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El viaje de Felipe VI, la primera visita de máximo nivel de un jefe de Estado español a Cuba

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Cuando los reyes Felipe y Letizia desembarquen en La Habana este lunes por la noche (madrugada del martes en España) estarán iniciando una visita histórica, porque será la primera vez que un jefe de Estado español visite la isla con el formato de un "viaje de Estado", la máxima expresión de las relaciones entre dos países conforme al protocolo español.

El motivo son los 500 años de la fundación de la capital, originalmente San Cristóbal de La Habana. La invitación estaba extendida desde hace tiempo y el Ejecutivo de Pedro Sánchez, que ya protagonizó hace un año la primera visita oficial de un presidente del Gobierno en 32 años, ha decidido darle luz verde, lo que no había hecho hasta ahora ningún otro.

El anterior jefe de Estado, Juan Carlos I, estuvo cerca de hacer la visita a finales de los años 90, pero solo pudo viajar a La Habana a la Cumbre Iberoamericana de 1999. Aquel viaje estuvo salpicado de gestos de Fidel Castro, de afecto hacia el rey y de desplante a José María Aznar. Juan Carlos solo volvió a La Habana en 2016, cuando ya no era rey, para representar a España precisamente en el funeral de Fidel Castro.

Antes de Sánchez, ninguno de los presidentes de la democracia promovió la visita. "No solo con Cuba, históricamente hay una anomalía en las relaciones de España con América: hasta 1976 ningún jefe de Estado español pisó el continente americano", explica a Europa Press el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid Juan Carlos Pereira. "Tal vez –apunta–, dadas las estrechas relaciones, no veían más interés en hacer un viaje". El primero lo hizo el rey Juan Carlos a República Dominicana en 1976.

Cuarenta y tres años después, Cuba, la última colonia americana de la Corona, con fuertes lazos emocionales con España –en la isla viven hoy 140.000 personas con nacionalidad española, solo por detrás de Argentina y Venezuela–, es el único país de la comunidad iberoamericana que no ha recibido una visita de Estado de los reyes.

Uno de los motivos, sostiene Pereira, es "la cuestión de los derechos humanos, que siempre está planeando, como si visitar fuese avalar el régimen". Ello se une al debate político interno que suscita Cuba y a los propios cambios políticos domésticos, que han incidido en las relaciones bilaterales.

Castro deseaba una España fuera de la OTAN

En 1978, Adolfo Suárez se convirtió en el primer jefe de un Gobierno occidental que visitó La Habana y eso dio esperanzas a Fidel Castro de que la España democrática optase por la neutralidad y no se integrase "en el bloque agresivo de la OTAN", según detalla Adela M. Alija, directora del Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nebrija en un artículo en la revista de la Universidad Autónoma de Barcelona.

En esos primeros años de la Transición, España vivió un debate entre neutralismo y atlantismo hasta que el Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo inclinó definitivamente la balanza y Felipe González confirmó el rumbo apostando por permanecer en la OTAN y metiendo a España en la entonces CEE. "Eso deterioró las relaciones", señala Pereira.

"Desgraciadamente las relaciones de España y Cuba no han sido tan estrechas como habríamos deseado y como en un tiempo soñábamos cuando el PSOE y tú tomaron la dirección de España", le escribía Castro a González en 1993, en una carta en la que pedía mecanismos de ayuda para una economía cubana en dificultades por la caída del bloque soviético.

La carta puede consultarse en el archivo digitalizado de la Fundación Felipe González, junto con otras misivas que muestran, con todo, una relación cordial entre ambos. En 1988, Castro trataba, en una larga carta, de apaciguar las preocupaciones sobre derechos humanos y diciéndole que solo había "unos pocos cientos de presos contrarrevolucionarios, algunos de los cuales están en vías de ser liberados".

González envía a Solchaga

De su lado, González trató de ayudar a la maltrecha economía cubana y, al mismo tiempo, impulsar cierta apertura. En 1993, envió a La Habana a su ministro Carlos Solchaga, que recomendó "cambios y reformas profundas". González le ofrecía a Castro la experiencia española: "Tanto desde el punto de vista financiero, como fiscal, presupuestario en su conjunto o referido a la liberalización del sistema productivo, hemos acumulado experiencias que pueden ser de interés para el desarrollo cubano", le escribía.

En aquellos años no faltaron crisis entre los dos países, entre ellas la llamada "de las embajadas", en el verano de 1990, cuando unas 50 personas se refugiaron en varias embajadas extranjeras en La Habana.

En 1996, el recién llegado Gobierno de José María Aznar suspendió temporalmente la cooperación con la isla e impulsó la Posición Común de la UE, que condicionaba cualquier avance en las relaciones a que Cuba hiciera progresos en derechos humanos y democratización, pero los avances no llegaron.

"Cuando toque"

En 1998, Aznar cortó toda especulación sobre una visita de Juan Carlos I afirmando que iría "cuando toque". "Hay muchas personas que tienen deseo de ir a Cuba", explicaba, "pero este tipo de viajes no se realizan por razones de deseo, sino de oportunidad política".

La situación se enrareció aún más cuando los reyes viajaron a La Habana, pero con Aznar y para la Cumbre Iberoamericana de 1999. Castro consiguió un encuentro a solas con Juan Carlos I recogiéndole en su coche en el aeropuerto y tuvo detalles afectuosos con él, pero no con el presidente. Castro no acompañó a la delegación española en su visita por La Habana Vieja y cerró las calles a quienes no vivieran allí.

La Posición Común fue la prueba de que las decisiones en política exterior tienen efectos a medio y largo plazo. "Después de que España propusiera eso a la UE, los cubanos ya no se fiaban", dice el catedrático Pereira. Para Alija, esa Posición Común, que la UE derogó en 2016 en pleno impulso aperturista de Barack Obama, "ha envenenado las relaciones hispano-cubanas durante 20 años".

Zapatero: reconstruir la relación

De hecho, durante los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011) no se planteó una visita del rey, ni siquiera del presidente del Gobierno. El foco en esos años estuvo puesto en reconstruir una relación que estaba en el peor momento de su historia, explica a Europa Press una fuente diplomática conocedora de aquellos esfuerzos.

Ese empeño tuvo su mayor éxito en julio de 2010, con la liberación de 40 presos políticos –arrestados en la Primavera Negra de 2003– con mediación del cardenal de La Habana, Jaime Ortega. El peor momento fue unos meses antes, en febrero, la muerte del disidente Orlando Zapata tras 85 días en huelga de hambre en prisión.

La posición de España hacia Cuba y su confianza en que el relevo de Fidel por Raúl Castro traería cambios graduales fue un motivo de fricción con Estados Unidos, que reconoce la influencia de España en la región.

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Con el Gobierno de Mariano Rajoy y un nuevo clima internacional hacia la isla, el Ejecutivo volvió a plantearse una visita de los reyes. El entonces ministro Alfonso Dastis viajó a la isla para prepararla pero en febrero de 2018 informó al Congreso de que no se daban las circunstancias para ello.

Las tornas cambiaron en junio, con la moción de censura que llevó a la Moncloa a Pedro Sánchez. En septiembre, el líder socialista se vio con el nuevo presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, en los márgenes de la Asamblea General de la ONU y en noviembre le visitó oficialmente en La Habana y le dijo que le haría ilusión que los reyes visitasen la ciudad con motivo de su quinto centenario.

 

Cuando los reyes Felipe y Letizia desembarquen en La Habana este lunes por la noche (madrugada del martes en España) estarán iniciando una visita histórica, porque será la primera vez que un jefe de Estado español visite la isla con el formato de un "viaje de Estado", la máxima expresión de las relaciones entre dos países conforme al protocolo español.

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