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Teresa Ribera: "Construir una sociedad sobre el odio y la mentira es dinamitarla, nos jugamos la convivencia"

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Desde que llegó a La Moncloa en 2018, Pedro Sánchez puso el foco en la lucha contra el cambio climático. Tenía en mente desde años atrás a Teresa Ribera, a la que confió el departamento de Transición Ecológica e hizo vicepresidenta tercera con la coalición después de haberse encargado de organizar en tiempo récord la cumbre del clima de Madrid.

Ribera (Madrid, 1969) se ha convertido en una de las personas del núcleo duro del presidente, encargada durante la pandemia de organizar la desescalada y autora del llamado mecanismo ibérico con el que se ha rebajado la factura de la luz. Ahora va de ‘número dos’ en la plancha electoral detrás del líder socialista. Una mujer con un marcado carácter técnico pero que ha ido con el tiempo desarrollando una mayor vena política. 

Se muestra indignada con los pasos atrás que se están dando en gobiernos del PP y Vox con la eliminación de las carteras de Medio Ambiente o la destrucción de carriles bici. Estas elecciones son cruciales para ella: se trata de elegir entre dos modelos. Y, además, advierte de que están en riesgo los derechos de las mujeres y del colectivo LGTBi. 

Es la número dos del PSOE por Madrid. A menudo se ha dicho que usted es más técnica que política, ¿por qué ha decidido implicarse? ¿Qué es para usted el 23J?

Estoy convencida de que los problemas económicos y sociales y las oportunidades que tiene España están íntimamente ligados a la acción en materia de clima y medio ambiente. Pedro Sánchez piensa también que es una agenda ganadora.

Fue una de las ideólogas de la excepción ibérica. Feijóo dijo en el debate electoral que la UE la va a derogar, ¿es cierto?

Es una medida de protección adicional para los ciudadanos españoles y portugueses que tiene la vigencia del marco excepcional de las medidas de protección por la guerra de Ucrania hasta el 31 de diciembre. Está autorizada hasta entonces, afortunadamente no la hemos tenido que activar desde febrero pero estaría disponible en el caso de que hubiera un repunte.

El PP la rechazó asegurando que subvencionaba a los consumidores franceses y las empresas más contaminantes. ¿Hasta qué punto la solución ibérica ha tenido algún efecto colateral?

Ha sido excepcionalmente positiva. Los datos demuestran cómo los precios han estado desacoplados en España y Portugal del precio de la electricidad y del gas del resto de Europa. Es verdad que la Comisión Europea nos pidió que la exportación a cualquier otro destino dentro de la UE se vendiera al mismo precio. Lo que es un timo es ignorar el efecto beneficioso en términos de protección de los consumidores. Eso ha sido engañar a la gente, pero en general no ha colado.

Es un enorme error pensar que se puede prescindir de la protección medioambiental

¿Cuál es su relación con las principales empresas energéticas? ¿Mandan más de lo que parece?

Es una relación profesional en la que siempre hemos sido sinceros sobre qué queríamos hacer y por qué. Hay algunos aspectos en los que ellos coinciden porque la mayor parte de las empresas de este país sabe que el futuro eléctrico pasa por las energías renovables y por el almacenamiento. Pero también hemos encontrado puntos de fricción cuando hemos puesto de manifiesto que hay que diversificar la cantidad de vectores que operan en el mercado y facilitar la entrada de pequeños autoconsumidores. 

¿Tienen demasiado poder? ¿Hay que democratizar ese sector de la economía?

Creo que se está democratizando. Hoy hay muchas más empresas de pequeño tamaño que operan en nuestro mercado. En la medida que tenemos tan limitada la capacidad de interconexión con el resto del continente, se da una situación de menor competencia respecto al resto de países europeos. Vamos progresando. El crecimiento del autoconsumo pone de manifiesto que hoy no estamos sólo en manos de las grandes compañías, pero es un recorrido que hay que seguir facilitando.

Es una temeridad eliminar carriles bici y pensar que invertir en ciudades habitables es ideológico

Si la izquierda sigue gobernando, ha dicho que mantendrá el impuesto a las energéticas. ¿Qué pasará si es la derecha la que está en Moncloa?

El gran problema que tenemos con el PP es que dice poco para poder hacer lo que quiera. Eso lo aplica al ámbito de la energía, del medio ambiente, del agua y del cambio climático. No sabemos si le va a dar la cartera a Vox, si va decidir que el agua es para quien más puje por ella o si el negocio va a ser devuelto para las grandes empresas del oligopolio. Pero sus anuncios en materia fiscal son enormemente regresivos. 

El PP se esconde detrás de Vox para determinadas cosas. A veces hace gestos que parecen más amables para con el conjunto de la población, pero son tímidos y contradictorios. Lo que hace el PP con las grandes fortunas en las comunidades donde gobierna es regresivo y dificulta la cobertura de servicios como la sanidad y la educación. Sobre el impuesto a las energéticas habrá que ver si son capaces de mantenerlo o si lo derogan. Pero es un ejercicio meramente teórico porque confiamos en gobernar y seguir trabajando en una reforma fiscal progresiva.

Una de las primeras decisiones del Gobierno de Baleares, que es del PP, ha sido eliminar la Conselleria de Medio Ambiente. En La Rioja se ha eliminado el departamento de sostenibilidad. ¿Está dando pasos atrás España en la lucha medioambiental?

Hasta el punto de que el señor Feijóo presume de querer hacer una liberalización del suelo como la del 98. Todo esto supone pasos atrás. Primero: por la profunda ignorancia y el desconocimiento que tiene el impacto de no tomar en consideración la gran amenaza climática. Esto tiene implicaciones en el empleo, en la industria, en los servicios. Aparentemente no lo entienden. Su idea es que el agua se vincule a la agricultura cuando el derecho fundamental es el abastecimiento de boca. Es un enorme error pensar que se puede prescindir de la protección ambiental y pensar que se puede hacer política económica y social sin entender de qué estamos hablando cuando hablamos del medio ambiente.

Es una firme defensora de la movilidad sostenible. En Valladolid y Elche se están destruyendo carriles bicis. En cambio, vimos defendiéndolos al vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans. ¿Están en riesgo los fondos europeos por esas políticas?

En primer lugar: está en riesgo la salud de los ciudadanos. El año pasado fallecieron en el país más de 11.000 personas como consecuencia de olas de calor en verano y más de 60.000 en el conjunto de Europa. Muchos de ellos están vinculados con la gestión que hacemos del espacio común, tanto actividades laborales en el campo como golpes de calor en las zonas urbanas. Rediseñar las ciudades para reducir las emisiones y la temperatura y contar con agua en las fuentes es clave para luchar contra el cambio climático y también para la calidad del aire que respiramos. Es una gran temeridad pensar que invertir en lugares habitables es algo ideológico y que las primeras medidas sean suprimir carriles bici y recuperar el asfalto y el coche. Pero hay una segunda derivada,

¿Cuál?

Los fondos del plan de recuperación están vinculados hasta en un 40% a la acción en materia de clima. Y una buena parte está dedicada a naturalizar ciudades y facilitar transporte público, zonas de bajas emisiones y carriles bici. Si no se cumplen los hitos, habrá que devolver ese dinero. Y también genera un coste reputacional: desde fuera de España miran con estupefacción lo que ha ocurrido desde el pasado 28 de mayo y cómo se han adoptado banderas identitarias en contra de la acción que nos hace más saludables.

¿Se lo comentaron sus homólogos en la cumbre de Valladolid?

Completamente, no daban crédito. Quise tener un gesto expreso con los alcaldes y alcaldesas que han trabajado durante este tiempo para poner a sus ciudades a la altura del centro y del norte de Europa. Miran con estupefacción el primer movimiento y toda esa campaña hostil. También en Luxemburgo me preguntaron sobre las noticias de que comunidades y ayuntamientos del PP y Vox están dando marcha atrás. En muy buena parte de los países europeos hay un pacto no escrito por el que la derecha convencional no firma acuerdos de gobierno con la extrema derecha.

En algunos países sí, hay de todo.

Es verdad. Pero todo esto genera tensión y preocupación en Europa. Una cosa es discutir cómo hacer la senda para construir una prosperidad dentro de los límites ambientales y otra es contestar de entrada el principio de que hay que hacerlo. Llevamos semanas con temperaturas récord a nivel mundial y en los océanos. Recuperar las ciudades y hacerlas habitables, desplazar el coche del centro y facilitar servicios públicos de alquiler de bicicletas es algo tan elemental y tan poco contestado por nadie que no se entiende por qué se ha tomado esto como bandera. 

A Feijóo se le está poniendo cara de Rajoy en política nuclear

¿España es pieza clave ante la posibilidad de que se acabe el consenso europeo si cambia de color y con la presencia de otros gobiernos como Italia, Polonia o Hungría?

En general, Europa ha sido capaz de avanzar cuando en los momentos difíciles ha encontrado respuestas comunes, solidarias y flexibles. Es capital trabajar en modelos de cooperación y que resuelvan los problemas para todos. Tenemos hoy una parte de Europa que cuestiona la oportunidad de Europa y pretende beneficiarse de los fondos pero aplicar luego reglas diferentes. España es la cuarta gran economía de la UE y tiene un peso significativo, por lo que no sería neutral que se sumase a aquellos países gobernados por euroescépticos y nacionalistas. 

Nos dejaría en una situación más complicada de cara a la construcción del proyecto europeo. En este momento lo que se juega en las elecciones es el modelo de derechos y libertades y de agenda de transformación hacia un modelo verde dentro del marco europeo frente a uno más nacionalista y que desafía la preeminencia del derecho europeo. Los medios internacionales están muy pendientes. Además, hay tres aspectos que parecen sacados del manual de Steve Bannon y de Donald Trump que salen a relucir siempre. 

¿Cuáles?

Uno es la bandera identitaria de derechos de las mujeres y del colectivo LGTBi frente a una pauta moral más próxima a hace cuarenta años. Y el otro es la agenda verde. Además, está el racismo y la exclusión del diferente criminalizándolo. Es decir, negar la realidad y repetirlo muchas veces para generar un comportamiento irracional, de odio y emocional. Cuando uno se deja llevar por esas emociones, es muy difícil debatir. Es la gran apuesta que han alimentado y, por eso, es tan peligroso que el PP se pliegue a ese racionamiento y rehúya debatir sobre propuestas. Simplemente se ha sumado a ese componente emocional sin debate de fondo.

Feijóo llama inexactitudes a lo que son mentiras para los demás

En el programa de Vox señala que España saldría de los Acuerdos de París. ¿Está en riesgo que el país con un Gobierno del PP y la ultraderecha esté en los consensos internacionales?

Me genera perplejidad y rabia profunda. Los compromisos que se adquieren son con vocación egoísta, de invertir en nosotros mismos. Nadie tiene ganas de fastidiar a nadie. Si decidimos unirnos para reducir emisiones y adaptarnos, es porque pensamos que son las oportunidades. Estamos protegiendo nuestra ganadería, nuestros montes, nuestro estilo de vida. Si se utiliza eso como bandera a la que oponerse, de lo que hablamos es de poner en riesgo estas cuestiones. No es que a usted le imponga nadie nada, es que es una inversión en uno mismo, en sus vecinos y en sus familiares. Esto se hace en el contexto de Naciones Unidas y en Europa, que son los referentes más importantes de cara a construir propuestas de forma cooperativa, positiva y pacífica. ¿Me está queriendo decir que usted asume el conflicto? ¿Pretende imponer por las fuerzas sus criterios sin la comunidad internacional? ¿Prescinde de la UE? De fondo y forma, son planteamientos regresivos y peligrosos. Y hay otro elemento que sorprende.

¿Cuál?

La tranquilidad con la que se dice. No me imagino hace unos años que la sociedad tolerara que se dijeran barbaridades de este calibre. Es importante decir “basta ya, esto no puede ser”. No se puede jugar a la provocación permanente mezclando mentiras y datos falsos y estimulando la parte más visceral. Ninguno quiere tener problemas. Nadie quiere el cambio climático. Pero no se puede jugar a prometer que el problema no existe. Dice muy poco de quien se presenta a unas elecciones como presidente decretando que el problema no existe. ¿Se disolvería el problema si llega a gobernar? No. ¿Pretende gobernar sin saber las dimensiones del problema y sin ninguna propuesta? No es tolerable, tanto hacer oposición como hemos visto y aspirar a gobernar sin decir qué se pretende.

¿Oponerse a la lucha climática da ahora votos? ¿Le preocupa que se haya generado una reacción a la contra?

A mí lo que me preocupa es que no se hace así. No se dice que se oponen a la lucha contra el cambio climático sino que se promete llevar agua donde no hay desde donde no hay o que usted podrá hacer lo que quiera cuando quiera. ¿Qué promesa es esa? ¿Vamos a gobernar un país así? Le prometo a usted que va a poder hacer lo que quiera, libertad y cañas. ¿Y si no hay cerveza? ¿Se acabó la libertad? Es una falta de responsabilidad. Una cosa es una conversación de bar y otra es pretender gobernar un país. 

Nos referimos a la concienciación de la sociedad. Por ejemplo, el presidente dijo unas polémicas palabras de que se necesita un feminismo integrador, dando a entender que hay mensajes, que no por acertados, acaban llegando a la ciudadanía.

Hemos estado trabajando estos años en una acción ambiental integradora. El mensaje más importante ha sido que transformar nuestra realidad es también una oportunidad social, de empleo e industria. Es verdad, volviendo a Bannon, que ha habido durante mucho tiempo una profesionalización del mensaje de que “esto es una cosa de despachos de Madrid”. 

A usted se le ha dicho mucho, como que no entiende el campo y que está en contra de los agricultores. 

Sin embargo, el agricultor sabe muy bien qué ocurre cuando hay sequía, la tierra está contaminada o hay olas de calor y de granizo. Por eso, el mensaje va dirigido a la parte emocional y no a la racional. El campo sabe que necesita seguros, coberturas, agua. Detrás de eso tiene que haber una inversión real. En cambio, se les dice “esto es de los de Madrid”. Para una conversación de barra de bar puede dar, pero es una irresponsabilidad para afrontar los problemas, poniendo en riesgo a los agricultores. Hay que identificar cómo arreglar los problemas y no negarlos y buscar falsos culpables.

Se está democratizando el sector de las empresas energéticas

¿Qué margen hay para que un hipotético Gobierno del PP cambie la política nuclear en España?

A Feijóo se le está poniendo la cara de Rajoy con la política nuclear. El expresidente prometió la reapertura de Garoña en 2011. Cuando el Consejo de Seguridad Nuclear dijo las condiciones de inversión, se encontró con que la empresa propietaria no estaba dispuesta a hacerlo. En 2018 no había ni un papel de cómo gestionar aquello. Fue una falta de responsabilidad. Todas las empresas han dicho que es más rentable invertir en nueva capacidad de renovables y almacenamiento que superar un determinado umbral de inversión para que sigan funcionando las plantas nucleares existentes. En el supuesto de que Feijóo quisiera imponer ir más allá del calendario acordado hasta 2035, lo primero que tiene que hacer es pedir informe al CSN, que diría las condiciones de inversión. Nos encontraríamos exactamente con la misma situación que con Garoña.

Que es la pregunta de quién lo paga.

Los directivos de las empresas dirán que lo pague el contribuyente o el consumidor. Entonces Feijóo tendría que decidir si quiebra su palabra o si lo pagan el contribuyente y el consumidor. Tiene trampa ese debate. 

La recta final de la campaña está marcada por la entrevista en TVE a Alberto Núñez Feijóo, donde dijo que siempre el PP había subido las pensiones conforme al IPC. Fue rebatida esa mentira por Silvia Intxaurrondo. Ahora dice que nunca mintió, sino que fue una inexactitud. ¿Qué le parece?

Le describe muy bien definirse como persona que dice inexactitudes. Lo que pasa es que a lo mejor le ocurre con mucha frecuencia. Lo que él llama inexactitudes son cosas que los demás llamamos mentiras. Son datos comprobables. Estuvo desafortunado en la entrevista en el fondo y en la forma. No estuvo ni amable ni correcto. No dijo algo que fuera real y que se sostuviera con arreglo a la hemeroteca y el BOE. No le pillaba de nuevas. Pasaron muchas horas sin que rectificara. El problema es que hay muchas cosas que se le olvidan o son inexactas. Borja Sémper también tuvo que corregir cuando dijo que yo no había hablado nunca con Feijóo sobre Doñana y el papel de Moreno Bonilla. Entre inexactitudes, despistes y olvidos, llevamos unas cuantas cosas. No se acuerda ni de cómo y cuándo conoció al señor Marcial Dorado ni de cómo y cuándo sus compañeros tomaron decisiones sobre las pensiones. Parece que todo queda en ese despido en diferido de Cospedal y el PP. No es serio, es una manera bastante vergonzosa de presentarse ante la sociedad. 

Hablando de mentiras. Cuando fue a Valladolid a la cumbre de ministros de la UE, el propio vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, la acusó con un bulo de ir en Falcon. 

Hay una cosa muy graciosa. Valladolid es la ciudad donde nació mi padre. Fui el domingo por la tarde y di un paseo para mandarle una foto del portal de la casa donde nació. Pasé por la calle Santiago y me encontré con un grupo de Vox y me saludó. Tres metros después me encontré con una caseta del PP donde estaba el alcalde. Sus compañeros el domingo por la tarde me vieron. Y ese Falcon habría salido de Madrid después de que nosotros hubiéramos empezado la reunión en Valladolid. Sabían perfectamente que era mentira. Lo que estamos viviendo es enormemente preocupante, hay límites éticos que no se pueden superar. Construir una sociedad sobre la base de la rabia, el odio y la mentira es dinamitarla. Lo utilizaron a sabiendas de que era mentira. Pone de manifiesto el peligro que representa generar esa reacción virulenta.

¿Y cómo se puede combatir?

Hace mucho que llegué a la conclusión de que lo mejor para un país es la educación formal e informal, aprender a desarrollar el espíritu crítico. Insisto en que dice muy poco que tengamos algunos cargos de responsabilidad que animan ese tipo de cotarro. Esa ley del embudo en la que algunos pueden cometer inexactitudes y otros tienen que ser perfectos con arreglo a un patrón de quien se arroga la competencia de repartir carnés. Aquí hay quien dice que quien es sanchista no es español. ¡Por favor, tengamos cuidado con lo que decimos! Nos estamos jugando las bases de convivencia de España.

El PP dice poco para poder hacer lo que quiera

¿Cuándo se dieron cuenta de que eso del sanchismo había calado tanto? ¿Qué análisis hace del debate público? ¿No es responsabilidad también del Gobierno?

Creo que ha sido una de las lecciones más tristes. Ha sido una legislatura muy complicada. Entiendo lo que dice el presidente de que estaba trabajando. Hemos tenido que pensar en cómo cubrir las necesidades de las personas. Cuando estás en el fragor de la tensión y con una dedicación espectacular, no das crédito a que un señor como Pablo Casado salga insultando y que la gente le diera crédito. ¿Cómo van a decir que estamos asesinado a personas? ¿O que la vacuna tiene inoculadas cosas? No das crédito. Y como tienes la energía volcada en resolver los problemas, no te paras a contestar. A partir de un determinado momento te das cuenta de que se ha ido sembrando un terreno hostil sobre la base de mentiras consecutivas que ha germinado con un sentimiento agresivo en una parte de la población por miedo o desconocimiento. Hay que gestionarlo con franqueza explicando los argumentos.

Lo que dice la oposición es que no es que la sociedad no se entere o esté manipulada, sino que no les quiere o no comparte sus políticas. ¿De quién es la responsabilidad?

Ha habido una insistencia muy fuerte desde el primer momento utilizando la cabeza del presidente del Gobierno para deslegitimar. Ocurrió con Zapatero, que llegó con “un tren cargado de bombas”. Y ahora con Sánchez. Me acuerdo las primeras veces que decían que se pactaba ETA y sus herederos, yo decía: “Pero si ETA desapareció hace doce años, nadie puede pensarlo”. No prestas atención a aquellos elementos que están presentes en la opinión publicada, que acaban calando en la opinión pública. ¿De quién es la culpa? Hay límites éticos a la hora de gestionar el papel de la oposición y hay que ser conscientes de que cuando hay algo en el debate público es necesario dedicar tiempo a contestar las cosas que no son ciertas.

En el arranque de campaña hizo uno de sus discursos más políticos. Llamó al voto “por vosotras, por vuestras madres, hijas y nietas, ni un paso atrás”. ¿Ve peligrar los derechos de las mujeres en estos momentos?

Sí creo que los derechos y las conquistas de las mujeres están en riesgo. Es brutal lo del "divorcio duro", la eliminación de las consejerías de Igualdad y los servicios de atención a las víctimas. No han tenido ningún pudor en aplicarlo desde el primer día. Y hay una derivada: si combinamos una reducción de la capacidad de obtener ingresos para financiar servicios públicos con el deterioro de los mismos, es muy previsible que el primer colectivo afectado sean las mujeres. Hay un retroceso evidente tanto en la parte extrema como en la de las condiciones de calidad de vida y oportunidades laborales.

Celebrar el Orgullo es un ejercicio de ciudadanía

Una diputada de Vox llamó “enferma crónica” a Elizabeth Duval. ¿Los derechos LGTBI están también en peligro?

No tengo la menor duda. Por eso encabecé la manifestación en Madrid del Orgullo. Nos debemos sentir orgullosos de las libertades y los derechos de todos. Por eso creo que celebrar el Orgullo es un ejercicio de ciudadanía. Retirar banderas y hacer comentarios es enormemente peligroso porque acaban estigmatizando a aquellas personas sobre las que se hacen chistes o comentarios homófobos y agresivos. Eso es optar por el conflicto y quebrar la sociedad. No es la sociedad que quiero, no quiero que mis hijas tengan menos derechos y oportunidades que las que he tenido. Lo importante es tener un país lleno de derechos y oportunidades y que a todo el mundo le vaya estupendamente bien. El mensaje con el que se viene es que se acabaron las libertades y los derechos porque hay demasiados.

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Si repite en la Vicepresidencia, ¿cuáles serían las dos primeras leyes o propuestas que sacaría adelante?

Una adaptación más transversal a los efectos del cambio climático y el despliegue de la energía renovable fortaleciendo el almacenamiento.

Desde que llegó a La Moncloa en 2018, Pedro Sánchez puso el foco en la lucha contra el cambio climático. Tenía en mente desde años atrás a Teresa Ribera, a la que confió el departamento de Transición Ecológica e hizo vicepresidenta tercera con la coalición después de haberse encargado de organizar en tiempo récord la cumbre del clima de Madrid.

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