Dos visiones enfrentadas sobre los límites del periodismo ante un atentado como el de Barcelona

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El atentado terrorista que tuvo lugar este jueves en Barcelona reabrió el debate sobre la ética periodística a la hora de tratar tragedias en las que están implicadas vidas humanas. Lo cierto es que la profesión no tiene ninguna ley que la regule, tan solo un código deontológico de recomendaciones y buenas prácticas que, en ningún caso, son vinculantes. Por este motivo, existe una gran diversidad de opiniones en cuanto al tratamiento que se debe dar a este tipo de hechos en los medios de comunicación. 

La difusión de vídeos y fotografías en las redes sociales en las que aparecían víctimas del atropello, así como su posterior utilización en las portadas de los periódicos, enfrentó las opiniones de quienes defienden que este tipo de imágenes son imprescindibles para documentar un acto de este tipo y aquellas defensoras de la privacidad de las víctimas y sus familiares. En estos casos, se enfrenta la posible censura periodística con el derecho a la imagen de las personas implicadas. ¿Dónde está el límite?

Según Francisco José González Sarria, decano del Colexio de Xornalistas de Galicia, la difusión de imágenes de las víctimas puede llegar a estar justificada en algunos casos, aunque siempre hay que tener en cuenta que "la información y el morbo nunca se pueden dar la mano". "Una cosa es que un periodista tenga imágenes de un suceso escabroso y otra muy distinta es que las difunda", declara en conversación con infoLibre. Según el periodista, es complicado establecer el límite de la información, pero afirma en que éste siempre debe pasar por evitar el sufrimiento a las víctimas y a sus familiares. 

En este sentido se manifestaron la Policía Nacional y los Mossos d'Esquadra, que coincidieron en solicitar que no se difundieran imágenes ni vídeos del atropello masivo en las Ramblas de Barcelona. "Por respeto a las víctimas y a sus familias, por favor, NO compartas imágenes de heridos en atropello de #Ramblas de Barcelona", escribió la Policía en su perfil de Twitter, red social que apenas unos minutos más tarde de producirse el ataque ya era un auténtico hervidero de material gráfico sobre el atentado. No obstante, los periodistas consultados por infoLibre coinciden en afirmar que esta petición oficial no iba dirigida a los periodistas, sino a los ciudadanos.  

Del mismo modo, la Federación de Asociación de Periodistas de España (FAPE) lanzaba un comunicado en el que condenaba lo ocurrido y, a la vez, reiteraba su "llamada a la protección de la imagen de las víctimas y a difundir una información contrastada en la que no primen los rumores". La FAPE, tal y como expresa en su Decálogo de recomendaciones para informar sobre tragedias en la era digital, indica que la difusión de "imágenes impactantes" solo puede realizarse cuando éstas aporten información y valor añadido y nunca deben ser emitidas repetidamente. "Detrás de las catástrofes hay personas", recuerda la asociación.

Alberto Rojas, reportero del periódico El Mundo, coincide con la FAPE en que la publicación de ciertas imágenes duras está justificada, siempre y cuando aporte información y documenten, siempre "sin recrearse". "No hay porqué mostrar morbo pero hay que elegir aquellas fotos que muestren realmente lo que ha sucedido, porque la función de los periodistas es informar", apunta. 

Por su parte, el Colexio de Xornalistas de Galicia, en su decálogo de recomendaciones a los medios y periodistas en caso de una catástrofe, coincide en que uno de los primeros aspectos a tener en cuenta es "el derecho a la intimidad y a la propia imagen de los protagonistas de catástrofes", así como la necesidad de "respetar el dolor y el sufrimiento de las víctimas" porque "tanto las personas implicadas directamente en la tragedia como sus allegados pasan por momentos muy difíciles y merecen no ser expuestos a la luz pública". No obstante, la inevitable generalidad de las recomendaciones genera diversas interpretaciones y, en consecuencia, diversas formas de entender cómo se deben aplicar en cada caso concreto. 

La imagen frente a la palabra

Sin embargo, si bien todos coinciden en el poder informativo de las imágenes, hay algunos periodistas que defienden que la palabra puede documentar igual o mejor una tragedia como la ocurrida en Barcelona sin necesidad de caer en el "morbo". De esta manera, según declaran, se puede respetar en mayor medida la sensibilidad del lector. "Ya es suficiente contar y poner cifra a una tragedia para entenderla", opina Sarria, quien añade que "no es necesaria la sangre para informar". 

En el mismo sentido se expresa Pedro Soler, periodista de TVE y cofundador de Teledetodos, quien opina que los límites periodísticos de mostrar ciertas imágenes "los marca la propia naturaleza humana, porque se puede mostrar el horror sin detalles macabros". 

Sin embargo, las opiniones que defienden la publicación de vídeos y fotografías que muestren de manera explícita una tragedia se basan en la necesidad de documentarla de la mejor manera posible. De esta forma, Alberto Rojas opina que "con un atentado así las fotos son necesarias porque son capaces de mostrar el horror", aunque coincide con sus compañeros en afirmar que "no hay necesidad de sacar caras de nadie ni morbo" en las imágenes.

Precisamente este punto, el reconocimiento de las víctimas en las imágenes, es uno de los más complicados de resolver. Ciertas fotografías históricas en el mundo del periodismo muestran con claridad el rostro de sus protagonistas, como es la imagen de "la niña del napalm", una de las más cruentas de la Guerra de Vietnam. "Si puedes evitar sacar la cara, evítalo, pero, si no puedes, hay que publicarlo", apunta Rojas, quien emplea este ejemplo para demostrar el poder de sensibilización que pueden causar ciertas fotografías en la sociedad. 

Sarria, por su parte, ejemplifica este debate en la foto de Aylan Kurdi en una playa de Turquía para justificar que "existen excepciones" en las que documentar la información con una imagen aporta más de lo que podrían aportar las palabras. Sin embargo, según indica, es importante la contextualización del acontecimiento y el nivel de conocimiento que tiene la población sobre él. Así, Sarria opina que la población ya está suficientemente "acostumbrada" a tragedias como la de Cataluña, por lo que las imágenes explícitas no van a aportar nada distinto. "Que este tipo de imágenes salgan a la luz cuando no se haya tomado conciencia, que los periodistas también estamos para eso, para crear conciencia", indica, pero insiste en que "con imágenes como las de ayer no se aporta nada nuevo". 

"La imagen de Aylan conciencia porque evidencia que lo que está pasando no es normal", opina Soler, coincidiendo con Sarria. "A veces es conveniente utilizar esa imagen como punto de inflexión", añade. No obstante, manifiesta que su posición es totalmente contraria a que se publiquen fotografías en las que pueda reconocerse a la víctima. "Los detalles provocan un daño irreversible. Hay que ponerse en el lugar del otro, de la familia, porque el periodismo es un servicio público", sentencia.

De esta manera, aquellas personas contrarias a mostrar las imágenes basan esta opinión en la protección y el respeto a las víctimas. Por el contrario, Rojas opina que "precisamente por respeto a las víctimas hay que publicar esas fotos, para que no se olviden esas muertes".   

La inmediatez de las redes sociales

Todos los expertos consultados por infoLibre coinciden en apuntar a las redes sociales como una herramienta que ha funcionado como punto de inflexión en la profesión periodística. "Esta es una polémica que antes no existía porque no había redes sociales", apunta Rojas, quien recuerda que "antes se publicaban fotos de atentados de ETA mucho más duras". 

Si bien afirman que es una herramienta útil a la hora de informar, también admiten que las redes sociales pueden suponer un peligro para los periodistas a la hora de trabajar. La inmediatez que suponen contribuye a que, muchas veces, se trabaje con más "precipitación" y, en consecuencia, "se piense menos", según Soler. "La diferencia entre las redes sociales y la profesión periodística es el criterio y la profesionalidad", apunta. "Estos dos conceptos, junto a la sensibilidad, son imprescindibles", sentencia. 

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Este jueves, las redes sociales se convirtieron en un auténtico hervidero de imágenes del atentado. Precisamente este volumen de información gráfica es la que critica Soler, que apunta a la falta de contexto y a la cantidad de imágenes como culpables de la falta de sensibilidad de muchas de ellas. "Con lo ocurrido en Barcelona se ha ido a inundar la red sin ningún contexto", lamenta, para criticar que "parecía que se publicaban las fotos para ver cuál superaba a la anterior". 

Del mismo modo, Sarria critica que "la precipitación" que provocan las redes a la hora de trabajar provoca "que no se pueda pulir la información ni difuminar la imagen". "¿Cuántos puestos de trabajo habría si en lugar de coger imágenes de redes sociales los medios enviaran a un fotógrafo a cubrir la noticia?", se pregunta. "La utilización de estas imágenes no habla bien de nuestra profesión", lamenta. 

"Hay que empezar por concienciar y educar a la sociedad a que empleen el móvil para otra cosa que no sea hacerse notar", critica Sarria, refiriéndose a la elevada cantidad y escasa calidad de la mayoría de imágenes compartidas a través de la red. "La sociedad debería rechazar eso y exigir al periodismo que también lo haga", opina. 

El atentado terrorista que tuvo lugar este jueves en Barcelona reabrió el debate sobre la ética periodística a la hora de tratar tragedias en las que están implicadas vidas humanas. Lo cierto es que la profesión no tiene ninguna ley que la regule, tan solo un código deontológico de recomendaciones y buenas prácticas que, en ningún caso, son vinculantes. Por este motivo, existe una gran diversidad de opiniones en cuanto al tratamiento que se debe dar a este tipo de hechos en los medios de comunicación. 

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