LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
Begoña Gómez cambia de estrategia en un caso con mil frentes abiertos que se van desinflando

Vecinos de Denia denuncian “el regreso del ladrillo” a la costa

4

Sergi Tarín | Valencia

En su día fue la entrada principal al chalet, pero ahora las escaleras se sumergen al mar, que ha cubierto el primer escalón. Y en las paredes colindantes, las olas han abierto boquetes a puñetazos. En la playa de Les Marines, en la turística Denia, el tramo conocido como Blay Beach es uno de los más erosionados de la costa valenciana. Decenas de bungalós trazan una línea irregular, sin ley, del litoral urbanizado. Y el agua, cada invierno, salta muros, llega a las casas y recorre los caminos comunales. De poco sirven las miles de toneladas que cada junio cargan desde la vecina playa de la Almadrava. A finales de agosto el mar ha regresado a su sitio.

En este emplazamiento, la firma EuroHolding, a través de la promotora Sun Valle, propone levantar una urbanización de cuatro plantas con 20 viviendas de lujo. El espacio lo ocupa un puñado de chalets junto a un grupo de largiruchos pinos mediterráneos y palmeras. “Residencial Las Olas. Inicio de obra octubre de 2016” se lee en una gran valla junto a la carretera de Les Marines. Un anuncio que a muchos vecinos les resulta amenazante. Es el caso de la estadounidense Lisa Luippold, presidenta de la comunidad Retiro III, IV y V, empecinada en dejar “un medio ambiente mejor para mis nietos” e “impedir el regreso del ladrillo a la costa”.

Ella y otros vecinos califican el proyecto de “aberración”. Así lo explicaron este sábado en una asamblea que reunió cerca de 70 residentes. La obra alcanzará 20 metros de altura en un espacio donde la mayoría de edificaciones son de planta baja. Y también 20 metros es la distancia con el mar, cuando la Ley de Costas impide construir a menos de 100. El anterior Ayuntamiento, del Partido Popular, solicitó una reducción de la zona de servidumbre por la erosión de la zona. “¡Pero esta singularidad no puede ser la excusa para nuevas construcciones!”, se queja Luippold.

Los vecinos han presentado varias alegaciones al Ayuntamiento y al Servicio Provincial de Costas con anexos de normativas e informes. Uno de ellos es de 2015, redactado por técnicos del ministerio de Medio Ambiente, donde se describe este tramo litoral como “en un estado de grave deterioro”, por lo que se precisan actuaciones de defensa “de alta prioridad para evitar su regresión”. También denuncian que no se atiende al Protocolo Relativo a la Gestión Integrada de las Zonas Costeras del Mediterráneo, firmado por España en 2011 y que exige actuar “por encima de intereses particulares”.

Imagen promocional de la urbanización con una imposible puesta de sol en el Mediterráneo

“No solo no se derriba lo que se tiene que derribar sino que se dan permisos para construir edificios de cuatro plantas”, critican Alfredo Solana y Rosa Valero, un matrimonio de Madrid, con propiedad en El Retiro, y que han viajado para asistir a la asamblea. “Me romperían el corazón”, se duele la irlandesa Maireat Huurman, e insiste: “No quiero que destruyan este rincón como ya he visto destrozar otros en España”. El principal reto de los vecinos es fortalecer el músculo asociativo en un lugar especialmente disperso. Según Luippold, en la zona desde hace 12 años, existen unas 400 viviendas, pero solo el 30% habitadas todo el año. “En muchos casos son matrimonios extranjeros, mayores, que han llegado aquí para retirarse y vivir tranquilos”.

“Un lugar ideal”

Al otro lado del teléfono, la voz comercial de la operadora intenta minimizar cualquier duda del periodista, que se hace pasar por un recién casado en busca de un nido de amor junto al mar. “El lugar es ideal, delante estará la piscina y unos jardines enormes. La parcela entra un poco en la playa, pero después retranquea mucho hacia atrás y deja lo que será como vuestra playita privada”, explica. De hecho, la promoción se vende como un espacio muy exclusivo con terrazas individuales de 42 metros y chill out, con precios que oscilan entre los 385.000 y los 420.000 euros. En la web destacan la proximidad de campos de golf y las recreaciones de las casas llegan al paroxismo publicitario con puestas de sol sobre el mar.

País de copas y ladrillos, en tintaLibre de verano

Ver más

Sobre la proximidad del agua, la operadora señala: “Lo que la Ley de Costas prohíbe es construir antes de los 20 metros del mojón que hay en la playa”. Unos mojones arrancados y lanzados a un solar cercano. Y en referencia a las protestas, chasquea los labios: “Un vecino se quejó, pero por nuestra parte está todo claro”. Y acto seguido indica que ya se han vendido cuatro viviendas y aclara que cuentan con licencia del Ayuntamiento, algo que niega Maria Josep Ripoll, concejal de Territorio y Calidad Urbana: “¿Octubre o noviembre? Ya te digo que no”. Según Ripoll, el Ayuntamiento está pendiente de, por un lado, el informe del departamento autonómico de Costas sobre las viviendas y, por otro, el estatal sobre un paseo marítimo de 200 metros que complementará la nueva urbanización. “Ese uso puede ser interesante porque ganaríamos un espacio libre y expedito”, aprecia Ripoll, quien acto seguido subraya que actuará “de forma objetiva”. Y sobre las críticas a las cuatro alturas, se muestra categórica: “El planeamiento lo permite”. Ubicación de la promoción en en litoral alicantino.

Un argumento, indican los vecinos, que podría chocar con el espíritu del Acuerdo del Botánico, que cimenta al Gobierno valenciano, donde se pone énfasis en la protección de la costa frente al urbanismo desenfrenado de otras épocas. Una filosofía impresa en el programa electoral del alcalde de Denia, Vicent Grimalt, quien se comprometió “a crear una ciudad más sostenible y respetuosa con la costa y el medio ambiente”. De hecho, Grimalt era portavoz del PSPV cuando, en julio de 2008, una moción de censura con un tránsfuga socialista aupó a la alcaldía a Ana Kringe (PP). Detrás de aquella operación estuvieron algunos de los promotores de la zona (entre ellos Enrique Pla, de EuroHolding), hastiados por las medidas proteccionistas de la anterior primera edil, Paqui Viciano. En aquel tenso pleno que abrió el litoral al gremio del ladrillo, el entonces portavoz y actual alcalde señaló: “El nuevo equipo tiene el objetivo de llevar de hormigón la costa. Nuestra política urbanística viene avalada por múltiples sentencias favorables que nos han dado la razón a la hora de evitar edificar en primera línea de Les Marines”.

Los vecinos opuestos a la obras, tienen previsto solicitar en los próximos días una reunión con un alto cargo de la consejería de Vivienda y con el concejal de Medio Ambiente. Pero sobre todo con el alcalde para recordarle que, como en los poemas de Rafael Alberti, el mar siempre devuelve el recuerdo de lo hecho y lo dicho.

En su día fue la entrada principal al chalet, pero ahora las escaleras se sumergen al mar, que ha cubierto el primer escalón. Y en las paredes colindantes, las olas han abierto boquetes a puñetazos. En la playa de Les Marines, en la turística Denia, el tramo conocido como Blay Beach es uno de los más erosionados de la costa valenciana. Decenas de bungalós trazan una línea irregular, sin ley, del litoral urbanizado. Y el agua, cada invierno, salta muros, llega a las casas y recorre los caminos comunales. De poco sirven las miles de toneladas que cada junio cargan desde la vecina playa de la Almadrava. A finales de agosto el mar ha regresado a su sitio.

Más sobre este tema
>