En la calle San Cayetano (Alfafar, Valencia) hay innumerables problemas desde hace una semana. Las casas han sido un barrizal durante días, y los muebles podridos se acumulan en la acera, pero Francisco Trujillo y su familia tienen una preocupación mucho mayor. La casa de enfrente, que lleva años abandonada, está completamente resquebrajada y es cuestión de horas que se les venga encima. Él vive cara a cara con esa fachada, a unos pocos metros, y en la vivienda también duerme su hermana, que tiene una niña de solo dos años. "Se va a caer hacia nosotros, no hay otra alternativa. De hecho ya se ve cómo la parte de abajo está hundida hacia dentro porque la de arriba está cediendo. Nos han dicho que es cuestión de tiempo", señala.
La distancia entre la puerta de su casa y la casa de enfrente no supera los cinco metros, pero le han dicho que por ahora pueden quedarse ahí, siempre con cuidado de no asomarse demasiado. Él se pasa buena parte del día junto a la puerta pendiente de que ninguna persona cruce las cintas que ha puesto la policía. Por si esto fuera poco, la mala suerte ha encajado dos coches en la puerta trasera de la casa, y la única salida es la que da a la fachada agrietada. "Cada vez que voy y vuelvo a por comida tengo que pasar por delante, solo rezo para que no se caiga".
La vecina que comparte pared con la casa a medio caer se muestra muchísimo más enfadada. Francisco Trujillo se resigna a que es lo que le ha tocado vivir, pero Marta Gómez replica que los bomberos y los arquitectos que han pasado por allí no se toman en serio la situación. Primero un experto en estructuras que se pasó por allí tras la dana les garantizó que era seguro, pero día tras día se fue agrietando más, hasta que este martes a las 8.30 de la mañana cayeron dos casquetes enormes de la fachada. "El vecino de atrás vino corriendo porque pensaba que había habido una explosión, y mientras tanto la policía diciéndonos que no nos preocupáramos", cuenta Gómez.
Los dos vecinos intercalan la historia con sus problemas personales derivados de la tormenta. Trujillo tuvo que salir por la ventanilla del coche cuando el agua bloqueó su puerta la noche del martes y se refugió en una nave del polígono industrial de Ribarroja de Turia. Pasó la noche despierto junto a un grupo de trabajadores atrapados, y a la mañana siguiente, sin dormir, anduvo durante casi 20 kilómetros para llegar a ver a su hermana a Alfafar. "Sabía que lo gordo estaba allí y vine lo más rápido que pude, afortunadamente todos estaban bien".
Marta Gómez respira aliviada porque ha conseguido que su padre, ya anciano, se haya ido este lunes con el Imserso a Peñíscola para que deje atrás la tragedia. "La cabeza se le iba, no se podía hablar con él, no paraba de pensar en que la vida se le escapaba… no solo por el barro, sino porque por las noches escuchamos cómo cruje la casa de al lado. Lo mejor es que se caiga cuanto antes", afirma. Además de convivir con una casa en ruinas, su garaje ha estado inundado durante días con dos metros de agua, aunque ya ha conseguido achicarla.
En el barrio, el enfado por el abandono de las instituciones es inmenso. Los bomberos y los militares están ahora por todas partes, pero han sido los propios vecinos los que se han encargado de limpiar sus casas, levantando a pulso los muebles mojados con la ayuda de los voluntarios. Marta Gómez tuvo que vaciar dos metros de agua de su garaje por su cuenta, y no da crédito al abandono que han sufrido. Señala la bomba de agua que ha utilizado, y dice: "¿Sabes cuánto cuesta eso? 75 euros. Fue mi novio a comprarla el otro día a Castellón. Que alguien me explique por qué no se han comprado cientos de bombas para vaciar garajes".
El daño en las casas es masivo, pero solo unos pocos se han derrumbado
La vivienda de la calle San Cayetano que está a punto de caerse es una anécdota dentro de una infinidad de viviendas que han sufrido la dana, pero que estructuralmente no han sufrido daños. Salvo los daños materiales que han dejado en los bajos de los edificios, la inmensa mayoría se mantienen en pie, según los primeros partes oficiales que llegan.
Según el Servicio de Protección Civil de la Comisión Europea, hay unos 4.500 edificios afectados por la dana, pero muy pocos se han derrumbado. Los datos satelitales indican que se han caído varias casas en Torrent (València), en una zona de barrancos donde el agua circuló a mucha fuerza. Pero es en Chiva, en el interior de la provincia, donde más daño ha habido a viviendas. Ya se han derrumbado varios edificios, entre ellos el centro cívico, y el ayuntamiento ha identificado una veintena de fincas en peligro, que han sido desalojadas.
En la calle San Cayetano (Alfafar, Valencia) hay innumerables problemas desde hace una semana. Las casas han sido un barrizal durante días, y los muebles podridos se acumulan en la acera, pero Francisco Trujillo y su familia tienen una preocupación mucho mayor. La casa de enfrente, que lleva años abandonada, está completamente resquebrajada y es cuestión de horas que se les venga encima. Él vive cara a cara con esa fachada, a unos pocos metros, y en la vivienda también duerme su hermana, que tiene una niña de solo dos años. "Se va a caer hacia nosotros, no hay otra alternativa. De hecho ya se ve cómo la parte de abajo está hundida hacia dentro porque la de arriba está cediendo. Nos han dicho que es cuestión de tiempo", señala.