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28A | Elecciones generales

El voto 1+1+1 para el Senado: dónde hicieron caso los electores y qué efectos tuvo en el reparto de escaños

Hemiciclo del Senado.

La campaña electoral de las pasadas elecciones generales se jugó en dos planos. El tradicional: los mítines de los partidos. Y el virtual: el de las redes sociales y whatsApp. Uno de los mensajes que más corrieron de teléfono móvil en teléfono móvil es el del "1+1+1". Recomendaba marcar en la papeleta del Senado un parlamentario del PP, otro de Cs y otro de Vox para evitar "regalar" la Cámara Alta al socialista Pedro Sánchez.

Desde el minuto uno, en el partido liderado por Pablo Casado se desvincularon de la difusión de este mensaje. Primero lo atribuyeron a círculos socialistas. Tras las elecciones, en las que el PP no sólo pasó de 137 a 66 en el Congreso sino que perdió la mayoría en el Senado, consideraron que la autoría partía de Vox.

En las elecciones al Senado existen 59 circunscripciones electorales. De estas, 47 eligen cuatro senadores. Gran Canaria, Mallorca y Tenerife escogen a tres cada una. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla eligen dos cada una. Y el reparto baja a un parlamentario en el caso de Ibiza-Formentera, Menorca, Fuerteventura, Gomera, Hierro, Lanzarote y La Palma.

Descontando estas islas que reparten un sólo parlamentario y a Navarra, donde PP y Cs concurrieron en la coalición Navarra Suma junto a UPN, quedan 51 circunscripciones donde los votantes de la derecha podrían haber dividido su voto entre candidatos de diversos partidos. infoLibre analiza a continuación si en estas provincias los electores se dejaron llevar de forma significativa por esa teoría del 1+1+1.

El comportamiento habitual

En 31 de las 51 circunscripciones, los tres senadores más votados en la derecha fueron del PP (dos en el caso de Melilla). En las cuatro provincias catalanas, por su parte, los tres senadores de la derecha más votados correspondieron a Ciudadanos. Se trata del comportamiento habitual en las elecciones al Senado. Los electores suelen votar a los candidatos de una misma lista y el resultado final es que el partido más votado en esa circunscripción se haga con tres de los cuatro escaños a repartir y el cuarto corresponda a la segunda formación más votada. 

A veces también ocurre que un elector marca el nombre de un sólo candidato (y no de los tres a los que tiene derecho), pero lo que es más infrecuente es que dividan el voto entre diferentes partidos. Justo lo que pedía la campaña del 1+1+1.

El voto dividido

Pero, ¿qué ocurrió en las 16 circunscripciones restantes? En todas ellas, los senadores más votados de la derecha no fueron de la misma formación. Como norma general, se intercalan parlamentarios del PP y de Ciudadanos. Y, en el caso de Ceuta, de Vox y del PP. En estos casos, sí puede llegarse a la conclusión de que esa llamada a dividir el voto entre las tres derechas tuvo cierto seguimiento.

En concreto, en 10 territorios el primer senador de la derecha más votado es del PP y el segundo de Cs (sucedió en Asturias, Badajoz, Granada, Guadalajara, Huelva, Huesca, Madrid, Málaga, Mallorca y Valladolid); en 3 territorios el más votado de la derecha es de Cs y el segundo es del PP (ocurrió en Cadiz, Sevilla y Zaragoza); en 2 circunscripciones (Jaén y Toledo), los dos senadores más votados de la derecha son del PP y el tercero de Cs, y en Ceuta el más votado de la derecha fue de Vox y el segundo del PP.

La comunidad autónoma en la que, a tenor de los datos, más caló esa tendencia a repartir el voto es Andalucía. En seis de sus ocho circunscripciones los cuatro senadores más votados de la derecha no pertenecen al mismo partido.

Así, en Cádiz el parlamentario más votado de la derecha fue Carlos Pérez, de Ciudadanos, con 137.695 sufragios. Le siguieron José Ignacio Landaluce (PP) con 126.743, María Regla Moreno (Cs) con 110.162 y Antonio Díaz (PP) con 100.196.

En Granada, el más votado en la derecha fue Vicente Azpitarte (PP), con 118.496 papeletas, seguido de Fernando Serrano (Cs), Mariano García (PP) y Celia Santiago, también del PP.

En Huelva se produjo un caso simétrico al de Granada: el primer senador y el tercero y el cuarto pertenecían a la lista del PP; el segundo, a la de Ciudadanos.

En Jaén, Francisco Javier Márquez (PP) fue el senador más votado de la derecha, con 95.093 sufragios. Ángeles Isac, también del PP, obtuvo 78.064 votos, seguida de los 74.785 de Fernando Casado, candidato de Ciudadanos.  

De los cuatro senadores más votados en Málaga dos pertenecen al partido de Pablo Casado y dos al de Albert Rivera. 181.700 electores señalaron en la papeleta a Ángeles Muñoz (PP), seguida de Andrés Ruiz (Cs, 174.180 sufragios), Laura Moreno (Cs, 136.479) y Joaquín Luis Ramírez (PP, 136.061).

En Sevilla, al igual que ocurrió en el Congreso, la fuerza más vota de la derecha fue Ciudadanos. El senador del partido naranja Ángel Mayo logró 215.666 votos, seguido de parlamentarios de PP, Cs y PP, por este orden.

En Asturias, el candidato más votado del bloque de la derecha en la Cámara Alta fue José Ramón García Candal, del PP. Lo logró con 139.236 votos. Le siguió un parlamentario de Cs y dos del PP. El mismo esquema se repitió en Badajoz, Guadalajara, Huesca, Madrid y Valladolid.

En Mallorca, la candidata del PP María Salom fue la política más votada de la derecha en la Cámara Alta, seguida, por este orden, siempre dentro del mismo bloque ideológico, de dirigentes de Cs, PP y Cs. En Toledo, los dos 

senadores más votados de la derecha pertenecen al PP, el tercero a Cs y el cuarto al PP. Y en Zaragoza se alternaron Cs y PP con el siguiente esquema: Cs, PP, Cs, PP.

La comparación con el Congreso

Además del hecho de que los tres senadores más votados de la derecha no pertenezcan al mismo partido, hay otro dato que avala la tesis de que en estas 16 circunscripciones una parte relevante del electorado dividió su voto entre candidatos de diversas fuerzas políticas: que el senador más votado consiguió más apoyo que la lista de su partido al Congreso.

En 12 de esas 16 circunscripciones, los senadores más votados de PP, Cs y Vox obtuvieron más votos que las respectivas listas al Congreso. También ocurrió así en Málaga y Toledo con los senadores de PP y Cs, y en Mallorca con el del PP. La única circunscripción donde los senadores más votados de los partidos lograron menos votos que las respectivas listas al Congreso fue en Ceuta.

Este comportamiento fue especialmente llamativo en Madrid: Pío García-Escudero obtuvo 302.508 sufragios más que la candidatura del PP al Congreso, Carlos Cuadrado consiguió 164.466 más que la de Ciudadanos y José María Marco logró 85.760 más que la de Vox.

Efectos sobre el reparto de escaños

De las 16 circunscripciones citadas, en Madrid los partidos de la derecha sacaron 2 senadores (1 PP y uno Cs), en otras 14 la derecha logró un senador (11 el PP y 3 Cs) y en Ceuta la derecha se quedó sin escaño en el Senado.

Analizando los resultados provincia a provincia, se puede afirmar sin duda que el efecto 1+1+1 no restó en ningún caso escaños a la derecha. Ello es así porque el senador de PP o de Cs que se quedó más cerca de obtener un acta, lo hizo siempre con muchos menos votos que el último candidato de la izquierda o del independentismo catalán que obtuvo el escaño. Una diferencia insalvable aunque se tuviese en cuenta el hipotético efecto 1+1 +1.

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Lo que provocó el derrumbe de la derecha en el Senado fue, sin ninguna duda, que se presentase dividida en tres listas. De hecho, tuvo un efecto mucho más demoledor que en el Congreso, ya que en el Senado funciona un sistema de reparto de escaños mayoritario corregido, y no proporcional como en el Congreso. La división de la derecha hizo que en casi todas las circunscripciones el partido más votado fuese el PSOE y, dado ese sistema mayoritario, se quedó en muchas provincias con 3 de los 4 escaños en juego.

Cabe hacerse una última pregunta. ¿Tuvo el 1+1+1 un efecto positivo para la derecha en alguna circunscripción? Con los datos en la mano, cabe deducir que en una provincia sí lo tuvo. Fue en Madrid, donde los 4 escaños se repartieron así: el primero y el tercero para el PSOE, el segundo para el PP y el cuarto para Ciudadanos. En quinto lugar, ya fuera del Senado, quedó el otro candidato socialista. La batalla por esa cuarta acta fue muy reñida: Carlos Cuadrado, el tesorero de Ciudadanos, obtuvo 950.491 sufragios, mientras que la socialista Silvia Buabent Vallejo consiguió 948.426 votos. Una diferencia de 2.065 papeletas (datos de la noche electoral sin el voto de los españoles en el exterior). Pero Cuadrado consiguió 164.466 votos más que su partido en la circunscripción de Madrid, así que parece lógico pensar que esa gran diferencia se debió en buena parte al  1+1+1, y que dado lo reñido del resultado en este caso, ese efecto permitió a Cs arrebatar un escaño al PSOE.

En conclusión: los electores hicieron caso a la propuesta del 1+1+1 en un número reducido de circunscripciones. Y allí donde eso ocurrió no afectó al reparto de escaños, aunque sí al hecho de que los candidatos de PP, Cs y Vox más votados para el Senado lograsen más apoyo que sus partidos en las misma circunscripción. La única excepción es Madrid, uno de los territorios donde más electores optaron por seguir esa campaña, y donde se puede afirmar que sirvió para que Ciudadanos le quitase un escaño al PSOE.

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