Comunidad de Madrid
"Vox está tensando la cuerda con el viento a favor de la justicia": hablan los autores de las viñetas de 'El Jueves'
Hace más de un lustro, cuando apenas era capaz de aglutinar a un puñado de simpatizantes en sus mítines, Vox no hacía otra cosa que quejarse porque los medios les silenciaban. Ahora, con más de tres millones de españoles dándoles respaldo, son ellos quienes fantasean con acallar cualquier tipo de mensaje que no resulte de su agrado. Y todo vale para conseguirlo. Este martes, la extrema derecha ha decidido utilizar la potencia de sus redes sociales para poner en la diana a Ricardo Rodrigo Amar, presidente del grupo que edita El Jueves. Lo ha hecho difundiendo su foto y dejando caer la zona en la que se encuentra su despacho en Barcelona. Todo por unos dibujos satíricos en los que sus dirigentes, que hace solo unos años defendían a capa y espada las publicaciones de Charlie Hebdo sobre Mahoma, son los protagonistas. "Vox está tensando la cuerda con el viento a favor de la justicia. Están viendo a ver hasta dónde pueden llegar", señala en conversación telefónica con infoLibre Raúl Salazar, uno de los creadores del trabajo humorístico que tanto ha escocido a los ultras.
La formación de extrema derecha ha respondido así a la última creación de la revista satírica, una colección titulada La Pandilla Voxura –homenaje a la mítica serie de cromos de La Pandilla Basura– que protagonizan algunos responsables del partido ultra. Están Javier Ortega Smith (Ortega Rambo de Pega), Iván Espinosa de los Monteros (Espinosa Venenosa), Rocío Monasterio (Rocío Escalofrío), Hermann Tertsch (Tertsch Tercer Reich), Santiago Abascal (Abascal Hernia Discal) o José Antonio Ortega Lara (Lara Al Sol de Cara). Cada personaje, con una pequeña descripción en una parte inferior marcada por un pequeño copyrigth: "1936 The Francos Company, Inc". "No hay nada que tumbe al soldado Smith, se ha tragado napalm para acabar con su covid", puede leerse en el primero de los casos. La propuesta es obra de dos humoristas gráficos. Raúl Salazar, el creador de El Profesor Migraña, ha ejercido como guionista de los cromos. Del dibujo se ha encargado su compañero, el valenciano Juanjo Cuerda.
Salazar cuenta con una dilatada trayectoria a sus espaldas. Primero, trabajó por su cuenta. Y desde hace más de un lustro colabora con El Jueves, una de las publicaciones satíricas que, junto con Hermano Lobo o El Papus, marcaron la Transición. El humorista gráfico responde al teléfono a primera hora de la tarde, tras una mañana viendo cómo su trabajo aparecía en las televisiones nacionales. Los primeros segundos de conversación ya dejan ver que algo falla a nivel social. Dice que ya están "acostumbrados" a recibir de forma continua ataques en redes sociales por parte de simpatizantes de la formación de extrema derecha. Concede que no debería ser así. Pero lo es. Cada día, cientos de insultos o amenazas en Twitter o Facebook. Y lo peor de todo, reconoce, es que son conductas que entre todos hemos terminado "normalizando" a base de la "repetición" y la "inacción". "No deberíamos estar acostumbrados a esto", apunta.
El problema es que esta semana los ultras han ido un paso más allá. Principalmente, porque no solo han puesto en la diana a un medio en concreto, sino que han individualizado su señalamiento sobre una persona. No es, resalta el humorista gráfico, un ataque que se haya lanzado desde una cuenta anónima o desde una "sede" pequeña del partido, sino que parte desde el perfil oficial de la formación a nivel nacional, aquel que siguen cientos de miles de personas. Y, además, está el mensaje con "connotaciones agresivas": "Su revista difunde odio contra millones de españoles a diario. Es posible que muchos de ellos le empiecen a exigir responsabilidades cuando le vean salir de su despacho en la Diagonal de Barcelona". "El tuit se resume en 'sabemos dónde vives, dónde trabajas'. Quiere provocar que simpatizantes o defensores de la verdad de Vox vayan a darle [al presidente de RBA] la bienvenida", opina Salazar.
El acoso a El Jueves ha sido permanente prácticamente desde sus comienzos. Su séptimo número, que llevaba a portada el conflicto del arzobispo Marcel Lefebvre con la Iglesia Católica, fue secuestrado en julio de 1977 por orden judicial al considerar que atentaba contra la libertad religiosa. Tres décadas después, sería la portada en la que se veía a los entonces Príncipes de Asturias manteniendo relaciones sexuales la que fue retirada de los quioscos por orden de la Audiencia Nacional. Salazar no vivió aquello. Solo puede hablar de los últimos ocho años en la publicación. Y en todo este tiempo, dice, no recuerda nada que le haya llamado tanto "la atención" como lo que Vox ha hecho esta semana. Lo más amargo que se le viene a la cabeza fue la agresión sufrida en 2016 por la entonces directora de la revista satírica, Mayte Quílez, a la puerta de su casa. La atacó un encapuchado un día después de que saliese a la venta el número titulado Plaga de Neonazis.
Tres de los cromos de La Pandilla Voxura.
"Lo que hace Vox es incitar al odio y que actúen esos lobos solitarios o grupos de fanáticos", asevera el humorista gráfico. Al otro lado del hilo telefónico, considera que a lo que juega el partido de extrema derecha es a tensar "la cuerda", a hacer equilibrismos sobre una fina línea que fija los límites y que intentan ir moviendo. "Están viendo hasta dónde pueden llegar. No sé si detrás de esa cuenta de Twitter habrá un community manager desbocado o alguien que escribe con asesoramiento legal", reflexiona Salazar. Se lo pregunta porque normalmente sus acciones terminan sin reproche judicial. Pone sobre la mesa aquel cartel que instaló en pleno centro de Madrid en la campaña electoral contra los menores extranjeros no acompañados. Ese que el pasado lunes respaldó la Audiencia de Madrid con un auto en el que los magistrados no solo se pronunciaban el cartel, sino que se permitían el lujo de señalar que dicho colectivo "representa un evidente problema social y político".
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A pesar de las presiones que recibe diariamente en redes sociales –amenazas contra su familia incluidas–, el ilustrador asegura que no se pone "límites" a la hora de crear. "Personalmente, no puedo elegir qué chiste hacer. Lo que intento hacer es el humor en el que yo creo. Si se cabrean las personas a las que se critica en las viñetas eso es que el objetivo está cumplido. La sátira no se hace para bailar el agua", resume. De lo sucedido en las últimas horas, se queda con "la respuesta contundente de desaprobación". Una condena sin paliativos que ha llegado desde la arena política. "No podemos callar ante las prácticas fascistas de Vox y su ataque a la libertad de expresión", ha señalado el ministro de Transportes, José Luis Ábalos. "Vox señala a El Jueves como los yihadistas a Charlie Hebdo y aquí no pasa nada", ha escrito en redes sociales el portavoz de Unidas Podemos, Pablo Echenique.
Los apoyos también han llegado desde los colectivos profesionales. "Esta amenaza tiene como objetivo último amedrentar la libertad de expresión de editores, dueños de comunicación, humoristas, artistas y, en definitiva, de cualquier ciudadano", señalaron en un comunicado sus compañeros de El Mundo Today. La Federación de Asociaciones de Periodistas de España, por su parte, advirtió sobre el peligro que la acción del partido ultraderechista supone para la libertad del oficio periodístico y del derecho de información de los ciudadanos, "pilares fundamentales" del "sistema democrático". "Vox cruza todos los límites con este mensaje. No solo los éticos, que hace tiempo que ignora, sino los legales", alertaron desde Reporteros sin Fronteras (RSF), quienes avisaron a los de Abascal que les tendrán enfrente.
La hostilidad contra los medios siempre ha formado parte de la estrategia política de Vox. Desde el minuto uno. La Sexta ya denunció la misma noche electoral de las autonómicas andaluzas de 2018, que supusieron la puerta de entrada de Vox en las instituciones, que le habían impedido la entrada a su sede de Sevilla. Poco a poco, los equipos de comunicación del partido ultra dejaron de responder a algunos informadores. Al final, tal y como desveló elDiario.es, se había elaborado una lista de medios con los que no se debía "hablar nunca". "No son, aunque se les trate como tal, medios de comunicación ni periodistas, sino activistas que solamente hablarán mal de nosotros", decían. Los vetos siguieron presentes durante las generales, algo que ha terminado en la mesa del Supremo. "[Excluir a periodistas] supone un menoscabo a las garantías de transparencia y objetividad del proceso electoral", dijo el pasado mes de marzo el Alto Tribunal.