de posición de dominio. Pero no todo se dirimirá en el terreno de la justicia. Los clubes que mantienen viva la llama del proyecto han comprendido que el avance necesita también ganar las mentes de aficionados, políticos y periodistas.

Y para eso hay un recurso ideal: el lobby. Y una ciudad clave: Bruselas.

Una empresa española con un director alemán

La empresa a través de la cual se vehicula este trabajo de lobby de la Superliga es A22 Sports Management, sociedad gestora de la futura competición. Su CEO, o director general, es Bernd Reichart, un destacado profesional del negocio de los derechos del fútbol y los medios de comunicación en Europa, sobre todo en Alemania. Antes de sumarse a A22, que tiene el "mandato" de la Superliga de sacar adelante el proyecto, Reichart fue jefe de Mediengruppe RTL Deutschland, uno de los principales grupos privados de radiodifusión del continente. En diciembre, en un desayuno informativo en Madrid al que asistieron Florentino Pérez y Joan Laporta, Reichart solemnizó: "La Superliga no está muerta, ni mucho menos, sino muy, muy viva". Lo dijo en un excelente castellano, al que contribuye su etapa en Antena 3. Son fundadores de A22 Anas Laghrari, socio de la firma Key Capital, y John Hahn, del fondo Providence, según publicó Cinco Días.

Reichart es también quien aparece entre Florentino Pérez y Joan Laporta en la fotografía colgada por Tebas, lo que da idea de su relieve en el proyecto. La empresa que comanda, A22, impulsa actualmente "un diálogo amplio y continuo sobre el estado actual del ecosistema del fútbol con aficionados, clubes, jugadores, entrenadores, asociaciones, ligas y responsables políticos", según su página web. La compañía, con domicilio social en Madrid, ha elaborado un decálogo de principios para el nuevo fútbol y también un listado de razones sobre la necesidad de la Superliga, entre ellas la pérdida de interés de la afición y la insostenibilidad del actual modelo financiero. Todos estos argumentos están ya siendo trasladados a las instituciones europeas.

El cálculo más conservador: 1,1 millones en dos años

A22 figura en el registro de lobbies de la UE, donde declara su condición de "empresa española que presta servicios para la puesta en marcha y gestión de competiciones deportivas, incluida la Superliga". "A22 ha participado en la creación, promoción, financiación y puesta en marcha de la Superliga y será el principal asesor y promotor de la Superliga cuando empiece a funcionar", añade.

La compañía, que emplea a un total de tres personas en estas tareas, se inscribió en el registro en noviembre de 2021. El único ejercicio del que informa con cierto detalle es ese, 2021. Sus costes dedicados a las actividades cubiertas por el registro, es decir, lo que comúnmente se conoce como trabajo de lobby, fue aquel ejercicio de entre 600.000 y 700.000 euros. Esta es la cantidad que cubre todo el año 2021, no sólo el periodo entre noviembre y final de año, explica la compañía a este periódico. Y se trata de una horquilla estimativa, porque así se suele presentar la información.

De este dinero, entre 200.000 y 300.000 fueron dedicados a Flint Europe, consultora con sede en Londres de asuntos públicos y regulación, fundada por Simon Fraser, exdirector del servicio diplomático británico, y Ed Richards, antiguo consejero delegado de Ofcom, organismo regulador británico de telecomunicaciones. Su hombre en España es Carlos López Blanco, que fue secretario de Estado de Telecomunicaciones con José María Aznar y directivo en España de IBM, Airbus, Vodafone y Telefónica. Como desveló Der Spiegel, Flint desarrolló un plan para "ganar los corazones y las mentes" de aficionados y creadores de opinión.

Flint figura en el registro de lobistas de la UE desde 2016. Hay un total de 41 personas que actúan allí en su nombre. Sus áreas de interés son múltiples: clima, aduanas, banca, comercio, comunicación, energía fiscalidad... Entre sus clientes en 2022, último ejercicio del que han presentado balance, están Amazon, Google, Meta, Airbnb, Apple, Goldman Sachs, Uber, Iberdrola... y European Super League/A22, que invirtió entre 200.000 y 300.000 euros.

Así que la ficha de Flint en el registro permite saber que, además de los entre 600.000 y 700.000 euros de 2021, A22 gastó otros 200.000 en 2022, año del que la empresa española aún no ha presentado el balance. Sí lo ha hecho, en cambio, Flint, que a preguntas de este periódico explica lo siguiente sobre su actividad: "El objetivo general de nuestro trabajo es explicar a los responsables políticos y los medios de comunicación de la UE la lógica detrás del proyecto de la Superliga".

Pero la consultora británica no es la única firma a la que la compañía dirigida por Bernd Reichart ha encargado trabajos de lobby. Si en 2021 sólo lo hizo con Flint, en 2022 a esta se suma FGS Global, una multinacional de la consultoría y la comunicación estratégica radicada en Düsseldorf (Alemania). Inscrita en el registro desde 2014, FGS tiene treinta personas dedicas a lobby ante la UE, abarcando también una amplísima variedad de temas. Entre sus clientes en 2022 estuvieron Telefónica, BP, Intel, Bayer, BionTech y, de nuevo, A22, que dedicó entre 300.000 y 400.000 euros, según la ficha de FGS en el registro.

FGS Global no respondió a las preguntas de infoLibre.

Resumen: la información disponible en los ficheros de la UE de A22, Flint y FGS, que este periódico ha contrastado con dos fuentes expertas en el funcionamiento del registro, permite concluir que la firma que gestiona la Superliga ha dedicado entre 2021 y 2022 a tareas de lobby una cantidad que se mueve en una horquilla mínima de entre 1,1 y 1,4 millones. Todo apunta, eso sí, a que las cifras son mayores, ya que del año 2022 sólo se conoce lo pagado a Flint y a FGS, no el total.

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"A22 cumple con todos los requisitos legales en cuanto a declaración en el registro de transparencia de la UE, tanto en nombre propio como las empresas con las que trabaja", dice la compañía. Y añade: "La inscripción en el registro y el cumplimiento de las obligaciones por parte de A22 y las empresas con las que trabaja es perfectamente coherente con el punto 10 del decálogo que A22 publicó en febrero sobre el respeto a los valores y la normativa de la UE".

Que la partida del futuro del fútbol se juega en buena medida en Bruselas no es algo que se pueda saber sólo por la actividad de la A22, Flint y FGS. La propia UEFA también está registrada como lobby en la UE, con un gasto estimado entre julio de 2021 y junio de 2022 de entre 100.000 y 200.000 euros. También lo está la Liga de Fútbol Profesional, que en el mismo periodo empleó la misma cantidad, todo ello según sus fichas en el registro. En ambos casos, la inscripción en el registro es muy anterior al lanzamiento de la Superliga: 2011 la UEFA, 2016 la Liga.

Ni el Real Madrid ni el FC Barcelona ni la Liga respondieron a las preguntas de este periódico.

Para vencer, hay que convencer. A esta conclusión parecen haber llegado, tras su fiasco en 2021, los estrategas e impulsores de la Superliga, el proyecto que defienden en España Real Madrid y Fútbol Club Barcelona, una suerte de NBA europea del fútbol que revolucionaría la competición a nivel continental y que supone un desafío frontal a la Champions League. La española A22, empresa gestora de la Superliga, ha desembarcado en la Unión Europea (UE), donde ha destinado entre 2021 y 2022 más de 1 millón de euros a tareas de lobby ante las instituciones comunitarias, según el cálculo más conservador obtenido por infoLibre de la información de hasta tres sociedades registradas como grupos de presión en Bruselas.

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