"En dos años ha empeorado todo. Todo. Hay menos servicios sociales, menos becas de comedor, menos profesores en las escuelas, menos médicos en los hospitales...". Lo cuenta Maribel, 48 años, empleada del hogar. A su lado, mientras apura un trozo de bocadillo asiente Mariela, de 37, en el paro y con dos hijos. Se dice "algo cansada" de tirar del carro y "profundamente indignada". Pero nunca resignada.
Ambas descansan sentadas en un parterre cercano al Puente de Toledo, cerca del Manzanares, en la zona sur de Madrid. Han pasado más de tres horas marchando a pie desde Leganés, ciudad del cinturón metropolitano de Madrid en la que viven, en una marcha a la que se han unido manifestantes de otros municipios como Parla, Móstoles, Valdemoro, Getafe o Fuenlabrada y también de barrios como Carabanchel. En general, todos más golpeados por la crisis y el desempleo que otras zonas tradicionalmente más ricas. No quieren perderse el aniversario de un movimiento que hace dos años les lanzó a la calle y que, dicen, ha contribuido a recuperar el tejido social de municipios en los que la resistencia vecinal del principio de la democracia contribuyó a crear modelos de ciudad más igualitarios.
Como el 19 de junio de 2011, en la primera gran movilización de los indignados después de la del 15 de mayo, los activistas del 15-M de Madrid han recuperado para su segundo aniversario esta fórmula de columnas que, dicen, visibiliza la protesta desde los barrios y los pueblos a los que el movimiento extendió sus tentáculos cuando se recogió el campamento. La del sur no es la única, y aunque con asistencia de manifestantes bastante modesta, otras marchas han ido recorriendo varias zonas de la ciudad en este domingo. Tres columnas han convergido en el Templo de Debod, la plaza de Colón y las inmediaciones de la estación de Atocha en las primeras horas de la tarde. Y está previsto que todas avancen hacia la Puerta del Sol, donde se juntarán alrededor de las 20 horas.
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¿Hay más motivos ahora que entonces? "Por su supuesto. Los había, y muchos, hace dos años. Ahora hay más. Están dejando a los pobres sin ningún tipo de protección", señala Mariela. Y sin pensarlo medio segundo habla de la vivienda, el frente con más victorias del 15-M, pues junto a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) han frenado más de 600 desahucios desde junio de 2011 y han logrado colar la lucha antidesahucios en la agenda política y mediática. "¿Por qué no ponen las viviendas vacías a disposición de la gente que no tiene nada?", se pregunta. A continuación, denuncia que la Empresa Municipal del Suelo Leganés (EMSULE) tiene viviendas que no están ocupadas y que el Ayuntamiento mantiene cerradas. "Hemos intentado tener algún encuentro con el alcalde pero nada, no nos hacen ni caso", se queja.
Se saben menos que hace un año –en esta columna a medio día no superan el centenar cuando en convocatorias similares sobre todo en los primeros meses del 15-M llegaron a ser miles– y atribuyen este bajón en la asistencia de manifestantes a la descentralización en la que anda inmerso el movimiento. "Estamos muy dispersos. Hay muchos grupos cada uno trabajando por su cuenta. Este día debería servirnos para reflexionar sobre si es necesario que volvamos a ser una piña", dice Mariela. “Tenemos que volver a juntarnos, al sistema le viene bien la dispersión”, añade, por su parte, Maribel.
A la conversación se une Teo, de 59 años y trabajador de la enseñanza. También ha llegado andado desde Leganés. "Después de un tiempo con un pico de bajada hay que aprovechar el tirón del aniversario para retomar la lucha más agrupados. Para ser eficaces hay que unir fuerzas", sentencia.
"En dos años ha empeorado todo. Todo. Hay menos servicios sociales, menos becas de comedor, menos profesores en las escuelas, menos médicos en los hospitales...". Lo cuenta Maribel, 48 años, empleada del hogar. A su lado, mientras apura un trozo de bocadillo asiente Mariela, de 37, en el paro y con dos hijos. Se dice "algo cansada" de tirar del carro y "profundamente indignada". Pero nunca resignada.