Las encuestas dibujan un PP que cada vez pierde más apoyos. Los 'papeles de Bárcenas' sobresaltan a diario a los dirigentes conservadores. Los barones del partido están sublevados a cuenta de la finaciación autonómica. El Gobierno parece haber tirado la toalla en la lucha contra el desempleo. Y cada vez surgen más voces internas que intentan marcarle el camino a seguir a Mariano Rajoy. La guinda a este escenario la puso la noche del martes José María Aznar con una entrevista televisada en la que se despachó a gusto contra el Gobierno del Partido Popular. Hasta el punto de amagar con su regreso a la actividad política.
Dos veces se le preguntó al expresidente en la entrevista que concedió a Antena 3 sobre una posible vuelta a la política y las dos veces contestó lo mismo. "Nunca he rehuido mi responsabilidad. Cumpliré con mi responsabilidad, con mi conciencia y con mi partido". Podría haber cerrado el asunto con un "no" rotundo. Pero optó por dejar la puerta abierta y, de paso, alterar, aún más, la ya alterada vida interna de la formación a la que pertenece y por la que fue presidente del Gobierno. La polémica, pues, está servida. El presidente de honor del PP ya se ha posicionado.
Su confesión puso fin a horas de especulaciones entre dirigentes del PP relacionadas con la profundidad del mensaje que tenía preparado para transmitir en horario de máxima audiencia. De hecho, fuentes de la dirección nacional del partido enmarcaban su aparición televisiva en el contexto de los 'papeles de Bárcenas'. "Va a defenderse de todo lo que se está publicando", declaraba a infoLibre horas antes de la entrevista un miembro de Comité de Dirección del PP. "Si quiere que su mujer sea candidata a la Alcaldía de Madrid, no sacará mucho los pies del tiesto", comentaba un diputado de la Asamblea madrileña.
Pocos ganaron las apuestas. Aznar se defendió de lo publicado: "Yo no recibí más retribuciones que la de presidente del PP y diputado, y la de presidente del Gobierno [...] declaradas a Hacienda", dijo. También cargó contra el diario que ha publicado gran parte de las informaciones sobre sus ingresos –El País–, insistió en que el PP paga de forma "legal" y en que las cuentas del partido "son las depositadas en el Tribunal de Cuentas". Pero no dejó pasar la oportunidad de poner deberes a Mariano Rajoy. Lo hizo con un aire presidencial. Muy contundente.
Se trata de la segunda vez en dos semanas que el presidente del Gobierno recibe lecciones por parte de excompañeros de partido. El 1 de mayo la líder del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, ya hizo lo propio instándole a bajar impuestos, a recuperar "voces liberales" y a aplicar el programa electoral con el que obtuvieron mayoría absoluta en noviembre de 2011. En el tema de los impuestos, el presidente de FAES coincide plenamente con lo exigido por Esperanza Aguirre.Reforma fiscal, sí. Y "ahora" el presidente de FAES con lo exigido por Esperanza Aguirre.
"Hace falta una reforma fiscal urgente en España", reclamó al tiempo que marcaba plazos: "Ahora". A su juicio, "el proceso de castigo a las clases medias está siendo muy grave". También tuvo reproches para el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que en un Comité Ejecutivo Nacional del partido se enfrentó con Esperanza Aguirre respecto a las veces que Aznar bajó los impuestos. "El PP en 1998 hizo una reforma fiscal. Y bajó los impuestos. Y en 2002, también. Que nadie lo dude. Que he oído declaraciones..." No mencionó directamente al titular de Hacienda. Pero nadie tenía dudas de que se dirigía a él.
Pero el verdadero protagonista ausente de la noche fue Rajoy. A él, aunque también sin citarlo, le reclamó poner en marcha "cinco cuestiones". Además de una reforma fiscal, un "Estado viable", "reformas institucionales", "recuperar las posiciones internacionales de España" y abordar la reforma de las pensiones.
Contra la "languidez de la resignación"
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Aznar dijo mirar a España y al Gobierno como un ciudadano más: "Creo, como votante del PP, que me encuentro en una situación parecida a la de millones de votantes a los que le gustaría ver un proyecto político muy claro", dijo. Y fue todavía más allá cuando sostuvo que de la crisis hay que salir "ofreciendo a los españoles un horizonte muy claro de esperanza, no la languidez de la resignación". No pocos en el PP consideran que para encontrar el trasfondo de estas declaraciones hay que trasladarse al viernes 26 de abril, cuando el Consejo de Ministros aprobó el Plan Nacional de Reformas y las nuevas previsiones macroeconómicas. El Gobierno dio la impresión de haber tirado la toalla en la lucha contra el desempleo al admitir que terminará la legislatura peor de lo que empezó.
Muy consciente del terremoto interno que van a provocar sus palabras, salió al paso para asegurar que él no está acusando al Gobierno "de nada". "Estoy defendiendo lo que yo haría. Mis criterios y mis ideas. Y creo que lo quen defiendo entra dentro del mandato electoral del PP". Acto seguido, dijo ser consciente de "las dificultades heredadas", uno de los matras de Rajoy. Pero puso en valor que su sucesor en el PP cuenta con una mayoría absoluta y un partido "dispuesto a seguir a un Gobierno que renueve los objetivos".
El expresidente del Gobierno dejó claro que su relación Rajoy no es muy fluida, sino más bien fría. Dijo que hace poco mantuvo un encuentro con el presidente del Gobierno y que le contó lo que opinaba sobre los asuntos de actualidad, al igual que estaba haciendo en televisión. Fue, según confirmó, su única "conversación larga" desde que el líder del PP llegó a la Presidencia del Gobierno.
Las encuestas dibujan un PP que cada vez pierde más apoyos. Los 'papeles de Bárcenas' sobresaltan a diario a los dirigentes conservadores. Los barones del partido están sublevados a cuenta de la finaciación autonómica. El Gobierno parece haber tirado la toalla en la lucha contra el desempleo. Y cada vez surgen más voces internas que intentan marcarle el camino a seguir a Mariano Rajoy. La guinda a este escenario la puso la noche del martes José María Aznar con una entrevista televisada en la que se despachó a gusto contra el Gobierno del Partido Popular. Hasta el punto de amagar con su regreso a la actividad política.