El viento sopla de cola para Vox. A sus resultados en Cataluña, donde ha obtenido más escaños que Ciudadanos y PP juntos, se suman unas encuestas que que aproximan cada vez más al partido de Santiago Abascal al del Pablo Casado. En Moncloa, las antenas detectan nítidamente una dinámica ascendente, que podría traducirse en breve en sondeos que recojan un empate técnico entre los dos partidos y acentúen el nerviosismo en el PP, metido en una espiral de ruido interno y cuestionamiento de su líder. “Al principio de la pandemia, se detectó que Vox sufría, pero desde el verano se empezó a recuperar recuperando y ahora mismo está claramente por encima de lo que obtuvo en noviembre”, expone, siempre atento a la letra pequeña de los sondeos, el sociólogo Narciso Michavila, que ve a Vox como potencial beneficiario de un posible desangramiento de Cs.
Vox se mueve en un terreno fértil, ya que alimentan su caudal de votantes dos fenómenos sin visos de remitir a corto plazo: la cuestión catalana y la desafección política. Un ensayo recién publicado, obra de la especialista Beatriz Acha, ofrece una panorámica de las perspectivas del partido de Abascal que concluye que con la herida territorial abierta es previsible que Vox siga engordando su cuenta de resultados con voto nacionalista cabreado. A ello se suman las oportunidades que brinda a Vox la pandemia, con su apelación al voto del descontento y un foco de gran intensidad puesto en el mundo rural. Hay sensores en Moncloa que detectan una penetración cada vez más fuerte en este ámbito y destaca el caso andaluz.
El terremoto político murciano-madrileño, con ruptura de PP y Cs, incrementa las perspectivas de Vox de llevarse “una parte importante del electorado” descontento con el cambio de guión de la formación de Inés Arrimadas, señala el politólogo Pablo Simón, que ve a Vox en un “momento dulce” y con “buenos mimbres” para afianzar su trayectoria, si bien unas elecciones en Madrid tendrían la particularidad del perfil de Isabel Díaz Ayuso, líder del PP a su vez bien vista en el electorado de Vox.
Sobre una base sólida, ahora la convulsión política “beneficia a Vox porque refuerza su discurso contra una casta política sólo preocupada por sus asuntos”, expone la experta en campañas Guadalupe Talavera. “Tiene toda la pinta de que Vox va a salir reforzado en medio de un debilitamiento del centro derecha”, afirma el profesor José Rama Caamaño, que ha investigado a fondo el comportamiento del electorado de Abascal.
Patrones de crecimiento
A menudo, las coletillas repetidas irreflexivamente acababan por instalarse en el imaginario colectivo. Pero no por eso tienen que ser ciertas. Uno de los mantras que se derrumban al paso del ensayo Analizar el auge de la ultraderecha. Surgimiento, ideología y ascenso de los nuevos partidos de ultraderecha (Gedisa, 2021), de la politóloga Beatriz Acha, es el del ascenso continuo de la extrema derecha en Europa. No es así. La fortaleza de la ultraderecha en países como Francia (la Agrupación Nacional de Marine Le Pen) o Italia (la Liga de Matteo Salvini), sumada a su liderazgo gobernante en Hungría y Polonia y a la poderosa irrupción de Vox en 2018, han generado en España la impresión de un crecimiento continuo de esta familia política. Acha, especialista en este campo de estudio, acerca la lupa a los movimientos ultraderechistas en el continente para concluir que, junto a indudables periodos de avance, ha habido también retrocesos.
Entre los partidos comparables a Vox hay historias y trayectorias de todo tipo, en un mosaico hecho de piruetas estratégicas, oscilaciones entre la radicalidad y una mayor –al menos aparente– moderación, crisis internas y escisiones... No son raras las caídas. En Austria el FPÖ pasó de obtener el 23,4% de los votos en 1999 al 6,3% en 2004. El Partido Popular Suizo logró un espectacular aumento en 2015, en plena crisis de los refugiados, pero en las federales de 2019 perdió mucho apoyo. En Holanda un nuevo competidor menos radical, el Foro para la Democracia, disputa espacio al Partido por la Libertad de por Geert Wilders. Los Demócratas Suecos, de raíces neonazis, no lograron representación hasta 2010, pero ahora, tras un largo periodo de lavado de imagen, el efectivo cordón sanitario contra el partido corre el riesgo de deshilacharse.
No hay dos historias iguales. Pero su exhaustivo repaso permite a Acha ofrecer conclusiones generales. “Más que crecer progresivamente, la ultraderecha suele experimentar un fuerte despegue que la convierte en centro de la atención mediática y la catapulta a posteriores éxitos”, señala. Entre los factores para la consolidación exitosa del partido están los liderazgos fuertes –Carl Hagen y Siv Jensen en Noruega, Glistrup y Pia Kjærsgaard en Dinamarca, Jimmie Åkesson en Suecia, Timo Soini en Finlandia, Le Pen (padre e hija), Haider, Farage, Wilders, Bossi, Salvini– y una “estructura de oportunidad política”. Este último punto está vinculado a la forma en que el resto de partidos se comportan ante el agente radical. Esto engancha con dos preguntas: ¿Podrían el PP –con Pablo Casado al frente– y Ciudadanos –con Albert Rivera primero y ahora con Inés Arrimadas– haber evitado la “oportunidad” de la que ha disfrutado Vox? ¿Han terminado por alimentar a Vox los partidos de izquierdas a base de darle protagonismo?
Todas las respuestas posibles invitan a pensar que Vox –que no presenta crisis internas ni escisiones significativas y que parte del suelo firme de la desafección y de la respuesta nacionalista española ante el procés– lo tiene todo a favor para consolidarse y crecer, al menos en esta fase de su trayectoria y en este contexto.
Cataluña y cabreo con la política
Vox es un caso singular en la ultraderecha europea, porque su combustible fundamental no ha sido la inmigración sin el conflicto territorial. La autora de Analizar el auge de la ultraderecha, con datos del CIS en la mano, vincula la “cuestión catalana” con la irrupción del partido en Andalucía en 2018 y con su ascenso en las dos generales de 2019, cuyas encuestas posteriores muestran que casi el 60% de sus votantes admitían en abril de 2019 que lo que estaba ocurriendo en Cataluña había influido en su decisión de voto (frente al 24% de medio) y un 80% habían votado al partido que “mejor podía parar a los partidarios de la independencia” o “que defiende más la unidad de España”.
Acha sintoniza con las conclusiones de un trabajo de investigadores en Reino Unido y España que en 2020 señalaron como clave del éxito de Vox el nacionalismo exacerbado, mezclado con el hartazgo de la política. Ni el rechazo a la inmigración ni la frustración de los perdedores de la globalización explicaban la irrupción de la ultraderecha, según el trabajo con base en encuestas realizado por José Rama, Andrés Santana y Stuart J. Turnbull-Dugarte . Estos tres investigadores concluían que la “identidad nacional desempeña un papel importante” en el auge de Vox, en un fenómeno de reacción al procés. Pero, ojo, no por sí sola: “El efecto de la identidad está condicionado por las evaluaciones negativas de la situación política en España”, añade. Resumen del resumen: el votante de Vox es un nacionalista español cabreado con la política. No parece una especie en peligro de extinción.
Acha señala que, sin tensión catalana, las perspectivas de Vox se resentirían. “Una desactivación de este tema en la opinión pública podría favorecer la deserción de parte” de su electorado, especialmente “(ultra)nacionalistas y/o movilizables en torno a la cuestión identitaria, mayoritariamente exvotantes del PP o de ciertos sectores de Ciudadanos”, que “aún no han podido demostrar cómo de leales a la nueva marca serán”, expone la socióloga. En conversación con infoLibre, Acha señala que el peso decisivo de la “cuestión catalana” en el auge de Vox supone una “relativa anomalía” dentro de la ultraderecha europea, donde el discurso anti-inmigración es el elemento fundamental, mientras que en España Vox no ha logrado que cuaje en la misma medida. No obstante, lo está intentando. Acha observa que Vox está tratando de consolidar el discurso antiinmigración como “alternativa programática”.
“Hay Vox para rato”Hay Vox para rato”
Pero la inmigración es todavía, a tenor del análisis de Acha, un plan B. Una bala en la recámara. El plan A del partido ha sido hasta ahora explotar la cuestión nacional en un contexto de tensión y hartazgo. Todo ello además de beneficiarse de los movimientos ajenos. Por ejemplo, el terremoto de esta semana, con ruptura de PP y Cs en Murcia y Madrid. Acha señala que es previsible que Vox “hará valer la imagen de partido estable, ajeno al rifirrafe entre PP y Cs y centrado en los problemas”. Más viento de cola.
José Rama, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid y coautor de la investigación sobre Vox The Baskerville's dog suddenly started barking: voting for VOX in the 2019 Spanish general elections, observa a la formación de Abascal con los pies asentados sobre un “terreno fértil”. La suma de polarización y cuestión nacional en carne viva le va de perlas. El profesor destaca que Vox, que ocupa un espacio propio y diferenciado como la oposición más dura, tiene margen para explotar el descontento por las medidas contra la pandemia.
“Desde luego, Vox no es un flash party. Tiene cuadros conocidos, mucha capacidad para condicionar agenda... Hay Vox para rato”, señala Rama, que subraya cómo el PP da la impresión de ser un partido metido en continuos problemas, conflictos internos, tensiones y cuestionamientos de su líder. Un detalle: además de sus ataques a PP y Cs en clave nacional, Vox ha interpretado la salida de la ultraderecha húngara de Viktor Orbán del Partido Popular europeo como un síntoma de descomposición a escala comunitaria. Hunde el dedo en la llaga.
Si Ayuso llama a elecciones en estas circunstancias, teniendo en cuenta que el apoyo posible que le queda es Vox, es porque manejará trackings que le dan fuerza a su partido y a Vox, explica Rama, para quien desde la moción de censura perdida por Abascal, el partido de ha ido ganando fuerza y cogiendo espacio, beneficiado por la “falta de liderazgo del PP”.
“Tiene toda la pinta de que Vox va a salir reforzado en medio de un debilitamiento del centro derecha”, señala Rama. Ahora, todo lo que hay por delante puede reforzarlo, para empezar porque tanto en Madrid como en Andalucía aspira a entrar en gobiernos, lo que supondría un reforzamiento institucional, algo fundamental para la consolidación de un partido, añade. El sociólogo Narciso Michavila también cree que la habilidad o no de Vox ante una hipotética posibilidad de entrar en gobiernos será clave. Esos hitos suelen ser –añade– dificultosos y contradictorios para partidos en ascenso, que suelen sufrir “mal de altura”, como han demostrado Podemos y Cs, añade.
“El ascenso de Vox se explica en buena parte porque ha logrado arrebatarle a Ciudadanos la bandera de la defensa de la unidad nacional. Mientras haya debate territorial, Vox sale beneficiado”, explica el presidente de GAD3, que, no obstante, puntualiza que su resultado en Cataluña pareció mejor por superar a Cs y al PP, pero que supone sólo el 7,6% de las papeletas. A ello se suma la escasa fuerza de la formación en Galia, Euskadi, Navarra. Vox sigue teniendo problemas en áreas de doble identidad nacional. “A cambio”, señala, “su espacio se agranda en Madrid y Despeñaperros para abajo”. La pregunta es hasta dónde puede llegar Vox con esta ecuación. Michavila recuerda que ya hemos visto antes momentos de impresión de sorpasso de Cs y Podemos que luego no han llegado a materializarse. La implantación territorial de PP y PSOE es un factor crucial que a menudo se ignora, coinciden todos los consultados.
Polarización y discurso anti-casta
La “polarización” en torno a cuestiones “nacionales”, como el conflicto territorial y la monarquía, favorece a Vox, que puede desplegar en este punto su discurso más duro y diferenciador, analiza la jurista y politóloga Guadalupe Talavera, de Dialoga Consultores. En las zonas donde es menos fuerte, explota el papel de “víctima”, recurso que suele ser eficaz, añade.
Ver másVox elogia a Ayuso pero avisa de que tendrá que elegir entre ellos o mantenerse fiel a Casado
En conjunto, la profesora en el máster de Comunicación Política y Gestión de Campañas de la Universidad Pablo de Olavide observa a Vox trabajando en dos líneas: 1) Recoger el votante que sale de Cs, ofreciéndose como refugio de los electores más preocupados por la unidad nacional. 2) Salir en búsqueda, en plena conmoción económica, de los sectores y colectivos más golpeados por la crisis, como la hostelería y el mundo rural.
Dónde esté el “techo” de Vox dependerá –advierte Talavera– no sólo de la evolución de la cuestión catalana y del nivel de desafección, sino también de qué hagan sus adversarios: una fusión de PP y Cs alteraría el tablero político en el ámbito conservador, señala. Dicha fusión se aleja con las rupturas en la Región de Murcia –precipitada por Cs– y Madrid –precipitada por Ayuso–, acontecimientos que “benefician a Vox porque refuerzan su discurso contra una casta política sólo preocupada por sus asuntos y haciendo continuamente un show político”, expone Talavera. A su juicio, la maniobra puede fortalecer a Vox en la medida en que es receptor directo de votantes decepcionados con Cs. No obstante, Talavera apunta a una particularidad madrileña: allí Ayuso tiene la capacidad de disputar mucho voto típico de Vox por su “capacidad para moverse en discursos radicales”, lo cual explica la escasa presencia mediática de Rocío Monasterio.
El politólogo Pablo Simón coincide en que el perfil de Ayuso convierte Madrid en un “caso particular”, pero añade: “La izquierda va a agitar a Vox como espantajo, lo que le va a dar un gran protagonismo en la campaña. Tras las elecciones, Vox va a seguir siendo protagonista, sobre todo si tiene oportunidad de entrar en un gobierno”.
El viento sopla de cola para Vox. A sus resultados en Cataluña, donde ha obtenido más escaños que Ciudadanos y PP juntos, se suman unas encuestas que que aproximan cada vez más al partido de Santiago Abascal al del Pablo Casado. En Moncloa, las antenas detectan nítidamente una dinámica ascendente, que podría traducirse en breve en sondeos que recojan un empate técnico entre los dos partidos y acentúen el nerviosismo en el PP, metido en una espiral de ruido interno y cuestionamiento de su líder. “Al principio de la pandemia, se detectó que Vox sufría, pero desde el verano se empezó a recuperar recuperando y ahora mismo está claramente por encima de lo que obtuvo en noviembre”, expone, siempre atento a la letra pequeña de los sondeos, el sociólogo Narciso Michavila, que ve a Vox como potencial beneficiario de un posible desangramiento de Cs.