La UE y la OTAN tiemblan ante la eventual llegada al poder en Francia de la extrema derecha

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La posibilidad de un gobierno de la extrema derecha en Francia, liderado por el lepenista Joan Bardella bajo la autoridad de Emmanuel Macron como presidente de la República, en una cohabitación que no se ve desde los tiempos del conservador Jacques Chirac y el socialista Lionel Jospin, hace temblar a la Unión Europea y la OTAN. El sistema francés otorga al jefe del Estado las competencias de política exterior y defensa, pero en Bruselas se dirimen a diario asuntos de todos los ministerios y una lista de ministros ultraderechistas en Francia alteraría los pesos políticos, impediría los consensos y podría bloquear el funcionamiento de la Unión Europea.

Italia, Países Bajos, Hungría y Eslovaquia, los cuatro países con gobiernos de extrema derecha o asimilados, no suman minoría de bloqueo para las decisiones que se toman por mayoría cualificada, pero si se les suma Francia y en octubre, como prevén los sondeos, Austria, el bloque quedaría paralizado. Y la Unión Europea es como una bicicleta, si deja de pedalear el ciclista puede aguantar unos momentos haciendo equilibrios, pero terminará por caerse.

El balance de poderes entre las instituciones europeas hace que no importe que la Comisión Europea y el Parlamento Europeo sigan funcionando con relativa normalidad. Si el Consejo Europeo (la reunión de líderes) y el Consejo de la Unión Europea (las diferentes reuniones de ministros) queda bloqueado, todo el sistema lo hará porque en el fondo sigue siendo una Unión de países representados por sus gobiernos.

En la OTAN las consecuencias de la llegada al poder de los lepenistas son aún imprevisibles. Los italianos de ‘Hermanos de Italia’ de Giorgia Meloni no han provocado ningún estropicio porque desde el primer día en el Gobierno, a pesar de su pasado rusófilo, se mostraron atlantistas. Las algaradas del húngaro Viktor Orban acaban normalmente con cesiones. Nadie espera que el nuevo gobierno holandés, coalición de conservadores y liberal-conservadores con la extrema derecha, cambie la posición del país hacia la Alianza Atlántica, pero en Austria puede tocar gobierno el FPO, un partido fundado por SS austríacos en los años 50 del siglo pasado. Es una de las formaciones más ultraderechistas y rusófilas de Europa. Como lo fueron los lepenistas hasta que Rusia lanzó su ataque contra Ucrania. El primer problema sería que los demás Estados miembro no sabrían de qué pie cojearía una Francia con los lepenistas en el Gobierno. El Ministerio de Exteriores ruso declaraba este miércoles oficialmente su apoyo a los candidatos de Le Pen.

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Esta semana se vive en Bruselas en una tensa espera. Funcionarios y diplomáticos esperan que el “frente republicano” (la unión, al menos temporal, de los partidos democráticos) para frenar a los de Le Pen resista una vez más e impida que estos lleguen al poder. No ha habido esta semana reacciones oficiales de ningún tipo desde las instituciones europeas porque se espera al resultado electoral en segunda vuelta y, sobre todo, a la formación del próximo Gobierno.

Uno de los peligros es que las decisiones que se tomen por unanimidad se vean frenadas (ahora ya lo hace la Hungría de Viktor Orban a cambio de concesiones) o directamente bloqueadas. Para empezar en política exterior, donde muchos temen que eventuales ministros a la orden de Bardella, que en realidad significa a la orden de Marine Le Pen, impidan que la Unión Europea siga ayudando a Ucrania y que la ayuda deba canalizarse de forma bilateral, país por país.

Esa amistad, suspendida ahora por la guerra en Ucrania, que Le Pen mostró muchas veces en el pasado con el presidente ruso Vladimir Putin, podría hacer que algunas reuniones de ministros se volvieran inútiles. Durante el breve período en que la ultraderecha del FPO estuvo en el Gobierno austríaco en la década pasada, el ministro del Interior era de la formación radical. Las reuniones de ministros de Interior se convirtieron en inútiles porque ninguno de sus homólogos se atrevía a hablar de ningún asunto medianamente serio. Todos temían que lo que dijeran, supuestamente en privado, llegara inmediatamente a oídos del Kremlin.

La posibilidad de un gobierno de la extrema derecha en Francia, liderado por el lepenista Joan Bardella bajo la autoridad de Emmanuel Macron como presidente de la República, en una cohabitación que no se ve desde los tiempos del conservador Jacques Chirac y el socialista Lionel Jospin, hace temblar a la Unión Europea y la OTAN. El sistema francés otorga al jefe del Estado las competencias de política exterior y defensa, pero en Bruselas se dirimen a diario asuntos de todos los ministerios y una lista de ministros ultraderechistas en Francia alteraría los pesos políticos, impediría los consensos y podría bloquear el funcionamiento de la Unión Europea.

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