Más allá de lo que van mostrando unas y otras encuestas sobre la gestión de la crisis del covid-19, el 12 de julio se celebra una especie de examen parcial que puede servir para medir la temperatura ciudadana. Decimos parcial porque sólo hay elecciones en dos territorios: Galicia y País Vasco. Son las que fueron aplazadas precisamente por la pandemia y cuya fecha original era el 5 de abril. Pese a que ambas citas se celebrarán con todo tipo de precauciones sanitarias —los respectivos gobiernos están trabajando en planes específicos— el hecho de que se abran las urnas supone un paso más hacia esa "nueva normalidad" de la que hablan desde el Gobierno central.
Aunque se trata sólo de dos comunidades autónomas, el grueso de partidos políticos considera que la que culmine el 12J va a ser una campaña electoral, además de atípica, muy en clave nacional y muy en clave de gestión de la crisis. Instalados, aunque con distintos matices, en la oposición al Ejecutivo de Pedro Sánchez, PP, Cs y Vox tienen una oportunidad de medir sus fuerzas y de hacerse una idea aproximada de hasta qué punto los electores aprueban o desaprueban sus diferentes actuaciones en los últimos meses. Será, eso sí, una foto fija a la que habrá que ir poniendo contexto con el paso de los meses. "En general, todos los partidos hacen lecturas en clave nacional descontando las ideosincrasias de cada territorio. Pero todavía es muy temprano para ver el impacto político de todo esto", subraya el politólogo de la Universidad Carlos III Lluis Orriols. "Faltan muchos episodios", resume.
En todo caso, sí hay una serie de cuestiones que tendrán respuesta una vez contados los votos, unas cuestiones que responden a las expectativas y riesgos de las formaciones que coincidieron en la foto de Colón y que se han entendido, bien mediante coaliciones de Gobierno o bien mediante apoyos externos, en comunidades y ayuntamientos ¿Capitalizará Vox en las urnas el malestar que ha trasladado a las calles, poniéndose a la cabeza de las manifestaciones? ¿Le funcionará bien a PP y Cs el experimento de concurrir en coalición en Euskadi cuando ahora el partido naranja busca perfil propio? ¿Perjudicará a Inés Arrimadas la alianza con un PP, el vasco, que es más duro que el gallego? ¿Habrá acertado Feijóo esquivando la alianza con Ciudadanos?
infoLibre trata de dar respuesta a algunas de estas preguntas
GALICIA
El Parlamento gallego está integrado por 75 escaños, así que la mayoría absoluta está en 38. Antes de disolverse la Cámara se sentaban 41 diputados del PP, 14 del PSOE-PSdeG, 14 de la candidatura de En Marea y 6 del Bloque Nacionalista Galego (BNG). Cs y Vox no tienen presencia en esta Cámara.
Galicia es la única comunidad autónoma gobernada por el PP con mayoría absoluta. Y su actual presidente, Alberto Núñez Feijóo, aspira a revalidarla por cuarta vez consecutiva. Para ello es fundamental que el voto de la derecha se concentre en torno a las siglas del PP. Del mismo modo que ha hecho el lehandakari, Iñigo Urkullu, el líder gallego reactivó la maquinaria electoral en cuanto vio que la pandemia empezaba a estar algo más controlada por el temor a que un rebrote en otoño jugase en su contra. En ambas comunidades ha pesado alejar la cita ante las urnas lo máximo posible del momento en el que la crisis sanitaria asociada al covid-19 derive en una crisis económica y social con el correspondiente desgaste político que ello conlleva. En todo caso, en el PP destacan que Feijóo "ha gestionado muy bien" la crisis del covid-19 y se declaran "convencidos" de que los gallegos lo sabrán reflejar en su voto.
A Feijóo, la cita con las urnas le pilla en el momento de mayor polarización política. Se le considera un representante del PP más moderado y, si nada cambia, va a tener que hacer campaña mientras en Madrid el presidente de su partido, Pablo Casado, pone en práctica una oposición durísima al Gobierno. ¿Hasta qué punto puede esto perjudicar las opciones del presidente de la Xunta de mantenerse en el cargo? "La oposición intentará hacer batalla con esto, pero el electorado del PP gallego vota al PP por Feijóo", comenta un dirigente conservador curtido en campañas electorales. "No sabemos todavía qué tipo de campaña va a poder hacerse, pero si tuviera que apostar será una campaña de más [Mariano] Rajoy y menos Cayetana [Álvarez de Toledo]", añade.
"Por el perfil del electorado y de los candidatos, me cuadra más que Casado se vuelque en Euskadi", valora un líder provincial. De todos modos, todavía es pronto para tener una idea aproximada de qué tipo de campaña va a poder desplegarse por las medidas sanitarias vinculadas al covid-19.
Hace un par de semanas, en un acto con diputados y senadores a puerta cerrada, Casado les trasladó su preocupación de que Feijóo fuese a convertirse en el principal blanco de las críticas de la izquierda en las próximas semanas precisamente por sus altas posibilidades de revalidar la mayoría absoluta.
El politólogo Pablo Simón considera que Cs y Vox lo van a tener complicado en Galicia. "Es posible que haya un reagrupamiento del voto alrededor de Feijóo", apunta en conversación telefónica con este diario. Este profesor considera que va a ser una campaña "distorsionada por el tema nacional" y que "quien más activas tiene las redes locales del partido" es el candidato del PP.
La negativa de Feijóo a ir en coalición con Cs en Galicia se impuso a los deseos de la dirección nacional del PP de extender lo máximo posible a las comunidades autónomas su idea de España Suma y el partido naranja concurrirá en solitario. No obstante, fuentes del partido naranja aseguran que han intentado, al igual que de cara a los comicios previstos inicialmente para abril, que los conservadores se abrieran a una alianza electoral. Sin éxito.
El portavoz de Cs en el Congreso, Edmundo Bal, ha llegado a plantearlo como el intento de frenar a los nacionalistas y evitar que el BNG acabe pactando con el PSOE.
Uno de los principales temores en el PP es que la fragmentación del voto le aleje de la mayoría absoluta. En este contexto, hay dos escenarios peligrosos para el PP gallego: que Vox se acerque a la barrera del 5%, pero sin superarla, o que entre en el Parlamento y Feijóo necesite a la extrema derecha para tener mayoría absoluta.
En clave interna, las fuentes del PP consultadas por este diario consideran que la forma en la que Feijóo marca distancias con la dirección nacional del partido "complica" que una derrota del presidente gallego pudiera ser imputada a Casado. "Incluso perdiendo la mayoría absoluta, la factura sería imputada al presidente gallego, del mismo modo que un triunfo se le atribuiría de forma exclusiva a él", valora un diputado.
Pablo Simón, profesor en la Carlos III, también reflexiona sobre la interpretación, puertas adentro del PP, de los posibles resultados electorales. Feijóo, dice, es la "china en el zapato de Casado". Lo ideal para el presidente de la Xunta, comenta, es conservar la mayoría absoluta en el Parlamento gallego. Pero pone sobre la mesa que quizá lo ideal para Casado sería que Feijóo se pusiese ante la coyuntura de tener que negociar con Cs y Vox —si ambas formaciones tienen representación, claro— para estar ante el escenario del que reniega".
"No tengo intención de pactar con Vox, y no lo haré, es un partido que está contra Galicia", señalaba el pasado febrero el lider del PP gallego. Pero Santiago Abascal ha hecho como si no escuchase a Feijóo asegurando que está dispuesto a apoyarle para evitar que gobierne la izquierda.
EUSKADI
El Parlamento vasco que se disolvió para la convocatoria electoral estaba integrado por 28 diputados del PNV, 18 de EH Bildu, 11 de Elkarrekin Podemos, 9 del PSE y 9 del Partido Popular. En total, 75 escaños. Igual que la Cámara gallega.
La primera convocatoria, la del 5 de abril, originó a Casado una de las crisis internas más grandes desde que es presidente del PP. La negociación de una coalición con Cs (PP+Cs) y las "cesiones" en las listas a la formación de Inés Arrimadas culminó con la renuncia del expresidente del PP vasco, Alfonso Alonso, a ser candidato. El exministro de Sanidad de Mariano Rajoy no compartía que dirigentes de la formación naranja ocupasen puestos privilegiados en las candidaturas cuando Cs no tiene en estos momentos representación parlamentaria. Pero la dirección nacional del PP impuso su criterio al entender que el sacrificio merecía la pena porque se trataba del primer paso para ese proyecto de España Suma que pretenden a nivel nacional.
"Sacrificar al PP vasco para hacer el 'abrazo del oso' a Ciudadanos", resume Pablo Simón la operación.
El cabeza de lista será Carlos Iturgaiz (PP). Y con el resultado Casado se la juega bastante más que en Galicia, porque este sí es una imposición de la dirección nacional y por la situación tan delicada en la que quedó el PP vasco tras la marcha de Alonso.
Simón considera que con esta operación el PP ha asumido un "riesgo" porque cuando se habla de coaliciones uno más uno no siempre resulta dos. "Suelen restar", añade. En este caso cree que los conservadores se juegan "su capacidad de repetir el resultado, sobre todo por el perfil que ha elegido con este candidato". A Iturgaiz se le identifica con el ala más conservadora del partido, mientras que Alonso pertenecía a la más moderada, a la que perdió contra el actual líder del PP en el congreso de sucesión de Mariano Rajoy.
Además de ver hasta qué punto la alianza PP-Cs consigue ser relevante para articular mayorías en Euskadi —todas las fuentes consultadas lo ponen en duda—, el 12J será clave para ver si ese "abrazo del oso" del PP a Cs del que habla Simón da resultado o no.
El PNV ganaría las elecciones con entre 31 y 34 escaños, seguido de EH Bildu con 16-18 parlamentarios
Ver más
Si la experiencia no es buena, apunta el profesor, al PP se le complicaría la estrategia que pretende de extender esa alianza a futuras citas electorales. La primera estación de este viaje podrían ser las elecciones catalanas.
También hay que meter en la coctelera otro elemento. Y es el de que cuando PP y Cs negociaron estas alianzas a nadie se le pasaba por la cabeza que meses después una pandemia lo fuese a arrasar todo. El Ciudadanos que negoció la fórmula PP+Cs no es el mismo Cs que ahora ofrece su colaboración al Gobierno para unos "presupuestos de emergencia nacional" y que ha ido de la mano del Ejecutivo en todas las prórrogas del estado de alarma.
Al respecto, Orriols considera que todavía es prontopara saber qué tipo de viraje va a hacer Ciudadanos, para saber si ese "reposicionamiento" continúa fuera del estado de alarma.